EL ENIGMA DEL ERROR
SUMARIO: El agente Black ha sobrevivido a un atentado que casi le cuesta la vida, su papel en las vidas de los agentes Swan y Cullen les lleva a cuestionarse si el error es una jugada del destino, un desacierto de la voluntad o el resultado de la manipulación de los hilos del poder.
ALERTA: Posible OoC de los personajes.
DISCLAIMER: La historia es enteramente mía, los personajes son propiedad de Stephenie Meyer y asociados, yo los retomo completamente sin ánimo de lucro.
Clasificación: M. Lenguaje y situaciones de adultos.
EL ENIGMA DEL ERROR
CAPÍTULO I
"Un error es tanto más peligroso cuanto mayor sea la cantidad de verdad que contenga."
Henry F. Amiel - Escritor suizo.
0
Los agentes Isabella Swan y Edward Cullen habían sido asignados a la Unidad de Delitos Especiales del FBI.
—Mucho gusto —expresó la chica recién salida de la Academia, científica pura graduada con honores, dándole la mano.
—Mucho gusto también —dijo él, sonriendo, recién llegado de Londres, dónde obtuvo su grado de Criminólogo con una tesis bastante polémica sobre perfiles criminales.
¿Qué factores los hicieron trabajar juntos, y hacer que cada uno de ellos se convirtiera en agente estrella de FBI, tan vitales e importantes?
Quizá que de alguna extraña manera, siendo tan diferentes, se complementaban. Habían constituido un equipo excelente, como si se leyeran los pensamientos el uno al otro. Sus estadísticas de éxito eran extraordinarias, lo cual no tenía muy satisfechas a las organizaciones delincuenciales del Estado de Washington.
Se habían especializado en desmantelamiento de bandas criminales, desde que ellos eran equipo los grandes capos ya no podían dormir tranquilos.
Era un trabajo peligroso, y habían acumulado enemigos a lo largo del tiempo, pero gratificante teniéndose el uno al otro, en una relación de amistad y respeto profesional que rayaba con la veneración.
Ella de largos cabellos caoba que llevaba siempre recogidos con elegancia, con sus trajes de paño de denotaban sus suaves curvas, tez blanca, suave y ojos sorprendentemente expresivos de color chocolate. Él alto, ágil y musculoso, cabello color bronce con unos ojos verdes inquisitivos que sacaban grandes verdades en las sesiones de interrogación y ambos con mentes privilegiadas,
Y tenían algo en común.
Ninguno creía en casualidades.
Y otra cosa más.
Estaban tan enfocados en el trabajo, que se habían condenado a la soledad. Prácticamente se tenían sólo el uno al otro.
1
Tres años después.
El Agente Jacob Black se había recuperado lentamente de sus heridas; pero no se cambiaba por nadie en el mundo. Agradecía al cielo, a Dios, a su suerte o quien fuera que se pudiera suponer responsable, por la herida de bala que había recibido en ese bar el día del cumpleaños de Isabella Swan. Es verdad que casi le cuesta vida, pero sin ese acontecimiento nunca se hubiera producido la posibilidad del acercamiento que deseaba con ella. Oh Dios, estaba tan enamorado, esa mujer le generaba unos sentimientos tan marcados, tan ciertos y definidos que a pesar de sus miradas indiferentes, sus visitas ocasionales y por razones netamente profesionales, no podía dejar de pensar en ella.
Pero tenía una pieza clave para mover a su favor, Edward Cullen. Éste había venido a visitarle con una frecuencia regular durante los últimos meses y se podría decir que habían llegado a hacerse amigos. Parecía muy agradecido porque él le hubiese casi salvado la vida a Bella.
Ciertamente era preocupante la cercanía entre Bella y Edward Cullen, ¿quién podría competir contra él? En caso de que a ella le atrajera, por supuesto. Pero sus dudas se habían disipado, en las cortas entrevistas con Cullen había detectado que eran sólo amigos, no había nada sentimental pendiente entre ellos. Con esa comprobación realizada decidió convertir a Edward en su aliado y éste mismo ya se hallaba moviendo las fichas para lograr conseguirle una primera cita con Isabella Swan. A partir de allí todo estaría sólo en sus manos, pues el paso más difícil estaría dado: mover a esta espectacular mujer a aceptar salir con él.
2
Edward Cullen e Isabella Swan se encontraban en su oficina, enfrascados en una de sus muy habituales discusiones, pero ahora, el tema era muy diferente.
—Pero Swan, es un favor muy sencillo, tú sales con él, lo desencantas y ya, es fácil, te deshaces piadosamente del él, aceptas salir con Jacob pero te comportas tan insoportable como de costumbre y así él mismo desistirá de su idea...
—¿Estás loco? Desde cuando me pones citas, tu papel de Cupido es patético Cullen, yo no saldría con nadie por compasión, y a decir verdad ese sería el único sentimiento que me movería para aceptar una cita con Jacob. Y si piensas que soy insoportable, entonces ¿por qué le deseas tanto mal a tu nuevo amigo? Mi respuesta es NO.
—Pero si tú misma dijiste que te salvó la vida, no es muy guapo —digamos que no tanto como tu compañero de trabajo —pero te ha idealizado hasta tal punto, que prácticamente eres una obsesión para él, sólo deja que te conozca un poco mejor, quizá si te ve más humana, menos la mujer maravilla que cree que eres, pues se le pasa sin que salga lastimado. Además el plan es solo de amigos, obviamente no es para que le aceptes ni para que te acuestes con él, sería absurdo...
Estas palabras habían lastimado a Bella, era evidente que se estaba dando un distanciamiento entre ella y su compañero de trabajo, ¿pero hasta el punto de que éste considerara que era una locura pensar que alguien prácticamente estuviera enamorado de ella? ¿Que cuando la conociera se le pasaría? Hubiera querido pensar que sus palabras eran otro de sus chistes, pero estaba demasiado susceptible como para no creer que debajo de sus bromas había un fondo de verdad, y quizá todo eso que a ella le pareció percibir durante el tiempo que llevaban trabajando juntos, los mensajes que sentía había recibido siempre, eran producto solamente de la ilusión.
Bella se quedó pensativa y mientras reanudaba su trabajo, le dijo:
—Muy bien, acepto. Dile a tu nuevo mejor amigo que saldré con él, pero si de verdad quieres ayudarle ni se te ocurra seguirle asesorando, tus formas de hacer sentir especial a una chica no son muy eficaces que digamos.
Edward se quedó de una pieza, había aceptado, su "nuevo amigo" Jacob se pondría muy contento seguramente, pero la verdad, nunca pensó llegar a ser tan convincente. Cierto que los dos sentían gran afecto por Jacob, más aún después de que superara la grave herida de bala y haber prácticamente salvado la vida de Bella, pero eso de la cita para él no pasaba de ser una broma.
—Swan, si hubiera sabido que conseguir una cita contigo era tan fácil ya te la hubiera pedido...
—¿Sí? Pues probablemente a ti no te la hubiera dado.
Ella rápidamente tomó su cartera y salió dando un portazo sin siquiera despedirse.
De mala gana y aparentando que se alegraba por él, Edward llamó a Jacob y le informó que tenía vía libre para pedirle a Bella una cita. Jacob estaba muy agradecido y se demoró por lo menos cinco minutos ponderando el valor de Cullen como amigo, no sólo por haberle ayudado a obtener su cita deseada sino porque ayudaba a su querida amiga Bella Swan a derretir todo el hielo que hubiera podido acumular durante sus años de reconocida soledad. Al Agente Jacob Black no le cabía más dicha.
Edward se sentía mareado después de hablar con él, de un momento a otro había sentido a Jacob no como el tipo tierno, amable y honesto que estaba enamorado de su compañera de trabajo, sino como el tipo moreno, fuerte y lleno de atractivo que había logrado, gracias a él, lo que él mismo no había buscado lograr para sí mismo: Una cita con Bella Swan. En otras palabras, era peligroso.
"Para qué me preocupo si quien saldrá desencantada será Bella, no creo que soporte a ese hombrecillo que sí, es tierno, la ama, se interesa por ella, pero no deja de ser un hombre muy común y corriente como para ganarse el corazón de una mujer como ella, el problema es que Jacob sí puede caer en un abismo, si así no más, sin conocerla, está tan interesado, seguramente su interés aumentará a medida que la conozca más. Eso es lo que pasa con mujeres como Isabella Swan, llegan, te sorprenden, se agazapan en tu corazón de forma inesperada y ya nada las saca. Pobre Jacob, será peor para él; pero si es masoquista que le vamos a hacer..."
3
Esa noche la inquietud se había apoderado de Edward. Lo peor era que sabía con certeza por qué: Bella tendría su cita con Jacob. Aunque no había vuelto a hablar del tema con ella y el trabajo transcurría como de costumbre, Jacob no dejaba de llamarle casi a diario para darle los detalles de lo que tenía preparado y para pedirle, prácticamente, su consentimiento y consejo.
Edward se sentía como un idiota útil; pero por más antipatía que le generara en estos momentos, no podía mentirle, y tampoco podía dejar de hablar con él. Eso le ayudó a sorprenderse, era mucho lo que intuía, más que conocía, sobre Bella Swan. Cuando Jacob dijo que la llevaría a un restaurante adornado con bellas flores, Edward le sugirió que la llevara mejor a uno lleno de velas; cuando él le dijo que temía no poder callarse sus sentimientos en la primera cita, le sugirió que le diera su tiempo, para no ahuyentarla; cuando Jacob le expresó su temor de no poder dejar de mirar los ojos chocolate embrujadores de Bella ni un solo instante, él no supo que decir... quedó pasmado pues se dio cuenta que a él le pasaba lo mismo.
"Edward Cullen, no debes preocuparte, después de esta noche es imposible que vuelvan a salir juntos. Swan saldrá del compromiso que había adquirido prácticamente conmigo y fin. No más. Pero bueno, para qué preocuparme, ella es solo mi amiga y ya, sólo eso."
Se repetía constantemente, pero este pensamiento positivo no lo tranquilizaba para nada. Tenía un presentimiento, algo en el fondo le decía que había cometido un error, un grave error. Sintió deseos de llamarla pero se contuvo, sintió deseos de llamar a Jacob y atemorizarlo, minar las bases de su ya de por sí endeble seguridad, sería fácil, pero también se contuvo, después de todo él le había ofrecido su amistad y no podía caer tan bajo con alguien que no lo merecía; pero el tampoco la merecía a ella, entonces ¿qué hacer? Preguntar sobre las pruebas de caso que estaban trabajando era una excusa perfecta para llamar a Bella.
Tomó rápidamente el teléfono y marcó su número, ella contestó al cuarto timbrazo cuando Edward ya no podía más de la impaciencia.
—Swan.
—Hola, soy yo — Edward no supo que más decir.
—Hola, ya, eres tú...
—Ehh... te llamaba para preguntarte si ya tienes los datos que enviaban desde Cuántico sobre el caso que nos entregó McCarty en la tarde.
—Cullen, sabes que los resultados llegarán a la oficina mañana, de verdad, ¿por qué llamaste? —la excusa había quedado sin piso.
—De verdad... sé que hoy es tu cita con Jacob, quería desearte suerte.
—Oh, gracias, no te preocupes, voy con toda la disposición para alegrar a tu amigo, te aseguro que no les defraudaré. Con decirte que hasta me compré un nuevo traje, sexi y todo eso.
—¿Sexi y todo eso? Todo qué.
—Pues un vestido con todo eso que les gusta a los hombres: color novedoso y llamativo, un escote que muestre pero que deje también a la imaginación, con textura que insinúe la textura misma de la piel...
—Swan, no tienes que hacer eso para gustarle más a Jacob, ya le gustas demasiado.
—No está de más, y que conste que lo hago para complacerte, nunca defraudaría a tu mejor amigo.
—¿Mi mejor amigo? No diría que es tanto. Swan, dime ¿por qué yo nunca he podido verte con un vestido como el que describes...?
—Pues porque nunca me has pedido una cita...
—Ah, y... ¿siempre vistes así en todas tus citas? ¿Independientemente de con quien la tengas?
—Pues a decir verdad hace mucho que no tengo una cita, así que si en promedio tengo una cita cada tres años yo diría que si, es habitual que vista así en mis citas, en un promedio de un cien por ciento en los últimos tres años.
—Swan, no te burles de ti misma, recuerda que los derechos reservados del humor cínico contra ti los tengo yo, no puedes destronarme.
—No me burlo, ahh, y no tienes que desearme suerte, te aseguro que la tendré. Adiós, ya está timbrando en la puerta, viene a recogerme.
El adiós de Edward quedó perdido en la línea muerta, pues Bella ya había colgado. Un adiós con un sabor extraño a vacío, anhelo y a celos, si, claros celos, se dio cuenta con sorpresa que eran por no ser él el destinatario de toda esa preparación de Bella para una cita.
4
La velada había transcurrido agradablemente. Jacob había estado discreto, atento y lo que más llamó su atención, dispuesto a escucharla. El lugar era precioso, un restaurante pequeño, moderadamente adornado pero lo más hermoso y atrayente era la cantidad de velas que pululaban en cada una de las mesas, dejando un agradable aroma y una sensación energética de calidez.
En definitiva y para su sorpresa, Bella se sentía cómoda. No sentía presión por agradarle a su acompañante pues ya se le notaba que estaba más que agradado. No sentía que tuviera que buscar y rebuscar temas de conversación pues tenían un área en común, además del FBI, Jacob era un científico como ella, con amplios conocimientos en variados temas y con un paradigma en común: la ciencia.
Ciertamente no le notaba pasión, no le notaba esa fuerza que emanaba Edward hasta convertirlo casi en una figura autoritaria y paternalista respecto a ella, siempre le habían atraído los hombres que emanaban poder, frecuentemente sus profesores, instructores o superiores jerárquicos, y ella veía ese poder en Edward, que la subyugaba hasta hacerla actuar casi contra los parámetros racionales de su voluntad. Jacob no tenía eso, todo lo contrario, él era quien estaba subyugado bajo el poder de la mirada de su hermosa acompañante y se le notaba tanta reverencia que a veces parecía patético; pero extrañamente, eso también le pareció interesante.
—Bella, ¿puedo llamarte Bella, verdad?
—Claro Jacob, puedes hacerlo, ahora somos amigos ¿no?
—Si pero como también eres amiga de Cullen y aún así el no te llama por tu nombre, pensé que había un motivo en especial para ello.
—Los motivos más bien son de Cullen, no míos, yo prefiero que me llamen por mi nombre.
—Cullen es un muy buen amigo, no sabes como le agradezco su deferencia para conmigo durante mi recuperación. Han sido contadas sus visitas durante mi convalecencia, pero suficientes para empezar a forjar una amistad. Cullen es...
—Jacob, me gustaría cambiar de tema, verás, veo a Edward todo el día, a veces por nuestro trabajo hasta pasamos el fin de semana juntos y lo más factible es que en la madrugada llame para interrumpir mi sueño con alguna teoría descabellada, una de las razones por las que acepté salir contigo es porque quiero oxigenarme y dejarle un poco de lado.
Bella se sorprendió por haber sido tan sincera. Aunque sus palabras denotaban mucho de más de lo que dijo, Jacob no se percató de ello, simplemente cambió de tema. Bella solo sintió remordimiento por la ingenuidad del Agente Jacob Black.
5
Edward abrió la puerta de la oficina cuando ya Bella se encontraba en ella tomando un café. Un buenos días no muy natural salió de labios de cada uno. Fue raro porque casi siempre se saludaban con una mirada y una sonrisa.
Edward interrumpió el tenso silencio.
—Swan, Mike quiere saber si estás disponible el fin semana, se enteró de mi éxito ayudando a Jacob y quiere saber si...
—Cullen, esto ya no parece una broma, estás llevándolo a terrenos ofensivos, no me estoy feriando entre tus amigos.
—Lo siento... solo quería saber que tal te fue el viernes. ¿Cómo lo tomó Jacob?
—¿Cómo tomó qué?
—Pues el que lo mandaras al diablo, lo lamento por él pero entiendo que no hayas tenido otra salida.
—Pues no tuve que tener esa salida afortunadamente, no lo mandé al diablo, todo fue muy agradable, en un lugar precioso, que me sedujo con la luz intensa de decenas de velas, la charla amena, la cena deliciosa, en fin... volveremos a salir juntos.
—¿Sólo fue el lugar el que te sedujo o Jacob también lo hizo?
—Esa es una pregunta que no tengo por qué contestar.
—Swan, con nuestro ritmo de vida, caso tras caso y los peligros que afrontamos, ¿crees que es momento para enfrascarte en una relación personal, que te limite en tu trabajo?
—Pues todo esto inicialmente fue idea tuya, no mía, y ahora, pues me parece muy buena idea.
Edward quedó sin palabras.
Bella sabía que en el fondo lo había hecho por verlo rabiar, cierto que desde hacía mucho tiempo no notaba tan tensa su relación con Edward; pero también era cierto que era en ésta etapa y por estos motivos que le había notado mostrar más sus sentimientos por ella. Él se mostraba alterado y ella sabía que sentía celos, hasta qué punto, si eran celos de amigo, de jefe o de enamorado, no lo sabía, pero ésta se constituía en una oportunidad única para probar sus sentimientos. Así era Edward Cullen, en lo atinente a su vida personal reaccionaba solo en situaciones extremas, si no lo llevaba al límite ahora, nunca lo lograría. Sólo debía manejar todo muy bien con Jacob, él era un amigo y debía hacerle entender que seguiría siéndolo.
6
Jacob y Bella salieron del cine muy animados. En definitiva, Jacob era divertido, era lo que comprobaba ella cada vez que salían —desde hacía unas tres semanas —y no podía evitar sonreír ante sus ocurrencias. Era refrescante, había podido evadirse del mundo de peligros y criminales en que estaba inmersa con una persona que simplemente era, sin complicaciones ni conflictos. Ella le había dejado claro que podían sólo ser amigos, pero Jacob era insistente, había logrado lo más difícil, que era el convertirse prácticamente en su único compañero de diversión y salidas, ahora le tocaba luchar por el paso siguiente que daría con paciencia, después de todo había aprendido que un elemento insustituible del amor era la estrategia, por algo era un consumado jugador de ajedrez.
Él ya no hablaba tanto con Edward, éste se había distanciado pensaba Jacob que para darle el espacio a sus amigos para entenderse y compenetrarse. Muy amable de su parte.
Hoy era un día clave, después de varias salidas Jacob se sentía lo suficientemente valiente para intentar un acercamiento arriesgado, que tenía planeado con precisión milimétrica. Si algo había conocido de Bella en este tiempo era su cierta vulnerabilidad después de unas copas de vino y pensaba aprovecharlo.
Tomaron unas copas en un bar pequeño lejano de las miradas de una calle muy concurrida y decidieron regresar a casa. Jacob, como de costumbre, la dejaría en la puerta de su apartamento para continuar hacia el suyo.
Ese día Bella se sentía contrariada porque había tenido otra discusión con Edward. Estaba más testarudo que de costumbre pero con un matiz que la asustó, se le notaba vagamente triste. Su mirada, el volumen de su voz, lo hacían notar vacío, falto de motivación y perspectiva. No pudo evitar pensar si sería por sus ahora frecuentes salidas con Jacob. Su estrategia aunque eficaz en un principio había vuelto a Edward un ser apagado, callado, ya sólo hablaban de trabajo y en unos términos en los que el acuerdo era casi imposible. Antes también tenían diferentes visiones, pero ahora eran casi irreconciliables.
Bella sentía que ese vacío que había percibido en su compañero se apoderaba también de ella. Por eso sus salidas con Jacob eran ahora, un escape, una evasión ante unos sentimientos inocultables de decepción por la lejanía de su compañero de trabajo, cada vez más patente. Aunque siempre era Edward quien había pensado que Bella podría abandonarle, ahora era ella la que temía que él decidiera coger otro rumbo en cualquier momento.
Ella también se sentía deprimida, con miedo, y sólo Jacob con sus payasadas lograba hacerle olvidar, aunque provisionalmente, todos sus temores; aunque ese día sentía como si las risas que soltaba fueran sólo la ilusión de un algo profundo que quedaba atascado en su corazón, con relación, siempre y como en un circulo inacabable, con Edward Cullen.
Al llegar al portar del apartamento Bella se despidió presurosa, pero la voz de Jacob la detuvo.
—Bella, es temprano, no quiero que nuestra noche acabe aquí, si quieres vamos a mi apartamento, tomamos otras copas, charlamos...
Ella sintió que esa invitación era la excusa perfecta para seguir evadiendo sus sentimientos, y le dijo:
—Pues ya que estamos aquí, si lo deseas, podemos tomar las copas en mi apartamento, pasa.
Después de unos cuantos vinos Bella ya sentía su cabeza dar vueltas en torno de sí misma, inevitablemente el licor hacía su efecto llevándola a pensar insistentemente en Edward, en lo que sería tenerlo allí en lugar de Jacob, en su mirada, su voz insinuante aún cuando estuviera hablando de delincuentes o pruebas, en el vértigo que le provocaba su cercanía cuando casualmente alcanzaba a percibir el aroma de su loción... parecía atenta a lo que decía Jacob pero su mente estaba en el espacio exterior, por ello no se percató de que éste hacía un lento recorrido por el sofá y se acercaba peligrosamente. Ya cerca de los labios de una estupefacta Bella, Jacob le dijo:
—Llevo tanto tiempo deseando tocar tus labios, permítemelo, por favor, sólo hoy, esta noche...
Y suavemente fue acercando sus labios hasta besarla. Bella se sintió desarmada, era un beso suave, cálido, al que dio paso abriendo también sus labios, pero era un beso ambicioso, pues las manos de Jacob comenzaron a recorrer su espalda y a palparla de forma cada vez más atrevida y ella, sintió otra vez el vacío que le generaba Edward, por su ausencia, por su falta de amor hacia ella, por sus celos enfermizos pero cuyas causas nunca declararía abiertamente, pensó a su vez que las oportunidades eran de los valientes que luchaban y se arriesgaban por ellas, entonces se dejó llevar, aún más, ella misma tomó las manos de Jacob y lo guió hacia su alcoba.
Antes de quitarse los pantalones Jacob sacó condones de su bolsillo, Bella se preguntó: "¿Precavido o premeditado?", pero no dijo nada, agradeció mentalmente que los tuviera, "después de todo no tengo ni idea de su historia médica, como si conozco la de Edward al pié de la letra, con el detalle de sus enfermedades infantiles, sus vacunas, fecha de inicio de su vida sexual..." cortó el pensamiento, otra vez Edward en su mente.
Trató de concentrarse en lo que se encontraba haciendo, sin mucho éxito, pues su mente racional se imponía, como cuando el sistema operativo del software tiene un fallo: ERROR, ERROR, ERROR, le reportaba a ella, sin saber por qué lo obvió y se dejó llevar, pero no por el efecto del licor, pues se sentía perfectamente consciente de sus actos. Permitió que Jacob manejara todo el asunto y le guiara, lo único que le importaba era probar si lograba sacar a Edward de su mente.
Fue así como un Jacob muy nervioso la desnudó y la acarició, se deslumbró con su hermosura y perdió la cabeza, lo que hizo que después de un corto preámbulo, la penetrara y con movimientos rápidos terminara, ella sintió poco o nada y cuando Bella vio a un Jacob muy satisfecho a su lado, en su cama, su mente se despejó y las lágrimas la asaltaron de lleno. Él parecía medio dormido y trataba de abrazarla pero ella se levantó, tomó su ropa y corrió hacia el baño a darse una larga y tibia pero sollozante ducha.
Esta historia continuará...
Hola,
Acá estoy de nuevo.
Ésta historia la escribí hace algún tiempo para otro fandom y ahora me he permitido adaptarla a los personajes de Meyer con algunos cambios sustanciales, con lo cual me he divertido un montón, consta de cinco capítulos y ya está terminada, sólo faltan revisiones.
A mí personalmente me gusta mucho ésta trama, y por eso quise darle una oportunidad con Edward y Bella como protagonistas, tiene amor, drama, aventura, sexo... en fin, espero sea de su agrado.
Imagino que algunas querrán matarme, ojalá sigan leyendo y me den una oportunidad, ya saben, amo a Edward y a Bella, no los dejaría sufriendo eternamente.
Y ojalá si has leído, te animes a comentar.
Un beso.
Saranya.x
