- Felicidades mamá, feliz día de las madre

- Gracias mi amor, es hermoso el regalo que has hecho para mí

- Te amo mami, es una obra de teatro que escribí para ti - Los ojos de la madre se cristalizaron a comenzar a leer las líneas de aquella obra de teatro escrita por su hijo de casi 7 años de edad. No sólo el hecho de que este día de las madres se acordará de brindarle un regalo único pues fue hecho pensando en ella; fue también el hecho de que le traía tantos recuerdos del pasado que hubo dejado en el olvido.

- Yo aún más que a nada mi pequeño

- Tengo hambre

- Definitivamente heredaste lo glotón de mi…

- Creo que sólo eso…. Por qué en nada más nos parecemos mamá

- Eres una copia fiel de tu padre - El silencio acompañó aquel pequeño apartamento de la ciudad de Brooklyn. Candy vivía junto a su hijo en un modesto apartamento, la vida le hubo cambiado, pero no se arrepentía de nada; era feliz junto a su hijo. Ella sabiendo que había tocado un tema que ella mismo hubo prohibido hace mucho tiempo atrás, intentó cambiar el tema pero le fue imposible

- Mi padre… ¿Algún días me hablaras de él?. Sé que tú me prohibiste hacer preguntas sobre mi padre, mi orígenes y…

- Terry por favor hijo ya hemos hablado mucho sobre este tema

- Madre ¿No crees que tengo derechos de saber? No conozco a nadie de tu familia y menos de mi padre. No tengo una foto de él, ni siquiera sé su nombre.

- Hijo…. Yo…

- Sé lo que me dirás que aún te duele, pero piensa en mí aunque sea un poco. Sé que has hecho todo por mí, qué has trabajado mucho para darme todo lo que te ha sido posible. Pero hoy día de las madres sé que debo darte alegrías, pero…. Madre yo, yo necesito saber. Por favor

Dijo el joven mirando a su madre con las lágrimas bajando como lluvia de verano. Candy miró sus ojos zafiro, se levantó y acarició su cabellera castaña, tan larga y sedosa como la del dueño de su corazón. Cómo explicarle a su hijo tantas cosas de su pasado, como traer todo aquello que mantuvo en el olvido a su realidad.

Pero al mismo tiempo una voz le decía que él tenía todo derecho de conocer a su padre y ella de cerrar ese capítulo de una vez y por toda.

- Busca tu abrigo…. Vamos a salir hijo

- ¿A dónde vamos madre?

- No preguntes por favor, solo has lo que te pido

- Si madre

Candy y su hijo salieron de su pequeño hogar y se dirigieron a la estación de tren, ella sabía que las posibilidades de encontrarlo eran pocas, pero esta vez debía de hacerlo por su hijo.

Durante todo el trayecto en el tren, Terry pudo darse cuenta que su madre estaba nerviosa y que más de una lágrima solitaria se derramó por sus mejillas. Se sintió mal por haberle ocasionado tanto dolor a el único ser viviente que tenía y que amaba más que a su propia vida.

- Madre volvamos a casa, no me gusta verte así

- Esto es algo que tarde o temprano tiene que pasar.

El tren se detuvo en la parada que daba acceso a la calle Broadway. Era el sueño del joven pode visitar esa parte de la ciudad de New York que sólo en periódicos y revistas conocía. Al salir del tren quedó deslumbrado por aquel imponente lugar.

Ya pasaron de las 6:00 de la tarde y las luces de la calle estaban comenzando a encender. Terry miraba con su boca abierta aquel lugar. Agarrado de la mano de su madre se sentía que estaba viviendo un sueño.

Candy caminó segura y a paso veloz como mandaba aquella gran ciudad hasta detenerse frente al teatro Stratford. Para ella representaba dolor y miedo; para el pequeño Terry un sueño hecho realidad, no podía creer que por fin estuviese frente al teatro más importante de todo el país. El lugar de las más grandes estrellas de teatro como Terrence Graham, Karen Klais entre otros que hacían soñar a cualquiera.

El joven no entendía el por qué estaban parados, su madre parecía un maniquí mirando hacia la nada con los ojos llenos de lágrimas. Poco a poco Candy se dirigió a la entrada y se acercó al portero, pidiéndole a su hijo que le esperase un momento.

- Buenos días señor. Necesito hablar con el señor Granchester, perdón el señor Graham.

- Lo siento señorita el señor Graham no atiende a nadie sin cita previa.

- Por favor es muy importante

- Lo siento

Un dolor entró en el pecho de Candy, por fin hubo tenido las fuerzas de buscarlo, pero le sería difícil verlo. Tenía que buscar la forma, no debía defraudar a su hijo, no está vez.

- Disculpe le vuelva a molestar, pero podría darle una nota a la señorita Karen Klais. Ella me conoce y le aseguro que no se meterá en problemas

- Está bien señora, solo por qué veo en sus ojos que realmente necesita hablar con ella.

Candy sacó lápiz y papel de su bolso y rápidamente escribió un corta nota la cual le pidió al señor le entregase personalmente a Karen. El hombre tomó la nota y se dirigió hacia el interior del teatro; a su vez Candy volvió al lado de su hijo sin decir una sola palabra, muy adentro oraba para que Karen se acordará de ella. Sabía que su relación con la artista fue muy corta, pero era su única esperanza.

Candy y su hijo esperaron por unos 20 minutos, las esperanzas de la rubia estaban por caer al piso cuando vio salir una bella mujer de cabellos castaños y dirigirse a ella.

- Candy, no lo puedo creer…. ¿Como estás?

- Muy bien Karen… ¿Y tú?

- Muy bien estrenando una nueva obra

- La Celestina - Dijo el joven Terry que aún no podía creer que su madre estuviese hablando con una de la estrellas más importantes de teatro del momento.

- Dios mío es una copia exacta de….

- Si lo es, necesito hablar con él.

- ¿Cómo es posible que él nunca me dijera que soy Tia? - Karen se acercó al joven abrazándolo y mirándolo fijamente.

- El no lo sabe - Dijo Candy bajando la cabeza ante la vergüenza de que Karen la juzgará

- Son como dos gotas de agua, es increíble … Vengan vamos a mi camerino antes que vengan los reporteros

- ¿A su camerino señora Klais?

- No me digas señora que me pones vieja, dime tía suena mucho mejor

- Gracias tía- Si mañana contará que mi tía es Karen Klais no me creerían - Pensaba Terry emocionado ante la idea de pisar por primera vez en su vida aquel teatro del que tanto leía y que tanto le fascinaba. Karen tomó a ambos por los brazos y se dirigió junto con ellos a su camerino

- ¿Y como te llamas sobrino?

- Terrence G. Andley

- Debí suponerlo… Oh Candy que bello es tu hijo. Aunque debo decir que no tiene nada de ti. Es todo padre

- ¿Usted conoce a mi padre?

- Digamos que soy casi hermana de tu padre y que me fascina hacerle la vida imposible

- ¿El se encuentra?

- Si, después de la muerte de… Bueno la verdad que ha estado muy solo, bueno tu ya lo conoces mejor que nadie. Aunque nunca hubo amor, estuvo hasta su último día; cumplió con su promesa como todo caballero inglés que es. - Para Terry saber que conocería a su padre le llenaba de una alegría nunca antes sentida.

- ¿Mi padre es inglés?

- Si hijo, tu padre lo es. Tu padre y yo nos conocimos en Inglaterra, hace ya tanto tiempo...

El corazón de Candy estaba a mil por horas. No sabía si gritar, llorar o salir corriendo. En menos de unos minutos Karen le hubo dicho tanto que la hicieron volver al pasado.

- Candy a esta hora siempre se encuentra en las tablas practicando sus líneas. Tú sabes lo perfeccionista que es

- ¿Mi padre es actor? Madre ¿Quien es mi padre?

Candy se detuvo, tomó a su hijo por los hombros y le dijo.

- Hijo sé que lo que te voy a pedir es difícil ya que sé cuánto deseos tienes de conocerlo, pero él no sabe nada sobre ti. Permíteme hablarle primero y luego te presentaré

- Está bien madre – Dijo el joven un poco desilusionado ante las ansias loca que tenia de conocer su padre

- Candy ve que mi sobrino y yo vamos a dar una vuelta por aquí. Estaremos en mi camerino…

- Gracias Karen, como siempre eres un ángel

- Lo sé…. Por favor devuélvele la sonrisa que lleva pérdida por más de 8 años

- Karen no cambias

- Genio y figura…

Candy besó a su hijo, sabía que el paso que iba a dar no era fácil para ninguno de los tres, si Terry la rechazaba y rechazaba su hijo sería el dolor más fuerte que pudiese sentir. No sólo por ella está vez, sino por su pequeño Terry.

Entró al majestuoso teatro por la entrada de los actores y vio la figura de aquel hombre que de espalda a ella ensayaba sus líneas. Candy lo miró de arriba a abajo, examinó cada movimiento que hizo, nunca pensó cuando se levantó que este día terminaría de esta manera, volviendo al pasado.

De repente Terry sintió un dolor en su corazón y luego una sensación que hacía mucho tiempo no tenía. Entonces aquel aroma a flores llenó sus sentidos y volteo para encontrarse con aquellas esmeraldas que le miraban y le decían tanto sin palabras.

El silencio estuvo entre ambos, sin saber quién lo rompería, ella decidió ser la primer que hablara pues ella hubo sido quien le buscó.

- Hola Terry

- ¿Candy?

- Si soy yo…. ¿Cómo estás?

- Bien y tú

- Bien, disculpa que te moleste. Sé que hoy tienes una presentación especial por el día de las madres, pero necesito hablar contigo. Sólo tomará unos minutos. Prometo ser breve…

- No entiendo qué quieres que hablemos luego de tanto tiempo

- Es importante

- Candice Leagan no tengo nada que hablar contigo – Candy quedo asombrada ante aquel apellido con el que le llamó Terry… No entendía pero debía aclarar la situaciónn

- ¿Leagan? ¿De donde sacas que me apellido así?

- Hace unos años lo leí en la prensa

- Nunca me he casado Terry

- Pero…

- Sólo fue una treta de los Leagan para conseguir el dinero de los Ardley.

- ¿Qué quieres un préstamo? ¿Dinero? Sé que ustedes los Ardley perdieron mucho con la guerra.

- Terry no vine por tu dinero, necesito hablar contigo de algo muy importante

- Yo no tengo nada que hablar contigo

- Terrence Graham Granchester no me voy a mover de aquí hasta que hablemos, vas a tener que buscar quien me saque. No vine de tan lejos a ver cómo sigues siendo el hombre testarudo y caprichoso de antes. – Le dijo Candy colocando sus manos en la cintura y acercándose a él como cuando estaban en el colegio.

- Así que sigo siendo el caprichoso de antes

- Si lo eres

- No dejas de ser la misma mona con pecas. ¿Dime de cuanto quieres el cheque que con gusto te lo daré?

- Vine hablar contigo por las buenas, pero no a que me humillen. Me doy cuenta que fue en vano intentar hablar contigo de forma civilizada

Candy lo miró con furia, apretó sus puños y dio media vuelta. No iba a permitir que nadie la humillarse por dinero, ya bastante hubo pasado por ser madre soltera y tener que ser la comidilla de sus compañeras de trabajo. No esta vez no se dejaría y menos de Terry.

La joven comenzó a caminar hacia el camerino de Karen. Terry al darse cuenta de que se iba, por un momento iba a dejar que su orgullo dolido la dejase ir, pero su amor fue mucho mayor y corrió para alcanzarla.

Al entrar al camerino de Karen, Candy entró llorando desesperadamente, Karen la abrazó y su hijo apretó los puños en señal de molestia y coraje por aquel que hubo hecho llorar a su madre de esa forma.

- Es un estúpido

- Eso no es cosa nueva Candy, llora sé que llevas mucho dentro de ti.

- Candy…. Perdóname

Fue la voz de Terry que se escuchó detrás de las jóvenes. Si había algo que él odiaba era ver llorar a Candy y saber que lo hubo logrado lo hizo sentir el peor de los seres humanos. Al escuchar la voz, El pequeño Terry lo miró y sin decir una palabra entendió que ese era su padre. Por su parte Terry quedó sin habla al mirar aquel joven que era una copia exacta de sí mismo a esa edad; sus ojos lo miraron de arriba abajo, cada detalle del joven, su pelo, sus ojos, su nariz y hasta aquellas pequeñas pecas que se encontraban en la misma.

Candy soltó el abrazo de Karen, respiró profundamente y tomó la mano de su hijo y la de Terry. Estos dos seguían mirándose fijamente sin poder decir palabra alguna.

- Terrence Granham Granchester, te presento a tu hijo Terrence Graham Ardley

- ¿Mi hijo?

- Si Terry…