Disclaimer: Assassination Classroom y sus personajes no me pertenecen, créditos a su respectivo dueño.

Artista de la imagen: ゆう


Los rosados pétalos caían paulatinamente por el sendero de aquel parque bañado por los últimos rayos del sol, dando así una imagen romántica e íntima donde las parejas aprovechaban para crear momentos que recordarían con cariño algún día.

—Ka-Karma —dijo nervioso y mirando de vez en cuando a todos lados.

—Dime, Nagisa —respondió de forma juguetona a quien le correspondía el nombre de Karma.

—No... ¿no sientes vergüenza de que tanta gente nos observe?

Karma paró en seco y, por ende, Nagisa también lo hizo. Aprovechando eso, el pelirrojo apretó levemente la mano de su novio y la elevó a la altura de sus labios.

—Está bien, Nagisa, concentra tu atención sólo en mí, ¿lo harás?

Seguidamente, besó su mano y se mantuvo durante un rato así. El corazón de Shiota latía con fuerza, sentía que en cualquier momento podría morir de felicidad, todavía le costaba asimilar ese comportamiento tan impropio de él que desarrolló durante estos pocos meses donde empezaron a salir.

Separó la mano de sus labios y se quedó expectante por una contestación que lo dejara satisfecho. Al ver que no había nada en respuesta, tomó su mentón y lo obligó a mirarle, acercándose muy lentamente a esa tentadora boca que poseía el chico de cabellera celeste. Sus respiraciones se entremezclaban, deseosos porque pasara algo más.

—Si no eres capaz haré que no puedas sacarme de tu mente —rió de forma candente muy peligrosamente cerca de los labios de su novio.

—E-está bien, está bien —afirmó muy sonrojado el de orbes azules, empujándolo con suavidad y dándole la espalda.

—Jo, yo tenía ganas de un beso —se quejó Akabane mientras hacía un puchero.

Sin darle tiempo a reaccionar, Nagisa se volteó, saltó en sus brazos y lo besó. Sus labios se movían hábilmente, tanto que Karma no era capaz de pillar su ritmo porque de inmediato cambiaba a otros movimientos, por lo que simplemente se dejó llevar, bueno, más bien lo poco que pudo. Poco después ambos cayeron al suelo, separándose muy bruscamente de ese beso tan placentero, daban gracias a que habían caído en la hierva.

—Karma, ¿estás bien? —preguntó preocupado.

Se sentó y se arrimó hasta el de orbes dorados, siendo asustado casi de inmediato por una estridente y melodiosa risa. Observó con atención la bella expresión que tenía en ese instante, los últimos rayos del sol rodeaban su cara y el anaranjado cielo le daba un toque especial a sus ojos que recientemente se habían dejado ver.

Simplemente, ya no era capaz de moverse.

—Anda, ven aquí.

—¿Qué pretendes...?

El pelirrojo había tirado a Shiota encima de él. Puso sus brazos alrededor de su pequeño cuerpo y cerró sus párpados.

—Te late muy rápido el corazón, Nagisa —susurró en su oído entre jadeos.

—Tú tampoco te quedas atrás —objetó en las mismas condiciones que Akabane.

Comenzaron a reír y a darse besos entremedias sin importarle lo que la gente pueda pensar de ellos. El sol ya se había ocultado y seguían igual, desafiando al tiempo que se había detenido para los dos. Cada sonrisa que se regalaban era un nuevo recuerdo que se grabaría en sus memorias para siempre... sí, los recuerdos de aquella tarde primaveral.