Hello ~!
Antes que nada les pido no me maten por lo largo que es este capítulo, no habia forma de que lo dividiera así que desde ya les pido disculpas por eso ;_; Si alguien se anima a leer un capítulo tan largo, desde ya se lo agradezco muchisimo hahahaha. Hablando en serio, creo que es el único que va a ser tan largo así que no se asusten e intenten superar el primer nivel del juego (?) Demás esta decir que agradezco cada comentario y visita en cada una de mis historias y les deseo a todos los aventureros que se atrevan a enfrentarse a este capìtulo de casi 4.500 palabras, buena suerte! Disfruten su desafío, digo, lectura! ^^
I know I know, this is way too long but hey, it's RanTaku, ¿do you like RanTaku? Then this mere 4.500 words will be way too easy to read, just focus on this lovely couple and you'll be fine, just don't forget to blink and don't stare at the monitor for too long... Don't worry, this is the only chapter that's going to be so long. As always, thank you so much for your reviews&views, enjoy your reading! ^^
Disclaimer: Inazuma Eleven GO no me pertenece.
Caminaba por el pasillo junto a Hamano y Hayami, ambos iban delante de mí. Hamano nos abría paso mientras contaba cómo había atrapado el pez más grande que había visto jamás durante el paseo en bote que hizo con su abuelo. Su entusiasmo se extendía a sus brazos y manos, los cuales movía de un lado a otro, gesticulando sin cesar cada palabra con afán de darnos una descripción lo más gráfica posible. Tales gestos, debido a su exageración, hacían con que los demás alumnos se hicieran a un lado, dejándonos el camino libre. La expresión en el rostro de Hayami me dio a entender que esta no era la primera vez que escuchaba esa historia, pero estaba decidido a que fuera la última, por suerte para Hamano, finalmente llegamos a nuestro salón. Hayami no dudó ni un segundo en hacer a un lado a Hamano, el cual se había detenido frente a la puerta mientras continuaba con su relato, y entró de inmediato, dirigiéndose a su asiento. Hamano lo observó confundido durante unos segundos, luego cruzó ambos brazos tras su nuca —como hacía siempre— y me dirigió una gran sonrisa, la cual retribuí antes de dirigirme a mi asiento.
Kurama, como siempre, había llegado temprano y ya ocupaba su lugar en el asiento a mi izquierda. Hayami, quien se sentaba a mi derecha, tenía puestos sus auriculares y observaba con atención la pantalla de su celular, pero eso no fue suficiente para impedir que Hamano continuara contándole su historia, tampoco el hecho de que se sentara detrás de mí, a dos asientos de Hayami. Con Kurama intercambiábamos respuestas sobre la tarea de historia cuando los gritos de Hamano comenzaron a llamar la atención no solo de nuestros compañeros, sino que también de los alumnos que pasaban por el pasillo, quienes asomaban sus cabezas por las puertas y ventanas para ver que estaba sucediendo. Irritado, Hayami hizo a un lado sus auriculares y acercó su silla a la mesa de Hamano, quien continuó su historia, esta vez en un tono normal.
Desabotoné el primer botón de mi camisa, pese a que estuviera usando el uniforme de verano no era suficiente para evitar que sintiera calor, estaba seguro que el día de hoy era el más caliente desde que había entrado el verano y por más que las ventanas estuvieran abiertas, apenas me llegaba una leve brisa de vez en cuando que ni siquiera era capaz de mover una hebra de cabello.
—«Como me gustaría sentarme cerca de la ventana…» —Mis ojos recorrieron los asientos vacíos hasta detenerse en uno ocupado por un chico de cabellos castaños, los cuales se movían de vez en cuando debido al viento.
—Hey, Kirino.
—¿Hm? —Kurama extendió su brazo en mi dirección, devolviéndome mi cuaderno.
—Gracias.
—No hay problema.
Luego de guardarlo bajo la mesa junto a los demás, crucé mis brazos sobre ella y recosté mi rostro tratando de refrescarme un poco, pero ni siquiera la mesa pudo salvarse. No estaba tan caliente como mi cuerpo, pero tampoco fría lo suficiente como para hacer que me sintiera un poco mejor. El timbre sonó acompañado del típico arrastre de sillas. Poco después que todos habían ocupado sus lugares, nuestra profesora entró a clase. Supuse que traía consigo las pruebas de la semana pasada, ya que pude escuchar el sonido de papeles mientras acomodaba sus cosas en su mesa. No fui capaz de levantarme al momento de saludar, el calor no me dejó, ni siquiera sé cómo hice para llegar, mi casa está bastante lejos y no hay ningún atajo que me proporcione algunos minutos de sombra en estos días calientes. Me gustaría estar en casa, recostado en mi cama frente al ventilador, durmiendo.
—«Debería haberme quedado, de seguro hoy va a ser otro día aburrido….»
—Como verán he traído sus pruebas pero aún no pude terminar de corregirlas todas, además, como saben, también estoy encargada de otras clases y ellos también tuvieron pruebas, así que… —Observó las dos hileras de hojas sobre su escritorio— Tengo más trabajo que el de costumbre, es por eso que decidí que hoy vamos a sortear los grupos para el trabajo final de este semestre, ¿están de acuerdo? —Todos aceptaron al unísono.
Retomé mi postura observando al frente, en efecto, ambas hileras de hojas eran igual de altas y espesas, de seguro le tomaría un par de horas corregir todas. Comenzó a buscar entre su portfolio pero no pude ver qué era lo que buscaba, ya que Hamano me jaló de los hombros hacia atrás, haciendo con que mi silla se inclinara y recostara su borde contra su mesa. Sentí como mi corazón se detuvo durante unos segundos ante el miedo de caerme hacia atrás.
—¡Trabajo en equipo, sería genial que nos tocara juntos!
—S-sí, lo sería, eso si no me matas antes de un ataque cardíaco.
Mi expresión era una mezcla entre enojo y espanto, a la cual Hamano respondió con una gran sonrisa de oreja a oreja antes de soltar mi silla, haciendo con que volviera a su lugar. Esta no era la primera vez en que mi integridad física se veía amenazada debido a la manera de ser de Hamano y estaba seguro de que tampoco sería la última. Aunque debo admitir que si analizamos los pros y contras, su espontaneidad y alegría, entre otras cualidades, suman más pros. Sin duda hacer equipo con él sería algo extremadamente divertido, aunque un poco difícil, Hamano no logra concentrarse en algo por mucho tiempo y menos aún si se trata de temas escolares. El día de hoy estaba tan pesado que de seguro a más de uno le costaría concentrarse.
Nuestra profesora había dejado su lugar detrás del escritorio, estaba frente a nosotros, sujetando en una mano un pequeño saco de tela blanca en el cual seguramente estaban nuestros nombres, escritos en pequeños trozos de papel. Aclaró su garganta para llamar la atención de aquellos que estaban distraídos y luego comenzó a sortear nuestros nombres. Apoyé mi codo sobre la mesa y dejé caer mi cabeza sobre mi mano derecha para que ésta la sostuviera, no por desinterés, sino que por cansancio, a duras penas podía mantener mi postura. Poco a poco los grupos, o mejor, dúos, comenzaron a formarse, pero aún no habían señales de mi nombre. A Hayami le tocó con una chica que, aunque no la conociera, estaba seguro era igual de aplicada que él. Kurama no tuvo la misma suerte ya que le tocó trabajar con el capitán del equipo de básquetbol, con quien no se llevaba bien debido a que este se burlaba de su estatura siempre que se presentaba la oportunidad. Faltaban pocos nombres, podía sentir la ansiedad de Hamano a mis espaldas, yo por otro lado solo podía pensar en una cosa: sentarme frente a un ventilador.
—Shindou Takuto.
Su nombre me llamó la atención, no me era familiar, en cuestión de segundos busque en mi memoria algún recuerdo al cual pudiera conectarlo, en ese mismo instante vi como alguien unas mesas más al frente levantaba la mano. Shindou Takuto, quien estaba sentado cerca de la ventana y a quien más envidiaba en este momento.
—Kirino Ranmaru. —Antes de que pudiera reaccionar, escuché un fuerte golpe en la mesa de atrás acompañado de un grito.
—¡¿Qué?! ¡¿Es broma, cierto?!
—Hamano… —Sin mirarlo arregló sus lentes antes de proseguir— Si no estás de acuerdo con la propuesta de mi clase… —Si las miradas mataran, Hamano estaría muerto— Entonces ve a quejarte con el director, de lo contrario, mantente callado.
—L-lo siento p-profesora —Segundos después sentí un leve toque en el hombro pero no me atreví a girar— Quería que fuéramos compañeros… —Su voz sonó igual a la de un niño pequeño haciendo puchero.
—Kirino Ranmaru.
Levante mi mano, luego de cruzar nuestras miradas, colocó el papel con mi nombre sobre la pila que se había formado a unos centímetros del borde del escritorio. Cuando ya todos habían sido sorteados, la profesora nos ordenó que juntáramos nuestras mesas y comenzáramos a discutir sobre nuestro proyecto. Por ser el último dejó que cada dúo eligiera el tema, sin olvidar claro que debería ser sobre algo que estudiamos durante el año, o al menos tener algún tipo de relación, luego tomó asiento tras su escritorio y comenzó a corregir la primer tanda de pruebas.
Esperé un poco a que cesara el alboroto de mesas y sillas siendo llevadas de un lugar a otro, estaba ansioso por llegar donde Shindou, una parte de mi estaba feliz por tenerlo como mi compañero, ya que eso significaba que podría sentarme junto a la ventana, pero por otro lado estaba un poco preocupado. Poco a poco fui recordando algunos detalles a su respecto, era un chico callado, casi no recordaba haberlo visto interactuar con los demás, tampoco recordaba haberlo visto en algunos de los eventos que habíamos organizado los pasados dos años y definitivamente nunca había jugado siquiera un partido de fútbol con nosotros en clase de gimnasia, me preocupaba que no pudiéramos llevarnos bien, o que simplemente no entabláramos cualquier tipo de relación que nos ayudara a trabajar en el proyecto.
Al tener el camino libre me propuse a tomar mis cosas y dirigirme hacia su lugar. Me levanté y antes de que pudiera levantar mi silla y mesa vi como Shindou volteaba hacia atrás, nuestras miradas se cruzaron y, sonriendo, le hice una señal con la mano indicándole que ya estaba yendo. Levanté mis cosas y caminé hacia él, colocando mi mesa frente a la suya, ni bien tomé asiento sentí aquella brisa fría y refrescante con la que tanto había soñado esa mañana. No pude evitar sonreír. Al levantar la mirada encontré un par de ojos cafés, los cuales analizaban con detalle mi rostro. Me tomé un tiempo para hacer lo mismo, esta era una de las pocas veces en la que lo veía tan de cerca. Ninguno de los dos dijo nada. Como el silencio comenzaba a ponerse un poco incómodo decidí romper el hielo.
—Esta es la primera vez que trabajamos juntos, soy Kirino Ranmaru, gusto en conocerte. —Extendí mi mano sonriendo, segundos después alzó su mano y tomó la mía.
—Shindou Takuto, mucho gusto.
—¿Tienes alguna idea para el proyecto? ¿O algún tema que te llame la atención?
—No, recordaba que íbamos a hacer un trabajo en equipos, pero no pensé que fuera tan pronto así que no tengo nada.
—Es cierto, tampoco tengo nada, a decir verdad, ni siquiera recordaba este trabajo, pensé que íbamos a hacer ejercicios todos los días hasta que terminara el año. —Dejé escapar una risa al final de mi frase pero no pareció afectarle en lo más mínimo—. Tienes suerte de sentarte junto a la ventana, principalmente en un día como hoy, no sabes cuánto te envidio. —Su expresión cambió, me miraba confundido.
—¿Me… me tienes… envidia?
—Sí, me siento al fondo, lejos de la ventana, así que casi no me llega aire, en realidad no me llega nada de aire, especialmente el día de hoy. Me estaba sintiendo realmente mal. —Mis ojos abandonaron los suyos y se fijaron en las puntas de su cabello—. Entonces vi como tu cabello se mecía con la brisa… —Llevó su mano derecha hacia su cabello y entrelazó sus dedos entre ellos. Levante la mirada al mismo tiempo en que desvió la suya, por un momento me pareció ver que sus mejillas estaban levemente ruborizadas. Continué, algo confundido.
—Pero ahora que somos compañeros y vamos a sentarnos juntos todos los días ya no tengo por qué hacerlo. —Sonreí, en ese mismo instante una brisa entró por la ventana acariciando mi rostro, cerré los ojos para apreciarla mejor, se sentía tan bien.
—¿No tendrás fiebre? —Abrí los ojos ante el sonido de su voz, me miraba preocupado.
—¿Fiebre? —Toque mi frente— No, estoy bien, solo tengo calor. Mi casa está lejos y en el camino no hay muchos árboles así que siempre llego con calor, es por eso, ¿a ti no te sucede? —negó con la cabeza.
—Mi casa también está lejos pero vengo en auto.
—Tienes suerte… —Nos miramos por unos instantes sin decir nada. Me sentía más calmo, no era tan difícil hablar con él después de todo, se sentía casi igual a la primera vez en que hablé con Kurama.
—Sería mejor que empezáramos a pensar en un tema…
—¿Hm? Ah sí, el proyecto, lo siento, me distraje. —Shindou tenía abierto su cuaderno, desde mi lugar no lograba leer lo que había escrito así que me incliné hacia él—. ¿Son tus ideas?
Al principio me pareció extraño, estaba seguro de que en todo este tiempo no había usado sus manos, no para escribir. Aún más extraña me pareció su letra, no pude verla muy bien ya que cubrió las hojas con sus manos cuando se dio cuenta de que estaba ojeando, pero estaba seguro de que aquellas no eran letras normales.
—¿Qué es eso?
—N-no es nada…
—Perdón, pensé que era sobre nuestro proyecto, pero… ¿esas eran… notas? —Dudó un poco antes de asentir—. ¿En serio? —Mis ojos oscilaban entre los suyos y el cuaderno que mantenía oculto bajo sus manos. Quería saber más pero no estaba seguro si sería correcto seguir preguntándole, su comportamiento me dio a entender que no se sentía cómodo.
Antes de que pudiera decir algo más apartó sus manos del cuaderno y lo extendió hacia mí, algo temeroso. Lo tomé con ambas manos y comencé a leer… o eso intenté. Si había algo de lo cual no entendía absolutamente nada, era la música. Sabia cuáles eran las notas, sus nombres y recordaba cómo se supone que deberían sonar algunas, pero no tenía la más mínima idea de cómo se leían las partituras, porque eso eran, partituras, ¿cierto? No quería que Shindou se diera cuenta de mi ignorancia así que intenté mantener una expresión seria mientras "analizaba" su cuaderno, pero de vez en cuando dejaba escapar una sonrisa boba, la cual me delataba.
Muy pocas veces tuve en manos partituras como estas y pese a que no lograra imaginar la melodía que tenía frente a mí, algo en ella me llenaba de felicidad. Cosas así suceden cuando pasas mucho tiempo con personas como Hamano, tiendes a emocionarte por todo, por más simple que sea. Aparté la mirada del cuaderno. Shindou tenía la mirada fija en la mesa, tenía ambas manos entrelazadas y no podía mantener sus pulgares quietos.
—¿Es una pieza, cierto? —Se sobresaltó al oír mi voz, segundos después levantó la mirada—. ¿Cuál es? ¿O acaso tú la compusiste? A decir verdad no entiendo nada de música, no sé cómo leer una partitura. —Sonreí desconcertado, de nada valía fingir, tarde o temprano descubriría la verdad, pero para mi sorpresa mi confesión hizo con que se relajara y sonriera por primera vez.
—Es mía, aún no la termino, es por eso que no tiene nombre
—¿En serio? Eso es genial, ¿tiene letra?
—No, es una composición para piano, solamente tiene melodía.
—¿Tocas el piano? —asintió—. Sorprendente. —No salía de mi asombro, estaba seguro de que lo miraba con ojos tan grandes como dos platos de sopa—. Nunca fui bueno para la música, mis padres me llevaron a clases de guitarra pero dejé de ir después de la primer semana. Se me dan mejor los deportes, como por ejemplo el fútbol, creo que en eso somos opuestos ¿no? No recuerdo que jugaras con nosotros.
—Tienes razón, soy malo en los deportes, es por eso que nunca participé de ningún partido, pero si te he visto jugar, no entiendo mucho de fútbol pero creo que tu defensa es bastante buena. —Sonrió haciendo con que me ruborizara.
—G-gracias, hago lo que puedo.
Le devolví su cuaderno, al tomarlo avanzó un par de hojas y lo coloco sobre la mesa, en el medio, a igual distancia de ambos, dejó su lápiz sobre ambas páginas en blanco y me miró. Un par de ideas me vinieron a la mente, algo tontas y poco relacionadas a los temas que habíamos estudiado, pero aun así las anoté. Poco después Shindou hizo lo mismo. Intercambiamos ideas y anotamos todo lo que se nos pudo ocurrir hasta que sonó la campana del receso. Para mi sorpresa, las primeras horas del día pasaron extremadamente rápido. Recosté mi espalda contra el respaldo de la silla y estiré mis brazos para desperezarme, aún estaba un poco cansado y con sueño, pero nada comparado a como estaba al principio de la mañana. Shindou observaba con detalle las hojas de su cuaderno, analizando cada propuesta de tema que se nos había ocurrido, estaba tan concentrado que no se percató de la llegada de Hamano.
—¡Receso! Vamos a jugar un partido, ya tenemos los equipos. ¡Vamos, vamos, hay que aprovechar al máximo el tiempo que tenemos! —Hamano me jalaba del brazo mientras que Kurama y Hayami lo observaban algo irritados.
—Ah sí… es que… —Volteé a mirar a Shindou, se mantenía en la misma posición que antes. Miré nuevamente a Hamano— Lo siento pero paso, no me siento muy bien, no creo que sea bueno que juegue…
—¿Eh? ¿Te sientes mal? ¿Qué tienes? —Su sonrisa se desvaneció de inmediato, ahora los tres me miraban preocupados.
—No es nada grave, aún no me recupero del sol de esta mañana, pero no se preocupen, prometo jugar en el próximo partido. —Les dedique mi mejor sonrisa, no fue lo suficiente para alejar la preocupación de sus rostros, pero al menos logré que fueran a reunirse con el equipo para aprovechar los minutos de receso.
—Deberías ir a la enfermería. —Los tres acababan de dejar el salón cuando Shindou se hizo presente, llamando mi atención—. Si tienes insolación deberías tomar ciertos cuidados, aunque tu rostro se ve normal…
—¿Tú también? No es nada, es solo que no estoy de ánimos para correr, prefiero quedarme aquí, está más fresco y tranquilo.
—Aun así creo que deberías ver al enfermero, puede que sea algo que no se note a simple vista… —Se veía igual de preocupado que los chicos así que tomé su mano y la coloqué sobre mi frente, lo cual hizo que se sorprendiera.
—¿Lo ves? No está caliente, mi rostro se ve normal y no siento dolor en ninguna parte del cuerpo. Solo estoy cansado por el clima, es normal, no hay por qué preocuparse. —Sonreí mientras colocaba su mano sobre la mesa—. Además creo que sería mejor usar este tiempo para conocernos mejor, este es nuestro último año pero no recuerdo que hayamos hablado antes. —Se tomó uno segundos antes de responder.
—En efecto, esta es la primera vez que hablamos. No suelo interactuar con los demás…
—Se nota. —Frunció el ceño—. Digo, no recuerdo haberte visto hablar nunca con nadie, no que eso sea algo malo… —Gesticulaba algo nervioso, no quería que mal interpretara lo que había dicho pero no lograba pensar en una mejor manera para explicarme. Por suerte no tuve que decir más, esbozando una pequeña sonrisa, prosiguió.
—En cambio tú eres muy sociable.
—Algo, pero es natural cuando eres amigo de Hamano, ¿lo conoces, cierto? —asintió—. Pero no de la misma manera en la que yo lo conozco. —Volteé a ver el reloj, aún nos restaban unos minutos—. Vamos. —Me levanté y tomé su muñeca.
—¿Ir? ¿Dónde?
—Quiero que veas algo.
Lo jalé levemente haciendo con que se levantara y, sin soltarlo, caminé lo más rápido que pude en dirección a la puerta y por el pasillo. Shindou a duras penas podía seguir mi ritmo, poco a poco comencé a caminar más y más despacio a medida que nos acercábamos a una de las ventanas. La ventana frente a la cual nos detuvimos nos proporcionaba una vista perfecta del campo de fútbol, en el cual Hamano, Kurama y Hayami estaban disputando un partido. Estaba un poco agitado por la caminata así que me tomé unos segundos para calmar mi respiración, mientras lo hacía, vi como Shindou se acercaba a la ventana para poder ver mejor el partido, apoyando ambas manos sobre el vidrio.
—Sonará cursi, pero con solo verlos jugar ya es suficiente para que los conozcas. —No sé si me escuchó ya que sus ojos nunca dejaron el campo—. ¿Es la primera vez que los ves jugar? —asintió.
Se veía tan concentrado que no quise interrumpirlo, así que dejé de hablar. Seguí su mirada hacia el campo, no sabía quién iba ganando o si estaban empatados, pero seguro lo descubriríamos al final del partido. Por momentos eché un vistazo a mi lado para ver si Shindou seguía tan compenetrado como antes. Sus ojos se mantenían fijos en el campo, fue entonces cuando tuve una idea, no para nuestro proyecto, pero para algo mucho mejor. La campana volvió a sonar, era hora de volver a clase. Volteé a mirar por última vez el campo, justo a tiempo para ver a Hamano saltando de alegría, su equipo había ganado. Al dirigir mi mirada hacia Shindou pude ver como sus labios se curvaban formando una tierna sonrisa, la cual acompañé.
—Bueno, deberíamos volver, aún tenemos que elegir nuestro tema para el proyecto.
Sus ojos abandonaron el campo y encontraron los míos, aquella tierna sonrisa había dejado sus labios, sentí un poco de tristeza pero al mismo tiempo estaba feliz por haber tenido la oportunidad de verla, aunque hubiera sido por un momento tan breve. Regresamos al salón minutos después de la campana pero debido a que nuestra profesora estaba tan concentrada en la corrección de los exámenes, no notó que más de la mitad de mi grupo aún estaba fuera. Hamano, Kurama y Hayami llegaron poco después. Desde el lado opuesto del salón Hamano me gritó el resultado del partido, estaba seguro de que su sonrisa solo no era más grande porque yo no había participado. Sonreí mientras le hacía una señal de aprobación, a la cual respondió con una pose heroica que me hizo reír.
Con Shindou comenzamos a analizar cada una de las ideas que se nos habían ocurrido esa mañana, pero ninguna nos llegaba a convencer y por más que lo intentáramos, no se nos ocurría nada más. Comenzaba a pensar que nuestro dúo iba a ser el único sin un tema. Contábamos con la suerte de no tener que decirle nuestro tema a la profesora antes de haber concluido el proyecto, pero aun así, el hecho de que no hubiéramos llegado a un acuerdo en todo este tiempo podría convertirse en un gran, gran problema.
Crucé mis brazos sobre la mesa y recosté mi cabeza sobre ellos, tanto pensar estaba haciendo con que comenzara a dolerme, necesitaba hacer una pausa y descansar. A Shindou no pareció molestarle, de seguro estaba igual de preocupado. Antes de que pudiera decir nada vi como tomó su cuaderno y retrocedió unas páginas, luego de un rato comenzó a escribir. Estaba claro que no se trataba de nuestro proyecto, debía ser algo más. Quise preguntarle qué estaba escribiendo, pero poco a poco mis ojos comenzaron a sentirse más pesados, cuanto más lo intentaba más me costaba mantenerlos abiertos, hasta que finalmente me rendí. El bullicio de la clase comenzaba a volverse más y más distante, hasta que finalmente no logré escuchar nada más.
—… ino… rino…
—«¿Hm?».
—… irino…
—«Esa voz…»
—Kirino. —Abrí los ojos de inmediato, algo asustado, al levantar la mirada vi a Shindou, quien dejó escapar un suspiro—. Pensé que no ibas a despertar.
—¿Despertar? —Confundido, retomé mi postura y, al hacerlo, recorrí el salón con la mirada. Éramos los únicos—. ¿Dónde… donde están los demás?
—De camino a casa, la clase terminó hace quince minutos.
—¡¿Quince minutos?! —Giré hacia atrás, la mesa de la profesora estaba vacía. El reloj marcaba las tres y quince—. Pero… —Volteé a ver a Shindou. Mi rostro ha de verse muy gracioso ya que dejó escapar una risa— Me dormí, ¿cierto? —asintió.
—Deberías estar muy cansado, nadie fue capaz de despertarte, ni siquiera para almorzar.
Me dejé caer hacia atrás, nunca antes me había pasado algo así, quedarme dormido en clase y por tanto tiempo, podría decirse que desperdicié todo un día, si ni siquiera fui lo suficientemente productivo en el tiempo en que estuve despierto… un momento.
—¡El proyecto! —Shindou sonrió de manera no muy convincente—. Ugh, lo siento, es mi culpa, si no me hubiera quedado dormido… —Despeiné mi cerquillo, algo que suelo hacer cuando me siento frustrado— Prometo pensar en un tema, el mejor, lo tendré listo para mañana, lo prometo.
—No te preocupes, aún tenemos tiempo.
—Tendríamos que haberlo elegido hoy pero por mi culpa no avanzamos. —Comencé a recoger mis cosas.
—No es tu culpa.
No fui capaz de responderle, me sentía realmente mal, no sabía qué me había pasado pero estaba dispuesto a remediar mi error. Al llegar al portón vi un gran auto negro estacionado a unos metros de distancia. Una de sus puertas se abrió y un hombre alto de cabellos negros bajó de él, parándose a unos centímetros de la puerta, la cual mantenía abierta. Shindou se despidió y comenzó a caminar en dirección al auto. El hombre que lo esperaba hizo una reverencia y entró después de él.
De camino a casa traté de pensar en nuevos temas para nuestro proyecto, pero no avancé mucho, o mejor, no avancé nada. Mi mente estaba completamente en blanco, no se me ocurría nada, absolutamente nada. Pensé que tal vez se debía al hecho de que además del desayuno – dos tostadas y un vaso de jugo de naranja – no había comido nada en todo el día y tal vez esa era la razón de mi falta de ideas: hambre. Luego de comer tres sándwiches descarté esa suposición, el problema no era mi estómago, sino mi cerebro. La tarde pasó más rápido de lo normal, no se me había ocurrido nada.
—«Shindou va a matarme…»
No estaba realmente seguro de si sería capaz de hacerlo, no parecía ser así, al contrario, creo que si llegara mañana y le dijera que no se me ocurrió nada nuevo, diría que es solo cuestión de tiempo para que a ambos se nos ocurra algo. Pero no quería eso, quería mostrarle que podía confiar en mí, le prometí una nueva idea y cumpliría con mi palabra.
La noche, a diferencia del día, hacía con que mi cuerpo se sintiera más leve debido al descenso de temperatura. Desde mi cama podía ver parte del cielo estrellado. Había dejado la ventana abierta para que la brisa fría de la noche se llevara el calor de la tarde que se había apoderado de mi cuarto. Intenté por última vez pensar en un tema para mi trabajo con Shindou, pero esta vez mi mente no estaba en blanco, sino que estaba bloqueada. No lograba pensar en nada, por más simple que fuera. Poco a poco mis ojos comenzaron a cerrarse, hasta que finalmente el sueño me venció.
