Harry bajó las escaleras que daban al recibidor, sabía que llegaba tarde y que Luna llevaría ya unos minutos esperando. No tenía ni la más remota idea de por qué la había invitado al baile, ni por qué no pensó en Ginny o en cualquier otra chica, sólo sabía que la había invitado y que ahora, tendría que pasar la noche con Lunática Lovegood. Llegó al último peldaño y dejó de mirarse los zapatos, avergonzado por sus pensamientos y allí estaba: Desde luego, no sería la más guapa, pero aquella noche iba francamente preciosa, asombrosamente fantástica.Vestido azul largo, pelo suelto y perfectamente peinado, sus inseparables pendientes de rábanos y…¿Qué llevas colgado del cuello?- preguntó Harry.
-¡Oh, hola harry! Estás muy guapo. Es un collar para ahuyentar los windings transparentes, son peligrosos y suelen habitar en castillos antiguos.
Harry rió, ya no se arrepentía de haberla invitado.
La
cogió de la mano y entraron al despacho de Slughron. Todo
estaba tan pomposamente decorado que parecía una foto de esas
que hacen los muggles
en las que todo tiene demasiado color para ser cierto.
Luna no
hablaba, sólo lo miraba todo fijamente con sus preciosos ojos
azules y a veces, se oía su vocecita aguda diciendo algún
ingenioso comentario que hacía sonreír a Harry.
Era extraño, pero disfrutaba de la compañía de la Luna más que la de ninguna otra chica y se arrepintió de haberse llevado la capa invisible, que estaba guardada en el bolsillo de su pantalón y que además, le estaba molestando.
-¡Harry, cuidado!- exclamó la chica.
-¿Qué pasa?- dijo el moreno preocupado.
-Tienes que tener más cuidado, los windings no dejan de acecharte esta noche.
Harry sonrió y pensó en lo fácil que podría ser enamorarse de una chica como aquella.
Slughron no dejaba de presentar a Harry a toda la gente que allí se encontraba, de presumir y de agobiarlos.
-¿Es que el señor con bigotes de morsa conoce a todo el Mundo Mágico?- Preguntó Luna y Harry se echó a reír.
-Luna…em… ¿Quieres…quieres que salgamos a tomar el aire? Tengo la capa de invisibilidad para que nadie note si nos vamos de esta aburrida fiesta.
-¡Genial!
Él los cubrió con la capa y salieron de aquel despacho tan agobiante. Sin mediar palabra, se dirigieron a los jardines del castillo. Era una noche muy fría, la Navidad se acercaba y de todos es sabido, que cuando en Hogwarts se acerca la Navidad comienza a hacer mucho frío y finalmente, nieva.
Se quitaron la capa y se miraron fijamente a los ojos. Estuvieron así unos minutos, sólo mirándose, sin decirse nada.
Ella dio un paso y se acercó. Dio otro y cada vez estaban más cerca.
-¡Luna cuidado, tienes un windings muy cerca de ti!- exclamó Harry divertido.
-¡Quítamelo!
-Es que…em…lo tienes demasiado cerca de la boca…
-Correré el riesgo.- Contestó Luna con una amplia sonrisa en la boca.
Le tocó los labios y bajó la mano hasta su cuello. Ella giró ligeramente la cabeza y se acercó un poco más. La cogió de la cintura y puso sus labios sobre los de ella.
Algo caía del cielo: nevaba. La Navidad había llegado a Hogwarts.
