Esta historia está ambientada en una época del pasado, pero con toques de nuestra época.
Personajes
Mimi Tachikawa o Kaito Tachikawa: 16 años de edad. Por mantener a su madre y a si misma tiene que hacerse pasar por un chico, pudiendo hacer cosas que las mujeres normalmente no pueden. Es una chica fuerte, brusca, arrogante, algo borde, sarcástica, orgullosa, pero también tiene un lado dulce y sensible que no suele mostrar, es simpática y amable y no duda en ayudar a quien lo necesita. Es una líder nata y muy valiente. Es hábil en casi todo lo que hace, pero a la hora de relacionarse le cuesta. Desearía poder mostrar su feminidad, por que en verdad es muy femenina, romántica y le gustan las cosas lindas, pero al tener que hacerse pasar por Kaito puede mostrarse como chica solo con Yamato y su madre, y gente contada. Está enamorada de Taichi, pero no puede hacer nada.
Saori Tachikawa: 35 años de edad. Es la madre de Mimi. Era actriz, pobre, hasta que se enamoró de su marido y dejó su profesión de sus sueños por estar con él. Su suegra nunca la quiso cerca. Es una mujer muy dramática y despreocupada, pero con un corazón enorme y que lo daría todo por su querida hija. Sueña con volver a los escenarios, pero no quiere hacer quedar mal a su hija.
Taichi Yagami: 16 años de edad. Era amigo de Kaito desde que tenía memoria y su padre es un rico mercader amigo de los Tachikawa. En cuanto empezó a crecer comenzó a revelarse contra todo y ganó mala fama en la sociedad, cosa por la que su padre siempre le ha recriminado. Su mejor amigo es Yamato. No sabe nada sobre lo de que Kaito es Mimi, pero cuando la dio por muerta se sintió fatal, por que era importante para él.
Yamato Ishida: 17 años de edad. Es el mejor amigo de Taichi y era amigo de Kaito. Es el hijo de uno de los sirvientes de los Tachikawa. A pesar de ser hijo de sirvientes tiene muy buena fama entre los de la alta sociedad por ser un chico estudiado y de impecables modales. Es como el hermano mayor de Taichi y Mimi.
Roxanne Tachikawa: 60 años de edad. Es la abuela de Mimi. Es una mujer vanidosa, avariciosa y estirada. Considera que la riqueza, la elegancia y la educación son lo más importante. Nunca vio con buenos ojos ni a Saori ni a Mimi, pero Kaito siempre fue el niño de sus ojos. Trata a Matt como a otro nieto, por que considera que podría llegar lejos.
Sipnosis
La historia se ambienta en un mundo, mezcla de siglo 21 y las épocas de la antigüedad, en el cual cuando eres una chica no puedes hacer gran cosa y los hombres siempre te miran por encima del hombro, ni si quiera puedes heredar la fortuna de tu familia paterna y es posible que te echen a la calle junto a tu madre después de la muerte de tu padre si a tu abuela tu madre no le cae en gracia.
Mimi Tachikawa era parte de una familia feliz y rica mientras su padre y su hermano gemelo vivían, pero cuando cumplió 7 años hubo un accidente de coche y tanto su padre como su hermano murieron, dejándola sola con su madre y una abuela que no las podía ver ni en pintura. Su madre, temerosa de que a su hija le faltase lo que necesitaba, comenzó a hacerla pasar por Kaito Tachikawa, su hermano gemelo, y así su abuela nunca podría echarlas de su lado, por que Kai sería el único heredero de su familia.
- Gracias a Dios, logré sacar a Kaito con vida de aquel coche... Lloraré siempre la muerte de mi niña y su padre... - la madre de Mimi siempre había sido una gran actriz, precisamente se había dedicado a ello antes de que su padre se enamorase de ella viéndola en una obra. Justo por eso a su abuela nunca le había gustado. - Sé que a mi no me queréis cerca, pero vuestro nieto tiene el derecho de éstar aquí...
- Yo quiero a mi madre conmigo. - dijo rotundo el pequeño falso Kaito. Sus ojos mieles y dulces junto con su alborotado pelo marrón miel, recién cortado, le daban un aspecto fiero y decidido, su mirada llena de decisión recordaba a su padre y su abuela no podía negarse ante aquello.
Esa mirada había sido siempre más propia de la basta de Mimi, su pequeño nieto siempre había sido pura dulzura. Pero dio por hecho que el accidente podría haberlo vuelto más duro y teniendo en cuenta que se había convertido de golpe en el hombre de su casa...
- Está bien. - La abuela asintió. - Podéis quedaros en la casa de mi hijo, pero el niño debe ser bien educado para la vida que tendrá, no como era aquella niña...
Kaito tuvo que controlarse para no empezar a gritar que ella, Mimi, no era nada malo y que su educación era tan buena como la que había tenido en su momento su hermano.
Yamato, el hijo de uno de los sirvientes y uno de los mejores amigos de Kaito, revolviéndose el pelo rubio, tenía sus ojos azules, puestos en Mimi, analizando cada gesto y cada centímetro de su cara.
Mimi tragó saliva y miró suplicante a Yamato. Sabía que él se había dado cuenta de que no era su hermano. Taichi, el otro amigo de Kaito, hijo de uno de los amigos de la familia, se tiraba de un mechón de su media melena castaña , ansioso por ir a saludar a su amigo, con los ojos chocolate clavados en ella. Él no se había dado cuenta de nada, no era demasiado observador...
- Ve a jugar con tus amiguitos, Kaito. - Dijo su madre guiñándole uno de sus ojos verdes y atusándose su hermoso cabello marrón, era una mujer realmente bonita. - Eres joven debes divertirte y no dejar que la muerte te afecte. Eso es cosa de los mayores.
El pequeño, supuesto, niño echó a correr hacia donde se encontraban Yamato y Taichi esperándole para que empezase a contar todo lo que había pasado en aquel coche. Los tres amigos se encontraron en un gran abrazo, a pesar del notable rubor de la castaña . Los dos chicos lo habían pasado fatal al pensar en el accidente y los tres sufrían la perdida de seres queridos. Yamato dedicó una mirada cómplice con la chica y los tres niños se fueron a jugar, lejos de las atentas miradas de los adultos.
Mimi sintió la mirada de su abuela en su espalda. Quizá no estaba haciendo bien de su hermano, debería poner más empeño, y en cuanto tuviera ocasión pediría ayuda a Matt, así tendría otro medio de escape a parte de su madre.
Mientras se alejaban de los adultos también pudo notar como los ojos azules de su desagradable tío Charlie estaban clavados en su espalda. Miró de reojo hacia donde él se encontraba fumando. Tenía la camisa algo abierta y su pelo color miel revuelto, nuevamente se había pasado con la bebida, y aun le quedaban algunas gotas de vino por la perilla. Se podía decir que era un hombre atractivo, pero Mimi le odiaba con todo su ser por su repugnante personalidad.
Comenzó la formación de Mimi. Todo lo que le enseñaban lo aprendía con más facilidad de lo que lo habría hecho su hermano y lo hacía todo con más gracia y más hábilmente. En poco tiempo era un gran espadachín y un gran jinete. Nada se le resistía una vez se proponía aprender a hacerlo.
Su abuela le regaló, en su décimo cumpleaños, el caballo que ella prefiriera. Eligió a un caballo de color negro, con los ojos verdes. El caballo más indomable de todos, pero a pesar de que era un verdadero reto, consiguió que aquel caballo fuera uno de sus mejores amigos. Se pasaba días cabalgando con su querido Tormenta, en cuanto tenía un momento iba a cuidarlo y a darle una vuelta. Pero aquella diversión duró poco. Al cumplir los doce tuvo su primera menstruación y para ser capaz de ocultar su condición sexual tuvo que dejar de montar a Tormenta. A pesar de aquello iba a los establos a pasar tiempo con el caballo y para que no se aburriera pidió a su amigo Yamato que lo cabalgara de vez en cuando. Mimi no hacía todo aquello por ella, fingía ser su hermano por su madre, para que no tuviera que preocuparse por ella y para que no acabase mal viviendo en la calle, culpándose por la vida que le había dado a su hija. Su madre era más importante que montar a caballo... Al fin y al cabo si no hubiera hecho todo aquel paripé nunca habría tocado a Tormenta, nunca habría sabido lo que era cabalgar, y, aunque ahora lo echaría de menos, no se arrepentía de haber conocido aquella sensación.
Su vida estaba siendo la mejor posible gracias a su madre. Adoraba poder aprender todo lo que le daban la posibilidad de aprender gracias a ser un chico, al menos aparentemente, y todas las experiencias que estaba pudiendo vivir.
Un día Mimi había escrito una poesía que había sido elogiada por muchos y quería enseñársela a su abuela para que se sintiera orgullosa de ella , pero cuando llegó a la puerta de su habitación no pudo entrar, pues lo que escuchó le hizo querer oír más. Su abuela estaba hablando con su tío, sobre "él". Se puso en un lateral de la puerta y trató de escuchar con toda la atención posible, mientras evitaba que la descubriese alguien.
- ¡Pero mamá! - Gritó Charlie Tachikawa encolerizado, cosa extraña pues la única mujer a la que respetaba y temía era precisamente con la que hablaba. - ¡Es solo un mocoso y encima hijo de una fulana!
Mimi tuvo la tentación de entrar y cortarle la lengua al oír como se refería a su madre, tuvo que hacer un gran esfuerzo por permanecer en la puerta.
- ¡Le estás dando demasiadas ventajas para la escoria que es! - Continuaba Charlie con sus griteríos.
- ¿Has vuelto a beber? - Preguntó Roxanne Tachikawa sin inmutarse por los gritos. - Siéntate y relajate, hijo mio. Kaito es el heredero y no puedes hacer nada al respecto, sabes perfectamente que la herencia correspondía a tu hermano.
- Papá siempre me odió... - Gruñó Charlie.
A Mimi no le extrañaba nada que su abuelo hubiera tenido tanto asco a su segundo hijo, siempre había sido un canalla repugnante. Dejó caer la poesía junto a la puerta de su abuela y se alejó de allí prefiriendo no oír más. Mientras se alejaba tuvo que echarse las manos al pecho. Ya tenía 15 años y la presión en su pecho, por las vendas, era mayor, a veces llegaba a doler.
