Enemigo.
Aquella era una palabra la cual podía describir en aquel instante a la mujer frente suyo, las lágrimas que salían de aquel rostro que pareciera esculpido, dolían, de alguna manera le molestaban, era confuso.
Era su enemigo.
¿Por qué dolía tanto entonces?
La tierra elevándose destruyéndose llevando al ciclo culmine de todo fue lo que vio mientras que se despedía con una reverencia inexistente, el dolor siguió.
Aquellos ojos azules reflejaban aquella escena, todo armonizado para que fuera a una sola sinfonía que estaba llegando al último coro antes del descenso final.
Cayó de rodillas mientras que llevaba una mano a su pecho, la sensación de malestar seguía, pero no podía dejarlo ahora todo por un simple sentir, no, tanto sacrificio, no era algo que pudiera abandonar.
Se sintió vacío, casi como si alguien le hubiera quitado algo que era suyo solo para reemplazarlo por algo que quizá fue hecho para que encaje en aquel hueco, no rellenaba nada.
El sonido de pasos acercados hacia la persona observando la obra en su clímax solo indicaba algo, un hombre de pelo negro venía a reclamar lo que ahora creía suyo.
Naruto suspiro mientras que la opresión debía ser ignorada, ahora debía tratar con el último peldaño para la paz, el ultimo cabo suelto que lo molestaría hasta la tumba si no lo trataba ahora.
Era el momento de Naruto Uzumaki para terminar todo, observando a Sasuke dio un suspiro cansado, solo quedaban ellos dos, un valle y un fin. Dando un último vistazo al sello terminado se preparó.
Fue allí la última vez que la vio, a Kaguya Ootsusuki.
Abrió los ojos con sobre salto viendo a su alrededor, llevo su mano izquierda a su pecho mientras que apretaba su abrigo naranja con fuera como si fuera a mitigar aquello.
Dio un suspiro de alivio al poco tiempo, el dolor se fue, la molestia desapareció, todo estaba en orden.
Llevando su mano derecha vendada a su cabeza, se masajeo la frente mientras que noto el sudor de esta, una pesadilla, o al menos eso fue lo que quería que fuera, las memorias revividas quemaban, dolían.
Vio a su alrededor, entonces observo todo, dándose la vuelta en su silla pudo ver desde la torre del Hokage aquella ciudad que el protegía, aquella ciudad que añoraba cuidar, aquellos habitantes por los cuales lo dio todo.
― ¿Estas bien? ― una voz suave sonó mientras que se giraba una vez más en su silla, apretó las manos en aquel cuero verde mientras que la vio.
Una niña joven, un vestido celeste encima de un mantil blanco de ceda con una cinta negra en la cintura, el cabello de la joven, desparramado a los lados mientras que mechones caían por el sofá de la oficina de manera errática, a simple vista lo vio, el cabello estaba desastroso de la pequeña.
― Solo me quede dormido― una respuesta simple de parte de Naruto mientras que vio a la pequeña sobándose los ojos.
Era raro, ella nunca vio a aquel hombre sonreírle, nunca le hizo una expresión en sí, desde que la ayudo, siempre fue así.
― ¿Dormiste bien Kaguya? ―la pregunta del rubio sonó mientras que observaba la pequeña albina sonreír, estirando los brazos y las piernas dejando a la vista las medias negras que llevaba hasta desaparecer dentro del vestido.
Kaguya salto de manera en que sus pies ahora estaban en el suelo, camino hasta donde estaba Naruto y lo abrazo por la cintura.
Desde que Kaguya se despertó, lo recordó todo.
Su vida, su pasado, la manera en que lo perdió todo, lo gano y perdió, aquello para ser reprimida en un cuerpo pequeño, nacida de la nada y perseguida por todos.
Demonio.
Era curioso el nombre que le dieron a Kaguya cuando empezó a crecer, la madre la cual le dio a luz murió cuando la protegía, su padre desapareció, alegando que ella no era su hija, era obvio, no compartida rasgos con ninguno de sus nuevos progenitores.
Al crecer recordó porque la humanidad debía ser controlada, maltratos, gritos, todo, a una niña que aparentaba ser la mujer que en algún momento atormento todo, quería matarlos, pero no podía, su cuerpo no era lo que fue, no había fruto, no había nada, si bien ella tenía más chakra que la mayoría, no importaba, no era relevante.
Eso hasta que lo volvió a ver.
La expresión fría que le dio la primera vez hizo que la albina se preguntara si la mataría, aquella vez fue cuando cumplió seis, Naruto Uzumaki, al parecer ahora era el dirigente de aquellos humanos.
Fue curioso, aquel primer encuentro, ella se hizo la inocente, de hecho, lo seguía haciendo, comportándose como una pequeña niña, Kaguya se sentía enferma por haber perdido hasta ese punto su orgullo.
Pero no importaba, si quería volver a reinar, debía sobrevivir.
Al momento en que se nombró a si misma Kaguya, el vivo recuerdo de Naruto abriendo los ojos, se agacho y acerco su mano a ella, Kaguya trago, recordó todo, en su estado actual.
No era nada más que un insecto para aquel hombre.
Cerró los ojos con fuerza, su rostro debió verse en aquel momento hinchado por el susto, los ojos cerrados de la pequeña albina dejaron caer pequeñas lagrimas a sus costados, no quería llorar, pero realmente.
No quería morir.
Una mano tibia se posó en su cabeza mientras que le revolvían el cabello, estaba sucio, pero, abriendo uno de sus ojos con duda, Kaguya observo aquello, la mirada perdida del rubio observándola.
Naruto vio, aquella niña, era la viva imagen de Kaguya Ootsusuki ¿Cómo salió del sello?
No, era imposible que fuera ella, pero…
Aquel cabello blanco puro, tez pálida en extremo, y unos ojos que brillaban por ser como perlas blancas, era ella en carne viva.
Lo dudo al ver el susto de la niña, cuando extendió la mano, observo el miedo, todo, era curioso, como estaba vestida aquella niña, en su ciudad, en su Konoha.
Un vestido de una sola pieza color marrón corrido que caía hasta un poco arriba de los muslos, los pies estaban descalzos y sucios, el cabello enmarañado, pero no era eso lo que le dolía.
Un pequeño muñeco de él mismo estaba en las manos de la niña, le faltaba un ojo que eran simples botones del muñeco. Naruto apretó su puño.
¿El héroe?
No era nada de aquello.
Kaguya trago mientras que vio el hombre observando el muñeco en sus manos, lo había olvidado, era el rubio mismo, era lo único que pudo tener, siempre le gritaban, la odiaban, era como si.
Conocieran como era ella antes.
Pero en una oportunidad cuando estaba viendo unas muñecas, el dueño le lanzo aquel muñeco del Hokage para que se fuera, dudo en tomarlo, pero lo hizo, a pesar de ser uno de los causantes, a pesar de todo lo que lo maldijo en aquella batalla, ella sonrió, sonrió de verdad al tener aquel muñeco en manos.
― ¿Tienes hambre? ― aquella pregunta hizo que Kaguya lo observara, no confiaba en el rubio, no lo haría, pero, realmente tenía hambre ¿Cundo fue la última vez que comió algo?
Se limitó a abrazar más fuerte el muñeco, era realmente como si toda su vida, aquellos años de oro, de perdida, fueran desechos lentamente por su cuerpo joven.
Un simple asentimiento de cabeza fue lo que respondió, el rubio no pareció ofendido, y con un simple.
― Sígueme― camino a su lado.
Era curioso, justo ahora, la persona causante de su desagracia, le ayudaba, el destino era curioso.
― ¿Sucede algo? ― La voz de Naruto resonó haciendo que la albina parpadeara mientras que salía de sus recuerdos, una mano estaba en su cabeza acariciándola.
― Nada― aquel tono feliz, emotivo y verdaderamente alegre, no era una farsa, después de tanto actuar, después de mostrarse como una niña indefensa siempre frente al hombre le tomo cariño.
Unos brazos pasaron bajo sus axilas mientras que la levantaban, Kaguya parpadeo mientras que Naruto la ponía en su regazo.
― No pasa nada porque estas aquí―una sonrisa vino de la cara de Kaguya cuando ella menciono eso.
¿Cuánto ella maldijo haber usado aquel tono en el comienzo?
¿Cuánto odio mantuvo en aquellos primeros días?
Pero ahora, era sincera, realmente aquel hombre, después de casi cinco años cuidándola, podía decirlo, podía hacerlo.
La mano vendada de Naruto pasaba en la cabeza de la niña mientras que la acariciaba, a diferencia de aquella primera vez, no estaba su cabello sucio.
Era reconfortante, era agradable verla sonreír, después de todo lo que hizo, después de todo lo que dejo, que una niña le prestara tal afecto y dedicación a él, hacía que todo fuera bien.
― ¿Puedo dormir aquí? ―Kaguya pregunto mientras que realmente se sentía cansada, en aquel cuerpo, solo tenía once años, realmente era penoso que se adormeciera con rapidez, pero el despertarse y ser alzada para tener sueño, era aún más penoso, pero no podía evitarlo.
Naruto era cálido y cómodo.
― Descansa, es de noche de igual manera, mañana es otro día― Naruto comento mientras que vio el rostro de Kaguya caer más y más en el sueño, vio los documentos enfrente, tomando una pila empezó, debía terminar si quería jugar un poco con ella.
Kaguya se despertó mientras que vio a su alrededor, realmente la torre del Hokage era animada, después de despertar noto que Naruto no estaba en la oficina, ella había vuelto a dormirse en el sofá, no importaba, Naruto seguro la había dejado allí.
Saliendo de la habitación los vio, a los guardias que custodiaban la puerta de la oficina del Hokage, se tenía que contener para no reírse con amargura al pensar en su trabajo tan inútil. Aquel hombre que la cuidaba, era mucho más monstruoso de lo que ella llego a ser.
― Ho, despertaste― agachándose uno de los guardias le sonrío a Kaguya, ella contesto con una sonrisa, actuar, ya no era difícil, en algún momento, si fuera su yo antiguo, tal impertinencia seria la muerte, pero ahora.
― Sip―remarcando la p en la palabra ella sonrío mientras que ambos hombres se reían.
La princesa de la torre.
En algún punto, fue llamada de esa forma por todos los trabajadores de allí.
Hasta el momento no había mostrado su control de chakra, no había mostrado sus habilidades oculares, por lo cual, para aquellos hombres en la torre, solo era aquello, la niña la cual el Hokage cuidaba.
― La recepcionista me informo que te dirijas cuando despiertes a la planta baja y la busques, ella tiene unos dulces y té para ti― no pudo evitarlo, en cuerpo era una niña, por lo cual al escuchar aquello, sus ojos brillaron con felicidad. Haciendo que los hombres también se alegraran.
Realmente agradecía esta nueva vida.
Otro día, otro mes otro año, doce años, ahora ella tenía doce, Kaguya sonrío mientras estaba siendo cargada por Naruto, escucho que a los niños a esta edad les disgusta estar cerca de las figuras paternas por vergüenza, pero no era así con el rubio, siempre la trato bien.
Pero aun no le sonrío.
Era triste, casi hacia que su mente retrocediera a la de una niña, pero quería verlo, al menos una vez, desde que volvió a esta vida, lo deseaba, aunque sea una vez, una sonrisa.
El sonido de la puerta siendo casi tirada junto con los gritos de desaprobación llegaron, solo significaba algo.
―! ¿Dónde está mi estúpido padre?! ― aquel grito, Kaguya lo conoció desde hace unos años.
El hijo de Naruto, Boruto.
Tenía una mirada enojada, la cual se intensificó al verla, Kaguya dio un suspiro de cansancio mental, debía actuar si no quería que la molestara.
― ¿Por qué esa niña sigue aquí? ―la voz del joven era profunda llena de enojo.
Naruto solo dio un suspiro mientras que bajaba lentamente a Kaguya, ella realmente se había acostumbrado a la calidez del rubio mayor, era como un…
Un empujón hizo que Kaguya parpadeara mientras que Boruto estaba en donde ella había estado parada con anterioridad, ella estaba en el suelo, maldijo su cuerpo nuevo, dolía, verdaderamente dolía.
Naruto a simple vista, se enojó, no espero aquello, no espero que aquello ocurra, pero cuando vio a Boruto a punto de dar una patada a Kaguya, realmente algo se encendió en él.
Los vasos frente a Boruto explotaron, el tintero de igual manera, el metal de las ventanas se comprimió, y Boruto se quedó quieto.
― Nunca le negué la entrada a mi oficina a ninguno de ustedes, nunca les dije que no podían venir―Naruto estaba aún de esa forma, Boruto trago, hasta hace poco, fue su décimo séptimo cumpleaños, pero, cada vez que pensaba que estaba cerca de tocar el nivel de su padre.
Podía verlo, el gramo de arena que era él comparado con aquella montaña.
Dando unos pasos con cuidado recogió a Kaguya, alzándola, los raspones estaban presentes en sus codos, mientras que las pequeñas lagrimas estaban en la comisura de sus ojos.
Boruto siempre fue así con ella.
Fue por eso que no podía dejarla en casa, su hijo acosaba a Kaguya, él rubio mayor lo sabía, la humillación que le hacía pasar a ella en la academia, lo peor, ni siquiera había enviado a Kaguya a una academia ninja, era solo una normal, pero siempre lograba encontrarla.
― ¿Qué es lo que quieres? ―fue la simple respuesta de Naruto, vio a los guardias en la puerta, ambos, conocían a la pequeña albina desde que la trajo, siempre amables, el los dejaba por eso, eran fuertes sí, pero también buenas personas, por lo cual, cuando ambos miraban a su hijo de aquella forma depredadora, era obvio que el daño era irreparable.
― No viniste a mi graduación―el joven hablo mientras apretaba los puños, la ira celos y rabia estaba en su tono, Naruto se quedó sentado en su silla, Kaguya en su regazo mientras que observaba aquello.
Desde hacía tiempo le dijo que no podía asistir a lo demás, solo podía entregar los títulos y listo, tenía papeleo, un trabajo, Kaguya lo recibió hace unos minutos con un abrazo, siempre estaba allí, siempre estaba aquella albina esperándolo no importa que. La cargo y pensaba hacer su trabajo a continuación. No que su hijo con fuerza mejorada intentara atacar a alguien que con una caída en una alfombra pudiera rasparse.
― Estuve para la entrega de títulos―contesto mientras que acariciaba el cabello blanco puro de la pequeña, Naruto realmente pensó que, para su edad, Kaguya seguía siendo bastante pequeña.
― Se suponía que tenías que estar allí para felicitarme, no para dar un maldito pedazo de cartón, pero claro, "La princesa" es prioridad siempre―La voz de Boruto sonó mientras que observaba a Kaguya.
"Solo muerte idiota" fue el pensamiento de Kaguya, pero en la realidad mostro miedo, aun debía actuar como la pequeña que era después de todo.
Lo único que no quería.
Era que Naruto supiera la verdad, solo quería vivir, así siempre.
― Si eso es todo retírate―la voz del rubio sonó mientras que Boruto estaba por moverse.
Fue simple, para el hombre rubio, ver a su hijo, espero nunca tener que usarlo, pero no importaba.
Boruto se quedó en su lugar, viéndolo directamente.
El zorro de nueve colas detrás de su padre mirándolo con odio, los dientes arriba mientras que esperase el momento para matarlo.
― Realmente eres patético, toca a la niña, y nosotros te daremos lo que verdaderamente mereces― la voz casi de ultra tumba sonó.
Boruto apretó los dientes mientras que se fue, odiaba aquello, odiaba la mirada que le daban todos cuando entraba en la torre del Hokage, los odiaba, todo el personal, pero más odiaba, a la princesa de la torre.
― ¿Qué tal tus clases de hoy? ― Naruto comento mientras que seguía viendo documentos.
Una vez más, ninguno de sus hijos vino en paz, nunca vinieron, desde pequeños, siempre supieron que podían verlo, pero no importaba, ahora estaba ella.
Dando una risita de suficiencia Kaguya respondió.
― Estoy nuevamente en el primer puesto― después de mencionar aquello, la albina camino hasta donde estaba el rubio y abrazo uno de sus brazos.
Era el momento, nunca lo dijo, pero ahora, lo quería, debía, Kaguya sonrió mientras que se dejó guiar por su instinto, hasta hoy, siempre fue, señor, Hokage y demás, pero ahora. Lo haría, Naruto saco de aquellas calles en un comienzo a Kaguya, a pesar de ser ella en apariencia, la cuido alimento mimo, todo aquello.
Por lo cual, cumplía, todo su pasado, no importaba, lo que ahora verdaderamente importaba.
Jalando con una mano el cuello de la camisa de Naruto, Kaguya la acerco a su rostro, dándole un besa en la mejilla.
Los ojos de Naruto se abrieron, no espero aquello, no espero esa reacción de parte de la siempre reservada albina.
― ¡Te quiero papi! ―fue simple, quitando el alma de niña que siempre quiso, el cariño de años acumulado, era la primera vez que Kaguya llamaba así a Naruto.
También, la sorpresa llego al rostro de la albina mientras que una mano se posó en su cabello mientras que lo revolvía con cuidado de no desarreglarlo tanto.
― Y yo a ti, princesa―nunca tuvo la oportunidad con su verdadera hija, su hijo lo odiaba, pero ella.
Ella siempre estaba a su lado. Le sonrío a Kaguya, haciendo que ella abriera la boca de la sorpresa. Desde pues de tanto, tanto tiempo, lo vio, la radiante sonrisa con fuego en la mirada mientras que la combatió en aquel entonces, solo que esta vez, aquella felicidad era por ella en el término de buen trato y no por el de terminar con ella.
Sonriendo Kaguya se dejó levantar por el rubio.
Kaguya nunca supo cómo, o él porque, pero, aquella nueva vida que tuvo.
No podía ser más perfecta.
Gracias por leer esta historia, quizá haga alguna historia a parte contando en retroceso todo el cómo se formó aquella relación y demás, pero por ahora, espero que esto sea suficiente.
Si quieren la historia, pueden mencionármelo, ahora, espero que esto les pueda haber sido de su gusto.
Rey de picas fuera.
