Disclaimer: Kuroshitsuji no me pertenece.
Notas: Escenas. Angst.
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IV
Y aunque su expresión, sus ojos, su rostro sean igual a los de ella, no pudo evitar caer al suelo con una sonrisa adornando sus labios. Por que al fin y al cabo, después de todo ese tiempo y esos años… ella quizás si haya podido ser madre.
Porque una vez había escuchado que madre no es aquella que engendra sino aquella que cría, con ahínco y amor, con sabiduría y ternura. Dando su vida por su hijo amado. Ella se había sentido así en ese momento.
Ciel.
Quizás el sentimiento que tenía en ese momento era igual al que tendría una madre al evitar que su hijo se lastimara o muriera. Y lo importante es que su sobrino no estaba herido. Ella fue el doble, tía y madre al mismo tiempo ¿verdad?
Eso no sonaba tan mal como ella hubiera imaginado.
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III
Por la reina.
Que divertido era.
Si él supiera los miles, miles de conjuntos y diseños que ella siempre había tenido guardado. Desde que era niña, esos que le había fascinado, de colores rosas y pasteles que siempre era agradable tenerlos, lucirlos entre las demás personas y poder pasear maravillado con ellos.
Había soñado con tener así a su hija vestida. De mil colores hermosos todos los días, de cintillos y moños caros que adornara su vivaz rostro. No pudo, pero por lo menos ahora, podía ver que tal le hubiera quedado a su hija.
—Ciel.
Mientras tanto, vería ilusionada como le quedaba el vestido a su sobrino.
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II
—¿Qué?
Tuvo que bajar sus apuntes mientras seguía escuchando.
No podía creerlo.
Era la segunda, la segunda del día que pedía algo como eso y hubiera reído creyendo que era una broma si la mujer que se encontraba al frente suyo no lo diría con tanta naturalidad y disconformidad del mundo.
Y mientras ella tenía una buena carrera y dinero, lo que toda mujer desearía, no podía tener un hijo por culpa de aquel accidente. Daría todo por tenerlo. Y la que se encontraba al frente suyo lo que más deseaba era dinero y un hijo solo estorbaría ese cometido.
Que contradictorio era el mundo en el que se encontraba viviendo. Después de todo, el dinero es algo que no te llevaras a la otra vida.
Ella se encargaría de enseñarle eso.
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I
Rojo.
Toda su vida.
En esos instantes, aun cuando ella muriera, sabía que ese color la acompañaría siempre.
Desde que había nacido: de niña y sus cabellos, de joven y sus ropas, de adulta y el fuego. Todo, todo era siempre de ese color. Y ella sabía que el día que muriera, su rostro, manos y cuerpo sería del mismo rojo que tiene en ese momento en sus dedos, igual que la cara marcada por tinta roja que estaba frente suyo, muerta con su mirada abierta y perdida con la sangre roja manchando las calles y sus tacos altos de señora fina.
—Oh, cielos, oh, cielos. Qué trabajo más completo has hecho.
Y cuando ese hombre apareció al frente suyo y sus cabellos rojos moviéndose con el viento, supo que en definitiva su vida ya estaba siendo decidida.
Siempre era el rojo, el que le daba y el que le quitaba todo.
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END
Notas: Escenas de la vida de Madam Red. Por que ella, es una de mis personajes favoritos en este manga. Es tan humana.
