Cuánto tiempo, .¿verdad? .¡Sí, he regresado! No hace mucho me asaltó una idea para un nuevo fanfic SasuSaku, y helo aquí: os presento a Flor carnívora, mi nueva criatura. Será un fanfic cortito (tan sólo tres capítulos) y con bastante angst.

Mi fuente de inspiración primordial para concebir esta historia es la canción Flor carnívora, de Ana Torroja, que podéis escuchar aquí: http : // www. goear. com / ?v=a634415 (sin los espacios). El argumento se desarrollaría más o menos después de los acontecimientos narrados actualmente por el manga, desde el capítulo 426.

Quiero dar las gracias de antemano a las dos lectoras primordiales de todo lo que escribo, incluso aquello que no ve la luz de fanfiction: Chrysallis hime y Gael1611, ya que además de leerme, me inspiran muchas grandes ideas (aunque no lo hagan de manera consciente).

Quisiera agradeceros por adelantado vuestros reviews. Tanto si os gusta como si no, quisiera tener una opinión de todos mis lectores y lectoras. Así que, .¡no os cortéis! Haced click en la botoncito de abajo y contadme qué os ha parecido este pequeño engendro.

Disclaimer: Naruto, sus personajes, su terminología y su universo no me pertenecen; tampoco la canción Flor carnívora. Ambos pertenecen a sus respectivos autores.


FLOR CARNÍVORA

Capítulo 1 - De cómo hacer propia una guerra ajena

La soledad ha formado mi carácter, que es malo; endurecido mi corazón, que es orgulloso, y mi cuerpo, que es resistente

(Coco Chanel)

Llevaba unos cuatro días caminando por el bosque, o al menos eso creía. No estaba segura. Tenía los niveles de chakra bajo mínimos y se moría de hambre. Podía haber cazado algún animal del bosque, pero era escrupulosa y no se atrevía a comerse cualquier bicho que corretease por ahí. Podía coger de todo, y teniendo en cuenta que estaba en mitad de la nada, no consideraba recomendable arrastrarse sin rumbo entre los delirios de la fiebre. Así que no comería aún, al menos no hasta que sintiera consumirse su estómago.

La muchacha se apoyó en el amplio tronco de un árbol. La corteza le raspaba la espalda y le clavaba la rejilla de la camiseta interior, pero se sentía segura bajo su sombra. Comenzó a nublársele la mirada, y comprendió que se estaba durmiendo. Pasaba las noches en vela, vigilando las sombras del bosque, y nunca se le había dado bien dormir de día, pero estaba tan cansada…

-No lo conseguiré –murmuró-. No podré volver a Konoha…

-.-.-.-.-.-

Un chivatazo a tiempo había revelado los últimos movimientos de Akatsuki después de que abandonaran la Villa casi en ruinas, en la que habían buscado a Naruto, sin hallarle, claro. Con la mayoría de los edificios destruidos, la población sin techo, el hospital atestado y Kakashi moribundo, la información de que Sasuke se había unido a Akatsuki y que pretendía destruir la Villa Oculta de la Hoja parecía irrelevante, pero Tsunade no pasaba nada por alto. Logró sacar un instante de calma y fue a su despacho, donde llamó a Sakura.

Cuando la pelirrosa llegó, Tsunade estaba de espaldas a ella, mirando por el amplio ventanal que se abría al fondo del despacho. Su mirada evitaba la imagen de la Villa derruida y se alzaba hacia el horizonte, sin inmutarse porque la luz anaranjada del crepúsculo le incidiera en los ojos.

-.¿Me has hecho llamar? –Preguntó la chica.

-Sí –respondió la Hokage-. Tengo una misión para ti.

-.¿Para mí? .¿Yo sola? –Se extrañó.

-Así es. Es algo que sólo tú puedes hacer.

Se hizo el silencio. Sakura observaba, expectante, la espalda de su maestra. Era consciente de que no eran muchas las cosas que ella podía hacer, y más aún sola. ¿No les enseñaban desde niños la importancia del trabajo en equipo?

-…Sakura, ya eres una mujer, y tu misión requiere que actúes como tal –Tsunade se volvió-. Vas a buscar a Sasuke Uchiha. Vas a seducirle y vas a matarle.

La chica abrió los ojos de par en par.

-.¿Cómo…?

-No quiero oír peros ni excusas –le cortó la Godaime-. Es una orden, Sakura.

-No conoces a Sasuke. ¿Seducirle? .¡Pero si no tiene sangre en las venas! –Se burló la muchacha.

-Oh, sí que la tiene, querida –contestó Tsunade, con sorna-. Todos tienen, aunque les guste hacerse los machitos, pero si les estimulas lo suficiente caerán rendidos a tus pies… No pretendo darte una lección magistral en este momento porque no tenemos tiempo, Sakura, pero sí te diré una cosa: no busques héroes románticos, fríos y sensuales, porque no existen. Dos tetas tiran más que dos carretas, ya sea antes o después.

La Hokage había rodeado la mesa y se encontraba frente a Sakura en ese instante.

-Entonces quieres que seduzca a Sasuke –constató la pelirrosa.

-Sí.

-Y que le mate después.

-Sí.

Sakura suspiró:

-No creo que pueda hacerlo.

Tsunade alzó la barbilla, desafiante.

-No te estoy ofreciendo otras opciones. Bueno, bien pensado, sí que tienes una alternativa: el destierro.

La muchacha se puso blanca como el papel.

-.¡No puedes hacer eso! –Protestó.

-.¿Quién lo dice? Nos encontramos en Estado de Alerta, de modo que todos los poderes se encuentran en mis manos. Las únicas leyes son mis palabras, así que si no vas a obedecerme, haz las maletas y vete.

Sakura se envaró.

-Seducirle y matarle, .¿eh? –Insistió.

Tsunade asintió con la cabeza.

-Puedes irte ya. Eso sí, si no vas a volver con la cabeza de ese despreciable Uchiha, no te molestes en volver.

La Godaime dio por finalizada la conversación girándose con donaire. Regresó junto a la ventana y volvió a fijar la mirada en las montañas que se recortaban en el horizonte. La chica apenas se demoró unos instantes antes de salir del despacho de su maestra sin decir ni una palabra.

-.-.-.-.-.-

Aquella misión tenía una dificultad añadida que la Hokage olvidó comentar: resulta casi imposible, por no decir del todo, encontrar a un ninja de nivel en cuyo orden de prioridades destaca el no ser descubierto. Sakura había partido de la Villa sin plan alguno, casi a la desesperada, y había dejado atrás su hogar a la espera de una solución caída del cielo, aunque no tuviera demasiada fe en los milagros. Quizá, con mucha suerte, Naruto volvería e iría a buscarla…

La muchacha se espabiló de repente. ¿Por qué tenía que apoyarse en los demás? Tenía que hacerlo por sí misma. Aun estando agotada, se incorporó y volvió a caminar. No se había dado una ducha como Dios manda desde el día en que salió de Konoha, y era consciente de que empezaba a oler bastante mal. Sintió vergüenza. Era cierto que estaba sola, pero la higiene es la higiene.

Llevaba caminando cerca de media hora cuando un sonido destacó entre los demás: el tintineo fresco y brillante del agua corriente. La chica se enderezó, esperanzada, y se quedó quieta, tratando de identificar el origen de ese sonido. Cerró los ojos y se concentró en él hasta aislarlo de los trinos de los pájaros, el murmullo de las hojas mecidas por el viento y el trote de los animales entre los árboles.

-Agua… -musitó Sakura.

Se volvió hacia el noroeste, abrió los ojos y caminó con decisión, apartando los helechos. No fue mucha la distancia recorrida hasta que llegó a una idílica orilla alfombrada de hierba verde, junto a la que discurría un cantarín arroyo. Se arrodilló junto a él y hundió la cabeza en el agua.

No supo cuánto tiempo pasó con la cabeza en remojo, pero al sacarla inspiró con fuerza, como si lo hiciera por primera vez después de nacer, y sonrió ampliamente.

Al abrir los ojos vio, en medio del río, a una persona de pie sobre el agua. Era un chico algo mayor que ella, de cabello gris y mirada curiosa, que la observaba con los brazos cruzados sobre el pecho. Llevaba colgada de la espalda un arma que ella conocía. Dando un salto, se puso en guardia:

-.¡La espada de Zabuza!

-.¡Konoha! –Reaccionó él, esgrimiendo el arma al identificar el emblema de la bandana de la chica.

Se abalanzó sobre ella, que se apartó de un salto. Cuando fue a concentrar el chakra en las plantas de sus pies para posarse sobre la superficie del río, se percató de que ya no le quedaba, y se hundió en la corriente como una piedra.

-.-.-.-.-.-

".¡Qué manera tan absurda de morir!"

Poco a poco, las tinieblas se fueron disipando, aunque lo único que acertó a ver fue un techo encalado y en penumbra. Oyó unos cuchicheos junto a ella.

-Sasuke se ha puesto nervioso al verla. ¿Te has dado cuenta, Karin? –Reconoció la voz de su contrincante en el río.

-.¡Oh, cállate! –Chilló una chica.

-Alguien de su pasado, sin duda –comentó otra voz masculina, más grave.

-.¿Ha dicho algo ese tío de Akatsuki? –Preguntó el primero.

-Sólo que ya vería qué hacer con ella cuando se despertara –contestó el otro hombre.

-.¿Y vamos a esperar? –Inquirió la chica.

-.¿Qué quieres, despertarla a bofetadas? –Se mofó el primero.

-Quizá sea mejor que nos vayamos… -titubeó el segundo.

-.¡Espera! –Le detuvo la chica- .¿Estás seguro de que sigue durmiendo?

Sakura concentró todos sus esfuerzos en parecerlo mientras la joven se inclinaba sobre ella y escrutaba su rostro. Hizo todo lo posible por no mover ni un músculo; no quería que aquella histérica la pillara despierta.

Oyó pasos; los tres se habían marchado. Sakura abrió los ojos y se incorporó en lecho en el que había estado tendida, que era más bien un catre. No obstante, exhausta como estaba, se le antojaba la más mullida de las camas. La habitación era pequeña, con un solo ventanuco con barrotes, a través del cual veía el cielo nocturno. Una vela sobre un taburete ubicado a medio metro de la cama constituía la única iluminación del cuarto. El suelo era de hormigón visto, basto y áspero.

La muchacha apartó la sábana que la cubría y se levantó. Estaba descalza y tampoco llevaba guantes; sus bolsas de armas no estaban tampoco con ella. "Genial…" Cogió la vela y se acercó al rincón contrario del cuarto, que quedaba sumido en una oscuridad casi total, e iluminó otro taburete sobre el que reposaba una prenda de color crema junto a sus guantes negros y su bandana. Al lado, apoyadas en la pared, estaban sus botas.

-Sakura.

La voz a su espalda la sobresaltó; se le cayó la vela, que se apagó al tocar el suelo. Sabía que esa voz era la de Sasuke. Resultaba irónico ir en su busca y que fuese él quien había dado con ella, pero tampoco resultaba tan sorprendente. De hecho, podía considerarlo un golpe de suerte. Tal vez se tratara de ese milagro que había estado esperando.

Se giró a toda prisa en la oscuridad y apoyó la espalda en la pared más cercana. No tenía la menor idea de cómo reaccionaría él.

El chico cogió la vela del suelo y la encendió sin necesidad de cerillas. La trémula llama iluminó su rostro de ojos oscuros como el plumaje de un cuervo. Tenía el ceño fruncido.

-.¿Qué demonios estás haciendo aquí? –Preguntó.

-Yo… -intentó excusarse ella.

-Voy a tener que matarte, .¿lo sabes?

A Sakura sólo se le ocurrió una respuesta:

-.¡Vaya, ahora van a matarme por ser una prófuga de Konoha! No eres el más adecuado para hacer eso.

El Uchiha la miró con los ojos entrecerrados. No se había creído ni una palabra.

-.¿Que te has fugado de Konoha? .¿Tú?

Ella asintió enérgicamente con la cabeza, rogando a los dioses que Sasuke olvidara que poseía el sharingan, porque eso habría significado el fin de su embuste. Suspiró teatralmente.

-Hace tiempo que estoy descontenta con el funcionamiento de la Villa –explicó-. Todo es muy… turbio, la administración no funciona como debería, el dinero va a parar a bolsillos particulares, se hace la vista gorda a los crímenes y… -no supo muy bien qué decir, pero al acordarse de Sai, tuvo una brillante idea- están esos viejos. Ya sabes, el Consejo. Creo que son las personas más corruptas que he visto en mi vida.

Sasuke se tensó. Esos viejos. Los que habían empujado a su hermano a asesinar a toda su familia. Asintió levemente con la cabeza, invitándola a que continuara.

-Tsunade-shinsou no hacía nada al respecto y pasaba de mis quejas… No aguantaba más, y me he ido –completó Sakura.

-No muy lejos –agregó él.

-Bueno… no fue una huida planeada, más bien discutí con ella una vez más, fue la gota que colmó el vaso… Así que me largué.

-.¿Y dónde pensabas ir? –Inquirió el Uchiha.

-No estoy segura. A alguna Villa en la que se respeten las leyes.

Sasuke movió la cabeza un par de centímetros y volvió a entrecerrar los ojos, apenas un segundo. Parecía un tic nervioso.

-.¿Y si no encuentras ninguna?

-Entonces me estableceré por mi cuenta –declaró Sakura-. Me haré mercenaria, o algo así.

Sasuke expulsó todo el aire de sus pulmones por la nariz de un golpe.

-Deberías haber aprovechado mejor el tiempo en tu huida. Si estuvieras más lejos, les sería más complicado dar contigo.

Ella le miró a los ojos con expresión malhumorada.

-.¿Quién te crees que eres para darme lecciones, mi compañero de equipo? –Preguntó, con sorna.

Aquello había sido un golpe bajo. Sasuke volvió a realizar ese gesto de entrecerrar los ojos un instante y se apartó. Dejó la vela encima del taburete que estaba más cerca de la cama y comentó:

-No creo que la Hokage te deje marchar tan fácilmente. Suigetsu no detectó que te siguieran, pero no me extrañaría que enviaran a alguien a buscarte.

-.¿Como Naruto? –Inquirió la muchacha.

-Por ejemplo.

Segunda ironía del día: no había hecho más que despertar y ya estaba metiendo el dedo en la llaga que más dolía. Al parecer, Sakura había aprendido algo más que técnicas de combate de Tsunade. Eran más o menos igual de bordes.

Sasuke se apoyó en la pared contraria a la de ella.

-Suigetsu me ha dicho que le atacaste y que luego te caíste al río y por poco te ahogas –comentó de manera aséptica.

-Mi versión difiere en los detalles –respondió Sakura-. Yo no le ataqué; sólo me puse en guardia al reconocer la espada de Zabuza. Me dio mal rollo.

-Ya.

-Y él me atacó cuando vio que era de Konoha. Espero que no todos tus subordinados sigan la filosofía de golpear primero y preguntar después.

-Me parece que el consejo llega demasiado tarde. Sigue.

-Bueno, pues me aparté para esquivar su golpe y caí al río porque no me quedaba chakra para posarme encima. ¿Contento?

El chico desvió su mirada a las sábanas revueltas de catre.

-.¿Cuánto tiempo hace que te fuiste de la Villa? –Preguntó.

-No estoy segura –confesó ella-. Más de tres días, creo.

-…Eso explica tu agotamiento. Apenas te quedaba una gota de chakra en el cuerpo, has dormido cerca de trece horas.

-Guau. Eso es mucho –se impresionó a sí misma.

-Supongo que ahora tendrás hambre.

Sakura no contestó. A decir verdad, no se había dado cuenta hasta ese momento, pero tenía un hambre de lobo. Por desgracia para ella, su estómago informó a Sasuke por ella. Se sonrojó después del rugido que le nació de las entrañas. Y entonces el Uchiha hizo algo que estaba segura de no haberle visto hacer jamás: se rió. No fue una carcajada, claro, más bien fue ese ruido nasal que le sale a la gente que se aguanta una risotada. Pero es que era Sasuke. De no haberlo visto, no lo hubiera creído.

-No creo que me dejen darte algo de comer hasta que hayas hablado con Madara.

Ella se pegó aún más a la pared. Aquel nombre no le inspiraba confianza.

-.¿Madara…?

-Uchiha Madara. El fundador de mi clan.

La pelirrosa le miró de hito en hito.

-Pero eso es imposible –dijo al fin-. No puede ser el mismo Madara, .¿no? Es decir, tu clan fue fundado hace… bueno, unas cinco generaciones como mínimo. No puede ser.

Sasuke le sostuvo la mirada.

-Pues es.

La muchacha había perdido parte de su aplomo. Intuía que se metido en un terreno demasiado peligroso para ella. Toda aquella situación olía a peligro. No estaba segura de que hablar con el autoproclamado Madara fuese una buena idea.

-Yo…

-Dijo que quería hablar contigo. Ésta es su guarida, bueno, y la de Akatsuki, así que quiere saber quién se mueve por ella. Cálzate. Te llevaré ante él.

Sakura obedeció, aturdida. Cogió las botas y se sentó en la cama para ponérselas. Sasuke la contempló con aire de superioridad, regodeándose en el siniestro placer de ver cómo se sentía tan indefensa. Adoraba sentirse superior.

Una vez hubo terminado, le siguió por el pasillo. A diferencia de su cuarto, estaba profusamente iluminado con antorchas. El suelo era el mismo, pero las paredes parecían talladas en roca viva. Aquella guarida parecía un hormiguero gigante dentro de una montaña. De repente, se dio cuenta de algo. Se detuvo en seco y dijo:

-Espera. ¿Has dicho Akatsuki?

El Uchiha se giró hacia ella.

-Sí.

-Entonces… Sasuke, .¿y tu hermano?

Él bajó la mirada, tensando la mandíbula.

-Está muerto.

-.¿Lograste… matarle?

-Así es.

-Entonces, .¿por qué no has vuelto a Konoha? –Sakura sustituyó la pregunta ".¿Por qué quieres destruir Konoha?" por la que habría hecho años atrás.

Él la miró a los ojos.

-No volveré a ese lugar más que para destruirlo.

La chica encogió los hombros y abrió mucho sus ojos verdes. Respiró hondo, como si fuera a decir algo trascendente, pero se lo pensó mejor y no dijo nada. En vez de eso, reemprendió la marcha pasillo adelante. Sasuke lo hizo también hasta rebasarla, mostrándole el camino. No hablaron durante unos minutos, hasta que el muchacho comentó:

-No pareces feliz de que quiera destruir ese lugar tan corrupto del que huyes.

-Es el lugar en el que nací –respondió Sakura.

-También yo –replicó él, restándole importancia.

-No creo que sea necesario destruirlo –opinó la chica-. Sólo habría que sustituir a los gobernantes, como mucho el sistema de gobierno.

-Quiero que arda hasta los cimientos –dijo él entre dientes, acelerando el paso.

Ella se detuvo.

-Sólo sabes destruir, Sasuke-kun.

El chico se detuvo en seco. Mucha gente había utilizado ese sufijo con su nombre de pila, empezando por ella, pero nunca le había turbado tanto que cuando ella lo pronunció con aquella entonación.

-.¿Crees que sólo sé destruir? –Preguntó, enmascarando su aturdimiento con arrogancia.

Ella asintió con la cabeza a su espalda.

-Pues te equivocas. Lo que pasa es que no sabes nada. Hay que destruir para volver a crear.

-Ya. ¿Y qué vas a crear tú, si puede saberse?

Sasuke se volvió hacia ella. Sus ojos refulgían de sharingan.

-Mi clan.

-.-.-.-.-.-

El trayecto terminaba ante una puerta doble franqueada por antorchas que marcaba el final del corredor. Al otro lado, supuso Sakura, estaría Madara.

"Madara…" .¿Qué era él? Sasuke sabía tan poco que la había sorprendido. No le daba buena espina que un ninja tan hábil como el Uchiha se hubiera arrojado sin vacilar a los brazos de un perfecto desconocido. Aquello de que era el patriarca del clan no tenía pies ni cabeza. O Sasuke le estaba ocultando información, o su ex compañero de equipo había sido engañado vilmente.

El muchacho abrió una de las hojas de la puerta sin llamar y entró primero. Ella le siguió.

La sala era un despacho de forma semicircular, tan lúgubre como el resto de las estancias. Claro que, se recordó Sakura, se encontraba en la base de operaciones de un grupo terrorista, no en un parque de atracciones.

El supuesto Madara estaba sentado tras un tosco escritorio de madera. Su aspecto sorprendió a la chica. Había leído en las crónicas de la Villa que todos los Uchiha, sin excepción, eran tan buenos ninjas como bien parecidos, lo cual les convertía en un apetecible blanco en los matrimonios concertados. Sin embargo, ese tipo daba la impresión de ser rechoncho, patoso y descuidado; llevaba la capa arrebujada y el cabello corto, desigual y crespo. El rostro se lo ocultaba una curiosa máscara naranja con un dibujo de líneas curvas que convergían en un único orificio, a través del que se podía ver el ojo derecho. Y ese ojo poseía la marca innata de los Uchiha: el sharingan.

Sakura se envaró, pero le sostuvo la mirada con una pasmosa serenidad.

-Hum… -dijo el hombre, interesado-. Qué curioso. He conocido hombres adultos que temblaban como hojas ante la vista de mi sharingan, pero tú no pareces asustada.

-Tu doujutsu no me asusta –declaró ella.

-Probablemente no conoces su verdadero alcance, querida. Sasuke-kun no desarrolló más de un 10% de sus posibilidades antes de abandonar Konoha.

Ella alzó la barbilla, desafiante.

-Aún así –dijo-, no sería una buena kunoichi si lo desconocido bastara para amedrentarme.

Madara respiró contra su máscara. Por debajo de ésta, sonreía satisfecho tan ampliamente como le permitían sus mejillas.

-Me gustas, jovencita. ¿Te llamas…?

-Sakura. Haruno Sakura –aclaró la pelirrosa.

-Ooh, bonito nombre. A mí puedes llamarme Tobi.

-Tobi… -murmuró ella, como para sí.

-Oh, cielos, .¿no te habrán contado ya todo lo de Madara? Muy mal, Sasuke-kun, me has reventado la sorpresa –se dirigió al chico.

-.¿Y qué más da? De todas formas no vivirá para decírselo a nadie, .¿no? –Masculló como respuesta.

Tobi ladeó la cabeza.

-.¿A qué te refieres, Sasuke-kun?

Sakura volvió la cabeza y le miró directamente, esperando una respuesta. Él no se inmutó al contestar:

-Pues que vamos a matarla.

Tobi se llevó las manos a la cabeza en un teatral gesto:

-.¡Cómo puedes decir eso! .¿Y por qué íbamos a hacerlo, cualquiera de nosotros?

-Porque ella es de Konoha. La probabilidad de que sea una espía es demasiado alta.

Sakura frunció el ceño. Si la descubría…

-.¿Estarías dispuesto a hacerlo tú, Sasuke-kun? .¿Matarías sin pestañear a esta chica? –Preguntó Tobi.

Él la miró a los ojos.

-Sí, lo haría.

Ella apretó los labios con desazón. Nunca había luchado contra él, pero no le cabía la menor duda de que, después de la paliza que le dio años atrás a Naruto, no tendría reparos en hacer lo mismo con ella.

-Oh, mírala. La has ofendido.

Sakura bajo la mirada hacia el suelo. Odiaba a aquel idiota. Por primera vez en toda su vida, deseaba matarle.

-Yo no he hecho nada –se excusó, con un calculado temblor en la voz-. Ha sido uno de los vuestros quien me ha atacado de repente en el bosque. Luego me habéis traído aquí aprovechando que estaba inconsciente, .¡y encima ahora queréis matarme! Es tan injusto.

-Cariño, claro que somos injustos. Somos asesinos. Somos Akatsuki. Pero por si te sirve de consuelo, no me apetece matarte todavía. Somos injustos, pero tienes razón: nada de esto es culpa tuya –Tobi se había puesto en pie, había rodeado la mesa y se encontraba frente a la chica, que alzó la mirada hacia él-. Pero cuéntame: .¿qué hace una chica como tú en un sitio como éste? Tan lejos de casa…

Sakura hizo un mohín y miró con ojos llorosos al temible líder en la sombra de Akatsuki.

-Vivir en Konoha es tan… horrible –declaró-. Esa estúpida que tienen por Hokage, la Sannin Tsunade, es una borracha ludópata que me mata a trabajar. Y esos viejos que forman el Consejo son unos abusones. Además –bajó la voz-, uno de ellos es un pervertido.

-Qué duro para ti –dijo Tobi, asintiendo con la cabeza, al tiempo que lanzaba una mirada a Sasuke. Éste puso los ojos en blanco.

-Cada vez hay menos justicia, la gente se ha vuelto desconfiada, florecen los vicios, el dinero de los impuestos está en manos de los cuatro pelagatos que estafan a Tsunade en el casino… Es un caos.

-.¿Y el jinchuuriki? .¿Dónde está Uzumaki Naruto? –Preguntó el hombre.

Sasuke se tensó y miró a Sakura de reojo. Ella, por su parte, no estaba dispuesta a traicionar a su amigo. Dio gracias a que nadie le hubiera dicho dónde demonios se encontraba aquel lugar al que se había marchado; si utilizaban un genjutsu para obligarla a hablar, no diría nada demasiado distinto a lo que iba a responder en aquel instante:

-No lo sé. Sé que se fue a entrenar fuera de Konoha, pero no sé exactamente dónde. Era alto secreto. Él quería contármelo –añadió, con aire melancólico-, pero no le dejaron. Tsunade nunca confiaba en mí.

Los dos Uchiha intercambiaron una mirada.

-Bien –dijo finalmente Tobi tras un silencio-. ¿Y qué piensas hacer ahora?

-Pues… pensaba ir a alguna otra Villa, o quizá me establezca por mi cuenta…

-.¿Quieres ser una kunoichi freelance? –Preguntó, burlón-. Créeme, tú sola no durarás mucho. No por ti, querida, claro que no. No me cabe la menor duda de que posees unas habilidades excelentes, pero la vida es dura para un ninja solo si no tiene un nivel de ANBU como mínimo. ¿Por qué crees que Sasuke-kun buscó aliados en cuanto asesinó a Orochimaru?

-Eh, a mí no me metas –dijo el muchacho-. Y a todo esto, ¿adónde quieres llegar…?

-Quédate con nosotros –propuso Tobi, haciendo caso omiso del joven Uchiha-, al menos hasta que tengas una idea más clara de lo que deseas hacer.

-.¿Puedo? –Preguntó ella, con los ojos brillantes por la emoción.

-.¿Pero qué dices? –Reaccionó Sasuke, cuyo sharingan comenzó a girar involuntariamente.

Tobi le miró, ladeando de nuevo la cabeza.

-.¿No te alegra tener cerca a alguien de Konoha, Sasuke-kun? Y tan cercano a ti, además.

-.¡Claro que no, maldita sea!

Ella volvió a mirarle con reproche y tristeza. Odiaba aquella mirada. Conseguía hacerle sentir culpable. Lo intentó por última vez:

-Es un peligro innecesario.

-.¿Te parece peligrosa esta pobre chica?

Sasuke estudió a su ex compañera de equipo. Sí, cierto, Sakura tenía el aspecto más inofensivo del mundo. Pero no sabían qué entrenamiento había recibido, los trucos que podía conocer y las trampas que podía llegar a tenderles. Y además… el chico no lo había dicho, pero Madara ya lo intuía: no quería que ella se quedara allí de manera permanente, como un recuerdo de todo lo que había dejado atrás de manera voluntaria. No pensaba, ni por asomo, dejarse llevar por la nostalgia, pero eso sería más sencillo si Sakura no merodeara por allí.

-Decidido –dijo Tobi, ante la ausencia de respuesta-, Sakura-chan se queda. Puedo llamarte así, .¿verdad?

-Claro –respondió ella, con una sonrisa.

"No, de eso nada", se dijo Sasuke. Así era como la llamaba Naruto: una evidencia más de que las cosas no podían sino ir a peor.

-.-.-.-.-.-

Apenas cinco días más tarde, el joven Uchiha y Karin eran los únicos que tenían quejas acerca de la presencia de Sakura en la guarida de Akatsuki. Suigetsu, Juugo y Tobi estaban encantados con ella, y se deshacían en halagos. Incluso Pain y Konan, que pasaban muy poco por allí, enfrascados como estaban en la búsqueda de Naruto, eran de la opinión de que era estupenda y maravillosa. Aquello le destrozaba los nervios a cualquiera, sobre todo si se trataba de Uchiha Sasuke estresado, con una Karin a la que se comían los celos pegada a su trasero todo el día y la continua sospecha de que Sakura se guardaba un as en la manga.

Una tarde en que no lo resistía más, decidió salir a la superficie a entrenarse un poco. Necesitaba tomar el aire, estaba agotado después de pasar tanto tiempo oxidándose en aquella maldita caverna. ¿Cuándo darían aquellos dos inútiles con Naruto? No atacarían Konoha hasta que el psicópata de Pain estuviera en posesión de los nueve bijuu, y él ardía en deseos de desquitarse con la Villa que había presenciado el auge y la decadencia del clan más glorioso sobre la faz de la Tierra: el suyo, claro.

Atardecía cuando Sasuke comenzó su entrenamiento tal y como Orochimaru le había enseñado: entre los árboles, utilizando la orografía del terreno para orientarse, exprimiendo al máximo las capacidades de su chakra… Empleando, en definitiva, las habilidades con que la naturaleza le había dotado para ser el más rápido, el más fuerte, el más…

-.¡Sasuke-kun!

Antes de que su raciocinio pudiera reaccionar, su cuerpo atacó instintivamente a la persona que le había llamado. Cuando quiso darse cuenta, se percató de que el filo de su katana se encontraba a dos milímetros del cuello de Sakura, tumbada en el suelo tapizado por una fina capa de hierba rala.

El chico entrecerró los ojos en ese característico gesto suyo. Apartó el arma.

-.¿Se puede saber qué haces, Sakura? Podría haberte matado.

-.¿En serio? –Se burló ella-. Porque yo creo que no.

Y sin embargo, el ritmo de los latidos de la pelirrosa rozaba la taquicardia.

-Tu corazón no opina lo mismo –respondió Sasuke.

-Mi corazón es joven e inexperto –dijo ella, más seria.

El joven clavó su mirada en los verdes ojos de ella. Tenía las hebras de cabello rosa desperdigadas por la frente, pues la bandana se le había aflojado y ya no retenía el flequillo. Sus labios estaban entreabiertos para ayudar a sus pulmones a recuperar el ritmo normal de la respiración; tenía un aspecto más indefenso que nunca, pero había algo más…

No estaba preparado para esto. Aunque había pasado más de dos años entrenándose para ser el más fuerte, nadie le había hablado de lo que le pasaría cuando tuviera a una chica tan cerca de él. No le habían advertido acerca del temblor en las piernas, la sequedad en la garganta y la flojera en las manos.

-.¿Sasuke-kun?

Sakura alzó la mano para cerciorarse de que su ex compañero de equipo se encontraba bien, y él tuvo la sensación de que se había convertido en piedra: aunque lo intentaba, no lograba mover ni un milímetro de su cuerpo. Cuando las yemas de los dedos de ella le rozaron la mejilla, una descarga eléctrica sacudió hasta la última fibra de su cuerpo. Y se dio cuenta de que, por fin, se había hecho mayor.

Se puso en pie de un salto. Nunca se había sentido tan alterado. Ella le miró, con sorpresa, y se incorporó. Tenía briznas de hierba pegadas al pelo y su mirada era a un tiempo inocente y provocadora. ¿O esto último eran imaginaciones suyas…?

-Me largo –dijo, con aspereza.

-Pero… -Sakura le miró con curiosidad-. ¿Estás bien?

-Mejor que nunca –respondió él, con tono malhumorado, mientras se volvía y echaba a andar en dirección a la guarida de Akatsuki.

Ella le observó alejarse sin decir ni una palabra más. Sólo una vez hubo desaparecido se permitió esbozar una sonrisa. Tsunade tenía razón: Sasuke era un hombre, y como tal, era débil ante el poder de una mujer. Si había caído ante algo tan inocente como el roce de su mano en la cara, no sabría resistirse cuando utilizara la artillería pesada. Sin darse cuenta, ensanchó con satisfacción su sonrisa.

-Sasuke, ya eres mío –murmuró para sí.