Jane había salido de Volterra durante unos días para hacer un recado ordenado personalmente por Aro. Le había encargado ir a Seattle para visitar a un antiguo amigo suyo, y recoger un collar que había mandado hacer para su nueva esposa.

Cuando Jane lo escuchó pensaba que estaba de broma, porque no podía creerse que la mandara a ella a una tontería como esa, ¿recoger un collar? ¿En serio? Fue lo primero que se le pasó por su mente cuando se lo dijo, pero por su manera de mirarla supo que no solo la mandaba a por eso, si no que le estaba insinuando que podría pasarse por Forks para ver cómo crecía la pequeña de los Cullen, Renesmee.

Al dejar Italia Jane se dio cuenta de cuanto necesitaba ese viaje, y abandonar su hogar aunque solo fuera por un par de días. Des de lo sucedido con la familia Cullen los hermanos Vulturi estaban cada vez más irritables entre ellos, ya que no todos estuvieron de acuerdo en dejar a la pequeña con vida, y el ambiente era cada vez más tenso, hasta llegar a ser insoportable para los demás vampiros que allí vivían. Además había empezado a distanciarse de su hermano Alec, porque este se había "enamorado" de una nueva vampiresa llegada al clan.

Aro no le había dicho cuanto tendría que tardar en volver, así que Jane decidió tomárselo con calma y disfrutar un poco de esos días de libertad. Después de recoger el collar y tener que aguantar las aburridas historias del amigo de Aro, pasó unos días en Seattle comportándose como una neófita, una vampiresa recién creada, ya que salía todas las noches en búsqueda de humanos de los que alimentarse, y no lo hacía con mucho disimulo porque había descubierto lo divertido que era matar a alguien en medio de un oscuro bar, o en un lúgubre hotel después de haber pasado una entretenida noche con su víctima en la cama. Cuando vio que podía empezar a levantar sospechas por tantas misteriosas desapariciones, pensó que lo mejor sería acercarse a Forks y ver cómo iba la familia Cullen.

Una vez en ese pequeño pueblo, Jane decidió que para que no pudieran reconocer su oler ni los vampiros ni esos asquerosos chuchos lo mejor sería robar algo de ropa y perfume en alguna casa cerca, pero tuvo la mala suerte que a la chica que le quitó la ropa le gustaba vestir de forma mmm provocativa… No le dio mucha importancia porque en verdad Jane era muy orgullosa y le encantaba que todo el mundo la mirar cuando pasaba por su lado.

Una vez vestida y embadurnada de un perfume que para su gusto era demasiado dulce, empezó a andar por el bosque en busca de la casa de los Cullen, pero cuando se encontraba bastante cerca pudo oír una voz detrás de ella:

Perdona, creo que no te conozco, ¿Te has perdido?

A Jane se le hubiera helado la sangre si fuera humana, porque reconocía esa voz, y sobre todo ese olor a perro mojado. Su primer impulso fue huir, porque seguro que a Aro le enfadaría que la hubieran descubierto, pero no podía desperdiciar una oportunidad tan buena de divertirse…

Venga perrito, claro que me conoces, y no creo que no me he perdido – contestó Jane mientras se giraba y se encontraba cara a cara con un Jacob semidesnudo.