Fic: Hogwarts in love.
Parejas: Harry/Ginny (1), Draco/Pansy (2), Draco/Hermione (3), Ron/Lavender (4) y Theodore Nott/Luna (5).
Género: Básicamente, humor y romance. En el segundo capítulo será drama.
Reto: Para Retos Ilustrados.
Tabla: Tipos de amor.
Disclaimer: Los personajes y el escenario pertenecen a la gran Jotaká.
~Amor romántico~
Harry & Ginny
Aparece.
Un alumno de primer año Gryffindor se dejó ver corriendo por la esquina junto a su compañero. Su carrera se vio interrumpida por una ceñuda profesora McGonagall. Ginny frunció los labios mientras la mujer les quitaba cinco puntos a su casa. Debía ser más específica.
Harry, quiero que aparezcas ahora mismo por este pasillo.
Cuando vio una desordenada cabellera negra, sintió su corazón latir a mayor velocidad en su pecho. Su cara de felicidad se congeló en su rostro al ver que su hermano codeaba a Harry entre risas. Ginny puso una cara larga. ¿Por qué tenía que ser Ron el mejor amigo de su novio? Así era imposible salir con alguien.
―¡Harry! ―lo llamó esforzándose en ignorar a su hermano.
El chico la encontró con la mirada y esbozó una sonrisa que Ginny consideró adorable. Ambos Gryffindor se acercaron a ella entre la multitud que circulaba apretadamente en el pasillo. La joven cruzó los dedos tras su espalda. Se tenía que acordar, el hecho de que no hubiera mencionado nada en los últimos días no quería decir nada. Hoy era diferente, y su querido Harry sin duda se acordaba de esa fecha tan especial para ambos.
―Oye, hermana, que yo también estoy aquí, ¿eh? ―se quejó Ron al llegar hasta ella.
Ginny volvió a ignorarle y se volvió hacia se novio con los ojos brillantes de esperanza.
―Harry, ¿no tienes nada que decirme? ―inquirió con un tono que decía claramente que algo importante había pasado y él tenía que hacer algo.
Harry la miró desconcertado y se rascó la cabeza mientras pensaba.
―Claro… Me gusta mucho tu pelo, el nuevo corte le sienta genial ―aventuró con una sonrisa indecisa.
Ginny bufó.
―El "nuevo corte" me lo hice hace dos meses. Pero no me voy a enfadar contigo por eso porque hoy es un día para estar felices. ¿Sabes qué día es?
―¡No será tu cumpleaños! ―exclamó Ron sobresaltado.
La chica contó hasta diez mentalmente y pidió a cualquier dios que pasara por allí paciencia.
―No, Ron ―comenzó a decir Ginny muy lentamente, como si hablara con alguien extranjero o simplemente idiota―. Mi cumpleaños fue en verano, el once de agosto. Soplaste mis velas, me estrellaste la tarta que aún no había probado en la cara, me regalaste una caja de bombones vacía (espero que se te atragantaran) y te quedaste con la pluma de oro que me dio la tía-abuela Margaret.
―¡Mira lo bien que me queda! ―exclamó alegremente el chico abriéndose la túnica y mostrando la pluma, que lanzaba destellos dorados desde el bolsillo de la camisa blanca.
Ginny le miró con los ojos entrecerrados y le dio la espalda, dispuesta a ningunearlo. Se dirigió a Harry con decisión y fuego en los ojos, lo que puso al Gryffindor más nervioso todavía.
―¿Y bien, Harry?, ¿qué día es hoy?
―Es un día maravilloso que espero pasar contigo, disfrutando de tu compañía y… llego tarde a clase. ¡Nos vemos luego! ―añadió apresuradamente echando a correr con Ron, quien se reía seguramente por cualquier bobada.
"Chicos", pensó malhumorada mientras se encaminaba hacia su siguiente clase. "Se les perdona por ser guapos, pero por mí estaban todos mejor disecados. Empezando por mi hermano. ¡Y encima se me ha roto la pluma!". Sus quejas mentales le ayudaban a desahogarse, curiosamente. No obstante, no sirvieron para ahuyentar la idea de que Harry se había olvidado de su aniversario. ¡Llevaban un año juntos! ¿Acaso hay fecha más importante? Pasaba que a Harry no le interesase la canción que había escogido para ellos, o la foto en la que salían juntos muy acaramelados, o la nube que había visto con forma de corazón ―¡su nube!―; pero que se le hubiera olvidado qué día era hoy… ¡para encerrarle en Azkaban y tirar la llave!
Las clases pasaron a una velocidad alarmante, y ella apenas prestó atención a ninguna. No dejaba de pensar en Harry y en su aniversario. ¿Tal vez ella le estaba dando más importancia de la necesaria? O sea, sólo era un día más. No ocurría nada especial, únicamente se recordaba algo que había pasado ese mismo día unos años atrás. Harry no es que fuera desconsiderado, sólo práctico. Ginny soltó un hondo suspiro mientras salía de su última clase del día. De todas formas, le hubiera gustado algún plan, aunque sólo fuera pasar toda la tarde juntos ―lo cual ya era de por sí extraño, pues Harry siempre estaba con Ron y Hermione o jugando al quidditch―. ¡Pero bueno, no importaba! Ahora mismo subiría a su habitación y se pondría a estudiar, como una chica trabajadora y eficiente. "Odio mi vida…"
―¡Malfoy, te he dicho miles de veces que no molestes a los niños pequeños! Merlín, ¿es que me vas a hacer llamar a la profesora McGonagall?
―¡Oh, cuidado, Granger va a llamar a una versión más vieja de ella para que me riña! Tengo un miedo que no puedo con él. A propósito, ¿no crees que empiezas a repetirte? Recicla el pergamino donde escribes tus frases y cómprate uno nuevo. Tranquila, ya te dejo yo el dinero. Sabes cómo me encantan tus soporíferos discursos.
Ginny asomó la cabeza por la esquina del tercer piso y vio a su mejor amiga discutiendo con Draco Malfoy, de la casa Slytherin. El chico no dejaba de deambular por el castillo molestando a los Gryffindor, y Hermione hacía lo que podía tratando de defender a los de los cursos más bajos. Ginny bufó exasperada mientras caminaba hacia ellos. ¡Por qué no había nunca un profesor cerca cuando Malfoy hacía de las suyas!
―Gracias, pero eres tú el que todavía no has entendido ese "discurso soporífero" que tantas veces he repetido. Y ahora mismo irás donde la profesora y le dirás lo que has hecho ―dijo con aire muy digno, levantando su respingona nariz.
―Por supuesto. En cuanto te vayas iré a donde esa magnífica mujer, confesaré mis terribles delitos y pediré un justo castigo. Oh, y mientras se lo piensa, tal vez le pida matrimonio. Es sangre limpia, ¿verdad?
―¿Me tomas por tonta?
―Me ofende que todavía tengas que preguntarlo.
―Hermione, vámonos de aquí. Este chico es insoportable ―dijo Ginny cogiendo del brazo a su amiga y tirando de él. Hermione la miró con sorpresa.
―¡Ginny! ¿Cuánto tiempo llevas aquí? No te había visto.
Draco soltó un bufido burlón.
―Y como colofón, necesita gafas. Seguramente eso realzará tu sorprendente atractivo ―comentó incapaz de pronunciar bien las palabras por la risa.
Hermione y Ginny le fulminaron con la mirada y se marcharon de ahí a paso apresurado. La pelirroja la miró asombrada: no era normal que ella se rindiera sin dejar a Malfoy a la altura del betún. Se le ocurrió una idea ante la visión del maleducado y repelente chico: si comparaba a su novio con él, Harry parecía un atento caballero de brillante armadura. Vaya, quién iba a decirle que Malfoy podría servir para algo.
No pararon de caminar hasta llegar a la sala común, donde Ginny se disponía a subir a su habitación para ponerse una ropa más cómoda. Hermione la detuvo poniendo una mano en su muñeca.
―Ginny, Harry me ha pedido que te diga algo.
Los ojos de la chica se iluminaron.
―¿Sí?
―¿Recuerdas la escoba que se le partió en su último partido? ―Esperó a que asintiera para seguir―: Bien, pues ya se la han arreglado y le han implementado algunas mejoras. Quería que echarais un partido o una carrera, para probar las propiedades.
"Lo que toda chica desea hacer por su aniversario con su novio…"
―Claro, Hermione. Luego bajo ―dijo forzando una sonrisa.
Mientras se cambiaba, miró el exterior. Era casi de noche y cuando montaran en las escobas todo estaría tan oscuro que no verían nada. Volvió a suspirar mientras se ajustaba la capa. "Feliz aniversario con el atento Harry Potter, Ginny Weasley".
Él ya se encontraba esperándola. Su pelo moreno era movido desordenadamente por el suave viento otoñal. Su pose relajada y la suave sonrisa de sus labios hicieron que el enfado de Ginny se redujera. No podía evitarlo; ése era el efecto que Harry siempre hacía en ella. Irónicamente, le enfadaba el que no pudiera enfadarse con él.
―¿Nos vamos? ―inquirió haciendo un gesto a la escoba que llevaba en la mano y montando en la propia.
Harry asintió y emprendió el vuelo rápidamente. Ginny soltó una risita por su vanidad, siguiéndole de cerca. Le encantaba volar, pero esa noche no fue el habitual bálsamo que solía recorrerla al alcanzar las nubes. No podía evitar sentirse deprimida. Harry vio su cara larga y trató de animarla:
―Eh, ¿por qué no echamos una carrera al claro del bosque que hay junto al lago? ―preguntó con una sonrisa. Ginny se esforzó en devolvérsela.
Recorrieron toda la superficie acuosa a gran velocidad. La noche estaba en calma y no hacía frío, aunque tal vez si hiciera un poco de viento ―que aumentaba doblemente al ir volando―. Llegaron al claro tras unos largos instantes en los que Ginny había estado mirando a Harry, quien no le devolvía la mirada. ¿Podía el día ser peor?
Cuando bajaron de la escoba, Harry le tapó los ojos y la condujo rápidamente a la orilla del lago.
―Harry, ¿qué haces? ―protestó tratando de ver algo.
―Eres tan impaciente como tu hermano ―se quejó a su vez él.
―Lávate la boca después de decir cosas como esas.
La mano cayó, y Ginny se dispuso a reñir a su novio por su falta de tacto, pero su sonrisa la desconcertó. Harry la hizo girarse, haciendo que se topara con un caótico picnic. La comida estaba a la vista, por lo que se la estarían comiendo los insectos o se habría puesto fría; el mantel estaba arrugado, muestra de que no se había puesto cuidado en lo que se hacía; la vela que una vez había emitido una débil luz ahora estaba apagada, producto del viento. Ginny sintió que las lágrimas le afloraban en la comisura de los ojos. Era perfecto.
―¡Harry, me encanta! ―exclamó echando los brazos alrededor de su cuello y besándole con ganas. El chico la estrechó entre sus brazos y respondió tiernamente.
―¿Entonces te ha gustado? ―preguntó con un brillo de esperanza e ilusión en sus ojos verdes.
―Tonto, ¿cómo no me va a gustar? Eso sí, ha sido muy cruel de tu parte el hacerme creer que se te había olvidado qué día era hoy…
―¿Cómo olvidarlo? No me hacen especial gracia este tipo de cosas, pero como para ti es importante, hice un esfuerzo.
―¿No te gusta celebrar nuestro aniversario del primer año juntos? ―preguntó con una nota de decepción en la voz.
―No es eso, sino que para mí todos los días que paso contigo son motivo de celebración.
―Harry, eso es… ―No llegó a completar la frase, pues se lanzó nuevamente a los brazos de Harry para besarle con nuevo entusiasmo.
Entre risas, él la separó y sacó un paquete rojo de su túnica.
―También tengo esto para ti, Ginny. ―Su sonrisa estaba llena de ternura.
Ilusionada y aún perpleja por la sorpresa, abrió descuidadamente el regalo, desgarrando la envoltura y levantando después la tapa de la caja rectangular. Se preparó para soltar algún halago o decir cuantísimo le gustaba lo que quisiera que fuese, pero simplemente se quedó boquiabierta. No dijo nada.
―Vaya, te he dejado sin palabras―bromeó con un guiño―. Ya sabía que te gustaría, a mí en lo personal me encantó.
Ginny lo miró con una ceja arqueada y le devolvió con lentitud el regalo. Harry lo recibió algo sorprendido por su actitud.
―Me alegro de que pienses así, Harry ―comentó arrastrando las palabras―. Creo que yo te regalaré lo mismo por tu cumpleaños. Te gusta y encima es barato.
Harry observó atónito la caja. Estaba vacía.
―P-pero… ¿dónde está el regalo? Era una pluma muy bonita que había visto en el Callejón Diagon, bañada en oro y con bandas plateadas. Como la tuya estaba muy desgastada pensé… ¿Por qué está la caja vacía? Cuando se la di a Ron para preguntarle si te gustaría el regalo y me la devolvió, la guardé en mi túnica y no volví a sacarla. Entonces, ¿por qué…?
Ginny no decía nada mientras su querido Harry efectuaba su desconcertado monólogo. Su expresión era tranquila, pero en su interior lo veía todo rojo. Lo había hecho de nuevo. En su aniversario. Cuando todo era tan perfecto.
"Te mataré con las plumas que tanto te gustan, Ron Weasley".
¿Qué os ha parecido? El próximo capítulo será "Amor traicionero".
Nos leemos,
Neissa.
