—Aquí vengo otra vez yo, está vez con un longfic de una de mis tres parejas favoritas, seh, no será muy típica y a muchos no les gustará, pero yo la amo. LA AMO.

—Este fanfic está inspirado en la película de "La Bella y la Bestia", así que sería algo así como una adaptación: trama en un universo completamente diferente. En todo caso, he tomado varias referencias de esta misma, pero en sí, lo demás es todo de mi autoría.

—En algún momento de la historia, quizá ponga algunas parejas secundarias—cofcofcofaokagaokagahimucofcof—, aún no lo sé. Ya veremos cómo se da el desarrollo.

—Algunas advertencias extras:

1.- Lenguaje obsceno.
2.- Insinuación (o descripción) de abuso sexual.
3.- Algo de gore quizá.
4.- Ciertos personajes serán cambiados de género.
5.- Zoofilia (aunque la verdad, no sé si queda correctamente el término, ya saben, Bestia no es tan animal, ¿o sí?).

—Todos los personajes pertenecen a Tadatoshi Fujimaki.


Tengo muy en cuenta que todavía no he acabado varios fanfics pendientes con ustedes, al menos aún no los he terminado de publicar, porque de escribir… ewé.

En todo caso, siempre había querido hacer una historia como ésta, joder, ¡porque amo "La Bella y La Bestia"!, es mi película favorita de Disney, pese a que no soy precisamente fanática de princesas y esas chingaderas xD. Y por esa razón, es que quería hacer una adaptación de la película, agregándole mi toque de drama, sangre, romance y otras complicaciones.

Hasta ahora, no había encontrado una ship que me convenciera para hacerlo y luego de ver KnB, descubrir todas las ships que se podían formar y de mi repentino amor hacía el HaiKi, convirtiéndolo en mi OTP, me dije que ellos eran los indicados.

Por ahora lo dejo leer, que más abajo le explicaré otras cositas que será de su interés :B. Disculpen si tengo algún error ortográfico o incoherencia narrativa.


"Rogar ya de nada servirá, porque en un corazón como el tuyo sentimientos no hay".

Esas palabras siempre perseguían su mente, siempre lo atormentaban y ahora sabía que jamás podría tener tranquilidad en su ser. Pero bueno, ¿acaso alguien como él podía pedir algo como eso? Él mismo se definía como un maldito asesino, como un desagraciado, se creía un monstruo salido del mismo inframundo, a pesar que aquel castillo no estaba precisamente en ese lugar.

La oscuridad lo cubría como un manto masoquista, mientras se movía por aquel lugar que debía llamar "hogar" y ese que tanto odiaba. Estaba solo, completamente solo y aun así, ¿se arrepentía de lo que había hecho y lo que seguiría haciendo? Por supuesto que no.

Ya no tenía caso hacerlo, porque la única oportunidad que llegó y que estaba por transformarlo de todas las maneras posibles, se había esfumado. Él hizo se perdiera, no hubo marcha atrás.

Le habían condenado a una maldición, entonces no se quedaría de brazos cruzados a esperar que otra estupidez como los sentimientos humanos le salvaran, no se permitiría volver a tener esperanza. Al contrario, ¡disfrutaría la maldición! ¡Los jodería a todos sin descanso alguno! Iba a arrastrar lo que apareciera en su camino sin remordimiento, ya no tenía nada más que perder y su alma no era algo que precisamente le importara. Si se convertía o no por fin en un demonio, incluso eso sería un logro.

No iban a enseñarle ni una puta mierda con la maldición. ¡Él se mandaba solo! ¡Él hacía lo que hacía porque sí, joder! Su espíritu destructivo no se iba a detener jamás.

Rugió con prepotencia en lo más alto de su castillo, como si estuviera carcajeándose y burlándose de todos esos miserables y de la maldita bruja que lo encerró en esto. Ya había estado cargando con esto por muchísimos años, seguiría haciéndolo.

Sin embargo, el imponente sonido que causó ese rugido no fue escuchado por nadie, así que fue como si no existiera.

Como si él no estuviera ahí.

Y esa era la única verdad para ese ser.


/Martes 28 de Enero de 2014/

Estrellas centelleantes y música electrónica. Olor a alcohol por todo el ambiente y descontrol total.

Definitivamente, si Kise Ryota hubiese sabido que las fiestas en América eran todavía mucho más descontroladas que en Japón, la decisión de acceder a participar como actor en uno de los vídeos musicales de Avril Lavigne, no hubiera tardado tanto. Porque Dios mío, se la estaba pasando en extremo divertido y era una de las pocas veces que se escapaba de su manager, aunque sabía que le iría en feria cuando le encontrara.

La compañía musical que se encargaba de la artista Avril era la que organizó la fiesta, pero sin tanto descontrol realmente, solo que el poder de la juventud se había extendido bastante. Además, era un single muy esperado por toda la sociedad fanática de aquella hermosa y talentosa rubia.
Resultaba extraño que teniendo a tantos hombres atractivos en todo Estados Unidos, la disquera hubiese contactado a Ryota, un modelo japonés. ¿El motivo? Sencillamente, era porque el rubio de unos armónicos ojos miel, estaba en la cúspide de la fama.

Kise había tenido un golpe de suerte, quién sabe, lo cierto era que de las pocas personas que lograban crecer de esa manera en el modelaje, empezando desde tan corta edad. No terminó la prepa como el resto de sus amigos y su popularidad creció de manera impresionante en un año, tanto así, que nuevos papeles para él llegaron; cantante, actor e incluso bailarín. Completamente un ídolo, ni más ni menos. Así que su rostro estaba conociéndose poco a poco en los continentes del mundo, no solo en Asia y tan pronto llegó su fama a América, ¡bum! Se convirtió en un total Sol para la sociedad. Y eso era algo que la mercadotecnia para los artistas no podía ignorar.

El muchacho de ojos dorados deslumbraba en el lugar y varias chicas lo estaban cortejando, algo que lo tenía plenamente entretenido. Él vestía una camiseta blanca, teniendo encima una camisa de tela, sin mangas y color negra, desabotonada, asimismo un pantalón ajustado de color azul oscuro con algunas rasgaduras en las partes superiores de las piernas, con un cinturón de marca. Y calzaba unos converse negros con blanco. Era un look completamente fashion y juvenil, así como despreocupado. Su arete en la oreja izquierda era de plata y brillaba en contraste con su cabello rubio.

"MidnightCity" de M83 resonaba en aquel enorme patio que pertenecía al hotel donde momentáneamente se estaban hospedando los dos artistas, porque tuvieron que trasladarse a Canadá para la grabación del vídeo musical, que les llevó aproximadamente un mes. Seguramente, en menos de una semana, el rubio estaría regresando a Japón a menos que tuviera más solicitudes de trabajo, pero bueno, de eso se encargaría Yuki Kasamatsu, su amiga y manager.

— ¡Estúpido rubio! —la susodicha hizo aparición justo cuando el ojimiel estaba asegurando la noche con una de aquella chicas que lo rodeaban. Ella le dio un puñetazo en la cabeza, pese a ser más baja que él— ¡Tremendo irresponsable, te he estado buscando! —regañó.

— ¡Moo, Yukicchi! Solo me estaba divirtiendo, sabes que este mes hemos estado bajo mucho estrés —se quejó con un mohín caprichoso, tallándose la cabeza. Quizá en parte estuviera dramatizando todo, pero era cierto que los golpes de la muchacha sí dolían.

La joven era de un cabello largo y negro, así como de unas cejas pobladas —aunque depiladas para darles forma—, con una figura esbelta y delgada, siendo veinte centímetros más baja que su amigo artista. Tenía un carácter sumamente fuerte y un don para el liderazgo que relucía con tan solo verla. Ella se irritó un poco más por la respuesta del rubio.

— ¡¿Sabes la hora qué es, idiota?! ¡¿Crees que no es peligroso para alguien tan famoso como tú andar solo en éste tipo de fiestas?! —Yuki volvió a golpearlo y luego le jaló de la oreja, bajándolo hasta estar ambos a la misma altura.

— ¡Auch, duele, duele! —se quejó Kise, entrecerrando los ojos. Aprovechó la cercanía para dejar de sobreactuar un poco y guiñarle un ojo a la pelinegra— Agradezco mucho tu preocupación, pero sabes que está fiesta…

— ¡No estoy preocupada! Debes cuidar tu imagen, rubio tonto —interrumpió Yuki, dándole otro zape.

—Yukicchi, eres tan mala —lloriqueó Kise, tallándole la mejilla golpeada.

Los invitados de la fiesta los veían divertidos y se reían, eran un dúo bastante cómico y habían estado creciendo rumores que decían ambos eran pareja, pero que por el trabajo preferían mantenerlo en secreto. Sin embargo, era algo que nadie confirmaría realmente, además tampoco se atrevían a preguntarle a la joven Kasamatsu; cuidaban su integridad física.

—Te estoy salvando que te contagien alguna enfermedad de transmisión sexual —resopló ella, mirando mal al grupo de chicas que estaban tras el rubio, quiénes le regresaron una mirada de ofensa y molestas.

No le dio tiempo a Kise para que se opusiera, simplemente Yuki lo jaló del brazo, sin importarle nada, con tal de sacar al modelo de ese lugar. Al menos agradecía que ninguna sustancia nociva —aparte del alcohol— hubiese llegado a manos del susodicho o en serio ella tendría que correr con todo. Y es que la empresa que promocionaba a su amigo simplemente se interesaba por todo el dinero que él les seguiría produciendo, no tanto por la salud del chico.

—No seas tan mala con esas pobres señoritas, Yukicchi.

—Ja, tú mejor que nadie sabe que esas mujeres solo te buscan por la fama, Kise.

Inesperadamente, los brazos del muchacho envolvieron el torso de la chica en un abrazo, estando el detrás y suspiró.

—Por eso me alegra que estés conmigo —admitió él, con una sonrisa destellante y mirándola.

Kasamatsu se sonrojó violentamente y se removió para intentar escapar de esa acción, pero le era inútil, porque cuando Ryota se ponía serio, lo hacía de verdad y vaya que era capaz de lucir muy decidido, pese a la faceta de "chico coqueto, alegre y guapísimo" que tenía.

—Idiota… Soy tu amiga, aunque a veces mereces que te termine ahorcando —gruñó Yuki y le dio un fuerte codazo, logrando al fin que él la soltara.

—No tienes que ser tan agresiva, moo…

—Cállate y solo regresemos al hotel.

—Bueno, sabes que eso es lo que me gusta de ti, Yukicchi —pronunció Kise con cierta coquetería, importándole poco que estuviera poniendo en riesgo su vida con esas palabras.

— ¡Qué camines al hotel, rubio tonto! —aunque Kasamatsu se avergonzó un poco, no se contuvo en meterle un ligera patada al ajeno para impulsarlo a caminar.

Había un par de personas que estaban ahí, en el sendero del hotel y que los miraron de refilón con más interés del necesario, asintiendo una vez ellos entraron al gran edificio.

Para los forasteros siempre era llamativo el hecho de que el hotel donde ambos famosos se estaban hospedando fuera tan atractivo y lujoso, teniendo en cuenta que la ciudad no era precisamente muy desarrollada; tenía cosas de pueblo aún. Y aun así, habían construido ese enorme edificio que era el hospedaje de muchos. Se decía que fue construido hace bastantes años atrás, tal vez tenía un siglo de antigüedad, de todos modos, la historia no era muy conocida para personas externas de la ciudad.


Algo que a Kise le gustó mucho al llegar a esa ciudad de Canadá, fue la reserva de árboles que se encontraba detrás del hotel. No podía ir a ese lugar ni siquiera de día, de hecho, era una zona prohibida donde solo se decía que los lobos andaban por ahí y algunos de los trabajadores calificaron ese espacio como oscuro.

El modelo ya estaba metido en su suite, con su pijama favorito; un pantalón de lana celeste con lunares blancos y una playera blanca del mismo material y que lo mantendría calientito en el invierno que seguía latente. Yuki le había dado varios libros para que leyera y no tratara de salir, unos que consiguió hace unos días en una vieja biblioteca de la ciudad.

—Si quisiera leer, bien puedo usar internet y ya —Kise miró con aburrimiento los libros y luego sonrió sin muchas ganas.

Le hubiese gustado más que Yuki se quedara haciéndole compañía, en el buen sentido de la palabra, porque existían ocasiones en donde el peso de la fama caía con más presión en sus hombros y… la soledad lo atacaba. Nunca lo demostraba con esa hermosa sonrisa y simpatía que siempre mostraba ante todo el mundo, pero no era fácil aceptar que la mayoría de la gente se acercaba a él era por mero interés, mismos que esperaban ver al grandioso y popular Kise Ryota, al ídolo, no a la persona.

Negó y se incorporó de la cama, golpeándose las mejillas para tratar de evadir la ligera tristeza que estaba bañándolo. Ignoró los libros que su amiga le llevó y agarró su laptop. Una vez que la encendió, se fue directamente a Google y pulso cualquier tontería que lo llevara a distraerse; pornografía, caricaturas, películas, lo que fuera, con tal de que le hiciera olvidar esa sensación.
Y entre su búsqueda, apareció un vídeo innecesario, uno de Disney, ahí, en medio de todo.
El rubio alzó las cejas y se rió, ¿cómo había llegado un cuento infantil mientras estaba buscando imágenes de otros artistas? Sin embargo, por simple ocio, le dio click y el vídeo empezó a reproducirse.

—…"Una maldición, impuesta por un justo castigo, cuya única forma de romperla es el amor. Amor, en principio, más que imposible. Porque… ¿quién iba a ser capaz de amar a una Bestia?"

Kise rodó por la cama, mientras miraba sin mucho interés el inicio de esa película, pensando qué otra cosa podía buscar y ver, porque vamos, ¿en serio un cuento de infantes lo haría sentir mejor? Claro que no. Así que dejó solo pasaran unos minutos más de la película y la quitó.

El reloj de su computadora portátil marcaba las tres de la madrugada, solo hacía dos horas que había llegado de la fiesta y no se sentía precisamente agotado, pese a que bebió un buen número de copas. O quizá más bien era el hecho de que no podía dormir. De modo que se levantó nuevamente de su cama y se dirigió a la ventana, sin abrirla, solo para ver el cielo desde ahí. Fue cuando se percató que la noche era silenciosa, ¿y la fiesta que estaba tan buena como para que durara toda la noche hasta el amanecer? ¿Cómo es que se había acabado tan rápido? ¿O era su imaginación?

Y no solo eso, la ciudad entera parecía dormir y en el hotel no se oía el ruido ni de una mosca. No hubiese imaginado que éste lugar fuera así de callado, si desde que llegaron las cosas no eran así, ¿o se debía a que la visita de los artistas estaba por desaparecer?

Kise abrió su ventana para salir al balcón y un fuerte viento azotó contra su cuerpo, haciéndolo estremecer de pies a cabeza. Y no solo arrasó con él, sino que los árboles se movían causando un eco algo inquietante en el silencio nocturno. ¿Qué era lo que estaba yendo mal ahora? Las cosas no le dieron buena espina e instintivamente decidió ir hacía el cuarto de Kasamatsu, para ver que tal estaba, aunque se ganara unos buenos golpes por despertarla.

Justo antes de cerrar la ventana de la suite, ligeros murmullos llegaron con el viento a sus oídos y reconoció el quejido que se escuchó después. Esa voz le era tan familiar.

Tenía la ventaja de tener la luz apagada, por eso pudo asomarse otra vez desde su balcón sin ser percibido, añadido el hecho que estaba en la quinta planta del hotel. Pero cuando notó como su amiga era arrastrada por tres hombres hacía la parte trasera del edificio, supo que entonces algo iba muy, muy mal. ¡¿Qué diablos estaba pasando?!

¡Yukicchi!, pensó Kise, tapándose la boca al darse cuenta que estaba por gritar. ¿Cómo es que nadie escuchaba los forcejeos en tan callada noche, Dios mío? ¿Dónde estaban los guardias que protegían a las compañías? ¿Cómo es que la seguridad de ambas celebridades fue burlada así? Parecía que únicamente él estaba despierto y solo, lamentablemente, sin nadie más enterado de toda esta situación a tan altas horas de la madrugada. Aunque eso no iba a ser impedimento para que hiciera lo que debía hacer. No era una celebridad inútil, sabía defenderse y a los suyos.

Salió corriendo de su habitación, tratando de no ser tan bullicioso para no llamar la atención de aquellos que se llevaban a su amiga. Al pasar por el cuarto de ella, vio de reojo como las cosas estaban tiradas y la puerta forzada; los guardias se encontraban tirados en el suelo y no sabía si estaban vivos o muertos, tampoco tenía tiempo para comprobarlo. Simplemente rebuscó en ellos algún arma, pero no tenían ninguna, algo que era mucho peor. Aunque tuvo suerte en encontrar una pequeña pistola escondida en la bota de uno de ellos.

Sus pasos no se detuvieron y continuaron creciendo en el camino. ¡¿Cómo es que nadie del hotel o de las casas más cercanas estaba despierto o era capaz de oír a su amiga pedir ayuda?! ¡¿En verdad era el único despierto?! La adrenalina corría por sus venas, así que el miedo no estaba controlando su cuerpo todavía.

Cuando salió del hotel ya no veía a Yuki ni a los tipos esos que la estaban arrastrando quién sabe a dónde. Temía que algo malo fuera a pasarle a ella, lejos de preocuparse por él mismo. ¡¿Dónde estás, Yukicchi?! Debiste quedarte conmigo, maldición, pensó con desesperación. Movió su cabeza a ambos lados, intentando adivinar a donde moverse, sin más señales, empezando a sudar frío.

— ¡Ayuda! ¡Suéltenme, idiotas! —la voz de Yuki se escuchó momentáneamente y luego fue amortiguada. Quién sabe si ella sabía que el rubio estaba yendo en su búsqueda, pero su voz llegó justo a tiempo para el modelo.

—Nadie va a venir por ti, perra. ¡Cierra la boca! —gruñó uno de los hombres que la sostenía y le propinó una cachetada. Más que lucir furioso, estaba nervioso y cuando enfocó sus ojos al bosque envuelto de penumbra, jadeo.

— ¡Deja de perder el tiempo! Hay que apurarnos… Hoy depende de nosotros —susurró otro de los sujetos que llevaban cargando a la muchacha.

Los ojos de Kasamatsu estaban rojos, sintiendo como era cargada y poco a poco era llevada a la reserva detrás del hotel. ¿Qué iban a hacerle, Dios mío? Tenía muchísimo coraje, así como miedo y anteriormente estuvo removiéndose para intentar golpearles, pero no podía ella sola contra tres. Además, tampoco nadie pareció llegar en su ayuda. No sabía si Kise estaba ahí y aunque fuera así, no deseaba que él llegara, no porque lo considerara una causa perdida, simplemente para que quedara protegido y solo a ella le pasara lo que sea que fuera a sucederle.

Su cuerpo estaba helado y su corazón latía desbocado mientras sus ojos perdieron la capacidad para ver al momento en que los tres hombres la internaron en el bosque, mientras seguía luchando para zafarse o hacer algo, no era de rendirse así de fácil. Uno de los hombres llevaba una gran lámpara y otros dos rifles a sus espaldas, como si fueran a cazar algo, no lo sabía y por un momento, el miedo la abrasó dolorosamente; sus piernas temblaban y si caminaba era solo porque la estaban jalando. Por todos los cielos, a ella no le daba temor la oscuridad, pero esta sí estaba haciendo que quisiera tirarse al suelo y protegerse con algo.

De modo que se detuvo de golpe y se removió.

— ¡No quiero, déjenme, pedazos de idiotas! —chilló, entre amenazante y con miedo, una mezcla extraña.

Los hubiese pateado, de no ser porque tenía los tobillos encadenados, del mismo modo que sus manos —estas atrás de su espalda— y esa era la única lucha que podía hacer. Solo espero que Kise esté bien, alzó la mirada al cielo nublado y sus ojos se cristalizaron con un brillo indescifrable al pensar en el modelo y mejor los cerró, aunque se tropezó.

Todo parecía perdido y ella empezaba a decir adiós a su vida, a la vez que otra parte de su persona seguía luchando en creer que encontraría la manera de salvarse. Sin embargo, entre más era metida a ese lugar, se sentía peor; era como si ese bosque estuviera absorbiendo parte de su vitalidad al momento de entrar. No sabía si era cosa de su imaginación, mas sentía como los dos hombres que la sujetaban de los brazos estaban con la respiración acelerada.

—Debemos darnos prisa… O él no nos dejará escapar —siseó con cierto temor el hombre que llevaba la lámpara.

—Deberías considerarte afortunada de ser tú quién nos salvara está noche —le dijo uno de los sujetos que la sostenía.

Sin embargo, las cosas no eran como ellos querían.

— ¡Hey! —exclamó Kise de repente y cargando la pequeña arma que encontró. Por supuesto que los había seguido y no le importó tener que meterse a ese lugar tan oscuro y que en circunstancias normales le erizaría los bellos de su cuerpo.

El piso estaba enlodado, pero tenía suerte de que sus sandalias fueran de excelente marca y pudiera correr en él o ya se habría caído por no llevar tenis o botas de montaña. El frío ahora era mucho más notorio, sin embargo no hubo tiempo para preocuparse qué llevar para protegerse, únicamente lo que deseaba era salvar a su amiga. La penumbra se expandía misteriosamente en el follaje de los árboles, por lo que no podía ver con claridad, solo sabía dónde estaban esos tipos por la luz de la lámpara que sí logró percibir.

— ¡Será mejor que suelten a Yukicchi, bastardos! —amenazó de pronto. No era un chico que gustara de usar malas palabras y mucho menos que pareciera ofensivo, dadas las enseñanzas para ser un chico de "alta sociedad", pero cuando si se trataba de las personas que él quería y de un momento serio… Podía ser alguien bastante frío y cruel. O eso dejaba ver las facciones en su rostro siempre carismático, ahora oscuro.

— ¡Idiota, no debiste de venir! —gritó Yuki escandalizada cuando escuchó y miró como pudo la silueta del modelo. Estaba feliz de saber que él fue a rescatarla, aunque sabía que esto sería demasiado arriesgado.

—No te voy a dejar sola —respondió Kise con firmeza y sus ojos como el hielo miraron a los tres hombres que también le apuntaron con el rifle que solo dos tenían. Él cargó el gatillo otra vez—. No querrán probarme realmente enojado.

La velocidad del viento aumentó y un silencio sepulcral llenó a los pocos individuos del lugar. Por el momento nadie se movía ni hacía nada, como si esperaran el momento preciso. Hasta que el cielo nublado empezó a despejarse lentamente y la luna llena hizo su aparición en el firmamento.

— ¡Vámonos de aquí! —exclamó uno de los hombres al percatarse de eso; gracias al claro de luna es que Yuki pudo notar que este tenía el cabello un poco largo y recogido en una pequeña cola atrás de la cabeza.

—Tsk, maldita sea… —susurró el que tenía la lámpara.

Entonces, los otros dos chicos que sostenían a la joven, la aventaron al suelo, tomando por sorpresa al rubio y a ella.

—La Bestia se hará cargo de estos inútiles —habló nuevamente el de la cola, haciendo un gesto a sus compañeros para que emprendieran la huida.

Kise no entendió nada, solo se dedicó a ayudar a Yuki a levantarse, mientras la abrazaba y susurraba un, "todo estará bien, te voy a cuidar". Era un momento adecuado, sino ella lo estaría golpeando por ese acercamiento tan íntimo entre los dos. De todas maneras no perdieron el tiempo en eso y él empezó a tratar de quitarle esas molestas cadenas a ella.

Pero solo habían transcurrido unos segundos, cuando un rugido resonó en la noche de forma aterradora que ahora sí, los bellos corporales del rubio y la pelinegra se erizaron.

Y en menos de un parpadeo, el hombre de la linterna fue completamente desmembrado y la sangre salpicó la ropa del modelo y la manager como si fuera lluvia.


Es la primera historia donde sacaré de verdad mi imaginación sanguinaria, aunque creo no será demasiado para ustedes, ¿verdad?

Por lo pronto, éste capítulo termina así, pienso llevármela lento con ésta historia, porque su trama no es precisamente sencilla y el desarrollo de ciertas cositas serán más complejas aquí. Y le recuerdo con mucho pesar qué, una de las advertencias era que Kise sería el completo punto de fijación del sufrimiento, por lo que no acepto reclamos, ya les advertí(?).

Aviso también que no actualizaré formalmente como en mis anteriores fics antes lo hacía porque sigo sin internet y en clases, así que venir al ciber no es muy seguido y cuando lo hago, no puedo demorarme tanto tiempo.

¡Anímense a dejarme sus comentarios de esto!

Pd: Creo que de las locas historias que se me ocurren, ésta es la que se está llevando el premio, omg.

¡Nos vemos! ¡Y muchos besos para ustedes!