Naruto Copyright Masashi Kishimoto.

Advertencias:1) Esta historia contiene escenas no recomendadas para menores de edad. 2) No me pertenecen ni Naruto ni sus personajes, pero sí la trama de este fic y no doy mi permiso para publicar mi historia en ninguna otra página, blog, etc. Lo siento y ¡gracias!

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Infiel

Prólogo

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Sakura está cometiendo un gran error, sus acciones van en contra de sus principios, desea llorar, pero… a la vez desea reír y sonreír. Ya que hay errores que devuelven la felicidad… que devuelven las ganas de vivir.

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Sakura Uchiha

En la intimidad de su dormitorio, miraba con ojos taciturnos su reflejo en un espejo. Aquel dormitorio lo llevaba compartiendo con su marido, Sasuke Uchiha, por más de quince largos años. Es curioso ver con que velocidad transcurren los años sin que uno se de cuenta.

Se mordió el labio y se recorrió de arriba a bajo.

Y sonrió, ya que le gustaba lo que veía… a sus treinta y cuatro años ni una sola arruga marcaba su rostro, su figura seguía siendo esbelta, su piel clara era suave y su cabello largo seguía con el mismo tono rosado y brillante de hacía años.

Deslizó la bata que cubría su cuerpo hasta el suelo, y se contempló desnuda.

Sus pechos ahora más generosos tenían finas estrías, deslizó sus dedos por aquellas suaves marcas apenas perceptibles a la vista. Posó seguidamente la mano en su vientre plano, en su cuerpo estaban gravados cuatro embarazos.

Se abrazó a si misma al sentir que una ligera brisa se colaba por la ventana. Hoy volvía su esposo de una dura misión, no tenía tiempo que perder, debía de preparar todo para la llegada de su marido a casa, después de todo esa era su obligación. Deslizó por su cuerpo la ropa interior y acto seguido se vistió con un fino vestido blanco.

Recorrió con pasos diligentes su casa hasta llegar a la cocina, tenía que preparar la cena para su marido y apenas le quedaba tiempo. Una pequeña sonrisa se coló en su rostro, y es que adoraba cocinar, la relajaba. Y lo mejor era disfrutar viendo la cara de sus hijos cuando saboreaban su comida.

Comenzó a preparar la cena, cortaba con rapidez y a la perfección las verduras, y como le solía ocurrir siempre que cocinaba, se perdió en sus pensamientos.

Sonrió como una tonta al recordar lo que había ocurrido ayer.

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Naruto…

Si se permitiera el lujo de relajarse, estaba segura de que sería capaz de sentir las diestras manos del rubio recorriendo su cuerpo, las yemas de sus dedos acariciando las suaves curvas de sus caderas. El calor comenzó a rodearla, colorando sus delicadas mejillas de color carmín. Pero la placentera sonrisa de su rostro fue sustituida por una leve contracción de los mismos. Remordimiento, agobio, pesar… dolor. Su espíritu cargaba día a día con aquellos sentimientos.

Una locura que la hacía feliz, pero que la estaba destrozando poco a poco. Tragó saliva, cerró los ojos, y se repitió por enésima vez… que dejara de pensar, no tenía tiempo que perder.

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Ren Uchiha, el hijo primogénito, llevaba varios días preocupado por su madre.

Puede que tuviera catorce años, pero su madurez y sus responsabilidades no se ajustaban a su edad. Era chunnin desde hacía cuatro años, y pronto sería jounin. No era un idiota ni tan ingenuo como para no darse cuando de que algo pasaba.

Acostado en la amplia cama de su dormitorio, cavilaba sobre aquello que lo preocupaba. Miraba con sus oscuros ojos, herencia de su padre, el techo de su habitación, tenuemente alumbrada por una lámpara. Se revolvió el pelo frustrado, estaba enfadado consigo mismo por no ser capaz de ver que ocurría.

-Madre… -Suspiró.

Se levantó y buscó una camisa en su armario, cogió la primera que vio… negra con el símbolo de su clan a la espalda y salió de su cuarto cerrando la puerta corrediza. Mientras se dirigía hacía la cocina se topó con su hermana, la más pequeña de la familia.

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-Hola Ren.

-Hola enana.

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Rina Uchiha, con sus cinco años recién cumplidos, corría por el pasillo, seguramente en busca de alguno de sus otros dos hermanos, Taiki de ocho años o a Sonsuke de once años. Rina le recordaba mucho a su madre, el mismo pelo, los mismos ojos... y un carácter muy parecido. En cambio él y sus dos hermanos eran como su padre, por lo menos en el físico.

Entró en la cocina y vio a su madre enfrente de los fogones, el ambiente estaba impregnado de un aroma a especias, se rió levemente al escuchar a su madre tararear una canción. Sakura se percató de su presencia, vio como ella se giraba y le regalaba una de sus sonrisas.

Ren se la devolvió y se acercó a ella, cogió una manzana y le pegó un sonoro mordisco.

-No deberías comer, la cena ya está casi lista.

Y Ren o no la escuchó o simplemente no le hizo caso, Sakura se fijó en el aire ausente de Ren. ¿Qué le pasaría?

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-Mamá…

-¿Si?

-Últimamente… no sé, te encuentro… extraña.

-¿Yo?, cariño a mi no me pasa nada.

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Ren miró el suelo, no le gustaba que le mintiera, no era tonto y sabía que pasaba algo.

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-¿Tienes problemas con papá?

Sakura cerró los ojos y dio un largo suspiro.

-¿Por qué crees que tengo problemas con tu padre? –Su hijo le dedicó una mirada de reproche.

-Por que parece que fueras más feliz cuando él no está en casa.

Sakura miró seriamente a su hijo a los ojos, ella más que nadie sabía la admiración que sentía Ren por su padre. Siguió cocinando mientras pensaba que responderle, aunque sabía que dijera lo que dijera, no había una respuesta adecuada y mucho menos una que podría satisfacer la curiosidad de Ren.

-No soy más feliz cuando él no está… pero si más tranquila, tú mejor que nadie sabes que convivir con tu padre no es fácil.

-Tsk… como digas mamá.

Cabreado Ren salió de la cocina, dejando sola a una entristecida Sakura.

-Lo amo, Ren. Lo amo.

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Era invierno en Konoha. Hacía frío y el ambiente estaba húmedo.

Sasuke Uchiha salía del despacho de la Hokage, tuvo que aguantar a la rubia y dar el reporte de su misión. Estaba agotado, sólo quería llegar a casa, ver a su familia, comer la cena que prepararía su esposa y hacerle el amor a su mujer.

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-¡Sasuke!

-No… -susurró con irritación- Naruto.

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Sasuke se dio la vuelta para ver como su mejor amigo se dirigía caminando hacia él. Era el mismo que hacía años, alborotador, risueño y optimista.

Y es que después de tantos años, aun no se acostumbraba a verlo vestido con su traje ANBU. Ambos habían empezado en el ANBU el mismo año, pero Sasuke se decidió retirar cuando nació su tercer hijo, había pasado a ser un jounin de élite. En cambio, Naruto ya era el capitán de un escuadrón, además se comentaba por la villa que Tsunade preparaba su dimisión y que Naruto sería el siguiente Hokage. Aunque solamente eran rumores.

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-Cuando tiempo sin vernos teme… ¿Llegaste hoy de tu misión?

-¿Tú que crees Imbécil?

-Sigues igual de simpático que siempre.

Empezaron a caminar uno junto al otro en la misma dirección.

-¿Vas a venir a cenar a mi casa?

-Ya te estabas tardando demasiado en invitarme.

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El Uchiha le dedicó una de sus miradas congeladas mientras seguían su camino.

Sasuke era lo antagónico a Naruto. La sonrisa siempre plasmada en el rostro del rubio contrastaba con la cara llena de seriedad del Uchiha. Uno era muy hablador, el otro callado. Al rubio le encantaba conocer gente y hacer amigos, Sasuke era poco sociable, uno rubio el otro moreno… ojos azules, ojos negros… tez morena, tez pálida. En teoría, incompatibles, en cambio unidos por una gran amistad.

¿Esa unión lo aguantará todo…?

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-¡Papá!

Rina corría por el pasillo hacía los brazos de su padre, el moreno con una tenue sonrisa la recibió con ellos abiertos.

-Bienvenido a casa –enredó sus pequeños bracitos alrededor del cuello de su padre y le dio un sonoro beso en la mejilla.

-¡Hola tío Naruto! –La pequeña miró a su padre con sus inocentes ojos verdes, hacía casi un mes que no lo veía.

-Tienes el pelo más largo papá… te queda bien -con su hija en brazos Sasuke entró en su casa, su hogar… e invitó a su mejor amigo a entrar con él.

Entraron en el salón, sus hijos varones estaban reunidos charlando. Naruto se quedó con ellos mientras Sasuke iba al dormitorio principal. Se desvistió y guardó sus armas. Fue hasta el baño, en una esquina estaba su ropa, lista y doblada… la bañera estaba a rebosar de agua, a la justa temperatura.

Sakura…

En momentos como ese se daba cuenta que había tomado una buena decisión al elegir a Sakura como su esposa. Había engendrado descendientes sanos y fuertes. Los cuidaba y atendía la casa a la perfección, Sakura obedecía todo cuanto decía y jamás había oído ni una sola protesta.

Además… era guapa. Aunque de eso se dio cuenta meses después de haberse casado con ella. Era una de las mujeres más hermosas de la villa.

Y era suya, su… esposa.

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-¡Mami! Tío Naruto acaba de llegar con papi… se va a quedar a cenar. –Sakura tragó saliva y respiró profundamente.

Se obligó a relajarse y le sonrió a su hija.

-Prepara la mesa para que Naruto pueda cenar sí…

-¡Voy!

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Sasuke entró en el comedor, donde estaban sus hijos y su invitado. Se sentó en el suelo junto a ellos, esperando por la cena. Su hija y Naruto estaban jugando a un extraño juego con las manos. Taiki y Sonsuke hablaban entre ellos.

Entonces se fijó en su primogénito, miraba de forma extraña a su invitado, como si estuviera analizándolo.

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-Ren… -su hijo le prestó atención- ¿Qué ocurre?

-No es nada papá… no es nada.

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En ese momento Sakura entró con la comida, colocó los distintos platos en la mesa y sirvió a cada uno de los comensales.

-Bienvenido a casa, Sasuke-kun… -su marido asintió-

Todos empezaron a comer en silencio hasta que el rubio lo rompió.

-Sakura-chan la comida está deliciosa, cada día cocinas mejor –intercambió miradas con la pelirrosa, miradas que decían mucho y a la vez nada.

-Gracias.

-¿Tío… por que siempre llamas a mamá con el -chan? –Preguntó inocente Rina, Naruto se echó a reír.

-Siempre la he llamado así.

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Sakura miró esos ojos azules, tan brillantes y con tanta alegría, el dueño de esas maravillas azules le estaba devolviendo la felicidad… pero a un alto precio. Miró a sus hijos. En ese momento sintió vergüenza de si misma, se sentía sucia. No sólo estaba traicionando a su esposo, si no a todos los que llevaban el apellido Uchiha.

Se aclaró la garganta y siguió comiendo. Durante la cena evitó cualquier contacto visual con el rubio. Ren y Sasuke estaban callados, escuchando la conversación de los demás. Cuando acabó la cena, Sakura recogió todo y fue a la cocina a limpiar los platos. Mientras, en la entrada, su marido y su mejor amigo se despedían.

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-Gracias por la cena, Sasuke.

-No hay de que.

-Tienes que prestarme a Sakura-chan de vez en cuando, me encanta como cocina.

-¡Hmp!... –le regaló su típica sonrisa- ni lo sueñes imbécil.

-Adiós… -Se despidió el rubio riendo, perdiéndose en las oscuras calles.

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-Papi… ¿me echabas de menos cuando estabas en la misión? –Sasuke acarició con suavidad la cabeza de su hija mientras la arropaba con las mantas.

-Claro que sí pequeña.

-¿Sabes una cosa? –Le sonrió.

-¿Qué?

-Te quiero mucho… -Sasuke se rió suavemente y le dio un beso en la cabeza.

-Gracias… buenas noches.

-Buenas noches.

Rina se tapó hasta el cuello y con sus enormes ojos verdes siguió con la mirada el camino de su padre hasta que este salió de su habitación cerrando la puerta.

Sasuke salió al pasillo exterior y comprobó que todos sus hijos estaban en sus respectivas habitaciones antes de dirigirse a su dormitorio. Entró y cerró la puerta detrás de él, se despojó de la camisa abierta que lo cubría. Sakura tarareaba una canción, estaba de pie enfrente del espejo, cepillándose sus largos cabellos rosados. De noche y con esa fina yukata se veía hermosa…

Se acercó a ella colocándose a su espalda, mirándola a los ojos a través del espejo.

-¿Qué tal te fue en tu misión?

-Bien.

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Agarró la mano con la que ella se estaba cepillando y le sacó el cepillo, dejándolo sobre una de las cómodas. Se miraron por unos instantes antes de que las manos de su esposo comenzaran a deslizar la yukata. A su espalda desató el lazó que sujetaba la tela a la altura de su cintura hasta que la ropa calló al suelo. Desnuda y sonrojada como la primera vez.

Sonrió con prepotencia, sin dejar de mirarla a través del espejo abarcó sus senos entre sus manos. Ella tragó aire ante el contacto. Cerró los ojos, después de quince años aun sentía cierta timidez.

-Sasuke, hoy no.

-Calla…

Llevaba casi un mes sin probarla.

-Sasuke yo no…

-Shhh.

Llevaba casi un mes sin disfrutar de su contacto.

-Por favor… -pidió- quiero hablar cont…

Llevaba un mes sin sentirse dentro de su mujer.

Le dio la vuelta y la elevó en el aire, empotrándola contra la pared, Sakura no se quejó por el golpe, se mordió el labio y se agarró al cuello de su esposo.

Le había dicho que no quería esa noche, pero no se quejó cuando Sasuke la besó y mordió su cuello, no se quejó cuando acarició sus pechos, no se quejó cuando la obligó a enredar las piernas a su cintura y tampoco se quejó cuando oyó como se desabrochaba los pantalones y empezaba a penetrarla.

Su espalda rebotaba una y otra vez contra la pared por cada embestida.

Sasuke la sujetaba por las piernas y la penetraba con fuerza. Ella apoyó la cabeza contra la pared, su respiración empezaba a alterarse y aunque no quisiera empezaba a gemir débilmente. Sasuke la miró, tenía los ojos oscurecidos y la boca entreabierta. Se le escapó un gemido, con sus senos aplastados contra su pecho… estaba llegando.

Arañó la espalda de Sasuke y se mordió al labio, esa noche Sasuke estaba diferente, normalmente no era tan rudo.

Ya no podía controlarse, empezó a cogérsela con más fuerza, penetrándola hasta el fondo, hasta que la sintió llegar. Y él no aguantaba más, sintió su liberación y se corrió dentro del cuerpo de... su mujer, amante y esposa.

Sin moverse, ni soltarla… apoyó la frente contra la pared, recuperando el aliento. Al fin… cada vez le gustaban menos las misiones largas. Ahora apreciaba estar con una familia que lo quería, unos hijos que lo idolatraban, una esposa que lo cuidaba y una mujer en la cama.

Los pies de Sakura tocaron el suelo, se deshizo del abrazo de su esposo y se cubrió los pechos con los brazos. Sasuke sonrió socarronamente por la acción, la agarró por la nuca y la besó, después fue hasta la cama, se despojó de su ropa y se metió entre las sábanas… estaba tan cansado por la misión, con el estómago lleno y con el cuerpo saciado. Suspiró pesadamente antes de quedarse dormido boca abajo, dejando su musculosa espalda sin cubrir.

Sakura no se había movido ni un centímetro, no había dicho ni una sola palabra, no se había quejado… recogió la yukata del suelo y tapó su desnudez. Cogió el cepillo que Sasuke había dejado sobre la cómoda y empezó a cepillarse el pelo que volvía a estar enredado. Salió de la habitación y fue a ver, uno por a uno, a cada uno de sus hijos.

Si su matrimonio llegara a acabar algún día ellos serían los que más sufrirían, entró en la habitación de Taiki, estaba totalmente destapado con un brazo colgando de la cama, se río y arropó a su hijo, sin despertarlo le dio un beso en la frente. Los quería demasiado. No podía seguir engañando así a su familia.

Entró de nuevo en su dormitorio, Sasuke seguía dormido… Fue hasta la cama y se sentó en el borde, acarició la ancha espalda de su marido.

Seguía tan atractivo como antes, los años sólo habían conseguido que se enamorara más de él. Porque su matrimonio no iba mal por que no lo amase, ella lo seguía queriendo como el primer día. El problema es que él a ella… no. Entre la penumbra de su habitación sonrió al recordar el día en que le pidió ser su esposa…

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Se dirigía por orden de la Hokage al departamento de Sasuke, tenía que darle información sobre una misión para el ANBU. No estaba de muy buen humor, tenía pensado ir con las chicas a darse un baño en el lago y pasar la tarde, pero como tuvo la mala suerte de encontrase con Shizune, ella le "pidió" que le entregara el mensaje en su lugar.

Se daría prisa, dejaría el mensaje y se iría con sus amigas…

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Llegué al apartamento de mi ex-compañero, él había ingresado en el ANBU nada más regresar a Konoha, después de haber matado a su hermano. Llamé a la puerta y después de unos segundos Sasuke me abrió.

-¿Qué? –me gruñó.

-Vengo a traerte un mensaje de la Hokage… -Sasuke me dejó pasar- gruñón –murmuré entre dientes.

Entramos en su salón, yo me senté en uno de sus sofás y él enfrente de mí, se llevó a los labios un vaso de agua que tenía sobre la mesa. Empecé a explicarle su misión.

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-Tienes que ir a la Aldea Oculta de las Nubes, en el País del Rayo… al parecer hay un…

-¿Qué?

-¿Por qué me miras así?

-¿Así como?

-Cómo si me estuvieras examinando –me miró con esos ojos de: "soy mejor que tú", no pude evitar sonrojarme, sólo hacía falta que esos ojos me mirasen para que me pusiera colorada y más en aquella época.

En ese momento mi corazón empezó a latir desenfrenadamente, Sasuke se había acercado a mí, seguía mirándome como analizándome… agarró mi mentón y me obligó a mirarle directamente a los ojos.

-Cásate conmigo.

-¿Qué? –Dije después de tragar saliva, en ese momento me pregunté si… o estaba perdiendo oído o estaba soñando.

-No era ese tu sueño… ¿Ser mi esposa? -Vaaaale... ¿estaba soñando no?

-Yo… -Me agarré a la tela de los pantalones cortos que llevaba puestos. Había madurado, tenía otras metas, pero...

-¿Te casarás conmigo? –me susurró.

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Yo asentí como una tonta, después de eso… él me besó, me recostó en el sofá y me hizo, allí mismo, el amor por primera vez. Pasamos de ser amigos a retozar en el sofá.

Ese fue el día en que concebimos a Ren, nuestro primer hijo. Tenía diecinueve años y estaba embarazada, mentiría si dijera que no me pensé, si casarme o no con Sasuke, no era tonta, sabía que no me amaba, pero cuando descubrí mi embarazo me asusté, me entró miedo. Se lo conté a Sasuke, él se lo tomó como una gran noticia, lo vi sonreír con sinceridad por primera vez cuando se lo dije.

No pasó un mes y ya estábamos casados.

Cuando mi embarazo rondaba los tres meses nos mudamos a su antigua casa, Sasuke la había reformado, estaba lista y preparada para vivir, él quería reconstruir el barrio entero. Durante los primeros meses del embarazo, él me trataba como a una reina. Seguía sin quererme, pero concedía todos y cada uno de mis caprichos.

Yo era feliz, estaba casada con el hombre al que amaba, vivía en una casa preciosa, nos sobraba el dinero y tenía un hijo fuerte y sano. ¿Cuándo había empezado a ser infeliz?

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Sakura suspiró pesadamente, gracias a Sasuke había vivido los momentos más felices de su vida, sus hijos eran una bendición, pero a quien quería engañar, desde hacía un tiempo no era feliz…

Se acercó a la cama y se metió entre las sábanas mirando hacía él.

Le acarició el pelo… entendía el porqué de su carácter, cuando se casaron pensó que lograría cambiarlo y hacerlo feliz. Que equivocada estaba. La masacre de su clan, estaría gravada a fuego en él para siempre. Y ni ella ni ninguna mujer lograrían cambiarlo, aunque debía reconocer que se había ablandado mucho con sus hijos, sobretodo con la pequeña de la casa. Sonrió amargamente y se quedó dormida.

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Una infidelidad es muy peligrosa, es difícil mantenerla en secreto. Y si se llega a descubrir… nunca se saben los daños físicos y emocionales que pueden causar. Muchas personas se ven vinculadas… y es algo, difícil de perdonar e imposible de olvidar.

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