A veces pienso cómo fue que llegamos a esto

A veces pienso cómo fue que llegamos a esto. ¿Cómo fue que te convertiste en mi todo? ¿En qué momento empecé a engañar a Ron?

Te observo dormir luego de una intensa noche de pasión, esas donde la ropa molesta y la piel quema. Tengo una leve sospecha de algo que no es bueno para ninguno de los dos en estas circunstancias. No voy a decírtelo, al menos no por ahora.

Observo la lluvia caer en el exterior de ese departamento que, muchas veces, fue nuestro lugar de encuentro. Gris, como las nubes, como tus ojos, estoy yo por dentro. Siento culpa por Ron porque aunque la relación no iba muy bien eso no me daba excusa para engañarlo. Pero no puedo evitarlo, ¿sabías? Es que te veo y me pierdo.

Nuevamente te observo dormir, desnudo, tapado solamente por la fina sábana blanca. Yo, desde el otro extremo de la habitación en un sillón, tomo una coca-cola; ese hábito que adopté cuando fallecieron mis padres, ese vicio muggle que yo te inculqué.

Recuerdo la primera vez que toqué tu piel, en tercer año de Hogwarts. En ese entonces no me percaté de lo suave que era hasta que la toque por segunda vez...

Flash Back.

Hermione caminaba por los jardines de su colegio pensando en la reciente discusión con su pelirrojo amigo. Sabía que tenía razón pero también sabía que Ron no lo admitiría y eso le molestaba.

Sin darse cuenta había terminado en el árbol en el que tantas veces leía, pensaba, lloraba, sentía…Algo le llamó la atención: alguien le había ganado puesto. Un bulto negro, seguramente una persona, se encontraba al pie de árbol temblando. No le veía la cara debido a que tenía una capucha que la escondía. Caminó los metros que la separaban del "bulto" y se sentó a su lado. Ella levantó la mano y la acercó al hombro de la persona que lloraba. Lentamente el desconocido giró su cara y la miró a los ojos. La extensa capucha negra escondía tras de sí unos hermosos ojos grises repletos de surcos de lágrimas. Esos inconfundibles ojos claros, azul como un iceberg, grises como el cielo en una tormenta. Hermione olvidando que el que lloraba era su peor enemigo lo abrazó con todo el amor que pudo darle. Él, sin pensar quien le daba el abrazo, se lo correspondió. Esa fue la única vez que Hermione Granger vio llorar a Draco Malfoy.

-Granger… mi madre… mi madre mu… murió, Granger-le confesó con la voz entrecortada.

Ella no sabía que decir así que aferró más a él. Estuvieron así más de una hora. Él lloraba, ella lo abrazaba. Sin querer, le rozó la mejilla. Ese roce, de unos pocos segundos, en la misma mejilla que había tocado una vez para dañarlo, le resultó la más suave del mundo. Ese roce le alcanzó para estremecerse de pies a cabeza. Para él pasó desapercibido ya que se levantó y murmurando un: "Gracias Granger", se alejó de ella.

La castaña tenía que admitir que no fue muy afectuoso a lo último, pero que un "gracias" de Draco Malfoy era muchísimo más de lo que podía esperar.

Fin Flash Back.

Recuerdo que cuando comenzó el año todos advertían que estabas diferente, ya no insultabas al "Trío de Oro", ni a los sangre impura. Recuerdo, también, que luego de ese encuentro ibas algunos días al lago, a ese árbol, a buscarme. Te quedabas ahí, abrazado a mí, y yo no ponía resistencia. Cuando determinabas que ya era demasiado tiempo te ibas con tu simple: "Gracias Granger".

Nadie sabía de nuestros encuentros, al menos no de mi parte. En los pasillos solo cruzábamos miradas disimuladas, temerosas de ser descubiertas. Una tarde de esas en las que me encontrabas junto al árbol, no aguanté más y decidí preguntártelo…

Flash Back.

Dos jóvenes se encontraban abrazados a la sombra de un árbol. Cualquiera que no los conociera, diría que eran novios o, al menos, amigos. Pero nada eso. Esos jóvenes ni siquiera se conocían, es más, si quitaran esos encuentros, eran enemigos.

-Malfoy, ¿siempre me vas hacer lo mismo? ¿Vas a venir aquí, me vas a abrazar, pasará un tiempo y te irás con tu simple "Gracias Granger"? Al menos dime algo... Draco, por favor.

Escuchar su nombre en la boca de ella lo hizo estremecer. Pero el no podía, no debía ser débil. La necesitaba, sí. Porque con ella había descubierto un escape de la realidad, de su realidad. Así, sin que le hablara. Solo con su presencia, con sus cuerpos juntos, con su mirada.

-No lo arruines Granger-espetó brusco.

-Pero Draco…

-No Hermione, no. Adiós.

Y como tantas otras veces, se levantó y se fue hacia el castillo con su arrogante caminar. Ella solo se esperanzó por ese "Hermione" que había salido de sus labios, sin intención. "Al menos ya no me llama sangre sucia", pensó.

Y a ese encuentro le siguieron otros diez, en los que el rubio no hacía más decir: "Hola Granger", "Adiós Hermione". Pero ella no lo presionaría, estaba segura que tarde o temprano, le diría algo más, por lo menos algo.

Fin Flash Back.

Y así lo hiciste. Al fin y al cabo no estaba tan equivocada. Había olvidado que, ese día yo iba camino a Hogsmade, pero todavía no había llegado a la puerta del castillo. Yo iba caminando con Ginny y recuerdo haberle dicho que les dijera a los chicos que no me esperaran, que yo lo alcanzaría en cuanto me desocupaba. No estaba tan desacertado lo que hice, aunque en ese momento no lo supiera…

Flash Back.

Ginny Weasleyy Hermione Granger caminaban hacia la puerta del castillo para ir a Hogsmade. De pronto se pararon en seco porque un par de ojos acero les impedían el paso. El dueño de éstos agarró por el brazo a Hermione, pero la pelirroja replicó diciendo que no era seguro que estuviera con Malfoy. La castaña le sonrió y alegando que ella se sabía defender, le dijo que fuera con Harry y Ron, que ella los alcanzaría cuando terminara de hablar con Malfoy. La pelirroja, sin protestar, se fue caminando por el solitario pasillo.

Draco tiró del brazo que anteriormente había tomado. La metió en un aula vacía y le dijo:

-Buenos días, Granger.

-Juro que por un momento pensé que solo sabías decir: "Hola Granger", "Adiós"-le dijo sarcástica.

-Bueno, como ves, sé decir más que eso.-Rodó los ojos.

Ella puso cara de exasperación.

-¿Necesitas algo más, Malfoy? Harry y Ron me están esperando…

- ¡Por favor Granger! ¿¡Me vas a decir que prefieres estar con San Potter y la comadreja antes que conmigo!?-explotó

-Sí Malfoy.

-Pues tus tardes conmigo debajo de ese árbol no dicen lo mismo.

Ella se ruborizó por la mención de esos encuentros que eran prohibidos para ambos, él pareció notarlo pero no dijo nada.

-Piensa lo que quieras Malfoy, yo me voy-le dijo la castaña tratando de esquivar el tema y acercándose a la puerta.

-Detente-murmuró tomándole el brazo.

-¿Qué diablos te sucede hurón?-interrogó girándose hacia él.

-¿Quieres saber qué diablos me pasa, Granger?-dio un paso acercándose más, que enseguida ella retrocedió.- ¿Eh? ¿Quieres saber, Granger?-dio más pasos hacia ella que esta vez no pudo retroceder porque había chocado con la pared. Entonces, terminó de acercarse quedando uno pegado al otro.

Ella tenía la respiración entrecortada y él la miraba fijo, sin perderse ni uno solo de sus movimientos. Se acercó a su oído y ella instintivamente cerró lo ojos. Él murmuró:

-¿Quieres saber, Hermione?

Ella asintió. El volvió al frente y la vio: tenía los ojos cerrados, la respiración entrecortada, las pecas, el pelo… se veía hermosa.

-Me estoy volviendo loco, Granger. No sé que me pasa.-lentamente se acercó y la besó.

Le llamó la atención que ella le correspondiera el beso. A ese beso le siguieron uno, dos, tres…

-No vayas a Hogsmade, quédate conmigo, Hermione.

Ella ya no era una santa, la comelibros, la ratón de biblioteca. Había descubierto que era linda, que atraía muchas miradas masculinas y que eso era muy satisfactorio, lo aprovechó, siempre y cuando sus notas no bajaran. No desperdiciaría pasar un rato con Draco Malfoy, aunque no hicieran nada, el rubio era muy lindo y si estaba cambiando tal vez merecía una oportunidad.

El rubio la había vuelto a besar así que cortó el beso solo para decirle:

-Me quedaré.

Él le sonrió y volvió al ataque. Pasaron toda la mañana abrazados, besándose, riendo, de vez en cuando burlándose del otro.

Era tarde y pronto empezarían a llegar todos de Hogsmade. Draco acompañó a la castaña a su sala común y se despidieron con uno de esos besos que te quitan hasta la última gota de aire. Ella le sonrió coqueta y entró en su sala común dejando al rubio solo, camino a la suya.

Durante la cena se miraron continuamente para ver que hacia el otro.

Fin Flash Back.

Yo no me había dado cuenta pero poco a poco me empezaste a gustar… solo me gustabas, pero ese sentimiento era lindo. Pero poco a poco mis sentimientos se fueron cayendo junto con mi idea de otra oportunidad para Draco Malfoy. Desde que me besaste por primera vez ya habían pasado 15 días y no venías a verme más al árbol y habías vuelto a insultarme en los pasillos. Empecé a pensar que me habías utilizado, que me usaste mientras te serví, que ya no valía la pena.

Flash Back.

Hermione estaba sentada bajo un árbol muy recurrido por ella y cierto rubio. No estaba bien, se sentía usada, se sentía mal. No lloraría, el rubio no merecía una sola de sus lágrimas. Además la culpa era de ella porque Malfoy no le había dado ningún tipo de esperanza, al fin y al cabo era exclusivamente su culpa. Se encontraba distraída cuando el rubio apareció con el aparente fin de molestarla.

-Sangre sucia…-murmuró a modo de saludo.

-Mira Malfoy, primero me besas, luego no me hablas por dos semanas excepto que sea para insultarme. ¿Me harté, entiendes?

-Granger…. No sabía que fuera tan importante para ti como para contar lo días en los que no te hablo…

-¿Pues, si me importas, qué?-interrogó desafiándolo.

Él, que no se esperaba esa respuesta, olvidó la cara de superioridad y asco, y le dio lugar a una de sorpresa. Se sentó a su lado y apoyó la cabeza en las piernas de ella, que instintivamente le acarició el cabello pero cuando fue conciente de lo que hacía, se paró en seco.

-Herms,-dijo con la vista perdida en algún lugar del lago, acariciándole la mejilla-intenté olvidarte y no lo logré. Estas semanas tuve que levantar una máscara entre nosotros, no podemos estar juntos por más que quiera. Si no, tal vez, puedas salir lastimada.

-No… no te entiendo-murmuró nerviosa.

-Que debo casarme, Hermione.

-No, no puede ser… Draco, tú… tú me gustas. No te cases, por favor.

-Yo no quiero casarme, Hermione. Mi padre me obligó. Debo casarme con Astoria. Vengo a despedirme, yo quería algo en serio contigo pero aunque falte mucho tiempo para que me case en algún momento tendremos que cortar lo que sea que tengamos y nada mejor que cortarlo ahora, por lo sano.

Se notaba que no estaba de acuerdo en lo que decía, pero era lo mejor. No debían sufrir por algo que todavía no habían empezado. Pero Hermione necesitaba tener una idea de lo que pudo haber sido, de lo que ella, muy dentro suyo, quería que fuera. Luego de pensarlo, le ofreció:

-Regalémonos una tarde, con lo que pudo ser. Ambos sabemos que no será, pero podría ser una despedida. Una despedida de lo que empezó siendo tardes bajo un árbol y terminará siendo nada.

-Hermione eres una gran persona-le dijo Draco-. Sé que viniendo de mí no es gran cosa, pero te lo digo con toda la sinceridad que alguien como yo pueda llegar a tener.

-Es mucho más de lo que puedo esperar-él le sonrió-. Ven, vamos a otro lugar, podrían vernos…

Caminaron por los pasillos de Hogwarts y terminaron en la sala de Menesteres. Cuando entraron había una chimenea, grandes sillones y un gran ventanal que daba a los jardines de Hogwarts pero que, seguramente, desde los jardines no se vería. Pasaron el resto de la tarde juntos, en aquella sala. Abrazados, besándose, pensando… disfrutando de lo que sería su última tarde juntos, de esa tarde que ninguno de los dos quería que acabara. Esa tarde que cuando terminara se llevaría consigo un poco de su amor, un poco de su alma, un poco de su corazón.

El sol caía. Ambos jóvenes se encontraban sentados en uno de los sillones de la sala y se besaban como nunca antes se habían besado. Su vida se iba en ese beso, su vida, su alma, su pasión. Era un beso distinto a todos los que se había dado. De pronto, sin que uno se diera cuenta, el sillón de esa sala que cumple tus deseos, se convirtió en una cama. La castaña cuando se percató de eso se sonrojó, él solo se limitó a sonreír. Hacía horas, tal vez minutos, que se besaban, uno al lado del otro. Hermione sentía que no podría aguantar, así que toó la iniciativa. Lentamente, le quitó el grueso suéter que llevaba puesto el rubio. Él se separó de ella y le dijo:

-Herms, tal vez no deberíamos seguir.-Al ver su cara agregó:-no es porque no quiera. No deberías probar algo que sabes que no repetiremos, al menos no juntos.

-No me importa, Malfoy. Quiero saber lo que pudo haber sido, a pesar de saber que mañana no despertaras conmigo; de que en los pasillos volveré a ser la "sangre sucia"; de que volverás a ser el "hurón"; a pesar de saber que no volveré a tocarte.

-Solo si prometes no volver a llamarme Malfoy en privado.

-Esta bien, hurón-bromeó ella.

Ambos soltaron una carcajada y volvieron a besarse. Esta vez el rubio tomó el mando y poco a poco le fue quitando el suéter que llevaba bordado el escudo que él tantos años odió, el escudo de Gryffindor.

Ella tenía miedo, nunca había estado con nadie, pero tenía el presentimiento de que el rubio la cuidaría.

-Herms, si… si no quieres… podemos…-le dijo el ojigris entre jadeos.

-¿Puedes parar de hablar? Voy a aburrirme-le respondió para romper el hielo.

-Sé que es tu primera vez, y generalmente no dudo, pero contigo es diferente, quiero cuidarte. Tal vez no quieres estar con alguien que sepas que ya no volverá a ser tuyo.

-¿Dónde está el Malfoy salvaje con el que se había acostado medio Hogwarts?

-Se acabó cuando descubrí que puedo querer.

-En estos momentos tendría que volver-dijo provocándolo.

-¿Extrañas al Malfoy petulante, orgulloso, sensual y arrogante?

-Que no lo seas conmigo no quiere decir que hayas dejado de serlo-le dijo entre beso y beso.

-Si es lo que quieres, volveré a ser el de siempre-dijo con ironía.

Sin perder tiempo se puso sobre ella, le desabrochó los botones de la camisa mientras le besaba el cuello. Ella, que tampoco iba a dejar que el rubio hiciera todo el trabajo, le sacó la camisa. Le besó el cuello, la boca, el lóbulo de la oreja. Él, que pensó no aguantar más, terminó de quitarle la blanca camisa junto con la corbata de los colores de su respectiva casa. Ella intentó quitarle el pantalón, pero el le murmuró en el oído:

-No vayas tan rápido, disfruta el momento.

Ella volvió a besarlo. Pronto las luces de la Sala de Menesteres se fueron apagando, dejando a los jóvenes jadeantes, iluminados solo por la blanca luz de la luna que se colaba por la ventana. Se besaron hasta que no aguantaron y ella le quitó el pantalón mientras el recorría su cuello con pasión. Lentamente le quitó la pollera. Ella se sonrojó. Ambos estaban únicamente en ropa interior, y aunque lo que estaban a punto de hacer lo deseaba, también le daba vergüenza. Con la rapidez que solo práctica otorga, le desabrochó el sostén. Hizo en sus pechos todo lo que antes había hecho en su cuello, logrando gemidos de su amante. Ella solo arqueó la espalda mientras el rubio le enseñaba lo que era hacer el amor, lo que era la pasión, lo que era querer más. No aguantó más y, girándose para quedar sobre él, le quitó el boxer gris con rayas blancas que, al igual que toda la otra ropa, quedó perdido en algún lugar de la habitación, lejos ellos. Ya no podrían seguir estirando lo inminente, así que el le quitó última prenda que le quedaba puesta a la castaña. Volvió a girar, quedando sobre ella. La besó. Ese beso era cálido, tierno porque sabía que le causaría un leve dolor a la castaña antes de llegar al punto máximo de placer. Tomó la varita, hizo el hechizo anticonceptivo y se unieron en uno solo. Ella gimió de dolor, abrazándose a él. Él la acarició para tranquilizarla, y juntos alcanzaron, eso que ambos deseaban desde que se quitaron la camisa. Ella sonrió exhausta, él la miró. "Es hermosa", pensó.

El rubio y la castaña descansan juntos, uno al lado del otro. Ambos tenían amplias sonrisas en sus caras porque, a pesar de ser una despedida, fue la mejor despedida de sus vidas. Él giró la cabeza para mirarla y le confesó:

-¿Sabes? Hoy ha sido mi primera vez…

-¿Me vas a negar que te acostaste con medio Hogwarts?

-La primera vez que hice el amor, porque he tenido sexo, pero nunca había hecho el amor.

Ella sonrió por la extraña confesión. Ese rubio sí que era raro. Abrazados, se entregaron a los brazos de Morfeo, sin importarles lo que pasaría al otro día, lo que pensarían los demás, ni que sería de sus futuros separados.

Los primeros rayos de sol se colaban por la ventana de la sala de Menesteres. Hermione despertaba luego de la noche más linda de su vida. Miró a su derecha, donde seguramente ya no estaría el rubio, pero tenía que comprobarlo. Afirmativamente, su amante no estaba. En su lugar había una nota y un collar. Agarró el collar y lo miró. Era cadena de plata con un corazón de una extraña piedra verde. A pesar de ser de los colores de Slytherin, la cadena era hermosísima. Tomó la nota y la leyó.

Hermione:

Espero vértela puesta cuando te cruce en los pasillos o en las clases. Lamento no poder darte algo mejor (y no me refiero a lo material). Esta es mi despedida. Por cierto, ayer la pasé muy bien. Espero que no sufras.

TE AMO

D. M.

Cuando la terminó de leer gruesas gotas de agua cayeron por la cara de la castaña. Se puso la cadena y pensó: "Fue la mejor noche de mi vida, pero fue la única. De ahora en más tengo que olvidarme de Draco Malfoy." Se vistió y se encaminó hacia su sala común, donde seguramente encontraría a Ginny muy enojada.

Fin Flash Back.

Recuerdo que todavía guardo esa carta. Recuerdo haber llorado mares esa noche. También recuerdo no haberte visto ese día, tal vez así era mejor, porque si no me hubiera dolido estar tan lejos.