Capítulo 1

Rose Weasley y Albus Severus Potter se sentían felices aquel día. Ambos se habían reunido para desayunar juntos en el Gran Comedor aquella mañana, y llevaban un rato agradable de conversar luego de haberse reconciliado por una tonta pelea que los había hecho dejar de hablarse por unas semanas. Ambos rieron ante una anécdota que comentaba Albus cuando en el comedor vieron entrar a James Sirius Potter junto a sus mejores amigos.

Rose los observó con detenimiento.

—Mira… —susurró con el seño fruncido—, ¿ahora que se traen entre manos estos gamberros que andan tan… sospechosos?

Albus los observó con seriedad, James junto a sus dos mejores amigos habían entrado al comedor; los tres, con unas brillantes sonrisas, mientras las chicas les saludaban y los pitaban coquetamente. Albus rodó los ojos y luego levantó los hombros fingiendo indiferencia.

—¿Qué? —le preguntó ella, pues su gesto le pareció raro.

—¿Qué de qué?

—¿Por qué tan callado? ¿No me digáis que siguen sin hablarse?

—Qué va, es él quien no quiere hablarme.

Rose observó como James coqueteaba con una chica pelirroja de la casa de Grynffindor, que sino se equivocaba estaba en el equipo de Quiddicht.

—No quiere hablarte porque dejaste de ser su sombra, por eso.

—Supongo… —susurró.

—Vamos, no seas modesto, Al. Sabes que es un golpe a su orgullo que le hayas ganado en Quiddicht. Siendo él el capitán de Gryffindor da mucho de que hablar… más si ahora tú eres el capitán de Slytherin. —Rose le miró. Conociendo a James como le conocía, sabía que aquello debía ser la causa de su enfado.

Albus observó con detenimiento a su hermano mientras coqueteaba con Suzanne Di Fellon, una chica muy bonita, pelirroja, a la cual Albus había invitado el día anterior al baile de Halloween. Sonrió con malicia, lo había hecho con la plena conciencia de que James iba detrás de ella. Lo molesto que se pondría cuando se enterase…

Observó a rose y sonrió.

—He hablado con él.

—Ah, ¿sí? ¿Pues que te ha dicho?

—Trata de excusarse haciéndose el dolido… diciendo que he cambiado, que ya no soy el de antes. Dice que debí comentarle que por fin había aceptado ser parte del equipo y más todavía haber aceptado la capitanía… —Albus se encogió de hombros—. Estaba acostumbrado a que yo le consultara todo.

Albus recordó el rostro sorprendido de su hermano cuando él había salido a estrechar la mano de James en el campo, presentándose como capitán del equipo de Slytherin. Entonces rió al recordar la conversación que tuvieron posteriormente.

—Pero casi me grita cuando empezamos a hablar de Scorpius —dijo riendo—. Debisteis verle la cara, no soporta que me la pase con él…

Rose puso mala cara ante esa risa.

—Vamos, que no es tan mal tío…

—Pues sabes mi opinión con respecto a Malfoy, a mi tampoco me da buena espina, Al. Pensé que eras mejor escogiendo amistades.

—Vamos, Rose, siempre me la he pasado contigo y con James… es hora de que socialice más con los de mi casa.

—Sí, tienes razón… —susurró pensativa—, aun así hay muchos en tu casa que no los paso ni con mantequilla.

—¿"Ni con mantequilla"?

—Ala, que tú me entendiste…

—Sí, bueno, pues a mí nunca me ha caído Hebot y tú te la pasas con ella de arriba abajo…

—Cecile no es como Malfoy…

—¿Estás segura? Hebot es peor que Scorpius, no para de molestar a los que no les cae, si vieras las bromas que le ha hecho a Penélope…

—Penélope también le ha hecho bromas a Cecile, Al, son primas y rivales desde que recuerdo… en cambio, Scorpius Malfoy trata mal a todo el mundo.

Rose tembló de los nervios, siempre se ponía colérica cuando hablaba de Malfoy.

—Vamos, que sólo es un poco irascible…

Rose frunció el ceño ante su comentario. ¿Irascible? ¿Pero en qué mundo andaba Al? ¿Es que no se daba cuenta como Scorpius Malfoy se creía el dueño y señor de Hogwarts por tener la sangre pura? Vamos, que la historia misma les decía a donde los había llevado aquellos pensamientos…

—Sólo vete con cuidado, ¿vale?

Al suspiró. Rose nunca cambiaría, siempre sería sobreprotectora con todos, y más aún con él. Todos los primos temblaban al verla, sobretodo aquel año que tenía la placa de prefecta en mano y podía aplicarles sanciones a todos.

—¡Roseeeeeeee! —aquellos gritos acabaron con la poca paz que Albus había tenido durante la mañana.

Una chica de contextura flacucha, bajita, piel muy blanca y cabello castaño claro había abrasado a rose por el cuello, a sabiendas de que le prefecta odiaba que le hicieran eso.

—¡Cecile, por merlín, no hagáis eso!

La chica se rió a carcajadas y Albus carraspeó para hacer notar su presencia. Cecile Hebot, que le había ignorado, se detuvo a observar al Slytherin al momento en que su brillante sonrisa desaparecía.

—Ah, eres tú, Potter.

—Hola también, Hebot.

Un cruce de miradas nada amistoso acorraló a Rose, quien temió que se acercara una pelea.

—¿Cómo superas la derrota del fin de semana? —preguntó Al, con una sonrisa irónica.

—Bastante bien, gracias, todavía curándome las heridas que tus sucios golpeadores me hicieron.

—Claro, como Gryffindor no juega sucio.

—Fíjate que no, Potter, que nosotros sabemos lo que es ganar con coraje, no con juego sucio como vosotros…

—Sí, sobretodo James les enseña eso…

—¿A que viene el comentario de James? No me digas que como ahora te la pasas con la ridícula de mi prima y con Malfoy te la tiras del Slytherin nato y malito, vamos, Potter, que no te queda…

—Cierra la boca —masculló Albus, dolido.

—¿Sabes algo, Potter? Penélope y Malfoy sólo te utilizan, y tú, por más que lo intentes no dejaras de seguir siendo la sombra de James…

—¡Cecile! —gritó Rose.

Albus se quedó callado y al ver su expresión Cecile supo que se había pasado, había hablado demasiado, de nuevo, como le pasaba siempre que discutía con Albus. Se sintió algo culpable entonces.

—Pues tú nunca dejaras de ser la vulgar amiguita de Rose…. Porque sí, Hebot, eres una vulgar. ¿Crees que no das asco a los chiscos cuando gritas como una arrabalera y te pones con tus rabietas? Pues entérate de lo que eres, Hebot, una chica vulgar —dijo, pasivo, frío y sin inmutarse—. A ver, dime algo, ¿ya te han invitado para el baile?

Cecile no contestó.

—No, ¿verdad? Pues eso no hace más que confirmar lo que…

—¡Cállate! –gritó Cecile con enojo, mientras se ponía roja de la rabia y Rose la cogía con fuerza para que no se abalanzase sobre el Slytherin.

Rose observó perpleja como Albus, sin inmutarse, se levantaba de la silla y se marchaba. Entonces soltó a una dolida Cecile que había agachado el rostro y corrió para agarrar del hombro a Albus, antes de que este saliera del comedor.

Cuando este volteó a verla la Gryffindor le observó severa y seria.

—Has hablado como ellos.

—¿Cómo quienes?

—Has hablado como los Slytherin —se quebró Rose, sin poder evitarlo.

—Pues eso es lo que soy, Rose, un Slytherin. Así que vete acostumbrando.

Y entonces soltó a su prima que se había quedado atónita, viéndole marchar.