Personajes de Mizuki e Igarashi
─Vamos, es tu oportunidad, después de esto ja, ja, ja… te ayudaré a conquistar a mi hermana, pero, antes conquistarás: a ella ─decía el moreno de ojos color miel, al tiempo que le mostraba la imagen de la rubia de ojos color esmeralda.
─ Es la hija de la decano. ¿Por qué no lo haces tú?
─ Porque tienes más probabilidades de conquistarla. Es un estudio científico; los seres humanos somos iguales, tenemos las mismas debilidades… Los dos son tal para cual ─afirmó con una sonrisa ladera, que reflejaba su triunfo ante el plan que se trazó para desquitarse.
Una semana antes.
─Alumnos y alumnas de esta prestigiosa institución, hoy tengo el honor de presentarles de manera orgullosa a Candy White, la primera alumna de 16 años, en ser admitida para estudiar Medicina Robótica, en esta prestigiosa alma mater (Universidad de Chicago). Todos deberían ser como ella, seguir su ejemplo…
Cerca del estrado un grupo de chicos del tercer año de medicina robótica comentaban:
─La alaba tanto, porque es su hija; en realidad es una perra en celo como todas, y esa carita de santurrona, ¡pronto se le caerá!... ─exclamó entre dientes─ estoy seguro que ella fue la soplona.
─ De eso no hay duda, ella es la culpable de que nos hayan descubierto, ¡maldita rubia! ─añadió Charlie, reflejando en su rostro ira.
Continuaron oyendo el discurso de la directora: María.
─ Ella con su conducta intachable en ningún momento dudó en señalar los responsables de plagio… ─Candy con respeto interrumpió.
─ Disculpe, directora, me gustaría decir unas palabras. ─Candy y María eran exageradamente disciplinadas y correctas, defensoras de la moral y las buenas costumbres eclesiásticas, por lo tanto en la universidad se trataban con respeto; dándole el lugar que merece al puesto que posee cada una dentro de la institución académica.
─ Esta sociedad recrimina al honesto, sé que en su argot, soy vista como una "soplona", les diré, no me interesa; si para evitar perjudicar a vidas inocentes debo ser tratada como una escoria social, bienvenidas sean sus críticas. El plagio es un delito y más a nivel científico. Se trataba de un estudio que sirve de base para tratar la espina bífida, y ellos… querían atribuirse la investigación como propia sin tener en cuenta los puntos relevantes para evitar daños al tejido neural. Públicamente señalo a los responsables, aquí está el vídeo que lo prueba. Directora, se lo entrego en sus manos.
─Gracias, Candy. Y, recuerda ser honesto no es ser soplón.
Mostraron el video donde los estudiantes se metieron a hurtadillas dentro de una de las aulas de estudio robótico. ─ En efecto, aquí está la prueba que muestra la culpabilidad de Neal Legan y Charlie Jones. El castigo será reprobar la asignatura y deberán realizar trabajo extra durante dos periodos académicos. Esto les enseñarán: ¿el por qué debemos ser correctos?
Como resultado los padres le cancelaron las tarjetas de créditos, quedando relegados a recibir una mísera mesada, que limitaba sus salidas nocturnas con chicas alegres de diferentes estilos.
En el presente Neal, armaba su plan magistral.
─ ¿Seguro que si lo hago, me ayudarás con tu hermana?
─ Claro que sí. Te doy mi palabra.
─ ¿Ella es joven?
─Hm… tiene 18 años, es mayor de edad, te darás un banquete, además, considérala tu sparring, mi hermana es fogosa no andará con ningún perdedor. ─le dijo palmeándole la espalda. Al mirar que el rubio se marchaba, Charlie se le acercó:
─ Definitivamente, te prefiero como amigo, ja, ja, ja cómo enemigo eres maquiavélico. ¿Lo meterán preso?
─Sí, Ardlay, es un idiota manipulable está enamorado de mi hermana desde hace 5 años.
─ Sí, gracias a ese enamoramiento, aprovechamos para que nos hiciera los trabajos, pero dime Neal, ¿qué te hace pensar que él la podrá enamorar? Viste como payaso, para saber la combinación de sus ropas debemos pedir la clave secreta de la caja de seguridad ja, ja, ja.
─ Es igual que la bobalicona esa, que viste como Sor Juana Inés de la Cruz. Mataré dos pájaros de un tiro ja, ja, ja…
Albert, iba recordando los consejos de Neal para acercarse a Candy:
"A las mujeres les gustan los hombres rudos, viste más sencillo: jeans y playera negra, usa deportivos, aliviánate…"
─Ho…ho…la te ─Albert se aclaró la garganta─ ¿te ayudo con tus libros?
─ Sí, gracias, no te había visto antes…
─ Es que soy del último año de medicina robótica; me falta un año para culminar.
─ ¿Qué edad tienes?
─ Hm… 25 años, aún soy joven.
─ Sí, que lo eres, pensé que tenías 20 años ─dijo guiñándole un ojo.
─La robótica es una profesión, que se estudia para toda la vida…
─ Es cierto, la ciencia nunca descansa y sobre todo nunca muere. Me hace feliz darles segunda oportunidades de vida a las personas, con la creación de un exoesqueleto, sobre todo a los cuadripléjicos.
─ Es terrible estar en esa condición, postrado en una cama, sin poder moverte…
Se produjo un breve silencio entre ambos, que fue la pieza clave para saber que serían grandes amigos.
Todas las tardes intencionalmente Albert coincidía con Candy en la biblioteca, hasta ganarse su confianza.
Albert, durante el almuerzo contemplaba a Eliza Legan, la pelirroja más hermosa de todo el universo, ella iba a la escuela de diseño de modas, se puede decir que es la antítesis de Candy, quien vestía con medias negras, faldas largas, blusas cuello de tortuga y suéter holgados con rayas gruesas, además de una coleta que recogía a medias su espesa melena ondulada.
─ Neal, he visto a tu amigo…
─ ¿Charlie?
─ No, el rubio de ojos azules…
─ ¡Escucha bien, Eliza! NADA DE COQUETEARLE, lo tengo para un plan, dices que detestas a la hija de la directora, ¿cierto?
─ ¡Es horrible! QUIERO QUE SE VAYA.
─Si eso quieres debes esperar un tiempo.
Elisa, resignada, le obedeció.
Una vez Albert, se quiso acercar a ella, pero al recordar el plan de su hermano lo ignoró. Él era atractivo y sí, había chicas que se fijaban en él, pero al estar perdidamente enamorado de la pelirroja; no se daba cuenta de la existencia de otras mujeres.
Pasaron días y semanas, y, la amistad entre ambos rubios se acrecentó, haciéndose más íntima. Dando pie a la siguiente fase del plan de Neal:
Llevar a Candy a un parque alejado de la universidad.
─ Parándose firme frente a ella sin titubeo y decidido dijo:
─ Tú me gustas.
─ ¿Yo… te… gusto? ─expresó sorprendida.
─ Sí, y mucho. Y, no sabes cuánto, eres una mujer hermosa ─Albert por un momento dudó de continuar, él se dijo: si bien Candy, no eres una chica linda, eres inteligente y buena persona, pero, lo siento amo a Elisa, ella es bonita un poco estirada, pero es bonita, su cuerpo es como el de una diosa griega".
Candy, desde la primera vez, que lo vio quedó prendada de él, incluso se cambió el look en vez de usar dos coletas usó una sola.
─ ¿Quieres ser mi novia?
─Sí, quiero ser tu novia.
─ ¿En… serio?
─ Sí, en serio.
Candy, cerró los ojos esperando recibir por primera vez un beso en los labios. A él en nada le fueron indiferentes esos profundos y eróticos besos, que cada día se volvían más atrevidos, sentados en una banca Albert, le acariciaba la pierna por encima de la falda. Desde lo lejos era observado por Neal, quien le hacía señas para que le metiera la mano por debajo de la falda. Candy de inmediato paró los besos.
─ ¡¿Qué pasa?! ─preguntó indignada.
─ ¡Perdóname!
─ ¡No lo vuelvas a hacer!, tú me gustas y mucho… te deseo, pero, soy una mujer de principios. El acariciar las partes íntimas se hace únicamente en el acto amatorio… el intimar se hace después del matrimonio. ─Dijo decidida, dejando sin habla a Albert.
De ese incidente había pasado una semana y ninguno de los dos, se hablaban.
─Neal ya te dije ella no quiere nada conmigo, ¡conquístala tú!
─ ¡Tú eres el que le gusta! Lastima…─dijo encogiéndose de hombros─ te quería como cuñado, ni modo le ayudaré a Michael.
─ ¡No, no lo hagas! Yo la buscaré y, le pediré perdón… cuantas veces sea necesario.
"Así me gusta, Ardlay, muy bien, obediente". Pensó Neal con una sonrisa de éxito.
─ ¡Candy, Candy, Espera! ─Albert aceleró su caminar para tomarla por el brazo velozmente.
─ Soy una dama, ¡no una cabaretera con la que puedes saciarte!
─ Lo sé, lo sé, pero entiéndeme, soy hombre y los hombres tenemos necesidades y en nuestra religión sabemos que la masturbación es un pecado. Candy, no he tenido sexo… con nadie… nunca ─confesó cabizbajo─ somos jóvenes y… un matrimonio en este momento es un imposible, no creo que pueda aguantar tanto tiempo… Déjame poseerte, hacerte mía. ─Albert, le tomó la mano para llevársela hasta la parte frontal de su pantalón. Candy sintió el falo endurecido de Albert. Asustada lo empujó y salió corriendo.
Candy en las noches no podía dormir, pensaba en Albert, en sus palabras, era tan sincero, temía que se acostara con otra, lo quería para ella. Su amor por él era tan fuerte, incluso más grande que el respetar las leyes eclesiásticas con las que se había formado. Sabía perfectamente que no se podría casar con él, era menor de edad.
Al día siguiente vio como Elisa pasó por frente de Albert y él se quedó embobado viéndola. Se imaginó lo peor, no quería que él, cayera en la tentación con otra chica.
─ Albert ─Candy sin miramientos dijo─: acepto.
─ ¿Ah?
─ Te amo, lo haré, me entregaré a ti. Puede ser este jueves… en la tarde…después del almuerzo.
Él asintió con la mirada y ella se retiró sin decir más.
Albert le informó a Neal, que Candy sería suya el jueves. Albert, creía que solo se trataba de desflorarla y listo, jamás se imaginó que Neal grabaría la escena.
Albert quizo hacer de la ocasión algo especial; muy a pesar de que luego la dejaría. Ese era el plan trazado por Neal. Él le había dicho a Albert: que quería hacerla sufrir de amor. Quedándole claro que todos son vulnerables. Sin embargo, Albert rentó una cabaña a las afueras de la ciudad, no usó tarjetas de crédito, ni ningún tipo de pago electrónico que le identificara como un Ardlay, por lo que usó dinero producto de su trabajo, el cual era ayudar a los médicos en cirugías; ellos a cambio le pagaban honorarios, dinero que utilizaba en gran parte para comprar medicina a los menos favorecidos, quedándole suficiente para ahorrar, le gustaba saber que él podía ganarse el dinero por sus propios medios, pero él no se engañaba: el apellido era su bendición y su maldición, si bien nunca pasó necesidad alguna, siempre estuvo aislado de los demás, creándose inconscientemente una personalidad introvertida.
─ ¿Querías hablar conmigo?
─ Sí, George, por favor… necesito estar solo, sin guardaespaldas… Estaré con una chica ─le comunicó esquivándole la mirada.
─ Entiendo, ¿sabes qué hacer?
─ ¡Claro!
─ Me voy ─Así era, George; oportuno y diligente, hablaba hasta donde debía hacerlo.
─ George, espera… ¿qué debo hacer para no lastimarla?
George, sonrió y regresó a darle esa charla que debió dársela su padre de no haber muerto.
Llegó el tan ansiado día.
─Hola, Candy, ¿estás bien?
─Sí, gracias por preguntar. ¿Nos vamos?
─ Sí, le dije al taxi que nos espere en la calle siete del Blue River, así que caminemos a la otra calle.
─Claro.
Albert le abrió la puerta del taxi.
─En el hotel…
─Has silencio, por favor. ─En voz baja le dijo─ no quiero que se enteren de lo que vamos hacer.
─ Discúlpame, Candy, no quise incomodarte.
Candy le tomó la mano.
Neal desde su recamara en compañía de su amigo, veía como Albert entraba en la habitación acompañado de Candy, "la rubia tonta", como le decían ellos.
─ ¿Te gusta el lugar? ─inquirió Albert.
Candy mirando a su alrededor, contestó, a la vez, que le regalaba una sutil sonrisa─: Sí, está bonito.
─Ven, siéntate, ponte cómoda ─la convidó sentándose primero él en la cama, palmeando el colchón. .
Ella caminó hasta a él y se sentó a su lado:
─ Te serviré champan para que te relajes un poco.
Albert con sus dos mil dólares, logró cancelar un hotel tres ellas, alcanzándole para comprar champan y uno que otros entremeses. Un poco nervioso le acercó las copas entrelazándose los brazos para brindar y beberla. Él de un solo jalón se la tomó toda. Ella por su parte ingirió varios sorbos con nerviosismo hasta beberla toda. Le entregó la copa vacía a Albert, quien la puso en la mesita de noche que estaba a un lado de la cama. Sin más preámbulo el metió su mano por debajo de la nuca de Candy para atraerla a él y besarla.
Los chicos se burlaban de lo que miraban hasta que Charlie, al ver que le iba a quitar la ropa se levanto para irse:
─ ¿Por qué te vas? ─preguntó Neal desconcertado.
─ Esto ya es mucho, si veo el cuerpo desgarbado de esa, seguro tendré pesadillas y no quiero. Paso y gano.
─ A mi me da risa.
─ Cómo quieras, me voy.
─ Nos vemos ─le dijo Neal sin darle importancia.
Mientras Albert seguía besando a Candy.
─ ¿Qué sucede?
─ Los lentes…
─ Deja que te… los quite. Con cuidado, listo ─Cuando vio sus ojos, quedó fascinado, se detuvo para apreciarla mejor; sus ojos color esmeralda compaginaban perfectamente con las delicadas pecas de su rostro. Excitándolo aun más.
Neal seguía observando, veía como Albert, poco a poco la despojaba de sus vestimentas hasta dejarla completamente desnuda. No podía creer lo que veía era como una diosa del Olimpo, perfecta, de pronto sintió deseos de golpear a Ardlay, gritarle: "¡NO LA TOQUES, SUÉLTALA, ESA MUJER SÓLO DEBE SER ACARICIADA POR MIS MANOS!".
─ ¡No dejaré que la toques! ¿ESCUCHASTE? NO LA TOCARÁS MÁS.
─ Neal, ¿qué son esos gritos?
Elisa, entró, sorprendida por los gritos de su hermano, quien fue aprisa a detener la escena, pero sabía que sería en vano, pues el lugar quedaba a una hora de carretera.
En la cabaña: Albert hacía un recorrido de besos por el cuerpo esbelto de Candy, ella se sentía desfallecer. Albert al sentir su humedad le comunicó:
─Ya es hora, princesa. ¿Estas preparada?
─ Sí, hazlo.
Candy dio un leve grito.
─ ¿Candy, estas, bien, te hice daño?
─No, estoy… bien…
─ Me moveré, sólo cuando tú me lo pidas, ¿estamos?
─ Albert… Gracias por ser tierno… comprensible.
A Albert se le removió la conciencia, pero, le cumpliría, no la dejaría sola. En ese momento supo que ella era su alma gemela y agradeció a Dios y a Neal, porque gracias a su plan él ahora está con la mujer más maravillosa del mundo y no la dejaría ir bajo ningún concepto; de ser necesario se convertiría en su eterno vasallo.
Albert mordiéndose levemente el labio inferior movía sus caderas hasta profundizarse cada vez más en esa deliciosa cavidad húmeda que le apretaba su miembro.
─ ¡Te amo, princesa! ─exclamó con sinceridad.
Al llegar al clímax, se abrazaron tiernamente.
Neal por fin llegó al motel, pero la recepcionista al mirarlo sospechoso llamó a seguridad, quienes no dudaron en sacarlo.
Candy yacía desnuda entre los brazos de Albert, cuando el celular de ella, repicó. Perezosamente se fue despertando, cuando se dio cuenta que era su madre llamándole pegó un brinco para contestar:
─ ¡Directora!
─Hija, estoy en la casa. Puedes decirme madre. ¿A qué horas llegas?
─ En un rato mami. En dos horas. Comparo historias clínicas, creo que estamos frente a una endemia. Tres pacientes han ingresado con igual sintomatología, viajaron al mismo país.
─ Es preocupante, pero la ciudad de Chicago cuenta con la mejor doctora.
─ Me falta seis años para graduarme.
─ Seis años pasa rápido. En seis años tendrás 22 años ─Albert sin querer escuchó esa parte llevándolo a sacar cuentas.
─ ¡Adiós, mami!
─Tienes 16 años.
─ Sí.
Desnudo se levantó raudo de la cama; llevándose las manos a la cabeza.
─Dios, ¿qué te hice? Perdóname, perdóname, te lo imploro de corazón. Me casaré contigo, repararé la falta. Prometo que te haré la mujer más feliz de este universo.
Candy sonrió de felicidad, arrojándose a sus brazos para besarlo.
─ No Candy, esto no puede suceder más, aunque muero por hacerte mía nuevamente, no, por lo menos hasta que nos casemos. Hablaré con tu mamá y pediré formalmente tu mano en matrimonio.
Candy no lo podía creer su chico la amaba y ella a él. Albert aunque trató de no hacerla una vez más suya; ante los besos candentes que se daban la volvió a tomar.
Elisa observó toda la escena y dijo─: Eso lo veremos.
Al día siguiente Albert y Neal se encontraron. Sin mediar palabras Albert lo golpeó.
─ ¡Te prohíbo que le hagas daño! ELLA ES MI MUJER, AHORA.
Neal, limpiándose la sangre de la boca ordenó a unos hombres que salieran de su escondite y sometieran a Albert, mientras él de la manera más cobarde le daba puñetazos en el rostro y patadas en el entre pierna, a la vez que le decía:
─ ¿La follaste, ¡puto!? ─escupió a un lado─ YA NO LA FOLLARÁS MÁS.
Tomó un tubo metálico y le golpeó un costado:
─ ¡Despídete, Ardlay, de este mundo, ya estas muerto! ─Al intentar darle con el tubo en la cabeza una mano se interpuso, era George, quien al darse cuenta que su muchacho no respondía las llamadas, inmediatamente salió a buscarlo.
Pasó una semana y Candy no sabía nada de Albert, todas las noches lloraba. Prendía el televisor para que su mamá no la escuchara llorar.
De pronto, a través del parlante, una voz familiar anunciaba que en las gradas proyectarían la mejor película de todos los tiempos.
─ Recordemos las palabras textuales de nuestra, decano: todos debemos ser como Candy, seguir su ejemplo. ¡Una actriz pornográfica!, eso es lo que es ella. Ahora ya sabemos cómo obtienen el dinero, su hija monta vídeos en la web follando con cuanto hombre se le atraviese en el camino ─soltó Elisa sin contemplación. El vídeo se había hecho viral. En la parte superior derecha se oía el discurso de la directora que decía: "todos deberían ser como Candy". Y en el fondo las imágenes de Albert embistiéndola con pasión y deseo.
Los ojos de María se empañaron de lágrimas. Se volteó hacia su hija, alzó la mano derecha y con fuerza la abofeteó. Antes de darle la otra bofetada tuvo un fuerte dolor cerca del pecho.
─ Mamá… mamá… ¿qué sucede? ¡Mamá!
Continuará.
Nota: no sabía que titulo darle así que si gustan acepto sugerencias. Sujeta actualización a interés del público. Dios nos bendiga.
