Pesadillas

Otra vez ese sueño.

No. Sueño no, pesadilla.

Al igual que siempre se encuentra en la densa oscuridad del abismo, hace frio y sus peores temores parecen formarse cada vez que no lo ve a él a su lado.

No puede distraerse, no si quiere sobrevivir, no si quiere que ambos sobrevivan. Acuchilla, rueda por el suelo, salta y sigue acuchillando monstruos a su paso, no puede descansar pues estos se reforman rápido. Y lo ve a él luchar con fiereza, lucha como si no pudiera detenerse, como si algo se hubiera apoderado de él. Entonces pasa, ella no ve la cuchilla que se acerca a ella a toda velocidad.

Y lo que pasa a continuación lo ve en cámara lenta.

Percy pone una cara de pánico y corre hacia ella, la sostiene entre sus brazos mientras la cuchilla envenenada se introduce en su cuerpo.

Y él grita y ella llora sosteniéndolo mientras colapsa agonizando. Reza a todos los dioses para que no muera, para que se quede a su lado.

Pero es en vano. Allí no hay ninguna ayuda, están solos, completamente solos. Y ve como el brillo desaparece de sus ojos verdes como el mar

"Te amo…" y se queda callado mirando a la nada.

Enloquece, grita como nunca sobre su pecho, escucha sus gritos y el llanto de un bebe.

¿El llanto de un bebe?

Y abrió los ojos encontrándose con la espesura de la noche, volteo a mirar el reloj que marcaban las 3:30 am. Se sentó en la cama normalizándose cuando volvió a escuchar el llanto. Se levanto de golpe y corrió al dormitorio de su pequeña hija.

De su Zoë.

La tomo con delicadeza entre sus brazos y su pequeña la miro con sus ojos verde mar como los de él. Le sonrió sintiendo una paz que solo tenía cuando la sostenía, la sujeto con un poco más de fuerza contra su pecho mientras le tarareaba una antigua canción de cuna y veía como nuevamente se quedaba dormida.

Zoë era el milagro que había llegado a sus vidas después de tanto dolor. Era la mezcla perfecta entre ellos, tenía el cabello rubio de ella, aún no podían saber si lo tendría ondulado o lacio; también tenía los ojos de él y su sonrisa.

Cuando su pequeña nació, ella quiso ponerle de nombre Silena, conmemorando a su amiga, pero él dijo que no, que ese honor se lo debían dar a Clarisse, después de todo fue ella su mejor amiga.

Así que eligieron el nombre de Zoë y ella lo amaba porque sabía que es chica había ayudado mucho a su esposo cuando ella fue capturada hacía muchos años.

Escuchó un ruido y giro hacia la puerta donde lo encontró a él sonriendo suavemente.

"Lo siento" dijo acercándose a ella y abrazándola por la cintura dejando a su pequeña hija en el medio "no quise asustarte, pero no pude evitar mirarte, te ves tan hermosa cargando a nuestra sirenita"

Ambos ríen.

"Como siempre pensando en el mar sesos de alga" sonríe de costado al ver su cara de falsa indignación.

"No siempre listilla, no siempre" él vuelve a reír con esa risa suya que la vuelve loca.

Y a pesar de todo lo que lucharon, todo lo que sufrieron y los amigos que perdieron saben que pueden tener un futuro prometedor estando juntos.

También saben, que todo lo que paso quedará atrás como un triste recuerdo, como una pesadilla.