KUROKO NO BASKET ES PROPIEDAD DE TADATOSHI FUJIMAKI, ESTO NO ES MAS QUE FICCION DE FAN.


Setecientos once

Viñeta No. 1

Terminando la confesión todo se había quedado en silencio, era el fin de las clases y el rubio apretaba los puños, con un corazón que no dejaba de golpear, tanto y tan fuerte, aun así no era capaz de llegar el mensaje en clave Morse a su destinatario; por eso se rompía el silencio.

"Lo siento…" y un par de palabras nada más, eso había acabado con el ansia amorosa de su adolescencia; la había machacado con la punta del pie y matado con abuso de paciencia, de inexpresividad, de no correspondencia. Estaba tan lejos de ser lo mejor para él (dejando de lado que fuera un chico), lo que uno pensaría que alguien tan brillante buscaría, pero le era tan necesario como el agua, y en efecto, en ese momento moría de sed.

Había ocultado su tristeza con una sonrisa, pero el par de lágrimas que le adornaron las mejillas no le iban a dar trato tan especial, se las limpiaba, respiraba; se enderezaba solo para volver a curvarse.

"Está bien… perdón por molestarte", y fue todo, eso tardo en poner pies en polvorosa, apretando los dientes mientras la nariz se le obstruía y sentía su frente caliente; sabía la respuesta por adelantado y aun así fue directo al matadero… que estupidez.

EL más bajo se había quedado en su lugar, bien quieto, como pensando en nada, con los ojos fijos y la verdad… quien sabe.

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Los había visto ir juntos, luz y oscuridad de un universo paralelo al suyo, el sol de una sombra a la que nunca podría alcanzar, por más que estirara la mano, bien dicen que si la sigues está siempre se ira de ti, lástima que él era el perseguidor; lo era aun después de sus horas de clase, y también en sus horas de sueño, no escapaba en la intimidad aunque no lo tuviera ni un poquito cerca.

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Esa tarde en el metro se quedaba en un vagón vacio, recargado en una esquina, abrazando su maletín, acurrucándose, la pose ideal para los descorazonados, en su crudeza momentánea se había quedado dormido; el atardecer rojo era cortado a ratos por paneles negros producto de grandes postes, y solo se hacía el ruido ambiental de la maquinaria relativamente vieja. En su letargo meridiano, una mano cálida le había quitado un mechón de cabello de la frente, y luego le había tocado la mejilla cariñosamente, tan dulce y afectivamente que lo había consolado como para toda su vida. Cuando abrió los ojos, ya no había nadie, y en el vehículo estaba encendido el alumbrado eléctrico; la noche les había invadido el día.

Los pies que habían abandonado el transporte antes de que él despertara eran demasiado ligeros para ser escuchados en medio del sueño, y eso era lo mejor.

Su corazón estaba resentido, pero extrañamente en calma, tan tranquilo como un niño que cae, se levanta, llora, es abrazado por su madre, y entonces duerme el resto del día; esa sensación le daba su pequeño suspiro.

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Bueno, aquí una viñeta 711, algo triste, la escribí hace un poco de tiempo, pero de esta pareja solo tengo cosas tristes v.v, espero que les gustara, pondré alguna mas aquí, ciaus!