Capítulo I. Una idea desconcertante
RON:
Me Llamo Ronald Bilius Weasley, pero mis amigos me dicen Ron. Estudio sexto curso en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, tengo cinco hermanos mayores y una hermana menor; la cual está completamente colgada de mi mejor amigo. Mi mejor amigo es Harry Potter, no creo que haga falta explicarles quien es Harry, porque él es conocido en el mundo entero (en el mundo mágico, por lo menos).
Mi otra mejor amiga se llama Hermione Granger, una brujita insufrible y sabelotodo de la que estoy profundamente enamorado. ¿Curioso verdad? Si hace seis años alguien me hubiera dicho que me iba a quedar colgadito de Hermione, no lo hubiera creído y lo más probable es que me echara a reír, pero así es la vida; un día te pone de los nervios y al día siguiente te levantas y te das cuenta que la quieres.
Por supuesto no se lo había dicho a nadie, y a veces sentía que debía hacerlo, debía contárselo a Harry, para que me diera consejo y apoyo moral.
Un día salíamos del entrenamiento de Quidditch Harry y yo (ahora yo soy guardián), y decidí contárselo todo para desahogarme, le dije que si podíamos dar un paseo por los terrenos antes de ir a cenar.
— Vale —dijo Harry cuando llevábamos un rato caminando— ¿Qué es lo que te sucede?
Era más que obvio que lo notaría, pero aún así no esperé que preguntara tan pronto— ¿Por qué piensas que me sucede algo?
— Porque si no te sucediera nada, en este momento estaríamos cenando y no caminando mientras los demás disfrutan del banquete—respondió al instante.
— Bueno si, me pasa algo.
Pero antes de que pudiera si quiera hablar lo escuché decir— No me lo digas, ya sé: mal de amores.
Pensé que Harry y yo llevábamos muchos años siendo amigos y me conocía demasiado bien, así que no tenía nada más que añadir.
— Sí. Mal de amores.
Me miró con curiosidad, como a la espera de que le confirmara lo que por alguna razón, aunque yo no se lo había dicho, ya sabía.
— ¿Y bien? —preguntó al notar mi falta de interés por responder—. ¿Quién es la chica?.
Me pregunté cómo reaccionaría cuando al fin le dijera que era Hermione la causante de mis penas. Después de todo lo que hemos pasado, de las millones de peleas, de las veces que nos dejamos de hablar y de los múltiples insultos de parte de ambos. ¿Se echaría a reír? ¿Me enviaría a la enfermería? ¿Pensaría que me he vuelto loco?
Pude sentir su mirada intensificarse cuando repitió— ¿Quién es la chica?
— La chica es —no podía posponerlo más, era el momento de mi confesión—… verás…. es…. es Hermione.
Su cara se iluminó de pronto, se llenó de una expresión de triunfo que no tuvo ni siquiera cuando le Gryffindor se coronó campeón luego de vencer por más de 300 puntos a Slytherin con Malfoy como buscador y para completar el cuadro, dijo con una enorme sonrisa:
— Lo sabía.
— ¿Cómo? —pregunté yo desconcertado.
Dándome unas suaves palmadas en la espalda y sin parar de sonreír comentó— Pues eso, ya lo sabía.
— Pero ¿Cómo? —repetí.
— Deberías verte como te quedas mirándola a todas horas, con cara de embobado, todo el tiempo —decía ahora entre risas—, cuando está en la biblioteca, cuando está en clase, cuando estamos en la sala común, por la mañana, por la tarde…
— Vale —dije azorado—. Detente, ya entendí ¿Tú crees que ella lo sepa?
— No lo sé —respondió con sinceridad— ¿Por qué no se lo preguntas?
¿Preguntarle? Definitivamente tanto arriesgar su vida por el bien de la comunidad mágica le había afectado— ¿Estás loco? ¿Y qué me mande a freír espárragos?
— ¿Cómo estas tan seguro de que te va a rechazar?
— Pues porque sí —terminé tajante la discusión.
Dejamos de caminar por los terrenos y nos dirigimos al gran comedor para cenar. Dentro del Gran Comedor, Hermione se encontraba sentada (como es lógico) en la mesa Gryffindor junto a Ginny, mi pequeña y a veces molesta hermana.
— Hola chicos — nos saludó con una sonrisa tan linda me hizo temblar las rodillas— ¿Dónde estaban?
— En el entrenamiento — respondió Harry, al momento en que tomábamos asiento y nos servimos pollo en un par de platos.
— Pero tardaron mucho ¿no? — preguntó ella curiosa.
Inmediatamente, como si un mecanismo extraño se activada dentro de mí, repuse— Como tú, cuando estás en la biblioteca —a lo que ella respondió con una dura mirada.
No me pregunten por qué me comportaba de ese modo, porque no lo sé. Quiero decir, cuando a uno le gusta una chica debe decirle cosas lindas para que ella le corresponda; pero lo cierto, es que de mí sólo salían comentarios desagradables e inoportunos para ella.
Cuando terminamos de cenar Dumbledore se puso de pie para decirnos algo, cosa que nos extraño bastante, porque generalmente solo hablaba en las grandes ocasiones.
— Queridos Alumnos —comenzó el anciano director—: Como todos saben nuestro mundo mágico no pasa por su mejor momento. Estamos viviendo tiempos oscuros, pero ustedes aun son jóvenes y deben disfrutar de su juventud —los murmullos no se hacían esperar entre el alumnado—; por eso hemos decidido que para mejorar los ánimos, se celebrara el próximo viernes un baile de primavera.
Lo que antes eran murmullos disimulados, aumentaron y aumentaron su intensidad y nivel de excitación. ¿Un baile? No había habido un baile desde el del torneo de los tres magos, y es verdad que la gente estaba algo triste por los últimos acontecimientos del mundo mágico. Voldemort se hacía fuerte escondido en alguna parte y cada vez se producían más desapariciones misteriosas de brujas y magos.
— Lo novedoso de este baile —continúo alzando la voz por encima de las voces— es que la iniciativa deberá ser por la parte femenina —si ya era difícil escuchar al profesor, con esto el ruido aumentó—. Es decir, los jefes de cada casa les darán a las chicas del colegio una pulsera con su nombre; las chicas deberán darle esa pulsera al chico con el que desee ir, y el chico llevara puesta la pulsera con el nombre de la chica hasta el día del baile.
Hermione bufo, al parecer no le hacía gracia la idea de tener que ser ella la que llevara la iniciativa.
— A mí me parece una idea muy divertida —dijo Harry.
Al día siguiente, la profesora McGonagall visitó la Sala Común de Gryffindor a primera hora de la mañana y comenzó a nombrar a todas las chicas por orden de curso, dándole sus pulseras a cada una.
— Hermione Granger —dijo la profesora.
Hermione se levantó despacio, recibió su pulsera y luego de atársela en la muñeca, vino a mostrárnosla. Ginny también nos enseñó la suya, eran de cuero marrón oscuro muy bonito, atadas con un nudo y en letras góticas estaban grabados sus nombres.
— Y… —me cargué de valor al hablar— ¿Ya sabes a quien le vas a dar la tuya, Hermione?
Me miró y sonriendo respondió— Puede ser.
Sentí enrojecer cada centímetro de mi piel y pensé que debería buscar un hechizo que evite que mi piel se ponga del mismo tono que mi pelo.
— Y tú, Ginny, ¿ya sabes a quien le vas a dar la tuya? —preguntó Harry sonriente.
— No… sí… no sé… aún —dijo mi hermana colorada.
Los días siguientes fueron de excitación para el colegio y de angustia para mí.
Algunas chicas ya habían dado sus pulseras a sus parejas; quienes las lucían orgullosos en sus muñecas. Sin embargo, mi atención estaba siempre puesta en la muñeca de Hermione: cada vez que la veía me apresuraba a revisar su muñeca izquierda con la mirada y me sentía aliviado cuando comprobaba que la pulsera aún seguía allí, en su sitio. Me ponía enfermo pensar en la pulsera de Hermione atada a la muñeca de otro tipo.
El caso es que solo quedaban dos días para el baile, Hermione conservaba su pulsera y yo conservaba mi esperanza.
Un día estábamos cenando cuando se acerco Hannah Abbott de Hufflepuff— Hola Ron.
— Hola Hannah —dije sin apartar la vista de mi plato.
— Verás, me preguntaba si te gustaría venir conmigo al baile.
En ese momento me quede impactado, no sabía qué hacer, Hannah me caía bien pero…. Mire a Hermione que parecía de repente muy interesada en el techo, luego mire a Harry que me miraba expectante, llevé mi mirada por primera vez a Hannah y luego volví a mirar a Hermione.
Me quedé mirándola un instante para luego responder— Lo siento Hannah, pero…
— Es igual — me cortó ella—. Hasta luego.
Hermione dejo de mirar al techo y luego me miro, su piel adquirió un leve tono rosado. ¿Se sonrojaba? ¿Por qué?
Como a la media hora se acerco Parvati con aires de princesita altiva, y se dirigió a Harry.
— Hola Harry.
— Hola Parvati — respondió por cortesía y sin mirarla.
— Vendrás al baile conmigo ¿Verdad? — preguntó muy segura de sí misma.
— No. Ya tengo pareja
Parvati se marcho ofendida.
— ¿Ya tienes pareja? ¿Quién es? —pregunté mirándolo fijamente.
Harry nos sonrió al tiempo que nos mostraba la pulsera que lucía en su muñeca y en la que se leía claramente: Ginny Weasley.
— ¿Ginny? —pregunté yo sorprendidísimo— ¿Tu pareja es Ginny?
Asintió sonriendo al igual que Hermione que con su cara de "yo ya lo sabía" se levantó y dijo— Me voy a la biblioteca.
Como siempre, Hermione terminaba en la biblioteca en los momentos más extraños, así que entre curiosidad por su desaparición y alegría por la cita de mi hermana con mi mejor amigo, subimos a la Sala Común, y nos sentamos en par de sillones junto al fuego.
— ¿Mi hermana? —seguía diciendo entre risas— ¿Vamos a ser cuñados? A lo que entre risas respondió— ¡Cállate! ¿Y tú qué?
— Yo nada —respondí serio.
— ¿Crees que Hermione te lo pedirá?
— No —sentencié—. ¿Sabes qué? Creo que le voy decir que si a la primera que me lo pida, porque Hermione irá al baile con algún prefecto cursi y yo me quedare solo.
En ese momento Lavender se acercó— Ron ¿vienes al baile conmigo? —preguntó sonriente.
— Vale —le respondí sin entusiasmo y mirando fijamente al fuego.
Lavender me puso la pulsera muy emocionada y se fue a cuchichear con Parvati; justo en el preciso momento que Hermione entraba por el retrato, cargada con su mochila. Vino hacia donde estábamos y se sentó en el sillón contiguo al mío, mientras yo seguía sumido en mis pensamientos mirando al fuego.
— ¿Qué le pasa? —preguntó.
Él sólo se encogió de hombros— Me voy al baño —se levantó y se fue.
Era tan predecible lo que pasaría… Seguramente Hermione había ido a la biblioteca a encontrarse con algún chico listo de nuestro grado o de séptimo, le había dado la pulsera y ahora venía a decirme, en son de paz quién era el afortunado, esperando que no me pusiera como loco al igual que hace dos años cuando salió con Krum.
Nos quedamos callados; sumidos en nuestros propios pensamientos. Yo miraba al fuego fijamente pensando en lo que acababa de pasar con Lavender, imaginando que MI Hermione iría del brazo de otro y yo me quedaría como idiota nuevamente… Ella simplemente se limitaba a ojear un libro.
— Oye Ron… —murmuró.
Con la mirada aún en el fuego respondí— ¿Sí?
— Que… bueno… —dudó— ¿Te gustaría… venir al baile conmigo?
Como si de pronto alguna fuerza extraña hubiera tirado de mí, giré la cabeza y la miré con ojos de plato— ¿Cómo?
Su rostro normalmente tranquilo y aspecto concentrado era una poesía, ahora una mezcla de mil cosas; sus mejillas sonrosadas, su sonrisa tímida, sus ojos brillantes llenos de… ¿ilusión? Con manos temblorosas me dio su pulsera. Parecía que mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho e ir tras ella, estaba experimentando una felicidad indescriptible, con cara de tonto (más de lo normal) y embobad viéndola sonreírme la tomé de sus manos…
Como si un balde de agua fría hubiera caído sobre mí, al momento en que iba a ponerme su pulsera, vi otra en mi mano: la pulsera de Lavender.
— ¡Oh! pero —fue lo único que pude decir—… Hermione… Lavender me lo pidió antes —sentí que mi felicidad se desvanecía al mismo tiempo que lo hacía su sonrisa; fueron unos instantes tensos, en los que yo me sentía estúpido y ella me miraba decepcionada.
De pronto forzó una sonrisa— Bueno, da igual.
— Hermione, yo…
— En serio. No pasa nada, Ron.
En un repentino movimiento tomó su pulsera y se levantó del sillón, caminando directamente y con decisión hacia donde estaban Seamus y Dean.
— Seamus, ¿tienes pareja? —le preguntaba sin mucho interés.
— No —le respondió parpadeando entre incrédulo y confundido.
— ¿Te gustaría venir al baile conmigo?
Con la cara de idiota más desagradable que he visto, Seamus Finnigan asintió y Hermione, MI Hermione, le entregó su pulsera. Yo, aún entre sorprendido y deprimido todo lo ocurrido en los últimos minutos; observaba la escena sintiéndome el ser más inútil de la tierra, hasta que ella se dio la vuelta y se acercó hasta donde estaba yo.
Mientras recogía su mochila murmuró— Buenas noches, Ron.
— Buenas noches, Hermione —fue lo único que pude responder.
Más rápido de lo normal y con un caminar extraño, Hermione se fue al dormitorio de las chicas, cruzándose en el camino con Harry, que volvía del baño.
Me miró raro, no pasó desapercibido para él mi expresión— ¿Qué te sucede?
— Que soy estúpido —respondí. ¿Realmente había sucedido? ¿Ella me lo había pedido? ¿Por qué demonios le había dicho que sí a Lavender?— soy muy, pero muy estúpido.
No tengo conocimiento de todo lo que dije las siguientes horas, pero Harry asegura que le costó bastante hacer que dejara de insultarme. A Harry le costó un rato que yo dejara de insultarme a mí mismo.
La mañana siguiente fue la más difícil y extraña de todas. Durante el desayuno, Hermione se comportó con normalidad, como si no hubiera sucedido nada la noche anterior; ella, Harry y yo, juntos como siempre, comentando cómo sería el baile de primavera que se celebraría esa misma noche.
— Bueno —opinaba Hermione—, supongo que como es un baile de primavera pondrán flores y eso…
Harry preguntaba — ¿Y qué hay de los alérgicos? ¿Qué pasa con los que tienen alergia al polen?
Comenté con seguridad— Pondrán flores antialérgicas —aunque en realidad no estaba seguro de que eso existiera—. ¿Me pasas la mantequilla?
— ¿Eso existe? —preguntó Harry acercándome la mantequilla mientras me miraba con curiosidad.
— ¿Y yo qué sé?
Pero como la sensata del grupo, Hermione habló luego de terminar su desayuno— No, pondrán flores normales; pero realizarán un encantamiento para que no den alergia, y que floten, cambien de color y eso.
Dio la hora de la primera clase y tuvimos que levantarnos del comedor para dirigirnos hacia las aulas; Harry y yo teníamos Adivinación, mientras que Hermione iba a Aritmancia, por lo que nos despedimos de ella al dirigirnos a la torre norte. Para variar íbamos tarde y por más que apresuramos el paso el destino parecía empeñado en detenernos; mi mochila se rompió y todos mis libros, pergaminos, plumas y demás, quedaron desparramados por el pasillo. La cereza del pastel fue Peeves, que se empeñó en molestarnos y hasta me robó un mapa de Astronomía alegando que era suyo y diciendo que no me lo devolvería. Al cabo de un rato logramos convencerlo, pero igual llegamos con 10 minutos de retraso a clase.
— Vaya, vaya —dijo la profesora Trelawney—. Menos mal que los espíritus ya me habían informado que ustedes dos se retrasarían, aquí tienen la tarea que tendrán como castigo para después de clase.
Y sin darnos oportunidad si quiera de protestar, nos dio un par de pergaminos y comenzó la clase, que resultó tanto o más aburrida de lo normal.
Según Trelawney, Harry iba a morir tres veces en poco tiempo, de maneras muy extrañas y condiciones misteriosas; Lavender y Parvati fueron las únicas que le creyeron: como siempre. Al terminar a clase, no sólo tuvimos que hacer un par de redacciones más, sino que debíamos limpiar las tazas de té donde todos los alumnos habíamos hecho las "predicciones".
— Lo que me faltaba —protesté apenas desapareció la profesora.
Harry me miró curioso— ¿Aun sigues triste por lo de Hermione?
— ¿Se me nota mucho? —respondí sin ganas, además, era más que evidente— Es que no lo puedo evitar, cada vez que pienso que le he dicho que no a MI Hermione, y que encima tengo que ir con Lavender, si tan solo hubiera esperado un poco más…
— Bueno —dijo él—, ¿por qué no lo miras por el lado bueno?
Ajá, tanta pelea con magos oscuros al fin habían vuelto estúpido a mi amigo— ¿Lado bueno? ¿Esto tiene lado bueno?
— ¡Por supuesto! —respondió sonriendo, aunque yo seguía sin entenderlo.
— ¿Y bien? —empezaba a desesperarme que pareciera saber algo que al parecer era evidente y aún así yo desconocía— ¿Cuál es el lado bueno? Porque francamente yo no le veo ninguno.
— Verás —comenzó—, si Hermione te pidió que fueras con ella, es por algo ¿no crees? —eso empezaba a tener sentido—. Yo creo que si te pidió que fueras con ella, y luego cuando le dijiste que no, ella se sintió decepcionada; es posible que ella sienta algo por ti.
¿Será posible?— ¿Tú crees? —pregunté algo incrédulo, mientras frotaba una taza.
— Claro, ¿Por qué te iba a pedir nada si no le gustaras? Se lo podría haber pedido a cualquier otro, ya sabes que últimamente Hermione se está poniendo muy linda y no le faltarían candidatos…
— Quizás solo me lo pidió por que no quería que la gritara como cuando fue con Krum —seguro esa era la verdadera razón.
— No creo —dijo mi muy optimista amigo—, ya sabes que Hermione no es de esas que hace las cosas que quieren los demás. Es independiente y todo eso: una chica moderna —una chica obstinada y terca, diría yo—. Además si fue por eso… ¿por qué se puso triste cuando le dijiste que no?
— No sé, Harry, no quiero hacerme ilusiones.
Salimos de la torre cuando acabamos de fregar las tazas y bajamos a cenar, todos los alumnos cenaron rápido para subir a prepararse para el baile; cuando Harry y yo entrábamos, Hermione salía.
— Los veo luego —nos dijo y desapareció entre la multitud que subía las escaleras.
Cenamos tan rápido como pudimos, no porque tuviéramos prisa; sino porque todo el mundo lo hacía y se nos contagió. Fuimos escaleras arriba y nos apresuramos a llegar a nuestras habitaciones y ponernos las túnicas; la mía era nueva, cortesía de los gemelos, de un color azul marino muy bonito y bastante moderna (no como la porquería que usé en cuarto año). Mientras los demás terminaban de arreglarse, no podía evitar mirar con cierto resentimiento a Seamus mientras lucía en su muñeca la pulsera de Hermione. Dean iría con Padma Patil y Neville con Eloise Midgen. Una vez listos, Harry y yo bajamos para encontrarnos con nuestras citas.
Todas las chicas se veían radiantes, llevaban adornos primaverales y flores por todas partes. En un momento no sé por qué tuve la necesidad de mirar hacia las escaleras de las habitaciones de las chicas y ahí estaba ella: Estaba realmente hermosas, en los últimos años se había puesto lindísima, la adolescencia le había sentado estupendamente y se había convertido en una mujercita preciosa.
Su túnica era azul también, de una tonalidad un poco más tenue que la mía, se había hecho un recogido muy lindo hacia atrás sujeto con florecitas y sobre el pelo que quedaba suelto también caían algunas flores. Lo sé, soy malo describiendo el atuendo de una chica, pero la palabra hermosa es la única que se me viene a la mente cuando pienso en cómo se veía.
Fue entonces cuando algo se apoderó de mí, fue como si hubiera tenido una revelación, como si de pronto todo hubiera sido claro: Al verla bajar tan linda por la escalera, comprendí que estaba enamorad de ella y no podía dejar que se me escapara; aunque hoy tuviera que bailar con Lavender, me prometí a mí mismo que conseguiría que Hermione me quisiese. Se acabó la timidez, se acabaron los complejos tontos y los comentarios estúpidos; estaba cansado de esperar que pasara algo, era hora de actuar. Esa muchachita era para mí, y no iba a permitir que nada ni nadie me la quitara.
N/A: Hola gente. Ando regresando un poco a lo antigüo. Hace un tiempo subí esta historia, pero en un arranque de locura borré todo en mi cuenta y me puse a "corregir" algunos detalles que le encontraba a las cosas... En su mayor parte la dejé como estaba originalmente, sólo me dediqué a corregir tonterías de ortografía o cosas que no quedaban muy claras, de ahí en fuera es la misma historia que tal vez leyeron hace un tiempo.
Próximamente irán encontrando aquí de vuelta mis antiguos fics en el orden en que fueron publicados la primera vez, sólo que medio corregidos y así.
Y bueno, creo que es todo.
Nos estamos leyendo.
Saludoxxx
