Notas: Pequeña historia de dos capítulos sobre esta tierna pareja.
Pareja: Okita x Saito.
Género: Shonen ai.
1
Noche sin descanso.
...
Una noche en el cuartel de los Shinsengumi, el capitán de la primera división conocido naturalmente como: Okita Souji estaba disfrutando de unos de los peores síntomas de su desdichada enfermedad: Un desenfrenado ataque de tos. Esos fuertes impulsos a vomitar desgarraban su pobre garganta, provocando que la misma sangre salpicara un poco su ropa.
No supo cuánto tiempo le tomó volver a recordar cómo se respiraba normalmente. Tomo una fuerte bocanada de aire y se dispuso a buscar algo de beber. Quizás beber un poco de agua le serviría para calmar su acelerado organismo.
Respiraba con dificultad, incluso después de haber creído que el vaso con agua lo tranquilizaría.
—Sólo es cuestión de tiempo, para que esta enfermedad me consuma —Se dijo a si mismo sintiendo el vaivén en su corazón.
—No lo permitiré —Se escuchó una contestación sumergida en la oscuridad de la habitación, revotando por las paredes en un suave eco. La voz fue recobrando una silueta y, finalmente, una apariencia humana. Okita la reconoció al instante, era su amante Saitou Hajime.
—Hajime-kun —mencionó. Pero tuvo otra interrupción al volver a toser con poca brusquedad pero con bastante insistencia—. Lo siento —Se disculpó recobrando el aire—. ¿Te desperté?
Saitou se acercó sumergido como era habitual, en el silencio. A veces ese silencio solía exasperar a Okita, pero ya se había acostumbrado. Una vez que su compañero estuvo frente a él, obtuvo una respuesta. Ni gramática, ni lingüística. Sino física.
Pasó sus brazos por los hombros de Okita y lo envolvió en su suave abrazo.
—No, ya estaba despierto —confesó con suavidad—. No podía dormir simplemente.
Okita respondió el suave abrazo de igual forma, le sorprendió la calidez de su mirada y esa pequeña sonrisa en el rostro de su amante. Su mano por impulso propio, acarició la piel nívea teniendo como reacción que Saitou abriera los ojos.
—¿Tienes insomnio Hajime-kun? ¿El agotamiento de la última pelea no te deja dormir? —le preguntó mientras seguía acariciando con suavidad esas hermosas mejillas rociadas de un ligero carmesí—. No deberías sobre exigirte tanto, no quiero que te ocurra mayor cosa, por no tener en cuenta el descanso.
—Estoy bien, los enemigos del clan Anzu no fueron ninguna amenaza para mí —respondió intensificando la firmeza que tenía en el torso de Souji. Tomó una pausa pronunciada intentando calmar un poco sus emociones internas y para así poder hablar adecuadamente—. Quería verte….
Sin duda eso sorprendió al primer capitán, era casi imposible creer que tales palabras salieron de la boca de su amante. Él era un poco tímido e inmensamente taciturno, por ello escuchar ese tipo de declaración era casi un sueño. Sencillamente no podía abstenerse al querer saborear esos labios, como respuesta.
Levantó con sigilo el mentón de Saitou, aumentando la atmósfera y reduciendo la cercanía entre sus labios, donde finalmente llegaron al punto en que esas suaves comisuras pudieron tocarse.
¿Quién diría que el capitán de la primera y tercera división de los Shinsengumi estarían besándose con pasión en unas de las habitaciones del cuartel?
Ambos capitanes no podían contenerse más de lo que hacían en el día, estaban al límite, habían estado solamente besándose y ya la mitad de sus ropas habían empezado a abandonar sus cuerpos.
Sus labios no podían separarse, cada beso era más intenso que el anterior. Sólo se podía oír el sonido de sus besos, sintiendo como en cada lamida propiciada salía a relucir el deseo que se tenían mutuamente. Esa noche fue cómplice de su amor secreto, de su deseo profundo y de sus tendencias sexuales hasta que sus cuerpos gritaran por el cansancio. Y de hecho así fue. Una larga e intensa noche de pasión envolvió a los capitanes, hasta que ambos terminarán rendidos ante el cansancio.
…
A la mañana siguiente Saitou despertó con esfuerzo, los rayos del sol traspasaban las cortinas de las puertas corredizas iluminando intensamente todo el recinto. Se incorporó lentamente sintiendo una pequeña oleada de cansancio, recordó lo ocurrido esa noche. No sólo porque estuviera completamente desnudo, sino también por el otro cuerpo que descansaba a su lado.
Notó que el brazo de Souji acunaba sus caderas, no pudo evitar sentirse atraído por tanta belleza, acercó sus labios propiciando un beso en la frente de su acompañante.
—Souji... despierta —dijo con voz suave, mientras acariciaba el rostro de su amante—. Si el vice-comandante nos ve en esta situación se formará un gran alboroto en el cuartel.
Esas palabras hicieron que el capitán abriera ligeramente los ojos, su primera vista fueron esas hermosas perlas cárdenas que le observaban con dedicación. Sonrió, alzando su rostro para brindar un pequeño picoteo en los labios.
—Es verdad… —Se quejó empezando a masajear su cuero cabelludo, teniendo como punto y seguido ese sonido gutural que hacia incluso cuando se quejaba—. La ira de Hijikata-san sería algo molesto en estos momentos —Se incorporó perezosamente, soltando las caderas de Saitou—. ¿Cómo amaneces Hajime-kun? ¿Tienes dolor? Luces cansado.
—Es lógico, Souji —Respondió casi en reproche, empezando a recuperar la cinta de su cabello para atárselo—. Lo hicimos casi toda la noche.
Volvió a tumbarse en el futón, cuando notó que Souji no tenía aun las intenciones de levantarse. Los ojos esmeraldas pescaron un ápice de preocupación, pero Saitou se adelantó:
—No te preocupes, sólo estoy un poco cansado —finalizó con una pequeña sonrisa—. Comparando con lo que hicimos, pensé que el dolor sería más insoportable.
Souji soltó una leve carcajada besando con ternura la mejilla de su amante.
—En verdad te amo Hajime-kun.
Continuará...
