Hay tanto que decir pero tan poco espacio, así que me limitaré a que mi cuenta en esta página se debe a mi deseo por escribir un FanFic de esta pareja n_n.

Advertencia:El anime me aburrió hace mucho tiempo y me quedé cuando Sasuke mata a Itachi, tampoco soy amante de leer mangas así que perdonen si no sigo una línea de tiempo de acuerdo a la historia, además creo que me estoy tomando libertades en cuanto a las personalidades de los personajes.

Disclaimer: Tanto los personajes como algunas situaciones o diálogos a los que aquí hago referencia no me pertenecen sino a Masashi Kishimoto.


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Capítulo 1

Recuerdos, la debilidad del guerrero

Silencio.

El silbido musical del viento apaciguaba a los habitantes de la aldea que descansaban tranquilos en su hogar mientras que el silencio y la oscuridad invadían esa pequeña casa en la que ahora habitaba, el aire fresco entraba por las ventanas y la luz de la luna se derramaba tenue sobre los pocos muebles creando perversas figuras con las sombras de éstos; una gotera rompía el mutismo que embargaba la casa incluso con la luz del día, después de todo ese lugar parecía no estar habitado nunca. En el tejado, ocultos entre las penumbras un par de gatos comenzaban una fiera batalla por el territorio y sus maullidos se hicieron sonar salvajes por toda la zona.

Un grito aterrador aplacó la riña entre ambos felinos que salieron huyendo del sitio; dentro de la casa, el joven sudaba sentado en la cama con el corazón bombeándole frenéticamente, nuevamente esa pesadilla había invadido sus sueños, los recuerdos de un pasado traumático se hacían presentes cada noche desde hacía algún tiempo. Respirando hondo veía la luna posarse sobre la aldea que tranquila no se percataba de las luchas internas de su conciencia. Fastidiado por todos sus pesares, se levantó afligido de la cama, de cualquier manera ya no iba volver a dormir, aun sentía su corazón latir agitado como si fuera a salirse de su pecho, aspiró y exhaló con pesadez mirando la solitaria aldea por la ventana, la fresca brisa del verano golpeaba con delicadeza en su rostro jugando con los mechones de cabello que caían frente a sus ojos.

Se desperezó cansado, esas pesadillas venían acosándolo desde que había regresado a la aldea como si su pasado se volcara de nuevo contra él. Hundido en su amargura se dejó caer sobre la cama nuevamente colocando el antebrazo sobre sus ojos, ¿por qué siempre la oscuridad le traía la desdicha a su vida?, sin ninguna compasión el joven era atormentado cada noche en sus sueños que le impedían el descanso y cuyas pesadillas se convirtieron fácilmente en una rutina en la que, ya sabía que a las tres y media de la mañana su sueño sería interrumpido por las manchas de una inocencia perdida; su infancia fue robada el día en que descubrió la masacre consumada en ese distrito fantasma a las afueras de la aldea de Konoha, un exterminio que se llevaría a cabo sin que él se diera cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor, había sido lógico aquello pues aún era un niño al que nadie le decía nada, pero se culpaba a sí mismo puesto que siempre sospechó que algo ocurría en torno a su progenitor y su hermano quien había cambiado por ese tiempo.

Se desesperó y dio vueltas en la cama, todavía no podía explicarse el por qué no podía simplemente enterrar todo su dolor en lo más profundo de sí, ¿por qué simplemente no podía olvidar los cuerpos rígidos de esas dos personas tiradas en el centro de aquella oscura habitación? Más tarde recibió un nuevo golpe a su conciencia con esa sonrisa pintada en los labios de su hermano en el momento en que lo vio derrumbarse frente a él, empapado por esa sangre que lo culpaba de aquella muerte, símbolo de una venganza jurada de la que más tarde conocería la verdad de lo ocurrido; era obvio que jamás podría borrar ese pesar que le desgarraba día con día y aunque nadie lo entendiera continuaría sumergiéndose en la oscuridad que de un tiempo a la fecha parecía ser lo único que le rodease.

Buscando olvidar, aunque fuera un poco, su tragedia decidió salir de la casa, tal vez un paseo por la aldea le quitara de la cabeza esos recuerdos amargos que desde pequeño llevaba a cuestas sobre su espalda. Tomó la chaqueta que había en una silla frente a su cama y salió de la morada sintiendo aún el calvario invadir por completo su corazón. Caminando sin rumbo fijo, el joven repasaba una y otra vez aquel camino desde la entrada de la mansión en la que alguna vez vivió hasta la habitación en la que yacían los cuerpos sin vida de sus padres, cerraba los ojos y podía ver ese toque que su hermano le daba en la frente, los abrió de nuevo a la luna quien lo miraba absorta desde el firmamento, tomó una bocanada de aire y los volvió a cerrar para controlarse, después de todo se había prometido no volver a llorar hacía mucho tiempo y mientras estuviera en sus manos lo cumpliría.

Vagando cual alma en pena por la aldea, nadie sospechaba que el último de los Uchiha caminaba por las calles despobladas del distrito comercial de la villa, anduvo sin percatarse a donde se dirigían sus pasos, poco le importaba el destino al que llegase pues no tenía objetivo alguno que cumplir, su único fin era deshacerse de esos amargos recuerdos que lo perseguían noche tras noche. Quizás pensar en otras cosas le ayudaría a olvidar lo ocurrido, pero ¿en qué podría pensar? no es que le importara mucho lo que ocurriese a su alrededor, poco sabía de las personas cercanas a él o la gente que conocía, rio de sí mismo por ello, seguramente el país entero conocía toda su historia y él ni siquiera tenía la delicadeza de voltear a ver al vecino.

¿Por qué estaba ahí?, se preguntaba con mueca burlona por esa pregunta tan absurda, después de tantos años de haber vivido como el ninja renegado por fin su amigo lo había devuelto a la dichosa aldea que tras lo ocurrido ya la veía apagada, sin un solo brillo que iluminara la oscuridad que prevalecía desde las obsidianas de sus ojos. Ni siquiera ese ninja con su distintiva vestimenta anaranjada y su gran bocota habían logrado llenar por completo el vacío que sentía invadir su cuerpo. Era como si cayera en un agujero negro cuyo epicentro fuera su estómago y que lentamente lo consumía sin reparo alguno.

¿Cómo fue que lo convenció para volver?, todavía se preguntaba por ello, era casi imposible ignorar a ese intento de ninja, no negaba que la insistencia de su amigo ayudó en gran medida a esta decisión, aunque realmente no debía darle todo el crédito a él, si volvió fue por cuenta propia, pues vivir como el ninja vengador fue algo que definitivamente le cansó después de tanto tiempo y esto precisamente fue el detonante para dar por terminada esta faena de viajar de un lado a otro o aliarse con demás ninjas para al final convertirse en el más poderoso de ellos.

Aunque el regresar a la aldea no fue cosa fácil, ya que después de un largo y duro interrogatorio, cortesía de Ibiki Morino y las muchas investigaciones que le hicieron en torno a su odisea, sin mencionar la escolta de varios ninjas del escuadrón ANBU que no le dejaban solo ni un segundo le dejaron fatigado, todavía el mes anterior seguía la estúpida rutina de presentar ante la Hokage un reporte detallado de todo lo que hacía en el día firmado al calce por Naruto o Sakura quienes aseguraban haberlo acompañado y vigilado en todo momento, claro eso si no estaban en alguna misión; por todo esto estuvo a punto de desertar nuevamente, más la insistencia del rubio y la kunoichi de cabello rosado le impidieron retractarse de nueva cuenta; sin embargo, la decisión final fue suya y si aceptó todas las condiciones impuestas por la quinta Hokage fue porque realmente no tenía una meta que seguir, ya no le esperaba nada en ningún lugar y deseaba que el consuelo de esas personas le diera la calma que necesitaba.

Se detuvo un momento pensando en su anterior conducta, siempre le había reprochado a Naruto su forma de actuar tan infantil y ahora, analizando su pasado veía que sus actos no habían sido más maduros que los de su excompañero de equipo, suspiró enfadado y observó la aldea fijando sus ojos ahora en el monumento de los Hokages que, definitivamente era una de las modificaciones que había tenido la aldea en su ausencia y que resaltaba mucho más que cualquier otra cosa.

Después de haber regresado era la primera vez que se tomaba el tiempo para mirar los cambios con detenimiento de la que alguna vez se atrevió a llamar su aldea, la razón principal era sencilla, odiaba salir en público pues la gente solo murmuraba a su alrededor y eso le molestaba; mirando el lugar pudo notar las novedades que la villa había sufrido, suponía debían ser por la pelea contra aquel líder Akatsuki, según le habían contado había sido una de las peores batallas que habían librado los shinobis de Konoha, tanto así, que Pain logró asesinar a la mitad de los ninjas que lucharon en aquella ocasión, realmente se sorprendió al enterarse de que incluso su sensei había sido una víctima más de ese poderoso enemigo, aún no podía creérselo pues lo tenía catalogado como uno de los guerreros más poderosos de la aldea, aunque saber que el ninja regresó a todos a la vida le borraba el sentimiento de pérdida que pudiera haber sentido por su profesor, pese a que en algún momento llegó a creer que pelearía a muerte con él.

Mientras caminaba por las calles desérticas de la aldea se topó con la academia en la que había cursado con la esperanza de volverse más fuerte que su hermano, recordaba las etapas de su infancia desde que entró a esa escuela hasta el día en que se graduó, esa primera impresión que tuvo de ese fastidioso dobe y ese encuentro con la molesta chica obsesionada por coquetearle cada que tuvo la oportunidad, no obstante, admitía que no era la única haciendo esa clase de tonterías que él nunca tomó en cuenta, sino una de tantas que solo se acercaban a él para insinuarse cual bestia en celo y aun con todo esto, sintió esos tiempos lejanos, como si hubiese ocurrido en otra vida, de cierto modo extrañó aquellos recuerdos que se abrían paso frente a él, se veía a sí mismo burlándose de ese chiquillo irritante y hablador que no hacía sino causar problemas y molestarlo a cada paso que daba, debía admitirlo el usuratonkachi había madurado, incluso más que él.

Estos recuerdos no hacían sino afligirlo más, esos tiempos en que él mismo pensó que podría dejar atrás ese odio que venía cargando, esa sed de venganza que había acumulado por tantos años, sí, Sasuke Uchiha alguna vez llegó a creer que esos lazos que había formado con esas tres personas, incluido su maestro, le revelaría un destino muy diferente del que su hermano le había trazado esa fatídica noche; sin embargo, aquella luz no lo lleno por completo y decidió aliarse con esa serpiente que solo anhelaba su cuerpo y el poder que corría por sus venas, si su elección fue buena o mala no le importó en absoluto, apenas si le interesaban las decisiones que había tomado y las consecuencias de sus actos, no obstante, lo único que siempre le había significado algo era la soledad y el dolor que ello le causaba, odiaba esa sensación más que nada en el mundo; sentirse solo a pesar de estar rodeado de una multitud era frustrante.

Miró la bóveda celestial adornada con las brillantes estrellas, pero ninguna tan deslumbrante como la luna que se posaba soberbia sobre él, ese fulgor que emanaba de ella la hacía lucir particularmente hermosa desde su perspectiva. La noche era tan pacífica que se preguntaba si alguien estaba tan despierto como él, seguramente nadie tendría el valor de levantarse de su lecho en una noche tan tranquila como esa, pues era un hecho que él era la única persona que albergaba suficientes traumas como para abandonar la comodidad del hogar en plena madrugada, sin embargo, y a diferencia de él nadie había pasado ni en sus peores pesadillas por los mismos momentos que ahora lo atormentaban sin falta en cada uno de sus pensamientos.

El viento jugueteaba con los mechones azulados de su cabello, al parecer el sueño no volvería más por esta noche lo cual no le importaba, después de todo nada tenía que hacer, desde que había regresado a la aldea sus días pasaban sin sentido alguno pues la adrenalina de ser un ninja fue una de las tantas cosas que olvidó en el momento de poner un pie en la aldea, pues ese día renunció a aquello que en su infancia le había traído cierta emoción.

El camino que sus pies seguían era demasiado conocido para él, aquel camino que una vez representó alegría y luz ahora solo le despertaba a sus demonios internos; comenzó a recorrer esas irregulares calles sintiendo como su corazón latía más y más rápido, se sintió como en su infancia, corriendo de la escuela a la casa pasando por las mismas fachadas que no dejaban de traerle recuerdos, apresuró el paso escuchando un llamado al final del camino, como si la felicidad esperara por él al llegar a ese añorado lugar, sentía nuevamente el peso de su mochila en la espalda y aunque por un momento se estremeció de nuevo por esa euforia de llegar a la mansión en donde lo esperaban ellos, todo se derrumbó cuando por fin arribó a ese arco que simbolizaba el principio de su destino.

Se detuvo dubitativo ante la entrada observando atónito ese emblema que representaba a los suyos. Ese lugar desértico al que por lo visto no había entrado nadie en mucho tiempo, ni siquiera él lo intentó cuando volvió a la aldea. Sintió un nudo formarse en su garganta y los labios comenzaron a temblarle, pero se rehusaba a mostrar su debilidad incluso a sí mismo; permaneció largo rato observando detenidamente al interior del distrito, escrutando con minuciosidad cada una de las siluetas de las casas que se alcanzaban a distinguir desde donde se encontraba.

A su cabeza se rememoraban momentos de su infancia en que su mundo se pintaba de mil colores, podía escuchar las voces de esas personas que cada mañana lo saludaban, veía sus sonrisas orgullosas cuando hablaban del ninja genio que era su hermano, recordaba esos días en que trató de superarlo esforzándose al máximo en su entrenamiento, los suaves dedos de su madre curando sus heridas, podía sentir la ancha espalda de su hermano cuando lo cargaba de regreso a casa e incluso, podía recordar cada una de las instrucciones que su padre le dio el día en que por fin le enseñó a realizar el Gokakyu no Jutsu.

Una sonrisa surcó sus labios mientras cerraba los ojos, podía recordar cada una de esas situaciones como si las hubiera vivido tan sólo hacía unas horas, como por arte de magia se veía a sí mismo recorriendo las calles del distrito en plena luz del día, podía recordar los sonidos de las personas deambulando junto a él, los aromas que despedían cada una de las casas, las risas de los pequeños al jugar, recordaba todo, absolutamente todo lo ahí había estado, respiró hondo inflando el pecho, ya no era un niño pero se sentía como tal; abría los ojos nuevamente y podía ver los rostros orgullosos de los miembros de su clan que lo recibían con halagos y felicitaciones, incluso sentía las palmadas en su hombro como afirmación de ello; y desde el fondo de la multitud podía ver que se acercaban esas tres personas con paso calmo, sus ojos se abrieron grandes al notar que no habían cambiado para nada, eran tal y como los recordaba, sin darse cuenta comenzó a acortar la distancia con un ligero trote hasta posarse justo frente a ellos. Su madre le sonreía con dulzura y su padre continuaba con esa mirada reacia mientras que su hermano aun lucía más alto que él, podía percibir el latido de su corazón justo en la garganta y el mundo se detuvo al escuchar a su padre pronunciar aquellas palabras:

Eres la vergüenza del clan Uchiha ―le soltó con desdén. La sangre le bajó hasta los tobillos al oírlo formular tan cruel afirmación, sintió todo el peso del mundo caer abrupto sobre su espalda, detrás de su familia la gente del distrito lo observaba con recelo mientras se desvanecían en el viento.

Sacudió la cabeza abatido, después de todo solo había sido su imaginación la que como otras veces le jugaba una mala pasada con sus recuerdos, dio unos pasos hacia atrás sin quitar la vista de la entrada, si continuaba ahí su sufrimiento se prolongaría y ya estaba harto de eso pues sabía que no estaba listo para volver a entrar, respiró hondo, incluso despierto sus pesadillas retomaban sus pensamientos, era imposible para él continuar así, ¿de qué le había servido convertirse en uno de los ninjas más poderosos de la aldea si el infierno que revivía en sus pensamientos no pararía de inquietarlo jamás? observó titubeante al interior del distrito y volvió sus pasos hacia atrás tratando de olvidar el pasado.

Continuó su andar dirigiendo la marcha ahora a algún lugar apartado de ahí, no importaba cual fuese solo le interesaba alejarse de aquel sitio, testigo taciturno del principio de una vida de tristeza, rencores, venganzas, lágrimas y sed de poder que era en lo que se había convertido ese niño, el último descendiente de uno de los clanes más poderosos de la aldea de Konoha.

Sin darse cuenta arribó al campo de entrenamiento en el que con el resto del equipo siete se convirtió en un ninja de rango genin, había pasado tanto de eso y todavía podía recordarlo como si hubiese ocurrido el día anterior, aquel tiempo en que él mismo se creía más fuerte e inteligente que sus compañeros y la lección que el jounin les dio al final del día, él había estado acostumbrado a menospreciar a sus colegas, en especial al rubio, pero ese día tuvo que reconocer que el trabajo en equipo les daría mejores resultados; no obstante, eso fue antes, ya que ahora sentía que nunca más podría apreciar esa compañía, pues pese a estar con ellos ya no existía ese lazo que lo uniera a las vidas de sus camaradas y eso era, quizás, lo que más le atormentaba.

A la distancia logró vislumbrar los tres troncos en los que, en uno de ellos estuvo amarrado Naruto, aunque ya no era en él en quien pensaba, más bien en el hombre al que alguna vez había llamado sensei: Kakashi Hatake, siempre vio en él un hombre demasiado fuerte y de gran sabiduría pese a su, relativamente, corta edad; el ninja que una vez trató de sellar la maldición de esa bestia viperina y que más tarde trató de aconsejarle acerca de su meta en la vida, recordó el día en que le advirtió que aquellos que probaban la venganza nunca estarían satisfechos y que solo se haría más daño a sí mismo y que al final, aunque lograra llevarla a cabo con éxito lo único que podría encontrar sería el vacío y la soledad… ahora comprendía la veracidad de sus palabras.

¿Quién diría que pese a la juventud de Kakashi sería un hombre sabio?, siempre le había intrigado de sobremanera esa persona que a simple vista se tornaba tranquilo, relajado y por supuesto apático ante la mundana vida cotidiana, sorprendiéndole que en el fondo se escondiera un ninja sumamente poderoso, capaz de crear estrategias improvisadas que en más de una ocasión evitaron las muertes innecesarias de sus compañeros ninja, un hombre que en algún momento fue tomado en cuenta para portar el título de Hokage, el rango más importante de Konohagakure y al que Naruto había aspirado desde pequeño.

Se recargó en uno de los árboles sin atreverse a acercar al claro del campo de entrenamiento y volvió a fijar su vista en el brillante satélite sobre él, pensaba en todos los momentos que pasó con sus compañeros cuando él mismo era parte del equipo siete, recordaba sentir toda esa sed de venganza acumulada en su pecho y que sin que él se haya dado cuenta, ellos lograron desaparecer de su cabeza, al menos por un tiempo, supuso que debía estar agradecido.

Observando absorto desde la seguridad de los árboles, recordaba ese examen en el que Kakashi había conseguido que sus discípulos hicieran el ridículo de formas diferentes y al mismo tiempo recalcando las debilidades de cada uno de ellos. Naruto tuvo que luchar contra el taijutsu de su mentor, mientras que Sakura debió combatir su genjutsu y por último él quien se enfrentó al ninjutsu, todos fracasando en la contienda contra el maestro pese a que éste no dejara de leer su estúpido libro.

Pasó varios minutos rememorando aquellas aventuras que vivieran juntos en su pubertad y por último, recordó la razón por la que se fue la aldea, el por qué huyo de aquel mundo en que sus compañeros le mostraron la otra cara de la moneda en la que no existía la tristeza ni las venganzas o los rencores, cuando creyó que podría seguir adelante con su vida apareció su hermano y la rabia comenzó a hervir en su sangre y mientras que él no se había hecho lo suficientemente fuerte, Naruto siguió entrenando hasta sobrepasarlo, él simplemente se dejó llevar por su excesiva confianza y al final, no logró vencer a su hermano en batalla; deprimido y avergonzado, decidió largarse de ese lugar para incrementar su poder.

Ahora se daba cuenta, o más bien, admitía la verdad de lo ocurrido en aquel momento, él se fue de la aldea al sentir que se estaba quedando atrás de Naruto Uzumaki, el ninja número uno, cabeza hueca de la aldea lo había superado y al percatarse de ello, simplemente no lo pudo suportar, fue tan grande su impresión que le era imposible permanecer en la aldea pues debía hacerse más fuerte, ¿cómo era posible que el perdedor de la clase hubiera logrado llegar más lejos que él? En aquel tiempo, probablemente Naruto sí hubiera podido llegar a ser un rival para Itachi o para Kisame, pero él ni siquiera le pudo asestar un golpe a su hermano.

Envidia. La palabra le cruzó por la cabeza como una epifanía, ¿sería cierto? ¿acaso él le tenía envidia al Uzumaki?, se burló de sí mismo de tan solo pensarlo, era obvio más él se lo había negado siempre, pero desde el fondo así como sentía cierta "empatía" por él, también lo envidiaba, ya que siempre tuvo un rumbo fijo y de una u otra manera comenzaba a alcanzar sus metas sin dar marcha atrás, siguiendo su camino ninja.

Esto le hacía preguntarse ¿cuál era su meta en la vida? ¿la venganza? todo lo que hacía era movido por este sentimiento que no hacía sino consumirlo por dentro, ¿el odio? o tal vez… ¿la tristeza?; viendo en retrospectiva nada de esto le había traído descanso que era lo que buscaba desde un principio y mientras que Naruto cada día brillaba más como el sol de mediodía, él se perdía entre las tinieblas de su corazón sabiendo que de este camino no existía el tan añorado retorno.

Suspiró enfadado y recargó su cabeza en el tronco del árbol, con su mano diestra pasó los mechones de cabello hacia atrás y aspiró el aire que lo envolvía en un sutil abrazo, después de todo su vida era un desastre y al parecer continuaría así hasta el fin de los tiempos; sonrió sarcástico por él mismo, ni siquiera el propio Sasuke se explicaba cómo había logrado llegar hasta ahí, aunque en el fondo sentía que ya no podría continuar de esa manera, de cualquier forma todo tenía un fin y esperaba que llegara pronto.

Un ruido lo sacó de su letargo y se escondió tras los árboles mientras buscaba de qué se trataba exactamente, fijando sus ojos en algo que se movía en la oscuridad, del otro lado del campo de entrenamiento logró distinguir una figura fantasmal que se acercaba cojeando a los troncos, parecía llevar prisa y en cuanto se puso frente a la piedra de los héroes se tiró al piso, el joven observó atento cada uno de los movimientos de esa especie de ángel que había llegado al lugar sin que él se hubiera percatado antes de su presencia, tenía curiosidad por saber de quien se trataba pero desde el lugar en el que se encontraba no podía ver más que su espalda. Esperó un rato tratando de adivinar la identidad de aquella persona pero para su desgracia se encontraba en un punto ciego que no le permitía ver bien desde allí, no parecía ser un ninja ya que tenía la guardia baja por lo que decidió esperar un poco más para saber a quién pertenecía la extraña silueta antes de decidirse a actuar, esperaba que se tratara de un enemigo aunque le pareció poco probable, sin embargo, en su interior era algo que deseaba, alguien con quien pelear para poder desahogar así sus penas y que el dolor que sentía aminorase en su corazón.

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Nota:Es probable que le cambie el nombre a la historia (no al capítulo) pero todo dependerá del rumbo que tome la trama, ni yo sé qué pasará más adelante jeje XD, así como también si lo vuelvo a leer y encuentro errores los corregiré.

Dudas, preguntas, sugerencias, aclaraciones, comentarios, etc. siempre son bienvenidos.

Gracias por leer n_n