Buenas aquí os traigo una nueva historia, se sitúa después de los Juegos del hambre y antes/durante de La chica en llamas. Los personajes pertenecen enteramente a Suzanne Collins y todo lo que se nombre sobre personajes y referente a la idea de los libros. Bueno espero que os guste.
Renunciar o seguir... .Esa es la cuestión
Noto las gotas de lluvia rozar mi cara. Las siento en mis parpados, frías, impasibles, pasando por allí donde mis lagrimas deberían estar bajando. Me encuentro en el bosque, mi refugio dentro de este mundo falso e hiriente donde un gobierno encuentra la diversión a costa del sufrimiento ajeno.
Había salido a cazar, sola, sin Gale como la mayoría de veces desde que el entro a trabajar en la mina donde su padre y el mio perdieron la vida. Resulta gracioso, casi cómico verme así tumbada boca arriba en el suelo, mi cabeza medio hundida en un charco, mis extremidades extendidas como si de una estrella se tratase, el carcaj de flechas a unos tres metros de mi y en mi mano derecha sostengo el arco de mi padre. No se exactamente cuanto tiempo llevo aquí tendida pero mas de dos horas seguro, el sol hacia rato que se había marchado y ahora me arropaba una oscuridad tenue.
Debería volver mi madre y Prim se estarán preguntando donde ando, pero realmente no encuentro las fuerzas para moverme. Seguramente Haymitch y Peeta estarán ya en mi casa como bien me a referido mi madre esta mañana.
-He invitado a cenar a Haymitch y Peeta esta noche.-Comenta mi madre cuando me levanto a dejar mi taza vacía de chocolate en la pica. La taza se me escurre y golpea con fuerza dando paso a un silencio cortante.
-Ah... .-Es lo único que sale de mis labios para romper el silencio. Sigo mirando la taza tumbada en la pica, dándole la espalda a mi madre y a Prim. Otro silencio, mi madre espera a que continúe pero no lo haré.
-Eso es lo único que piensas decir? Ah?.- Pregunta finalmente mi madre.- No hablas mas que monosílabos Katniss, llevas dos meses en casa y no te he visto interesarte por nada ni nadie.- Escucho su voz temblar con desesperación.-Se que lo pasado en los juegos es muy difícil de superar, pero no puedes encerrarte en ti misma porque sera imposible ayudarte a salir de ese agujero. Lo entiendes verdad?.
Noto su mirada quemándome la espalda, suspiro, se como se siente mi madre. Desde que volví del infierno de los juegos no levanto cabeza, no duermo por culpa de las pesadillas, no como si no es que me ponen un plato delante y me obligan a comer, me dedico a mirar al horizonte y estar ausente, parezco un zombie y lo se, el problema es que no quiero hablar, solo quiero olvidar y que me dejen en paz. No e visto a Peeta ni a Haymitch, prácticamente no e visto a Gale, solo cuatro veces desde que volví de la arena y la primera ni siquiera le hablé, cazamos si, pero en el mas absoluto de los silencios. Se que quería hablarme, lo veía en sus ojos cada vez que me los encontraba mirándome, pero no hablo y respeto mi silencio. Después de todo el volver a cazar juntos ya era algo de lo que no esperábamos volver hacer desde que me ofrecí voluntaria en los juegos.
-Lo sé mama.- respondí en apenas un susurro.- voy a cazar.- y salí de la cocina, cogí la cazadora de mi padre y salí a la calle.
Y desde entonces estoy aquí en el suelo, intentando encontrarme a mi misma en el pozo profundo en el que se a convertido mi vida.
No se en que momento cerré los ojos y me quede dormida, solo recuerdo estar pensando en Rue antes de solo oscuridad...
[…]
Me despierta el canto de un sinsajo, el sol esta fuera puedo sentirlo arder en mis parpados.
Se que es hora de volver mi madre y Prim deben estar desesperadas y también habré preocupado a Haymitch y Peeta.
Aspiro el aire y me sobrecoge el olor a tierra mojada. Mi cabeza ya no se encuentra en el charco, pero tengo el cabello húmedo igual que mi ropa. Abro los ojos con lentitud hasta que se acostumbran a la luz y me incorporo quedándome sentada con las piernas cruzadas. Tengo hambre y sed, abro la boza y cojo una gran bocanada de aire y gruño. La garganta me arde posiblemente debido a dormir mojada con el frío de la noche. Me levanto del suelo notando el leve dolor en mis extremidades frías y tiesas. Me estiro, recojo el carcaj y me acerco al lago para beber algo de agua. Veo mi reflejo en la superficie cristalina y me doy lastima a mi misma. Estoy sucia con el pelo mojado y lleno de barro y la presencia de hojas por todo mi cuerpo me hace parecer ridícula.
Me las retiro y me lavo la cara con le agua fría, luego los brazos y finalmente acabo quitándome la ropa y lanzándome de golpe al agua. Me froto con fuerza a pesar de los pinchazos agudos que siento por todo mi cuerpo. El agua esta helada como es normal teniendo en cuenta que pronto llegara el invierno. Salgo tiritando y me pongo la camiseta y los pantalones que parece ser lo mas seco que tengo. La chaqueta desisto, esta demasiado sucia. Lo cojo todo y me dirijo a la alambrada.
[…]
Siento la mirada de mis vecinos sobre mi, pero no le presto atención a nadie, voy con la mirada perdida hasta llegar al valle de los Vencedores.
Me dirijo a mi casa y cuando llego a la puerta noto una corriente pasar por todo mi espalda, un escalofrío me recorre. Me giro y allí estaba, mirándome con sus ojos azules a través de la ventana de su habitación, con la mirada desesperada, reflejándose en ella el alivio al verme supongo. Pero también puedo ver en ellos desilusión, dolor y resignación. No había nada mas que decir, había llegado el fin, hacia dos meses ya que no me lo encontraba. Estaba aprendiendo como vivir sin la ayuda de nadie, sin la ayuda de el... Sentí tanta confusión al verlo tan frió allí, que fue entonces cuando comprendí que el no era para mi. No merecía a Peeta, ni su amor y entonces entre en casa, rompiendo el contacto hipnótico de sus ojos.
Lo primero que veo al entrar es a Buttercup. Se encuentra al pie de la escalera y me mira con hostilidad, como siempre. De repente siento un mareo y es como si todo el peso que llevaba encima me fulminase como un rayo. Veo asomarse a mi hermana desde arriba de la escalera y a mi madre salir de la cocina para dirigirse hacia mi persona. La veo mover sus labios, pero el sonido de su voz no llega hasta mis oídos. Comienzo a ver borroso, mientras veo la sombra de mi madre acercarse me y luego todo se vuelve oscuridad.
[...]
Sin apenas conciencia siento algo frío en mi frente. Todo mi cuerpo parece arder y al mismo tiempo siento un frío que me estremece. Escucho una voz, la de mi madre creo, pero es tan lejana que apenas puedo oírla.
-Prim, trae mas agua fresca que le esta subiendo la fiebre.-Oigo pasos que se alejan y abro los ojos para ver lo que me rodea.
No veo nada apenas, todo es tan borroso y iridiscente. Me encuentro en una cama y la mano que sujeta la mía es de mi madre, lo se por el tacto suave y el anillo que rodea su dedo corazón. Se que se lo puso ahí después de que muriera mi padre, la depresión de su falta le hizo perder unos buenos quilos, los cuales no había recuperado, y tuvo que cambiarse el anillo de dedo por que se le escurría.
De repente creo ver dos ojos, los de ella, me aprieta la mano y escucho:
-Duérmete mi vida, pronto te sentirás mejor.- Es apenas un susurro pero le hago caso y vuelvo a mi oscuridad.
[…]
Todo es verde... Es lo único que veo a mi alrededor, plantas y mas plantas. Estoy corriendo. ¿Huyo?
No creo. Busco algo mas bien, o a alguien para ser mas exactos.
Siento que me falta el aire mientras hojas y ramas arañan mis brazos y piernas. ¿A quien busco?. ¿A Gale?, puede ser, al menos no se me ocurre a nadie mas que pueda buscar en el bosque. Entonces pienso en Peeta y un escalofrío me recorre. ¿Le busco a él? Por que no puedo acordarme a cual de los dos busco?.
Un sinsajo canta la melodía de Rue y comienzo a preocuparme por ella. ¿Es a ella a quien debo salvar? Por que tenia que encontrarlos? Tres era demasiado para ella sola, no creo que lo lograse a tiempo. Me ahogo y escucho a Prim llamándome. ¿Prim? ¿Donde estas? Grito y lo único que logro es que un montón de voces me atormenten: mi madre, Prim, Peeta, Gale, Haymitch...
¿Haymitch? Que hace el en el bosque?. ¿Donde estáis?.-Chillo con todas mis fuerzas.
-Esta loca, definitivamente esta rematadamente loca.- Oigo la voz de Haymitch.
-No esta loca, es por la fiebre.- ¿Ese es Peeta?
-Tienes que calmarte, Catnip.- Ese es Gale, ¿Calmarme? ¿De que hablan? Si solo pudiera alcanzarlos, pero no los veo entre tanto verde.
-¿Podéis iros?.- Pregunta mi madre. ¿Irse? ¿A donde? ¿Porque me dejan sola? Muevo mi mano hacia delante impulsivamente mientras chillo a pleno pulmón que no me dejen ahí.
Algo pequeño atrapa mi mano y me la sostiene.
-Yo no me voy Katniss.- Dice mi hermana.- No pienso soltarte.
Y me vuelvo a derrumbar.
[…]
Vuelvo a sentir algo frío en mi frente. Noto como me la enfría durante un momento para luego sentirla ardiendo de nuevo. Rápidamente mi frente vuelve a estar desnuda, escucho el ruido de agua cerca y de nuevo algo fresco toca mi frente.
Abro los ojos y me encuentro con dos mares azules.
-Peeta... .- Susurro con la voz ronca.
-Sh... .- Le oigo susurrar.- Tranquila solo es fiebre.- Y me acaricia con ternura la frente.
Me da vueltas la cabeza y busco a los demás en la habitación. El parece adivinar que busco y responde:
-No están, ha habido un derrumbamiento en las minas y tu madre y Prim están ayudando.- Me altero, ¿en las minas? Me temo lo peor.
-No Gale no estaba, no era su turno.- Me vuelve a cambiar el paño de la cabeza.- Pero a marchado para ayudar a sus compañeros y sus familias. Y Bueno Haymitch esta borracho, ya sabes.- Y una sonrisa cruza su cara.
Es extraño ver su sonrisa y escuchar su voz después de tanto tiempo, es como un sueño y la niebla que inunda mis ojos solo hace que todo parezca mas irreal.
-Es decir que te han dejado a ti con el muerto.- Hablo refiriéndome a mi misma devolviendo le la sonrisa.
-No.- Se ríe.- Les he dicho que ya me ocupaba yo de ti.-Otra vez intercambia los paños.
-¿Porque?.- Pregunto, y noto como se tensa de la sorpresa.- Si ya no me hablas, se supone que estas enfadado conmigo por haber fingido en la arena.
-Bueno, estas enferma eso merece una tregua, no?.- Bromea.- Y no estoy enfadado contigo, si no conmigo.- Le miro con confusión y el suelta un suspiro.- La culpa no fue tuya Katniss, tu solo pretendías mantenernos con vida y el problema fue que a mi dejo de importarme mi vida y solo quise que todo lo pasado en la cueva fuese real.
-Eso no es cierto.- Respondo con brusquedad.- No puedes echarte la culpa de todo Peeta. Yo deberia haberte avisado de alguna forma. Habértelo dicho al oído, pero me sentía tan a gusto contigo que solo seguí alimentando esa ilusión.- Sentía que me iba a explotar la cabeza, pero tenia que sacarlo todo.- Peeta no puedes seguir enamorado de mi, yo solo puedo darte malos ratos y tormentos, ni siquiera deberíamos ser amigos, por que soy tan egoísta Peeta, que soy capaz de tenerte a mi lada a pesar del daño que te este causando. Soy una mala persona, Peeta. Dímelo, se que lo soy.
-No lo eres, las malas personas son las que hacen daño a conciencia, y tu a conciencia no serias capaz de herirme.
Lagrimas comienzan a surcar mis mejillas. Soy yo la que debería consolarlo a el y no al revés. El seca con sus dedos mis lagrimas.- No llores Katniss, eso si que no lo puedo soportar.- Toca mis labios y le veo fruncir el entrecejo.- Tienes mas fiebre.- Y se vuelve a por otro paño, pero yo le sujeto la mano con fuerza y le digo:
-Deja eso, ven a la cama.- susurro y mi voz suena ronca. La visión vuelve a ser iridiscente pero no pierdo de vista sus ojos azules.
-Katniss... .-La duda inunda su voz.- Estas delirando, tengo que bajarte esa fiebre.- Estiro de su mano hacia mi y repito.
-Ven a la cama y abrazame, te prometo que me pondré bien.- Le oigo suspirar pero finalmente le veo meterse en la cama. Cierro los ojos y lo ultimo que siento antes de entregarme a Morfeo, son los brazos de Peeta rodeándome.
[…]
Siento a Peeta presionarme la frente y murmura algo. Lo siento tensarse y mi respiración acelerarse. Pero solo quiero escuchar su voz, que me calma y me llena. Aprieto los ojos con fuerza y me imagino su rostro. Lo noto temblar detrás de mi y por una vez en mucho tiempo no me siento sola.
Le cuesta respirar y veo el reflejo de su inquietud en la su mano que tiembla en mi frente. Cambia de mano y siento un leve frescor. Suspiro de alivio un momento antes de notar que su mano desaparece y su cuerpo se despega del mio. Voy a protestar, pero inmediatamente un paño fresco toca mi frente y sus labios rozan la punta de mi nariz. Vuelvo a suspirar pero gruño tirando de su mano para hacerle volver a la cama. Le oigo reír suavemente.
-No Katniss, no me vas a chantajear de nuevo. La fiebre no te ha bajado a si que no pienso moverme de aquí
-¿Chantajearte de nuevo?.- Pregunto.-No recuerdo haber hecho tal cosa.
-Hombre, pues el "ven a la cama, te prometo que me pondré bien" lo parecía.-Me dice con voz divertida. Yo bufo y sacudo la cabeza, pero Peeta me la sujeta por la nuca.- ¿Puedes estarte quieta? O me vas a obligar a tomar medidas drásticas.
-¿Y cuales son si se puede saber?.-Digo irónicamente.- Me vas a atar la cabe... .- Sus labios rozan los míos, siento su lengua dentro de mi boca mientras su mano masagea suavemente mi nuca.
El beso dura poco para mi gusto y el se separa unos centímetros de mi y susurra:
-Y bien?.- Noto su aliento sobre mis labios, y mi corazón me va tan rápido que creo que me va a salir volando.
-Tengo sed.- Es lo único que sale de mis labios, me refiero a sed de sus besos, que quiero otro pero Peeta ya se a alejado y me acerca un vaso a la boca.
Yo empiezo a cobrar sentido de lo que acabo de decir y agradezco que Peeta no haya entendido mi doble sentido. Bebo con desesperación y es entonces cuando me percato de lo seca que se encuentra mi garganta. Peeta me retira el vaso y cambia el paño de mi frente.
-Duérmete.-Le oigo decir.-Necesitas descansar.
-Tu también.- le espeto. Le veo negar con la cabeza.
-Ya dormiré cuando tu estés bien, anda duérmete ya.
-Bueno pues bésame.
Se sorprende tanto o mas que yo, ¿He dicho eso? Debo estar perdiendo la chaveta. El ríe.
-Definitivamente estas delirando, y mucho.- Me dice con una sonrisa.- Duérmete antes de que digas mas tonterías.-Su voz suena apenas un susurro y entonces me arropa hasta el .-Suspiro y cierro los ojos. De pronto sus labios presiona los míos en un beso corto pero dulce. Una sonrisa se forma en mi cara y solo puedo pensar en que Peeta es un ángel.
Mi ángel.
[…]
"Cuando tu mente dice renuncia, la esperanza susurra un intento mas".
