¡Saludos, lectores!
Espero se encuentren muy bien, disfrutando del ya casi fin de año. Esta vez, para celebrar mi segundo fanficumpleaños, decidí hacer una mega-actualización de 6capítulos6, de la cual forma parte este inicio de otra historia dorada, hecha con escenas cortas que ojalá sean de su agrado.
Aquí les presento a Shion de Aries.
Copyright a Masami Kurumada y a Shiori Teshirogi por sus personajes tan bellos. Pasen a leer, dedicado a InatZiggy-Stardust, que adora a los de Aries.
Muerte por-venir
Desde hace algunos años siente sus pasos muy cerca. Por momentos respira junto a su oído, le impregna el cuello con un vaho medio verde medio azul, helado, parecido al cosmos del antiguo caballero de Acuario.
Degel, lo recuerda aún. Pegado a sus libros, a aquellas gruesas páginas olorosas a tinta. A él le hubiera gustado mucho presenciar aquello que incrementó el eco de los pasos de la muerte. No venía de ningún pliego, sino de una exhibición de cine extranjero que hubo en Rodorio. De una imagen blanco y negro cuyo movimiento se proyectaba sobre la pared más amplia y limpia del pueblo: la muralla que detiene el mundo de pedruscos que circunda el Santuario.
Era una película sobre un leñador y su deseo de comerse un pavo él solo, sin invitar ni a su esposa ni a sus cinco o seis hijos. Había una gruta llena de velas cortas y largas, idéntica al cielo cuando anochece, un diálogo entre el diablo, un ángel viejo o un dios, la muerte y el leñador. Los tres primeros querían comer del pavo y el hombre decidió compartirlo nada más con la muerte. En una escena, todavía se lo repite, alguien le decía al leñador que su muerte podría esperarlo junto a un árbol que aún no crecía.
Un árbol; después de casi doscientos años, Shion ha visto demasiados árboles crecer y morirse junto a los caminos. ¿Al lado de cuál lo espera su muerte? ¿Ahora es una semilla, un brote, un árbol con frutos rojos entre sus ramas? No sabe. Y tampoco es que tenga miedo, sólo debe prevenirse; la armadura de Aries todavía no tiene dueño y no le gustaría dejarla así. Debe encontrar al candidato.
Por eso no ha dejado de viajar los últimos meses. Grecia, la India, Italia, Francia, España. Nada. Quizás aquí, cerca de Jamir, en el Tíbet, tenga más suerte, se dice. Aunque las revueltas no ayudan mucho. Las calles son una confusión de uniformes oscuros, un desorden de gritos, de puertas derribadas.
De pronto la hebra de un cosmos incipiente. Es demasiado débil, al Patriarca le cuesta mantener su concentración a fin de localizarlo. El antiguo poseedor de la armadura de Aries se abre paso en calles donde el polvillo de los escombros teje pequeños remolinos. Nadie se atreve a detener a ese hombre alto, de ropas resplandecientes. Shion sigue caminando hasta llegar a la entrada de un templo semiderruido.
Y entonces lo ve. Es un niño, se parece al mensajero que llegó al Santuario luego de la muerte de Albafica, Atla. Su gorra negra, calada hasta las orejas, y el cabello que se nota revuelto debajo de esa tela gruesa, destacan entre numerosas cabezas casi al rape, oscuras y sin gorra. Quien junto a Dokho sobreviviera a la anterior guerra en contra de Hades, adivina la ausencia de cejas, los dos lunares por encima de esos ojos claros. Cómo podrá acercarse a él sin asustarlo, piensa al tiempo de revolverse el bolsillo. Encuentra un caramelo. A los niños les gustan, piensa, sonríe, mientras extiende la mano frente a un pequeño que no sabe dónde esconder la mirada.
Próximo capítulo: Hasgard.
Nota: la película que vio Shion es mexicana y se titula "Macario". Basada en el relato de B. Traven y en el cuento "El ahijado de la muerte", de los hermanos Grimm, se filmó a principios de la década de los sesenta, o eso recuerdo. Es bastante recomendable, más que nada por los diálogos –cuando escuché lo del árbol, me dije que aquella frase no podía pertenecer a un guionista sino a un escritor serio. Y así es: el guión lo escribió el dramaturgo Emilio Carballido.
