Disclaimer: Los personajes y situaciones le pertenecen a Rumiko Takahashi, yo solo los tomé prestados, sin fines de lucro, para crear mi historia.
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La última despedida
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Capítulo I
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—Akane… —su voz salió entrecortada y vacilante, sin embargo, había una extraña calma en ella—. Vive…
El viento movió sus cabellos cortos. Observó el horizonte; el cielo y las nubes empezaron a colorearse de anaranjado, y podía verse el sol ocultándose y reflejándose en el agua del mar. Instintivamente se abrazó a sí misma.
Cuatro años…
Ya fueron suficientes…
Debería olvidarlo…
Y cumplir con su promesa:
Y continuar viviendo.
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Iba por la vereda dando pasos agigantados, las bocinas de los automóviles en esa gran avenida comenzaban a molestar sus oídos. Una pequeña gota de sudor bajó por su cuello y mojó levemente camisa china roja. Maldijo internamente el verano y el sol que había venido, no para calentarlo, sino para quemarlo y deseó de pronto el frío y las nubes que traía el invierno. Solo así podría correr a más velocidad e intentar ubicarla.
Suspiró profundamente y detuvo sus pasos frente a una heladería. Hurgó en sus bolsillos, tenía unos míseros doscientos yens que no alcanzaban para nada. Pidió prestado el baño y luego salió como una hermosa joven pelirroja.
Se retiraba del lugar muy contenta, disfrutando el helado que le había resultado gratuito gracias a sus pestañas largas y hermoso cuerpo de mujer, cuando oyó una voz extremadamente conocida que hablaba en la televisión. Se sorprendió cuando vio a Nabiki Tendô como una elegante reportera de investigación. ¡Cómo es posible que no se haya acercado a Osaka en primer lugar! Una tenue esperanza lo invadió.
¡Por fin sabría algo de Akane!
Había recorrido un camino largo y tortuoso. Finalmente estaba a unos pasos de encontrarla. Tanto tiempo, tantos años que le habían parecido eternos sin ella. Preguntó y buscó, no tenía dinero, pero podía correr, sus pies dolían, pero seguían yendo a toda velocidad. Una luz de esperanza lo esperaba al final del camino.
—¡Nabiki! ¡Quiero ver a Nabiki Tendo! —le gritó a la recepcionista del canal quien miró a la pellirroja de pies a cabeza con ojos escrutiñadores y fríos.
—¿Puede identificarse?
—Dígale que soy Ranma Saotome. Ella me reconocerá al instante —nuevamente lo recorrió con la mirada. Sus zapatillas chinas estaban sucias, la mochila que llevaba al hombro, viejas; y su rostro tenía manchas negras y se encontraba llena de sudor. Jadeaba además por el cansancio.
La irrespetuosa señorita hizo una mueca de desagrado y agarró el teléfono. Pronunció un par de monosílabos y luego cortó —Lo siento, señorita. No puedo dejarla pasar.
—¿Por qué? ¿Le dijo quién era yo? —levantó la voz desesperada—. ¿Está escuchando?
—Lo siento. La señorita Tendô dijo que no conocía a nadie con ese nombre —mencionó de forma altanera.
—¡Pero cómo es posible! ¡Si soy como su hermano! Ya verá cuando la vea —y luego exclamó unas cuantas maldiciones más.
Sin embargo, la recepcionista volvió a levantar el auricular del teléfono y habló detrás algo que Ranma no pudo oír. Después vino un hombre grande y gordo y se acercó a la joven de la trenza.
—Permítame acompañarla a la salida.
—¡Pero, ¿por qué?! ¡No hice nada malo!
Puso su enorme mano en su pequeña espalda.
—¡No me toque! Puedo caminar por mí mismo —luego dirigió su vista a la recepcionista quien estaba limándose las uñas evitando por completo su mirada—. Maleducada y encima… ¡fea! —le sacó la lengua y salió corriendo. Solo pudo escuchar una amenaza a lo lejos.
Ni modo, esperaría a Nabiki afuera. Sacó su pequeña tetera e hirvió agua que sacó de un baño cerca, y esperó. La gente que pasaba lo miraba raro y se alejaron cuando vieron que el cuerpo de la jovencita había cambiado al de un chico. Luego se sentó y aguardó en silencio hasta que se hizo de noche. Finalmente volvió a escuchar su voz. Se levantó a toda velocidad y salió a su encuentro.
—¡Nabiki! —la llamó con voz desesperada.
La joven se frotó los ojos y siguió adelante con su compañera sin hacer caso a su llamado.
Ranma se acercó más para alcanzarla —¡¿Es en serio?! ¡Nabiki!
—Nabiki, un hombre te está llamando por tu nombre —indicó su amiga quien la detuvo.
—¿En serio? ¿Tú también lo oíste? —preguntó pensando que quizás no había sido una alucinación. Su corazón llegó a mil revoluciones por minuto cuando él había puesto ambas manos sobre sus hombros exigiéndole una explicación.
—¡¿Dónde?! ¡¿Dónde está Akane?!
—¿Ran… Ranma? —es lo único que sus labios pudieron pronunciar.
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Luego de la terrible impresión y del infarto que casi la mata, ambos decidieron ir al departamento de Nabiki. Le dijo que tomara un baño y le dio un cambio de ropa de varón.
—¿De quién es esto? —preguntó escudriñando los pantalones de buzo y el polo blanco ancho de varón.
—Es de mi novio.
—¿No se molestará? —pronunció dubitativo.
—No te preocupes, él está de viaje y no se enterará. Tampoco sabe la ropa que tiene porque yo se la compro —se detuvo un momento analizando bien sus palabras—. Eres como mi hermano, así que no creo que haya problema, solo que…
—¿Solo que…?
—Ni pienses que puedes quedarte acá. Y mejor salgamos a comer algo afuera que yo no preparo comida. Además tendrás que pagar por el agua y la ropa.
—No has cambiado nada —gruñó.
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—¿Y bien? —cuestionó después de verlo devorar el plato de comida—. ¿Dónde estuviste? ¿Qué pasó contigo? Pensamos que…
—Sí, sí, ya me lo dijiste. Pensaron que había muerto… Ahora dime dónde está Akane.
—Pero, ¿qué pasó realmente? —preguntó más por curiosidad.
—Estoy vivo, ¿no lo ves? Ahora dímelo —exigió.
—Pero qué cosa más obvia —anunció con sarcasmo.
—Solo dime dónde está Akane ahora, Nabiki —dijo casi con desesperación. Parecía que ella no quería darle esa información. Y tampoco le pidió dinero por ello.
La joven dudó. Suspiró tendidamente —Al parecer no pudiste olvidarla.
Ranma enrojeció un poco, sin embargo los años lo habían hecho madurar —No, nunca. Todo este tiempo… —sí, todo este tiempo la había estado buscando. Había regresado después de dos años, y nunca comprendió por qué se fueron todos, ni tampoco por qué la casa Tendô —incluido el dojo— ahora era un edificio grande en plena construcción. Tenía muchas preguntas en la cabeza y pocas respuestas. Y por último, ¿dónde se habían ido? Nadie había podido darle razón. Así que se puso su mochila de viaje y salió en su búsqueda. Él la encontraría, pero habían pasado otros tres años, y luego, otros dos, y no había rastro de ella. Todo fue un suplicio y ahora Nabiki, se negaba a brindarle esa información.
—Solo dime dónde está —murmuró con la cabeza gacha—. Necesito encontrarla…
Ella volvió a suspirar —Está bien —agarró una servilleta y sacó un lapicero de su bolso, escribió algo y luego se la dio—. Esta es su dirección.
—¿Fukuoka? ¿Kyûshû? ¿Por qué se fue tan lejos?
Nabiki levantó los hombros en señal de indiferencia. Después lo miró directamente a los ojos —Ranma… ella ya… —sin embargo, se detuvo sin decir más. Era mejor no hablarle sobre ello aún, y cambió de tema rápidamente—. ¿Por qué desapareciste por tanto tiempo? Fueron dos años. Akane te buscó, regresó a China incluso, pero no encontró rastros de ti. La pasó muy mal, fueron unos años muy duros para ella. Tus padres también se fueron…
—Mi padre murió —expresó con voz triste—. Me enteré hace dos años, mi mamá estaba devastada cuando la ubiqué. Ella ahora está en Kyoto… vive con una prima lejana que conoció en el funeral de mi papá. Está tranquila ahora —narró todo como si fuera algo efímero y distante.
—No sabíamos nada del tío Genma —recibió la noticia con sorpresa. Luego, su expresión cambió levemente mostrando algo de tristeza—. Debieron avisarnos...
—No había forma...
La joven suspiró con resignación —Muchas cosas ocurrieron todo este tiempo… pero, si mal no recuerdo, tu mamá estuvo en contacto con Akane desde que se fue.
—Sí, pero solo un tiempo, parece que después le perdió el rastro. Ella me dio una dirección en Hokkaidô para encontrarla. Sin embargo, cuando fui, ella se había ido y tampoco nadie me pudo dar una explicación. Estuve en el norte mucho tiempo, hasta que decidí regresar a Tokyo. Nunca se me hubiera ocurrido que tal vez ella estuviera tan al sur —habló más para sí mismo—. ¿Y el dojo? ¿Qué sucedió?
—Mi padre tuvo que vender el dojo porque había quedado abandonado —mencionó—. Akane… ella un día dejó de practicar allí. Dijo que estudiaría en Hokkaidô y simplemente se fue. Mi papá y mi hermana Kasumi tuvieron que encargarse entonces y al final decidieron venderlo. Yo también me fui, todo se convirtió en un ambiente muy abrumador entonces…
Luego todo quedó en silencio. Aunque ella quiso preguntar la razón de su desaparición, no lo hizo. Era mejor que su hermana menor se encargara. Aún si la situación era difícil. Y ahora que sabía que Ranma estaba vivo y había vuelto a aparecer, se pondría peor.
—Bueno, gracias por todo, Nabiki —se puso de pie para despedirse—. Te pagaré este favor pronto y el dinero que me prestaste.
—Sí, recuerda que la factura te saldrá bien cara. Digamos que tendrás que ahorrar unos cinco años —levantó una mano y sonrió.
—Tacaña… —susurró y le dio la espalda.
—Ranma —pero Nabiki lo llamó nuevamente.
—¿Qué pasa?
—Ha pasado mucho tiempo. No esperes que Akane siga siendo la misma de antaño —intentó prepararlo mentalmente para la situación que se encontraría.
—¿Qué tratas de decir? —la observó confundido y vio en sus ojos algo de incertidumbre.
—Solo quiero que comprendas que todos... —titubeó—. Todos pensamos que habías muerto.
—Pero no fue así. Dime, ¿qué es lo que tratas de decirme? —volvió a repetir.
—Cuídate, Ranma e intenta ser feliz —le dijo adiós con la mano y se levantó ella también para dirigirse al baño. Y no mencionó una palabra más dejándolo muy confundido y extrañamente triste. Porque había algo de tristeza oculta dentro de aquellas palabras de aliento.
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Continuará…
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Notas: ¡Hola a todos! Sé que debería estar escribiendo otras cosas, pero esta idea me rondaba en la cabeza hace tiempo y quería plasmarla. Ya la tengo toda escrita, por eso me arriesgué a publicarla. El siguiente lo publicaré prontito, cuando termine de corregirlo (no pasaré de una semana, lo prometo). Este es un fic angst, está planeado para hacer llorar, así que no digan que no les avisé, jeje, aunque este capítulo no lo parezca mucho. Así que no esperen un final tipo Disney, en serio, no lo esperen.
Gracias a todos aquellos que se pasen a leer. Y si quieren comentar, háganlo sin tapujos, jeje.
Un beso.
Sophy.
