¡Hola a todos!

Bueno, este es mi primer intento de un fic de 'Buenos Presagios' en español. Tengo un par en inglés y la verdad es que he descubierto que me encanta escribir en este fandom, en especial esta pareja. ¡Y es que esta tan cerca de ser canon! Jeje. O al menos, en mi mente, así es.

En fin, quiero agradecerles por darse una vuelta por este fic. Espero que les guste.

'Buenos Presagios' y todo lo relacionado a ello es propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman.


Capitulo 1

Último deseo.

Era inevitable, sin duda. Inefable, como le gustaba llamarlo. Era parte del Gran Plan. La Ultima Gran Batalla entre el Bien y el Mal. Todo estaba planeado desde el Principio de los Tiempos y nadie podría haberlo evitado.

¡Que tontos habían sido, pensando que de verdad habían frenado el Apocalipsis!

Miró la herida que tenía en el brazo y que era justo la razón por la que se encontraba ahí. Era una especie de 'hospital' para los ángeles heridos en batalla. No es que hubiera muchos, por cierto, pero era necesario que los ángeles curadores tuvieran un lugar para trabajar. Azirafel suspiró, mientras uno de sus compañeros se afanaba en limpiar la herida antes de vendarla. A veces deseaba tanto morir…

Pero no podía. Tenía que seguir luchando; hasta que la guerra terminará o hasta ser eliminado. Corrían rumores de que iba a firmarse una tregua y Azirafel no lo dudaba. Aquella batalla había costado tantos soldados a ambos bandos…

-Es una herida superficial. Una noche de descanso y habrá curado por completo- le indico el sanador y él asintió con la cabeza, ausente. Resultaba que era mejor guerrero de lo que había pensado. Tantos otros habían perecido y él seguía ahí, recibiendo solo heridas superficiales…

-Gracias- murmuró, sin mirar al otro.

-Quizás deberías considerar recostarte y dormir- continuo el otro ángel, ajeno al desinterés del rubio- debo ir a ver a los otros.

Volvió a asentir con la cabeza y el curandero salió. Azirafel se recostó y cerró los ojos. Preferiría no hacerlo. Cada vez que acaba en el 'hospital', tenía tiempo de sobra para pensar y cada vez que podía permitirle a su mente vagar, un solo pensamiento acudía a él.

Crowley. ¿Dónde estaría el demonio? Muerto, probablemente. Nunca había sido un guerrero, después de todo. Pero no lo había visto con sus propios ojos y por ello se rehusaba a renunciar a la esperanza de que siguiera con vida.

Muchas veces, la idea de que Crowley estaba en algún lugar era lo único que lo hacía seguir peleando con todas sus fuerzas, rehusándose a morir. Quería verlo una vez más. Aunque solo fuese una vez, aunque no pudiera decirle nada… solo quería verlo y saber que estaba bien.

Que patético. Tantos compañeros ángeles muertos, la situación era sumamente precaria y la guerra parecía a punto de ser perdida y lo único en lo que él podía pensar era en su demonio.

Y ahí estaba justamente el punto. SU demonio. SU amigo. SU am… No. No podía permitirse esos pensamientos. No ahora, no nunca. Era tarde. Ya no tenía importancia.

-¿Azirafel? ¿Estas despierto?

Abrió los ojos y observo al Arcángel frente a él. Intentó sonreír y fracaso. –Miguel. ¿Qué ocurre?

-Lamento molestarle- le dijo el otro y realmente parecía sentirlo- pero me temo que me he quedado sin agentes. Y necesito que alguien vaya a hacer un reconocimiento. Todos están gravemente heridos y tú eres el único al que puedo confiarle…

El Principado asintió solemnemente. –Iré. No tienes de que preocuparte.

-Te lo agradezco- murmuró y recargo su mano sobre su hombro, dándole un apretón reconfortante- sabía que podía contar contigo.

Y dicho esto, salió de la habitación.


Era una pena que el mundo hubiese quedado tan devastado. Habría que empezar de nuevo, sin importar quien ganara. Todas las maravillas que los humanos habían logrado construir en todos esos milenios y ahora… no quedaba más que polvo y ruinas. Una pena, en verdad.

Sin embargo, el campo parecía despejado. Los demonios sobrevivientes habían escapado, al parecer. Bien. Había sido una batalla ardua y por un minuto Azirafel había estado seguro de que perderían. Luego, gracias a un golpe de suerte, Miguel había logrado deshacerse del líder y los demás demonios habían huido despavoridos. No era una manera muy honorable de ganar, mas una victoria a fin de cuentas.

-Vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí?

Lo habían cogido desprevenido, pero aquello no significaba que le llevaran demasiada ventaja. Logro zafarse de los primeros demonios que se le arrojaron encima y aun logro herir a otros cuatro antes de que un quinto le atacara por la espalda y el enterrase una daga en el hombro. Normalmente, el ángel hubiera podido seguir luchando con esa lesión, pero resulto ser en el mismo brazo herido previamente. Se desplomo en el suelo, con un grito de dolor y rabia.

Escuchó las risotadas y los gritos de júbilo. Luego escuchó la voz del que parecía ser el jefe dando ordenes, aunque no logro entender lo que decía. Poco a poco, su mente se fue apagando hasta que todo quedo sumergido en la más profunda oscuridad.

Su último pensamiento, antes de lo que estaba seguro de que sería su muerte, fue en donde estaría Crowley.


Así que… ¿Qué les ha parecido? ¿Debería continuar? Espero que les haya gustado.

¡Gracias por leer!