Vengo con un AU con trama y largo~!
Pareja: Nezumi y Sion, obvio! Y me mataréis, pero hay ligero Sion x Safu xDDDDDDDDDDD ¡Es así la historia, no me matéis!
Advertencias: Es AU y bueno, no mucho más. Hmm... Posible lemon. (?) Posible no, es que segurísimo que hay lemon xDDDDDDDDDDD Avisados estáis!
Disclaimer: Atsuko Asano, GRACIAS POR ESTA NOVELA TAN ESPECIAL. (?) Bones, gracias por las 11 semanas heterosexuales(?).
Notas: Que todos sepan que esta idea me la dio Mika-Lucid199120 con uno de sus comentarios en uno de mis fics de No. 6 llamado Yugure no Kissu xD No sé si ella leerá este fic, pero en todo caso, gracias por la idea! :D
Disfrutad, y si tenéis alguna duda sobre el fic o en el mundo en el que transcurre la historia, no dudéis en preguntar sobre ello! (´w`)/
Era siete de Septiembre, el día en el que Sion comenzaba el nuevo curso.
Aún estaba un poco temeroso, pues sólo conocía a Safu en ese inmenso instituto de élite, pero ¿y si le tocaba en una clase diferente a la de su amiga? Estaría solo en una clase de desconocidos y eso era algo que temía.
Los torpes dedos del chico no atinaban a hacer la corbata de su nuevo uniforme. Creía que el uniforme era realmente molesto... ¿No le podían tratar como un adulto ahora que ya tenía dieciséis años?
—Déjame ayudarte, Sion. —Karan, la madre de Sion, se acercó a él sonriendo dulcemente y le ayudó a hacerse la corbata. Después le dio un beso en la frente.— Espero que hagas muchos amigos.
—Sí, mamá... -Sion puso mala cara. Su madre también le seguía tratando como si fuese un niño pequeño.
Karan se fue de nuevo hacía la cocina mientras tarareaba alguna canción perdida en su memoria. Sion no entendía cómo su madre podía estar siempre aparentemente tan feliz y tranquila.
—¡Ah! —La madre de Sion asomó la cabeza por el marco de la puerta de la cocina, sorprendiendo al albino.— Safu dijo que te pasaría a buscar sobre las siete. Creo que llegará dentro de poco.
—¿Eh? ¿Por qué no me lo dijiste antes? —Sion se dirigió rápidamente a su habitación, no sin antes darse un último vistazo en el espejo de cuerpo entero que había en el pasillo.
Hizo su mochila apresuradamente, intentando no olvidar nada. Después recordó que ese día sólo se hacía la típica presentación y la división de clases; no tenía por qué llevarse mochila. Suspiró y salió de nuevo de su habitación.
Cuando bajó las escaleras vio a Safu en el recibidor, hablando con Karan. Safu también llevaba el uniforme escolar. Aunque ya no hacía calor su falda era demasiado corta. Sion pensó que si hacía un poco de viento se le podría ver la ropa interior. Sacudió la cabeza, diciéndose a si mismo que no pensase en tonterías.
—¡Ah, Sion! —Karan se giró y vio a su hijo al final del pasillo.— Venga, no te quedes ahí, que Safu te está esperando.
—Sí,sí. —Sion fue hacia el recibidor y se puso sus zapatillas antes de salir.— Hola, Safu. ¡Adiós, mamá!
—Adiós, hijo. —Para alivio de Sion, su madre no le dio ningún beso en la frente ni en la mejilla delante de Safu, sólo le despidió con la mano.
Mientras bajaban la cuesta hacia el instituto, Safu y Sion no dejaron de hablar en todo el rato. Riéndose, contándose cosas que habían hecho durante el verano con sus familias,...
Justo cuando Safu le estaba contando su vuelo a Europa con toda su familia, oyeron algunos gritos delante suyo. El camino en bajada que llevaba al instituto estaba lleno de estudiantes que iban a la presentación, igual que Sion y Safu.
Entonces el albino vio una rata. Bueno, no exactamente. Era un chico, pero tenía la sonrisa de una rata. Prepotente, astuta y ladeada. Su nariz estaba sangrando y tres chicos que parecían mucho más mayores que él le rodeaban, y aun así ese chico sonreía.
Sion se quedó quieto en mitad del camino, observando a ese chico. Pudo ver también que su cabello era de un gris azulado extraño y lo llevaba recogido en un coleta; suelto le debería pasar los hombros. Entonces, pudo ver el brillo de los almendrados ojos de la rata. Eran de un gris intenso, como si el acero y las perlas se hubiesen mezclado y hubiesen creado un color nunca visto hasta ese momento.
—Sion... Eh, Sion. -Safu estaba estirando la manga del chico, intentando que avanzase y dejase de mirar la llamativa escena.— Vámonos, son gente problemática.
—Espera, ¿no ves que ese chico lleva el mismo uniforme que nosotros? —No era del todo cierto, pues el chico en cuestión no llevaba la corbata y su camisa no parecía planchada para nada. El ojigris en si parecía desaliñado, rebelde, desafiante.
Y, para sorpresa de Sion, los extraños ojos grisáceos del chico se clavaron en los suyos. Le aguantó la mirada al chico rata, maravillado, buscando el aliento que esos ojos perlados le estaba quitando.
Uno de los chicos mayores que rodeaban al ojigris le cogió la camisa repentinamente, haciendo que le volviese a mirar a él. Le estaba gritando, pero la rata tenía una expresión de indiferencia. Aún así los pies de Sion se movieron solos.
"¡Sion!" escuchó el aludido a su espalda. Safu no se acercó, simplemente se quedó allí quieta a su espalda, sin saber qué hacer, mientras Sion iba totalmente decidido hacia esa gente. Cuando llegó a su altura, ninguno de los tres chicos mayores se había dado cuenta de su presencia, sólo el ojigris misterioso, el cual le miraba con una sonrisa divertida.
Sion nunca supo de dónde consiguió el valor y la fuerza que obtuvo en ese momento, tan sólo lo hizo. Empujó al chico que estaba agarrando a la rata por el cuello de la camisa y este lo soltó. Confuso, el chico mayor vio a Sion y, justo cuando iba a darle lo que se merecía, la rata cogió la mano del albino y escapó junto a él por un callejón.
