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Cincuenta Sombras de Potter

Capitulo 1

Hermione sale vestida del baño con una sonrisa. Se siente demasiado feliz. Después de unos largos cinco años volverá a casa.

—Oye, ¿no será que estás feliz porque te vas a deshacer de mí al fin? —le pregunta Maya desde su cama.

La castaña se ríe, se sube a la cama de su compañera de cuarto y le da un gran abrazo.

—Es injusto que hayas terminado antes que yo, mi graduación se ve demasiado lejos —suspira la morena.

—Ya estaremos juntas de nuevo, es cuestión de tiempo Maya —dice Hermione con ternura.

—Puede que termine los estudios, pero no creo que me llamen del Ministerio como a ti, mis calificaciones últimamente no han sido muy buenas...

—Te recomendaré en el Ministerio. Lo prometo.

—¿Lo prometes? ¡¿De verdad?! —dice con emoción.

—Lo prometo.

Maya salta de la cama y la toma de la mano obligándola a sentarse frente al espejo.

—Entonces a cambio te pondré preciosa —exclama la morena mientras toma un cepillo y comienza a peinarla con él —. Tienes que estar impecable para tu primer día de trabajo.

Hermione suspira con una sonrisa resignada. Sabe que no puede contra los caprichos de Maya. La ve tomar un labial rosado y colocárselo, uno de esos que la morena siempre usa.

—Maya...

—Shh —sisea y le guiña un ojo —, probablemente te encuentres con Harry Potter allí, tienes que estar caliente para él. Por lo menos hazlo por mí.

Hermione mira atónita a su amiga. Sí, Maya era una de las muchas fans de su mejor amigo, que durante dos años seguidos se había ganado el puesto de "El hombre más sexy del año" en Corazón de Bruja. Pero... ¿decir algo así? Claramente nunca había visto a Harry de otra forma más que un amigo, ¡es prácticamente su hermano!

—Sabes que solo somos amigos Maya —le reprocha mirándola a través del espejo —. Puede que muchos piensen lo contrario después de las cosas tan... tan fuertes que vivimos pero solo somos eso. Amigos.

La morena rueda los ojos mientras le aplica la máscara de pestañas haciéndolas largas, marcándolas de un modo sexy.

—Han pasado cinco años Granger, ¡cinco años! Prácticamente no lo has visto desde la guerra, ambos han crecido, han madurado y muchas cosas han ocurrido, podría llegar a pasar algo entre los dos...

—Maya... —se queja cansada.

—¿Has visto en lo que se ha transformado? —le pregunta sin entender como la castaña puede negarse a un hombre así —. ¿Has visto sus fotos en Corazón de Bruja?

—No.

A Hermione nunca le ha interesado esa tonta revista y menos después del Torneo de los Magos donde Rita Skeeter había dicho tantas mentiras sobre ella.

—¿Sabes qué? ¡Mejor no las veas! —exclama y luego la señala exageradamente con el dedo —. Pero Hermione Granger cuando le des el primer vistazo a Harry Potter me recordarás. Te lo juro.

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Pisar el Ministerio sabiendo que la última vez fue casi atrapada por los Mortífagos le hace poner los pelos de punta. Hermione suspira intentando relajarse, a pesar de la amable llamada de Kingsley todavía se siente nerviosa. Nerviosa por la entrevista de trabajo, por ver a sus amigos después de tanto tiempo, por volver a sus raíces...

Siente como los magos la miran con la boca abierta mientras la ven caminar con el Ministro. Había olvidado lo que se sentía ser el centro de atención, había estado tan alejada de todo... en Francia algunos se giraban al oír su nombre pero solo eso.

Aquí solo han pasado unos minutos y ya se siente incómoda con la exagerada atención, no puede evitar preguntarse cómo se las habrán arreglado sus amigos. Está segura que Ron habrá sacado provecho de la situación, ¿pero y Harry?

Había dudado en marcharse a Francia, dejar a su mejor amigo solo con todo el peso de la fama la había asustado, pero el simplemente le había sonreído y le había dicho "Estaré bien Hermione. No tienes que preocuparte".

Harry siempre tan comprensible... tan bondadoso...

Desde el primer día en Francia se habían enviado cartas, aunque a Harry no le gustaba escribir había hecho un gran esfuerzo, aunque, a medida que los años pasaron, las cartas, las notas, los regalos se volvieron más escasos... Hermione había estado varias veces a punto de tomar sus cosas y volver, preocupada por esa falta de comunicación, por esa lejanía que cada vez se agrandaba más, pero siempre se presentaba alguna ocasión. La directora la llamaba, o un examen importante aparecía...

Así que terminó posponiendo ese encuentro entre los dos, sintiendo ese miedo a que su amistad hubiera cambiado...

Kingsley le abre la puerta de su despacho quitándola de sus pensamientos. Hermione sonríe y entra a la gran oficina.

—Toma asiento Hermione.

La bruja asiente y se sienta frente al Ministro.

—Todavía no puedo creer cuanto has crecido —repite haciéndola reír —, los años pasan rápido, ¿verdad? ¿Qué tal Francia?

—Ha sido una experiencia maravillosa.

—¿Has hecho amigos?

—Sí. Aunque claro, mis amigos de aquí son irremplazables —contesta con una sonrisa y Kingsley asiente mostrando su dentadura blanca.

—Hermione, siempre has tenido un puesto en el Ministerio, desde que terminó la guerra ha sido así.

La seriedad repentina del Ministro la confunde un poco, la castaña asiente ante esa mirada extraña.

—Te contacté porque quiero que comiences a trabajar, eso está claro. Tendrás un lugar importante en el departamento de Regulación y Control de la Ley Mágica, pero primero necesito un favor de parte tuya, Hermione.

—Claro señor, lo que usted desee. Pero déjeme preguntarle, ¿sucede algo malo? —le pregunta preocupada —. ¿Tiene que ver... con los mortífagos? ¿Han vuelto a aparecer?

Kingsley niega con la cabeza su expresión aún más seria que antes.

—No. Es otra cosa. Harry...

—¿Harry? —Hermione comienza a alterarse —. ¿Qué le ha sucedido a Harry?

El Ministro suelta un suspiro y se acomoda en su silla.

—Físicamente Harry está de maravilla, Hermione. Pero... ¿De verdad no te has enterado de los rumores? Todas las revistas hablan de él.

—No. Últimamente me enfoqué solo en los estudios quería terminar lo más rápido posible para volver... —dice nerviosa, preguntándose qué es lo que tiene a Kingsley tan preocupado.

—Bueno, Harry... ha cambiado mucho. Es un hombre totalmente diferente al que viste por última vez.

—¿A qué se refiere? —pregunta sintiendo el corazón palpitando rápidamente por el miedo.

—Al principio no lo notamos. Harry estaba bien, pero de un día para el otro, su actitud comenzó a cambiar. Ese malhumor repentino, la violencia en sus palabras... supimos al instante que algo malo estaba pasando —responde tristemente —. Comenzamos a hacerle estudios, en realidad... Harry se negaba, llegamos a tal punto que tuvimos que dormirlo.

—¡¿Lo examinaron sin su consentimiento?! —exclama Hermione furiosa, no pudiendo entender cómo podrían haber llegado a ese extremo.

—Hermione después de todo lo que sucedió... era necesario.

La castaña intenta tranquilizarse, se pasa una mano por el cabello alborotado y suspira.

—¿Qué es lo que encontraron en él?

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Hermione aun no lo puede creer. Se encuentra siguiendo al Ministro al último piso por las escaleras. Ni siquiera sabe cómo sus piernas toman la fuerza para moverse.

"Estamos buscando la cura. Mientras tanto, lo vigilamos de cerca, el problema es que Harry no copera, por eso te necesitamos Hermione. Sabemos que contigo él será más dócil"

A la bruja le tiemblan los labios, las piernas, nunca podría haberse imaginado que Harry podría haber estado atravesando por todo ello. Se siente tan culpable...

"Él ha cambiado. Prepárate para eso, el ya no es el mismo."

¿Es qué nunca Voldemort iba a dejar de hacerlos sufrir? Pensar que una parte del Innombrable continúa adherida a su mejor amigo la hace estar a punto de llorar.

Kingsley se detiene y abre una puerta de metal, se queda allí, dejándola pasar. Hermione con la poca valentía y fuerzas que le quedan, mueve sus pies entrando a un lugar muy blanco, el cual está lleno de aparatos de gimnasia.

Un gimnasio en el Ministerio. Increíble. Sorprendente. Pero real.

La castaña mueve sus ojos a ese suave sonido, a pesas, a gruñidos masculinos...

El corazón se le para al instante.

Presencia con sus ojos oscuros aquellos brazos fuertes, marcados, que podrían levantarla fácilmente y sin problemas, como a aquellas pesas; un abdomen con el que cualquier modelo moriría, pectorales, sudor... mucho sudor bañando su cuerpo tonificado y las venas resaltándole cada vez que levanta las pesas hacia arriba...

Hermione se pierde en esa figura por varios segundos hasta que aquellos ojos verdes que siempre la habían mirado con dulzura se posan en ella. Pero ahora no es ternura lo que predominan en ellos, sino algo más fuerte, algo que la hace tragar saliva, aferrarse a su bolso con fuerza, querer escapar...

Hermione observa como esa obra maestra se levanta con soltura y camina hacia ella, sin quitar ni un momento sus ojos verdes en los café de ella. Sus pantalones grises, holgados, con cada paso se mueven peligrosamente mostrando provocativamente el inicio de su ingle...

Es... es otra persona es... A Hermione le da vueltas la cabeza, su cuerpo no reacciona, hasta se ha olvidado de respirar. Aquel niño que dejó después de la guerra ha... crecido.

Harry se detiene frente a ella, a tan poca distancia que la castaña puede sentir el aroma que desprende su piel... ese sudor... salado. Lo siente tan cerca, sus rostros tan próximos, mirándose como si el mundo dependiera de ello. Debería abrazarlo, por todos esos años de lejanía y Hermione lo sabe, pero no se puede mover, se siente demasiada abrumada por la imagen de su mejor amigo, demasiada consiente de como su pecho brillante sube y baja, dejando que el aire escape por esos apetitosos labios hasta rozarle la nariz...

La castaña siente un cosquilleo doloroso por todo su vientre, sus mejillas arden cuando se siente mojada allí abajo.

Solo con una mirada.

Harry le da una sonrisa, como si supiera aquel pequeño secreto, una sonrisa diferente a las de siempre, una que hace que cada centímetro de su piel se erice.

—Hola Hermione.

Y en lo único que puede pensar Hermione Granger es que Maya tenía toda la razón.