Bella, arriba. Tus amigos llegan en una hora – me gritó mi madre, Renee, desde la cocina.
Mi nombre es Isabella Swan y tengo 23 años. Soy recién graduada de la universidad de Derecho, al igual que mis amigos. Rose y Alice estudian diseño para un día abrir juntas su propio local y sus novios, Emmett y Jasper respectivamente, contaduría y psicología.
Alice, Emmett y Edward, son los 3 Cullen. Este último es mi novio, desde el último año de preparatoria y con quien compartí el departamento en la universidad, y estudia medicina.
El tono de mi celular: Adiccted To Love, me saco de mi ensoñación.
Bells –chilló Alice por el otro lado de la línea. Yo sonreí por su tono agudo –, ya terminamos. Iremos por los chicos y vamos a tu casa.
Vale –acepté buscando mi ropa– los espero, adiós.
Entré rápidamente en la ducha y eché un poco de shampoo de fresas, lo enjuagué y salí.
Veamos – susurré, luego de untarme en crema.
Abrí la valija y verifiqué que este todo: bikini, camisetas, pantalones, vestidos, tacones, zapatillas, libros, CDs, esmaltes y maquillaje. Cerré la valija, pero dejé fuera un rímel y gloss.
Miré la hora y me apresuré para vestirme. Me coloqué el short de jean con roturas y una camiseta, de tirantes finos, negra. Era un tanto ajustada y con la boca, y lengua, de los Rollings Stones en brillantitos rojos.
Cielo, tu maleta – habló mi padre desde afuera. Abrí solo un poco y se la pasé -. La dejaré en la camioneta.
Gracias – susurré.
Me calcé las converse negras de cuero y cogí mi cartera. Mientras bajaba urge en ella, viendo que este todo.
Hola – mis padres estaban desayunando en la cocina. Al verme me sonrieron paternalmente. Besé sus mejillas y tomé una tostada con mermelada.
Dejé mis cosas en el suelo, junto a mi silla, y tomé un poco de jugo. Terminé rápidamente y fui a lavar mis dientes.
Toma, cielo – comenzó mi padre, cuando volví a la cocina-: Las llaves de la cabaña y la camioneta…
Ya se – lo interrumpí con una sonrisa. Recordaba todo de memoria –. Que durmamos en cuartos separados, nos cuidemos, no tomemos…
En realidad, no – me miró burlón y yo lo imité, pero con desconfianza –. Estuviste 3 años con Edward en el departamento y sé que dormían juntos. Sé que se cuidaran y claro que tomaran, pero con moderación. Solo diviértanse, con cuidado.
Gracias, papi – lo abracé y ahí sonó el timbre –. Bueno, me voy.
Pásala lindo, amorcito – dijo mi madre abrazándome.
Gracias, adiós! – les sonreí. Tomé mi cartera y corrí a la puerta.
HOLAA! – gritaron abrazándome.
Y Edward? – pregunté buscándolo con la mirada.
Sentí como unos brazos me elevaban y besaban mi cuello, me dejó en el suelo y giró a su rostro.
¿Me buscabas, preciosa? – preguntó una voz aterciopelada en mi oído.
Ajam – me tomó de la cintura y nos inclinó al suelo, hasta que se escucharon silbidos y chillidos.
Vale, vale – pasé mi brazo por su cintura –. ¿Vamos? Ya tengo todo. Y no saben! Mi papa dijo que podíamos dormir con nuestras parejas! Es raro.
No es raro, linda – gritó desde adentro –. Entiendo que eres grande, adiós!
Chau! – grité.
Los chicos tomaron las valijas y las colocaron en el maletero. Subimos a la camioneta y parecía un maldito apartamento: Tenía 2 sofá cama, una pequeña cocina y un baño, claro que además de un reproductor de música y unos libros. Un televisor y conexión a internet, un maldito apartamento sobre ruedas.
Chicos, recuéstense si quieren. Total no manejan –reí.
Tomé mis gafas y me las coloqué, porque el sol daba de lleno en mi cara y era un tanto molesto.
¿Quieres que maneje, amor? – preguntó Edward, acariciando mi rodilla.
No, bebe. Deja – besé sus labios–. Luego, cuando me canse, nos cambiamos.
Listos? – pregunté prendiendo el motor.
SII! – Gritaron – DAYTONA, ALLA VAMOS!.
WOW! – gritamos todos.
Saludé a mis padres una última vez y empezamos a andar por las calles hasta llegar a la carretera, pero antes Jasper habló.
Chicos – nos llamó Jasper –, unos kilómetros antes de llegar a la carretera hay un supermercado. ¿Paramos para comprar las bebidas y frituras?.
Si – logree ver el local, y tomé bajada para llegar a él. Aparqué en el parking y bajamos todos.
Toma un carro, cielo – le pidió Alice, a su novio.
Todo bien, amor? – preguntó Edward acariciando mi mano, que tenía enganchada en mi cintura.
No – dije frunciendo el ceño –, esa rubia oxidada te mira demasiado.
¿Esta celosita, mi princesa? – rio en mi oído.
Si – dije cruzándome de brazos y haciendo el pucherito estilo Alice.
Vi como lo seguía mirando y decidí marcar territorio. Lo tomé de la nuca y estampé mis labios contra los suyos. Se volvió un beso demente y erótico. Abrí un ojo y echaba fuego por los ojos. Levanté mi dedo medio en su dirección y se fue enojada.
Quiero más de esos – dijo Edward intentando respirar.
Cuando quieras – respondí limpiando el gloss de su boca.
Eh, conejos! Vengan – gritó Emmett, haciendo que varias personas se giraran a vernos divertidos.
Matare a tu hermano – dije entre dientes mientras caminábamos hacia el.
Tu lo provocaste – acotó riendo.
Entonces no te beso mas – dije haciendo la ofendida y yendo con Ali y Rose, dejando a un Edward estupefacto.
¿Compraremos las cosas para la casa, no? – preguntó Rose.
Buena idea – me giré a Jasper y le informe de eso. El asintió y comenzó a hacer una lista mental de lo necesario.
¿Qué hacen, mis chicas preferidas? – preguntó Emmett abrazándonos.
Estas en capilla conmigo, Cullen – dije tecleando mi celular.
Un chiste, Belly-Bells – dijo abrazándome y dándome una sonrisa con hoyuelos, y lo bastante infantil, para desenfadarme.
Ash, eres como tu hermano – dije quejándome -. Me pueden.
El poder Cullen – sonrió con suficiencia y se alejó con su novia hacia la góndola de las galletas.
Ed – lo llamee. Se acercó y me abrazó –, ahora vuelvo.
¿A dónde vas? – preguntó.
Al baño – me encogí de hombros. El sonrió y me guiñó un ojo. Se fue unas góndolas lejos, 6 o 7.
Entré en el cubículo y vi a la rubia retocarse el labial. Cuando salí del baño aun seguía allí, haciendo lo mismo. Reprimí la risa mientras lavaba mis manos.
Uff – pasé mis manos mojadas por la nuca, aliviando en calor.
¿Bella? – estaba a mitad del pasillo, para ir con Edward, cuando oí su voz. Un frio subió por mi espina dorsal.
Emm… Hola, James – sonreí forzosamente.
Miré a los costados del pasillo y no vi a nadie. La bilis subió a mi garganta y bajo en forma de nudo.
¿Como estas, bonita? – preguntó acariciando mi cuello y brazo. Me corrí a un lado y le aparté el brazo con sutileza.
Emm… Bien – dije incomoda –. ¿Nos vemos, vale?.
Mmm… no – negó.
Tomó mi brazo y me pegó a la pared con brusquedad. Agarró mi rostro en su mano y lo apretó –. ¿Creo que podremos divertirnos, no crees?.
Suéltame, James – forcejeé, inútilmente.
Su mano cada vez sujetaba más fuerte mi rostro, haciéndome daño. Acercó su rostro muy cerca del mío, dejándonos a centímetros de distancia. Le escupí y me miró con oído contenido. Agarró mi cuello y me lanzó contra la entrada al pasillo del baño.
Aléjate – comencé a toser, tocando mi pecho por el esfuerzo. El ruido comenzó a llamar la atención de la gente y unos murmuros se oían.
Que pareja joven para pelearse – negó, una señora pelirroja con una amiga a su lado.
Qué lindo es el chico – gimió, una barbie operada -. Quizá es porque ella no lo satisface.
No puedo creer que esté pasando esto todos los días… – negó triste, Alice. Esperen… ¿Alice?.
Alice! – la llamé como pude. Ella me miró, entrecerrando los ojos, y jadeó de horror. Jasper llegó a su lado, preocupado, y al verme corrió a mi lado.
Bella! – Intenté pararme e ir pero James me tomó del tobillo haciéndome caer nuevamente. Mi cabeza cayó de lleno contra el suelo frio.
Ah! – jadeé de dolor. La cabeza me zumbaba y giraba. Solo podía emitir pequeños quejidos.
Jodido cabron! – gritó una voz femenina a las espaldas de James.
Su cuerpo se tensó y luego cayó, inconsciente, dejando ver a una Rose enojada y con una varilla de metal en su mano.
¿Osita? – preguntó Emmett detrás mío. Comenzó a atar cabos y se lanzó al cuerpo, quieto, de James.
¿Se puede saber qué demonios les sucede para hacer tanto alboroto? – gruño, Edward, irritado. Su vista bajo hacia mí y su mirada reflejo preocupación. -. ¿Amor, que te sucedió?.
Este bastardo – apuntó, Emmett. Rose lo tomó del brazo y lo calmó.
¿Bella, que te hizo? – tocó mi rostro y acarició mi mejilla roja -. Bella, dime por favor. ¿Te duele algo? ¿Te ha hecho algo?.
Me golpeo – murmuré silenciosa.
Su ceño se frunció, sus labios formaron una línea recta y sus manos se formaron en puños. Se levantó como el alma lo lleva el diablo y fue al cuerpo de James, que ya estaba consciente y de pie.
Eres un jodido – gruñó Edward dándole en la quijada. Cayó al suelo y mi chico se subió sobre él, dándole más golpes.
Sal, idiota – se quejó James dándole en el estomago y dejándolo sin aliento. Lo tiró a un costado y comenzó a correr.
Quédese quieto – lo apuntó el hombro de seguridad. A los minutos apareció la policía y se lo llevó.
Lamentamos lo sucedido – se disculpó el oficial -. Se ha escapado de la cárcel. Tenía un contacto como policía y lo aprovecho. Pero ahora lo mantendremos en máxima seguridad. Buenos días.
Eso espero – hablé adolorida. Edward me sujetó contra su cuerpo y suspiró enojado -. Porque no es la primera vez que me sucede.
De solo recordar que yo pude haber estado con un hombre así, me daba nauseas. Quien antes fue mi novio y ahora intento hacerme cualquier cosa, hasta golpearme… Oh.
¿Está mejor, señorita? – preguntó el gerente del supermercado.
Nos habían guiado a un cuarto y me entregó un vaso de agua con hielo.
Si. Muchas gracias – me levanté con ayuda de Edward y volvimos con los chicos.
¿Estás bien? – preguntaron de sopetón.
Si, tranquilos – les expliqué lo que había pasado y luego, de varias insistencias sobre si me encontraba bien, retomamos las compras.
¿Manejare yo, si? – propuso Edward, mientras esperábamos a que paguen los chicos. Yo negué con una sonrisa y me abracé a él.
Estoy bien, amor – lo calmé.
Una vez en el parking, los chicos comenzaron a acomodar las bolsas en el maletero. Dejaron unas cuantas dentro de la camioneta y tomamos la carretera hacia Daytona
.
Amor, deja que maneje yo – le pedí a Edward. Acaricié su melena dorada y sonreí -. Descansa un poco.
Vale – se resignó.
Paró en una gasolinera. Bajamos a estirar un poco las piernas. Compraron unas golosinas y me senté frente al volante, sonriente.
.
La pasaremos genial – dijo Emmett, prendiendo un cigarro. Le dio una pitada.
Emmett, apaga esa mierda – dije enojada, mirándolo por el espejo retrovisor.
Edward, debes atenderla – río, tirando el humo a mi oreja.
Emmett, apágalo ya! – gruñó Edward. De mala gana lo apagó y tiró por la ventana.
Qué carajo! – grité asustada al ver a una mujer pobre golpeando contra mi vidrio, con cara de desquiciada. Se fue caminando por la carretera y a lo lejos se veía un camión con troncos que logro esquivarla. Si no, no la contaba.
CONDUCE MAS RAPIDO, BEN! – chilló una mujer al lado que, por lo que se veía, se encontraba en labor de parto.
Angie, calma – dijo sobando el vientre de la mujer –. Ya llegamos. Doblamos aquí y listo.
Ahhhh! – se escuchó el grito y una mueca de dolor cuando bajaron hacia el hospital.
Que dolor – dije revolviéndome en el asiento. Edward río por lo bajini y acarició mi rodilla.
Cuando levanté la vista hacia la carretera, no podía creer lo que comenzaba.
No puede ser! – chillé al ver como uno de los troncos del camión, que casi atropellaba a la mujer pobre, impactaba contra la carretera y contra algunos autos produciendo un choque.
AHHH! – los chicos gritaron asustados.
Más y más troncos caían a la carretera. Uno de ellos impactó contra la camioneta blanca delante de nosotros, la cual por el golpe, se fue hacia atrás haciéndonos rodar por la banquina.
Olor a fuego y quemado se sentía en el aire. Pude abrir los ojos y lo primero que vi fue a Edward: Toda su cara llena de sangre, al igual que mis amigos.
No, no – gritaba con desesperación –. Despierten.
Bella – susurró Edward apretando mi mano–, te amo.
NO! – grité cuando el camión de los troncos impactaba contra nosotros y nos prendía en llamas.
Oía los gritos desesperados de mis amigos. Era horrible.
El fuego quemaba cada partícula de mi cuerpo. Me consumía entera. No hacía otra cosa que apretar la mano de Edward. El también lo hacía.
No sentí mas el apretó de Edward. Cada vez se iba debilitando, cada vez más.
Las lágrimas caían por mis mejillas. Edward había muerto. Suspiré y cerré los ojos, dejando que la muerte venga también por mí.
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NO! – grité con lagrimas en mis mejillas cayendo sin impedimento.
Amor, Bella – me llamó Edward preocupado–. ¿Qué pasa?.
El choque! – murmuré nerviosa.
La pasaremos genial – dijo Emmett encendiendo un cigarro.
Apaga eso, Emmett! – gruñó Edward, antes de que yo pueda hablar. Lo tiró de la mala gana y rodó los ojos.
No puede ser – dije asustada. Unos golpes en mi vidrio me hicieron gritar nuevamente, la anciana.
APURATE, BEN! –gritó la mujer embarazada. Su pareja la calmo y rápidamente bajaron a la entrada del hospital, como en la visión.
Bella, estas nerviosa. Cálmate – pidió Rose tocando mi hombro.
No! – Negué con lágrimas en los ojos, mientras me paraba en medio de la carretera –. Habrá un choque.
¿Qué choque? – preguntó Alice, llegando a mi espalda. Y ahí pasó el camión de troncos.
El camión – dije apuntándolo –. Eso lo producirá.
Señorita – me llamó el oficial desde afuera, tocando mi vidrio –, baje por favor.
Amor, por dios – se quejó Edward. Se bajo el también y se paró a mi lado.
Soy el oficial Jacob Black – se presento ante nosotros dos mostrando su plaqueta –. ¿Puedo saber porque paró?. Inmovilizó toda la carretera.
Habrá un choque oficial, – dije hipando – lo he visto. El camión que lleva troncos lo producirá. No sé que le sucederá pero pasara!.
Qué? – intentó hablarme, pero chillidos de neumáticos detuvieron su inquietud.
El choque se había producido. El tronco impacto contra la camioneta blanca y esta comenzó acercarse a nosotros.
CORRANSE! –gritó cuando la camioneta estaba a poco metros. Edward tiró mi cintura y nos lanzó al pasto, cubriéndome con su cuerpo.
NO! –sollocé. Gire mi cuerpo y pude ver a los chicos a unos metros de nosotros.
Mi amor, cálmate – pidió Edward llevándome con los chicos.
Móvil 3, cambio – habló Amun –. Necesito patrullas y ambulancia de refuerzo para la carretera 60, hubo un choque automovilístico múltiple.
Bella- mis amigas me abrazaron y lloramos las 3 de temor–, nos salvaste prácticamente. Hubiéramos muerto, y yo que pensé que te habías vuelto loca.
Disculpen – nos llamó el oficial –, deben ir a la comisaria a testificar. Queda a unos 47 kilómetros de aquí.
Caminaremos – determiné abrazada a Edward como una lapa.
Nos alejó un poco de todos. Amun, el oficial, les hizo unas preguntas. Edward abrazó mi cuerpo fuertemente, dejándome sin escapatoria.
Hubiese preferido morir yo, antes que tu – susurro en mi oído.
Edward! – Mis ojos se llenaron de lagrimas – NUNCA más digas eso. No podría soportarlo.
Mi Bells – suspiró.
Abrazó mi cuerpo contra su pecho, con ternura. Su mentón lo apoyo en mi cabeza, respirando profundamente.
Vamos – nos interrumpió en oficial -. Nos esperan.
Debemos ir en coche – se disculpó. Mi rostro palideció -. No aguantaran 10 kilómetros. Menos en su estado. Pero iré con cuidado, descuiden.
Vale – me tensé entre los brazos de Edward.
No dejare que te pase nada – prometió mientras entrabamos.
Por falta de espacio, claramente, me subí sobre su regazo. Recorté mi cabezo en su cuello y cerré los ojos.
Calma, mi amor – besó mi cuello.
Niños – 6 personas entraron como torbellinos a la oficina que nos habían designado. Las demás estaban ocupadas con las demás personas del choque.
Esme y Carlisle corrieron a sus hijos, al igual que los míos hacia mí. Lillian y Jasper padre corrieron a Rose y Jazz, preocupados.
¿Qué sucedió? – preguntó Carlisle, asustado. Rápidamente les explicamos y quedaron sorprendidos, por el choque y por haberlo visto.
Mi niña – mi madre me apretó contra su pecho, sollozando -. No sabes cómo fue que me llamaran y me informaran esto…
Estoy bien, mama – la calmé con una sonrisa pequeña.
Y Bella? – preguntó desesperado mi padre.
Estaba en la puerta, buscándome con la mirada. Me miró con ojos aliviados y caminó, a paso veloz, hasta llegar a mí. Me abrazó fuertemente, acariciando mi cabello.
Mi bebita – besó mi frente -. Moriría si te pasa algo.
No lo digas tú también – sollocé, recordando lo que Edward había dicho.
Lo digo porque lo siento – murmuró -. Edward también lo siente, te ama y es normal.
Amor – me llamó Edward. Al ser los últimos en testificar nos habíamos mandado a un pequeño despacho para calmarnos, en especial yo –, quería hacer esto en la noche. Hoy la vida me jugó una mala pasada y no puedo arriesgarme a perderte.
¿Qué? – pregunté confusa. Clavó una rodilla en el suelo y sacó una cajita de su chaqueta.
Mi cielo – comenzó –, ¿me harías el honor de ser mi esposa? De regañarme, mimarme y enseñarme a cambiar los pañales de nuestros futuros hijos.
Edward – lloré frente a él. Me arrodillé frente a él y reí como tonta –, claro que sí.
Te amo – Me colocó el anillo. Tomó mi rostro entre sus manos. Con lentitud se acercó a mis labios. Los acarició a penas.
Te amo – tomé las solapas de su chaqueta lo tiré hacia mi boca. Sonrió contra ella y me besó.
Hola, hola! Aquí estoy de nuevo, ocupando se tiempo xD.
Ayer me encontraba con mi mejor amigo viendo esta película y decidí escribirla, con su ayuda. Aunque fue en vano porque solo me distraía jajaja.
Espero que les guste y deseo ver unas cuantas reviews :D
*LittleVampireCullen se va a sus clases de canto*
