Título: Almas divididas
Pairing: Ichigo x Rukia x Byakuya
Disclaimer: Bleach no me pertenece, todos sus derechos son de Tite Kubo, yo sólo me limito a contar esa otra parte de la historia.
Capítulo 1: Silencio.
Silencio.
Esa era la palabra que siempre había perturbado a Kurosaki Ichigo. Podía sentir la tranquilidad de su habitación a pesar de estar en los brazos de Morfeo, podía percibir su respiración tranquila, los pequeños gimoteos de Kon buscando alguna perversión en la oscuridad de la noche. Todo parecía estar bien. Demasiado bien. Su cuerpo se hundía en las profundidades de su mundo interior como si aquellos edificios se evaporaran convirtiéndose en un mar que no le impedía respirar. Su mundo se desmoronaba y su zanpakuto no se encontraba por ningún lugar ¿Por qué? ¿Por qué esa tranquilidad exterior no se reflejaba en su mundo interior?
El cielo se oscurecía y las primeras lágrimas de lluvia chocaban contra aquel violento mar donde se encontraba sumergido. Abrió los ojos y miró hacia el interior buscando la razón, su boca se abrió para querer pronunciar cualquier sílaba que le diera una respuesta, sin embargo su voz había desaparecido por completo. Sacudió su cabeza frustrado viendo al fondo una pequeña luz, como si a pesar de las nubes la luna filtrara a través de ellas dándole la oportunidad de salir de aquel "mal sueño" Nadó con insistencia a pesar de que el lugar ralentizara sus movimientos, debía salir de allí, hablar con el viejo Zangetsu antes de que perdiera todo y no estaba dispuesto a eso. Alzó una mano y consiguió salir del agua, agitado, con su ropa empapada, echó su pelo hacia atrás y miró hacia el frente buscando alguna respuesta. Sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver a esa figura de espaldas en aquel lugar, intentó gritar pero su voz no estaba dispuesta a salir, se levantó maldiciendo en su interior e intentó acercarse, no podía estar allí, no de esa forma. Sus labios se movieron como si fueran a pronunciar su nombre, esa menuda figura que reconocía tan bien, de pelo negro con un kimono de tonos rosados mientras era iluminada por el gran brillo de la luna ¿Qué demonios estaba pasando? Caminó con todas sus fuerzas a pesar de que sus pasos eran limitados, debía llegar a ella, ¡Debía hacerlo! Cuando apoyó la mano en su menudo hombro la muchacha desapareció por completo y ese mundo volvió a nublarse.
Despertó de repente perdiendo la tranquilidad y silencio que había en su habitación, se levantó de la cama y en dos pasos se encontraba en el armario ¿Habría sido solo una pesadilla y debía dejar dormir a la shinigami? O… ¿Quizá…? Abrió el armario y su corazón se encogió al ver que no se encontraba allí.
- Rukia… - Susurró con cierta angustia conforme chasqueaba la lengua - ¡Kon! ¿Has visto salir a Rukia?
Kon abrió un ojo rascándose la barriga - ¿Nee-san? ¿¡Crees que la habría visto si me acabas de despertar?! Aunque podría salir en mis sueños y… - Se sonrojaba por momentos.
- Mierda – Cogió su insignia de sustituto y salió de su cuerpo sin pensarlo demasiado, un suave salto desde su ventana y se adentraba en la oscuridad de las calles de Karakura. Lo único que iluminaba cada lugar era la luna llena, blanca y resplandeciente en el cielo, incluso las estrellas parecían haber desaparecido para dar paso al gran brillo del astro. Usó el shunpo saltando de farola en farola ¿Por qué no sentía el reiatsu de la morena? Se mordió el labio frustrado ¿Por qué no le había avisado? Por eso odiaba relajarse cuando ella estaba en su habitación. Tenía un mal presentimiento, algo no estaba bien y el no sentirla le hacía impacientarse, en cambio por otro lado sentía un reiatsu que no era familiar, debía darse prisa.
El silencio la había hecho despertar bruscamente esa noche, se encontraba agitada con Sode no Shirayuki en una de sus manos mientras hincaba una rodilla en el suelo. Aquel reiatsu la había incomodado de tal manera que no había dudado en salir de la habitación del pelinaranja y ver que ocurría. La noche estaba demasiado cerrada y las calles estaban sumidas en la oscuridad, ese sentimiento hacia que su pecho se encogiera rememorando sensaciones del pasado que hacían que un mal presentimiento recorriera su espalda y como aquella vez no estaba mal encaminada. Llegó a una explanada donde pudo sentir a los demás tenientes luchando como si la vida les fuera en ello. Desde la distancia en la que se encontraba sólo había podido divisar a Renji luchando con una especie de "ente" que perturbó los pensamientos de la Kuchiki. Parecían tener forma humana pero en ellos destacaban unos cuernos en sus cabezas, un aura resplandeciente que hacían que sus cuerpos se vieran transparentes y lo que más llamó su atención fue su agilidad y manos desnudas en la batalla ¿Quiénes demonios eran?
- Con que tú debes ser Kuchiki Rukia – Cuando giró su cabeza para comprobar de donde procedía esa voz tan grave, esa persona la había lanzado al suelo, sentía que su cuerpo caía desde el edificio en el que se encontraba, todo pasaba a cámara lenta y aquel hombre sonreía viendo su reacción. En los últimos segundos fue capaz de liberar su shikai y caer de rodillas, agitada y sintiéndose estúpida por no haber reaccionado antes. – Vaya no esperaba menos de una teniente – Aplaudió victorioso de sus reflejos conforme se acercaba a ella.
- No parecéis ser hollows – Se levantó con la ayuda de Sode no Shirayuki con cierto semblante tenso, no sabía a qué se estaba enfrentando.
- Así que me estabas psicoanalizando conforme caías de ese edificio, muy astuta – Su sonrisa se amplió. Los ojos de la shinigami analizaban el aspecto de aquel joven, podía decir que era de la altura de su hermano, de pelo rojizo por mitad de la espalda, ojos amarillos y tez pálida. Quizá lo que más había llamado su atención eran esos cuernos en su cabeza, la ropa tradicional y sus pies descalzos, sin embargo intentó actuar despreocupada para que no pudiera leer sus pensamientos – No vas mal encaminada, los hollows no son nada en comparación a nosotros – Esbozó una sonrisa – Somos mucho más antiguos que el origen del Hueco Mundo e incluso de la Sociedad de Almas.
- ¿Y qué podría querer alguien como tú de unos shinigamis?
- ¿De lo shinigamis? Nada, simplemente volvemos para recuperar lo que es nuestro, como debió haber sido hace más de doscientos años, quizá la última vez un Kuchiki consiguiera encerrarnos pero creo recordar que ahora sólo quedáis dos…Una gran pena.
La morena se puso en una pose más defensiva no le gustaba las acusaciones que estaba echando sobre su familia y tampoco sabía a qué se refería, pero no estaba dispuesta a escuchar tonterías - ¿Qué demonios sois?
El muchacho volvió a sonreír complacido por la actitud de Rukia, dio un par de pasos y llegó hasta ella dejando que su zanpakuto cayera al suelo con sutileza conforme cogía su cuello – Me llamo Shura y soy un Oni no yume. – Giró un poco la cabeza mirando hacia Renji – Parece que tu amigo está teniendo problemas con alguien importante en su vida ¿Quizá seas tú?
- ¡Hado #33 Sokatsuki! – Con un leve shunpo se apartó del pelirrojo, había luchado en incontables ocasiones con enemigos que habían preferido ponerla nerviosa haciéndole daño a sus amigos y compañeros antes de luchar contra ella y no estaba dispuesta a pasar por ello nuevamente.
- Ya veo que no estás dispuesta a atemorizarte por mí, quizá tenga que recurrir… - Su cuerpo comenzó a brillar de forma tan cegadora que tuvo que cerrar los ojos por unos instantes. La luz que emanaba era incluso dañina para ella, cuando parpadeó un par de veces volvió el silencio tan incómodo y él ni nada que había a su alrededor se escuchaba. Miró hacia todos lados, confusa y preparada para cualquier ataque. No sabía en qué momento había llegado a parar a un bosque, no recordaba que los parques de Karakura fueran tan extensos como donde que se encontraba.
- Kuchiki… - Susurró una voz agonizante entre los árboles, tosía y volvía a rogar porque esa persona la escuchara – Kuchiki… - El corazón de la shinigami dio un vuelco, agarró su zanpakuto con más fuerza y se adentró en el bosque siguiéndose de aquella voz ahogada que le provocaba tantos sentimientos. Se hizo paso a través de unos árboles y sintió como su vida retrocedía unos cuarenta años atrás, enfrente de sus ojos volvía a vivir esa escena tan dolorosa donde atravesaba a aquel que una vez fue su teniente. Sus manos temblaban ¿En qué momento le estaba volviendo a atravesar? Estaba a tan sólo unos centímetros de su rostro y las lágrimas de Rukia caían sintiéndose una niña estúpida e inútil – Kuchiki… Dejo mi corazón contigo.
- N-No… Esto no tiene que estar pasando otra vez…- Sacudió su cabeza nerviosa y aterrorizada- No puede ser real… No otra vez… - Las manos de aquel hombre que sonreía con dolor y angustia acariciaban sus mejillas con delicadeza, hundía más su cuerpo en la zanpakuto de Rukia buscando ese contacto mientras que el corazón de ésta se oprimía causándole dolor. – No eres real… ¡No eres real! – Dio un empujón al moreno sacudiendo un poco su zanpakuto – ¡Tsugi no mai, hakuren!
- Kuchiki, ¿No vas a dejarte engañar una tercera vez? – Sonrió el cuerpo apenas sin vida con esa sonrisa obscena, tiránica y divertida del oni - ¿Por qué no esta vez te dejas morir en mis brazos? – Sacó su zanpakuto liberando a Negibana para más consternación de ella, un suave tintineo de ambas hojas y la morena perdía los nervios.
- No consiento que nadie manche la memoria de Kaien-dono – Gritó sin oprimirse, le hacía frente como si a pesar de los movimientos de aquel hombre que tenía delante viera a un monstruo, a otra persona que no fuera él – ¡Some no mai, tsukishiro! – Un círculo de hielo oprimió y condenó el cuerpo de aquel hombre haciéndole desaparecer sin ningún tipo de problema, los trozos de hielo se volvían polvo blanquecino con tan sólo una estocada. Rukia se dejó caer en el suelo, nerviosa intentando guardar la calma. - ¿Se acabó?
- ¡Rukia! – Unos pasos ansiosos se dirigían hacia ella, podía sentir ligeramente el reiatsu del pelinaranja, con cuidado y sin querer preocuparle en exceso se levantó guardando a Sode en su vaina. Cuando vio ese pelo tan típico en él y su ceño fruncido suspiró- ¿Acaso no puedes dejar de preocuparte por mí ni un segundo?
- ¿¡Qué formas son esas hablarme, maldita enana?! – Miró a otro lado molesto.
- Creo que deberíamos reunirnos con Renji, estaba herido y puede que necesite nuestra ayuda – Caminó delante de él sin tomarle demasiada importancia a sus quejas, después de todo ya estaba acostumbrada a omitir sus discusiones con él.
Él caminó detrás, guardando silencio a las palabras de la shinigami, sin embargo en sus labios una suave sonrisa se apoderaba de su semblante serio y despreocupado - ¿Sólo te preocupa que Renji esté medio muerto? ¿Y yo qué?
- No es el mejor momento para discutir y creo que lo sabes – Giró un poco la cabeza- Así que cállate de una vez.
- Nunca dejaras de preocuparte más por ellos que por los que somos tus amigos – Susurró haciendo que un sentimiento de culpa se apoderara del pecho de la morena por sus palabras - ¿Qué estás diciendo? Es mi deber ir con los demás tenientes ¿¡Acaso no sabes lo que soy?! Estoy harta de decirte que no me tienes que proteger.
El pelinaranja dio un par de pasos hacia ella, estaban a escasos centímetros, mirándose con rabia el uno al otro - ¿Sabes que pienso? Que eres una idiota Kuchiki Rukia.-Los ojos de Rukia se abrieron desmesuradamente, cuando estuvo dispuesta a hacer un shunpo para alejarse de él, éste cogió su muñeca y con una de sus manos comenzó a atravesar su pecho, lento, agonizante, escuchando los desgarros de la chica con cierta diversión – Parece que incluso tú has cambiado tus prioridades con respecto a los hombres, pero, te atrapé – Sonreía divertido volviendo a su forma original, viendo como su kimono de shinigami se manchaba de sangre.
- Maldito… - Levantó una de sus manos, buscando las fuerzas de donde no las tenía, quería llegar hasta su zanpakuto, quería poder alzarla pero sus fuerzas le fallaban por momentos. Sus recuerdos se sobre cruzaban, sus sentimientos cambiaban ¿Qué le estaba pasando? – S-Sokatsuki…- Puso su mano en posición y lanzó su hado dándole tiempo de alcanzar a Sode no Shirayuki y salir corriendo de allí, debía despistarle, sino volvería a indagar en su corazón.
- ¡No corras Rukia, aún no hemos terminado! – Gritó él entre risas, alzando su mano en contra de ella. Ella ayudándose de su codo levantó su zanpakuto parando sus garras, mientras que con la otra mano sostenía su herida, aún era capaz de no perder la conciencia, era superficial, o eso quería creer mientras hacía que retrocediera. - ¿Intentas ganar tiempo?
- Mierda. – Volvió a usar el shunpo escondiéndose entre los árboles. Abrió su kimono dejando su pecho al aire sin pensarlo demasiado y comenzó a curarse con uno de sus kidos ¿Cuántos serían? Había visto uno luchando con Renji, pero… ¿Era posible que hubieran venido más tenientes a defender Karakura? Lo más probable. Hizo un gesto de dolor guardando la calma, sabía muy bien que sólo quería ponerla nerviosa – Acomodó nuevamente su uniforme y comenzó a caminar ¿Por qué el bosque era tan extenso? ¿Sería algún tipo de ilusión?
Unos movimientos en la arboleda que tenía delante de sí le hicieron ponerse a la defensiva, cogió su zanpakuto y se dispuso a atacar. Un choque de espadas, un gran reiatsu concentrado en él ¿Cómo era capaz de ser tan similar a Ichigo? Chocó contra un árbol y comenzó a toser – Hado #33… Sokat… - El pelinaranja le tapó la boca mientras ella forcejeó intentando zafarse de su cuerpo. Otro forcejeo y él agarró nuevamente su muñeca.
- ¿Vas a seguir mucho rato con esto? – Enarcó la ceja algo molesto.
- ¿Ichigo? Pero… ¿En qué momento? – Lo miró de arriba abajo. En uno de esos mandobles le había herido en uno de los brazos.
- Más bien, ¿Qué se supone que haces? Llevas un rato moviéndote sin rumbo en el parque, pensaba que estabas intentando molestarme pero sólo estabas haciendo el idiota.
- ¡Oe, aquí el único idiota eres tú! Ni siquiera me hablas, sólo me atacaste. – Se apartó de su agarre. La oscuridad del bosque donde se había visto atrapada había desaparecido por completo. A pesar de la luna, las farolas iluminaban el lugar.
- ¿Y qué querías que hiciera? Parecías histérica… - Se puso serio mirando su herida - ¿Estás bien?
- No es nada, podría ser peor – Envainó y miró alrededor – Siento lo de tu brazo.
- Creo que eso es lo de menos, deberías avisarme de todo esto, soy shinigami también, ¿Recuerdas? – Comenzó a caminar delante de ella. Estaba enfadado, llevaba toda la noche buscándola y cuando la había encontrado estaba como en trance, herida y huyendo de él.
- Creo que deberíamos buscar a los demás tenientes. – Intentó omitir los reproches de su compañero, no quería meterse en la boca del lobo nuevamente – Podrían estar por aquí.
No hubo ningún tipo de comunicación entre ellos, no hubo más represalias. Ichigo simplemente se dignó a asentir suavemente mientras que Rukia le guiaba hacia donde había visto al pelirrojo. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que había llegado al lugar pero a juzgar por el aspecto de Renji debía haber sido bastante. Tenía una herida en el pecho similar a la suya, además de varios cortes por los brazos y la cara.
- Parece que estás vivo – Se atrevió a decir el pelinaranja.
- Siento tu pesar – Frunció el ceño el pelirrojo levantándose - Los tenientes vienen hacia aquí, al parecer también fueron atacados. – Desvió la mirada hacia la morena - ¿Estás bien?
- Sólo es superficial, ¿Cómo es que habéis venido los tenientes al mundo humano? Normalmente sólo sucedería si fuera un asunto de extrema urgencia – Se acercó a él usando su kido para cerrar sus heridas - ¿Ha pasado algo?
- Se avisó de un alerta roja en Karakura, por eso decidimos venir inmediatamente, y nos encontramos con esos tipos.
- Oni no yume… Eso fue lo que me dijo que eran – Susurró la ojiazul algo pensativa – Jamás había escuchado de que existiera algún tipo de demonio como lo que dicen ser.
- Yo tampoco lo había oído nunca, pero parece que sus ataques se centran en buscar en lo más profundo de los sentimientos, así saben hacerte vulnerable a sus tretas… - Dijo de manera ahogada mirando de reojo a la shinigami ¿Cómo había sido tan estúpido de caer en un juego así? Cuando había visto a la Kuchiki sonriente, con su kimono lila y apariencia de niña no había sabido como reaccionar, por un momento quiso ser imparcial y levantar su espada contra ella, pero una parte de sí le decía que era imposible.
- ¿Causan ilusiones de algún tipo? – Preguntó el sustituto sin entender muy bien lo que había pasado.
- B-Bueno algo así, creo que deberíamos avisar a los capitanes para que estén alerta de lo que está pasando.
Un suave tintineo y un par de mariposas negras llamaron su atención. Las puertas de la Sociedad de Almas se abrieron de par en par dejando paso tras ellas a la capitana de la cuarta división acompañada de su teniente. Unohana no solía salir de su puesto e incluso en la última batalla en Karakura no estuvo presente a no ser que se la necesitara para atender a los heridos.
- Kuchiki Rukia – Susurró de forma suave y cariñosa – Es de vital importancia que vuelvas cuanto antes con nosotras a la Sociedad de Almas.
- ¿¡Ha pasado algo capitana?! – Vociferó el pelirrojo bastante preocupado.
- La verdad es que hemos sido atacados mientras los tenientes no se encontraban en sus puestos… - Susurró la teniente de la cuarta división – Hay muchos heridos… Y…Capitanes en peligro de muerte.
La preocupación se reflejó en los ojos de la Kuchiki ¿Acaso había ocurrido algo tan grave como para hacer que un capitán estuviera a punto de perder la vida? Era imposible que fuera él… Siempre era precavido… Siempre…
- Lo que quiere decir Isane, es que tenemos muchas bajas y el capitán de la sexta división, Kuchiki Byakuya es uno de los que están peligro – Dijo con tranquilidad y calma – Por ello creemos que como hermana del capitán debería volver inmediatamente.
- Nii-sama…
Y la angustia hizo que todo volviera a ese profundo y doloroso silencio.
Continuará:
Buenas tardes, y aquí concluimos el primer capítulo de: Almas divididas. La idea surgió a partir de un rol y pensé que mucha gente disfrutaría leyendo esta historia.
Aclaraciones: Oni no yume (Demonios de los sueños)
