Nota: The Twilight Saga pertenece a Stephenie Meyer. Bella Swan: Zombie Killer pertenece a Kriten Nicole
Summary: Zombis han tomado el territorio continental de Estados Unidos. Estableciendo así una historia de amor épica sobre un chico, una chica y su pala de la confianza.
Bella Swan: Asesina de Zombis
Capítulo 1. El Amanecer de los Muertos
Palas siempre hacen el mejor sonido cuando las golpeas contra un cráneo.
No, en serio. Cuando realmente me ponía en ello, el sonido de los anillos agrietados en la cabeza de un zombi suena como el repiqueteo de las campanas de una iglesia. O como las campanas de una iglesia solían sonar. Ahora que todos los feligreses son no-muertos no ha habido ninguna razón para escuchar ese sonido. Ver al Reverendo Osgood perseguir a la anciana Srta. Walker en la calla para roer su antiguo brazo era suficiente para hacerme feliz de que nunca había tenido la desgracia de asistido a sus servicios. Ahora que no hay servicios en las iglesias nunca más no tengo que sentirme mal por dormirme los domingos.
Supongo que tendremos que hacer nuestra propia religión a medida que avancemos.
Mi familia y yo estábamos encerrados dentro de nuestra pequeña casa en Forks cuando la "contaminación" empezó el mes pasado. Al comienzo, se creía que era una epidemia masiva de gripe, pero rápidamente se convirtió en algo mucho más siniestro. La gente comenzó a atacarse violentamente entre sí. Los hospitales se cerraron. Podías intentar llamar al 911, pero todas las líneas estaban ocupadas. Hasta que finalmente las líneas telefónicas dejaron de funcionar completamente. Había partes corporales tiradas en las calles como si una bomba hubiera estallado o algo por el estilo. Era como un festival de sangre.
Mi padre era el jefe de policías y un aficionado a las municiones, él tenía su propia tarjeta de ANR y todo (n/t. Asociación Nacional del Rifle, es una organización americana para defender el derecho de poseer armas), por lo que hacía un buen trabajo de guardia con los "hijos no-muertos de puta" que trataban de romper en nuestra casa a través de las ventanas o la puerta. Al comienzo había tratado de mantenerse al margen y patrullar las calles, pero se había convertido rápidamente en una causa perdida. Había demasiados de ellos para que uno actuara por sí solo. Después de que la disparo a una señora del consejo de padres y profesores, se dio por vencido y nos encerramos en nuestra casa.
Mi mamá era lo que yo llamaría una hippie de los años sesenta en retroceso. Antes de que la epidemia comenzara, ella era una ávida artista y jardinera. Ella solía vender sus frutas orgánicas y vegetales en el mercado semanal de Forks y trato de correr la voz sobre sus hierbas medicinales. Después de que gente comenzara a matarse, ella solo se encerraba en su cuarto escuchando The Beattles y solo bajaba para usar el baño. Entonces ella corría escaleras arribas, cubriéndose los oídos para no tener que escuchar los gritos y gemidos de afuera. Creo que los zombis le daban más asco a ella que a los demás en la casa porque ella era vegetariana. El canibalismo era demasiado para ella.
Mi hermano pequeño Tyler y yo solo mirábamos observábamos todo desde la seguridad de la ventana del ático. Gente corría en las calles como si el mundo estuviera completamente fuera de límites. Mi hermano tenía nueve, en un principio él creía que los zombis eran geniales porque no tenía que asistir a la escuela. A cierto punto yo estaba de acuerdo con él. Al menos ya no tendría que trabajar en un restaurante de nuevo. Ese lugar apesta.
En cuanto a mí, yo estaba en casa por las vacaciones universitarias cuando todo esto empezó. Mi preocupación más grande en todo el verano era si debería darle libertades a Mike Newton en el asiento trasero de su abollado Toyota Corolla. Y de la nada, gente comenzó a morir y reanimarse milagrosamente; persiguiéndose unos a otros y luego comiéndose los cuerpos aun contorsionados en la mitad de nuestro vecindario suburbano. Me sentía como si estuviera en una película de terror. Era como si todas esas veces que me había quedado viendo películas de Romero en internet hubiera causado un daño permanente en mi cerebro. Quiero decir, habíamos estado sentados en la mesa durante la cena cuando mi papá nos informo seriamente que Estados Unidos estaba bajo el ataque de una horda de zombis y que probablemente todos moriríamos. Entonces él le pidió a mi mamá la fuente con puré de papas, fue surrealista.
Luego, lo inevitable ocurrió finalmente, uno de los muertos vivientes se las había ingeniado para abrir la puerta trasera. Todo había sucedido tan rápido. Mi padre nos haba empujado a mi hermano y a mí al sótano, nos grito que cerráramos la puerta con pestillo y que no dejáramos entrar a nadie. A tientas en la oscuridad, encontré el interruptor y prendí la luz. La bombilla era tenue, dándole un aspecto escalofriante a la habitación. Entonces escuche lo que podía ser descrito como el fin de mi juventud.
Escuche a mi padre gritando por mamá, y el eco de los disparos de la escopeta en nuestra sala de estar. Escuche el sonido de la suela de los zapatos de mamá mientras ella bajaba las escaleras corriendo, y después ella grito de dolor. Hubieron sonido de forcejeo y después un silencio terrible. Volví mi cabeza hacia la puerta cuando escuche a mi padre tocar. Él me dijo que mi madre y él estaban infectados y que él se la llevaría al segundo piso para "poner final a las cosas". Había lágrimas en su voz cuando me dijo que cuidara de Tyler. El hecho de que mi padre estuviera llorando, algo que nunca había visto en mi vida, fue lo que realmente me asusto. Unos minutos más tarde, hoy dos disparos de su escopeta, señalando el final de sus vidas.
Mi hermano estaba acurrucado en el suelo junto a mí, llorando y preguntando por mamá. Yo solo me senté ahí, aturdida ante la realidad de los hechos. No había parecido tan real hasta que mis padres pasaron a mejor vida. Hasta ese punto, era fácil para mí pretender que todo era una ilusión. Yo no podía hacer esto, mi vida no era una película de terror. Mi padre realmente había matado a mi madre y luego a sí mismo. Lo único que sabía es que estaba sola en el sótano y con la responsabilidad de cuidar de un niño de nueve años de edad. Yo no era lo suficientemente madura como para recordar cepillarme el pelo todos los días, y ahora tendría que actuar de madre. Solo tenía veintiún años. No estaba preparada para un barco lleno de responsabilidad.
Fue entonces cuando la vi.
Ella estaba apoyada contra la pared del sótano, a lineada perfectamente con las otras herramientas de jardinería de mamá. Mi pala. Mi salvadora. Su mango era largo y delgado, su cabeza brillaba suavemente con la luz de la bombilla. Me puse de pie tambaleándome y me acerque a ella, mi temblorosa mano extendida. Cuando la toque, todos mis miedos se disolvieron en un enojo determinado. Yo era Ash de Posesión Infernal. Yo era Jim de 28 Días Después. Diablos, yo era Francine de El Amanecer de los Muertos, sin la parte del embarazo que sinceramente arruino la película. Protegería a mi hermano hasta mi último aliento. Si cualquier zombi tenía el valor para cruzarse en mi camino, conocerían un mundo de dolor.
La llame Rosalie. Ella sería nuestra protección y mi talismán contra las fuerzas oscuras que se congregaban en la ciudad de Forks, Washington. Además, yo no tenía idea como usar una pistola. Mi padre me había dicho que no eran para "niñas buenas". Ahora parecía como si estuviera lista para un combate cuerpo a cuerpo. Estupendo.
Puse a mi hermano de pie y limpie las lágrimas de su rostro. –Vamos,- le dije, sopesando Rosalie en mi hombro. –Vamos a conseguir algo de comida.-
Decidí que nos esconderíamos en la casa de los Stanley, nuestros vecinos. Me negaba totalmente a quedarme en nuestra casa. No podía ir al segundo piso y mirar la carnicería que debería ser la pieza de mis padres, y dudaba ser capaz de dormir o concentrarme, sabiendo que sus cuerpos estaban allí pudriéndose. Otro mórbido hecho, no tomaría mucho tiempo para que la casa comenzara a oler mal. Me negaba a recordar a mis padres de esa manera. Teníamos que irnos.
Tuve que sacar a Tyler del sótano a la fuerza. Él estaba completamente asustado y seguía llorando por la muerte de nuestros padres. Inmediatamente pensé en lo único que haría que se callara, papas fritas. Sabía que nuestros vecinos tenían un suministro de papas congeladas. Era lo único que su chismosa hija obesa, Jessica, comía. Nosotras fuimos al instituto juntas, pero nunca nos llevamos bien. Por lo que recordaba, ella era una chismosa enorme, desagradable y que siembre usaba ropa abultada. La había visto en Forks unas pocas veces durante las vacaciones, sobre todo cuando venia al restaurante donde trabajaba a comer cantidades increíble de comida, pero ella siempre actuaba como si no me conociera. No había nada peor que ser rechazado por tu obesa vecina para hacerte sentir inferior.
No tenía idea si Jessica o sus padres seguían en sus casas, tal vez escaparon, o sus cuerpos están pudriéndose en su casa, o quizás se habían convertido en no-muertos; pero creo que al menos debemos tratar de encontrar otros sobrevivientes. Tyler y yo empacamos nuestras mochilas llenas de provisiones y ropa limpia, luego nos arrastramos como ninjas hasta la puerta de nuestra casa. Esta era la casa donde había vivido mi infancia y sabia que no volvería a ver el lugar de nuevo, pero extrañamente no sentí añoranza. Era como s mi cerebro solo pudiera concentrarse en una sola cosa a la vez. Nostalgia no era lo suficientemente importante en este momento.
Mantuve Rosalia a mano. Aún no la había usado con un zombi real, pero había práctico con las calabazas de sobra de mi madre, ella había planeado un festín vegetariano de que nos habíamos estado quejando. Deduje que si iba a matar algo, tendría que golpearlo en la cabeza. Al menos, eso era lo que siempre hacían en las películas.
Tyler seguía presionado fuertemente a mi lado mientras navegábamos por el patio. Todavía estaba claro afuero, solo un poco. El crepúsculo se cernía sobre el horizonte, dándole al paisaje a nuestro alrededor una extraña e inquietante sensación. Nuestras sombras oscuras se arrastraban por la pared junto a nosotros, haciéndome saltar y golpear mi pala contra el aire continuamente. Podía oír los gritos y gemido a la distancia, pero nuestra calle parecía extrañamente silenciosa. Trate de convencerme de que esto era bueno. Mi instinto me decía otra cosa, pero seguí caminando de todas maneras. Necesitaba que Tyler estuviera en un lugar seguro.
La puerta principal de la casa Stanley estaba cerrada sin llave. No estaba segura de que hacer con respecto a eso. Introduje a Tyler al umbral, y lentamente nos adentramos al corazón de la casa. Hemos estado aquí para cenas informales. El lugar estaba lleno de baratijas antiguas del viejo oeste. La Señora Stanley tenía un extraño gusto por vaqueros que me daba asco. La casa estaba en silencio, a excepción de un extraño sonido que parecía venir de la cocina. Alcé una mano para advertirle a Tyler que no se moviera y se quedara callado. Él asintió con la cabeza, gracias a Dios que me hizo caso por primera vez en su vida. Desde que me había visto golpear las calabazas a pedazos, él había desarrollado una nueva apreciación de mi autoridad. Era agradable.
Me quite la mochila y la puse suavemente en el suelo antes de tomar a Rosalie con ambas manos. Me acerque de puntitas a la puerta giratoria delante de mí, preparada para lo que estuviera a punto de descubrir. Sinceramente, esperaba que fuera el perro de los Stanley, Sparky. Héroes siempre se las arreglaban para encontrar perros en películas. Me acordé de Kojak siendo extremadamente frio en La Danza de la Muerte. Sabía que estaba tratando de pensar en cualquier cosa en vez de lo que estaba haciendo ese sonido al otro lado de la puerta, pero no podía detenerme. Mis manos estaban sudando y mi agarre en mi pala se hizo más firme. Necesitaba concentrarme.
Alcé una mano temblorosa y empuje la puerta. La puerta se abrió, revelando una cocina impecablemente limpia. Una impresión roja poco brillante de un gallo decoraba el pape mural y había un delantal colgado en que gancho de la estufa que decía "Besa el Cocinero" en letras amarillas alegres. El sonido venia del otro lado de la isla de granito en el centro de la cocina. Podía ver un par de mocasines color café en los pies de alguien por detrás del mostrador. Las piernas caían hacia delante y hacia atrás provocando el sonido que había escuchado. Me aclare la garganta, no muy entusiasmada con lo que estaba a punto de descubrir.
La encuesta dice: Probablemente un zombi.
-¿Sra. Stanley?- Llamé, mi voz se sentía muy fuerte y alta para el reducido espacio. Mis palabras hicieron eco en las brillantes baldosas. –Soy Bella Swan, su vecina. Tyler y yo estamos solo y tenemos hambre, nos preguntábamos si tenía algo que pudiéramos comer.-
La gigante descomunal que se levanto detrás de la isla de la cocina no era l Señora Stanley. Era Jessica, y parecía como si se hubiera engullido más de una persona. Sorpresa, sorpresa. Resulta que le gusta comer como borracha aún después de estar muerta. Había sangre en todo su rostro regordete, su pelo, y su escasa ropa. Sus labios se alzaban en una sonrisa espantosa. Trozos de carne colgaba en su mandíbula relajada. Un gruñido resonó en su pecho y su camiseta estaba fuera de lugar, mostrando su pecho descomunal.
-Eso es jodidamente asqueroso.,- dije bajo mi aliento. Ella camino tranquilamente alrededor de la encimera en mi dirección. Estuvo a punto de tropezar con los pies de quien creí era su padre, y alargando sus crispadas y sucias manos hacia mí. -¿No crees que ya has comido lo suficiente?- Negué con la cabeza mientras se acercaba, -Dios, eres una cerda.-
Mientras Jessica se paraba de pie a unos metros de mi, empuje Rosalie hacia atrás y luego se disparo hacia delante. Fue totalmente sin esfuerzo, en serio. Igual que golpear una pelota de béisbol o una piñata. El sonido de aporreo era como música para mis oídos. Se cayó al suelo en un fuerte golpe con las piernas abiertas. Podía decir que estaba tratando de pararse pero mi golpe la había dejado realmente desorientada. La golpeé rápidamente, directamente en su rostro y ella dejo de moverse.
-¿Bella?- Escuché a Tyler llamar desde el otro lado de la puerta. -¿Qué sucede? ¿Encontraste comida?-
Puse mi bota sobre la corpulenta cintura de Jessica y libere a Rosalie con un fuerte tirón. El sonido hubiera hecho a la vieja Bella vomitar sobre el suelo de la cocina, pero me alegre al darme cuenta de que yo ya estaba más allá de un ataque de histeria femenina. Mi estomago debe ser de hierro, porque me sorprendí al descubrir que estaba hambrienta. Matar zombis es una especia de entrenamiento y yo no había comido nada decente en todo el día. Caminando alrededor del mesón, me deshice rápidamente del Sr. Stanley, quien estaba comenzando a ponerse de pie.
-Sí, enano,- grité de vuelta, limpiando mi pala con el paño de cocina rojo y blanco que colgaba del mango de la nevera. Abrí el refrigerador y me asomé. –¡Oh, tienen pudin! ¿Quieres de vainilla o chocolate?-
Nos escondimos en la casa de los Stanley por unos días, después de que arrastre los cuerpos de Jessica y su padre al patio trasero, pero nos quedamos sin comida rápidamente. Me sorprendió que la energía siguiera funcionando. Había una limitada actividad zombi en el vecindario. De hecho, ninguno de los no-muertos que había espiado por la ventana había tratado de entrar a la casa ni nada por el estilo, y yo estaba en guardia constantemente. Mis pensamientos era que se quedaron sin sangre fresca o se habían trasladado a otra zona más poblada.
Estaba sobreviviendo con unas cuantas horas de sueño, estaba bien por el momento pero sabía que necesitábamos encontrar otras personas. No sería capaz de seguir con este horario por mí misma. Además, quería tomar una ducha en un futuro cercano. Había encontrado el cuerpo descompuesto de la Señora Stanley en el baño. Se había cortado las muñecas en la bañera. Estaba amargada por el hecho de que había decidido poner final a su vida en el único baño de la casa. Me lave lo mejor que pude en el fregadero de la cocina, pero sirvió de poco. Estaba comenzando a oler realmente fuerte, incluso Tyler no podía sentarse cerca de mí, y él se había convertido en un accesorio permanente de mi cuerpo desde la muerte de nuestros padres.
Revise el garaje y encontré un bicicleta tándem (n/t. bicicleta para dos personas) que había visto mejores días. Era lo mejor que íbamos a encontrar porque el auto de los Stanley estaba tan muerto como la familia que había vivido anteriormente en la propiedad. Encontré una lata de aceite y engrase las cadenas de la bicicleta, sonriendo cuando me di cuenta de que era realmente útil. La traje a la casa y le rogué a Tyler que tomara un viaje de prueba con migo en el salón. Empujamos el mobiliario y creamos una pista de obstáculos. Andábamos bastante bien. Papá le había estado enseñando a Tyler durante el verano antes de que todo esto comenzara, y parecía como si las lecciones hubiera valido la pena. Decidí que era que nos vayamos.
Juntamos nuestras cosas y empujamos la bicicleta hasta la puerta principal. Había encontrado una cuerda larga y amarré Rosalie a mi espalda. Habían pocos lugares en los que pensé podríamos encontrar sobrevivientes. El número uno en mi lista era el supermercado. Era enorme, estaba lleno de comida y estaba cerca. De todos modos, no perdemos nada con intentarlo.
Estaba nublado cuando salimos por la desierta calle, las nubes oscuras amenazaban con lluvia. Pedaleamos lentamente al principio, tratando de agarrar un ritmo. Yo no quería que la bicicleta se desgastara. Tyler era demasiado pequeño y yo no era precisamente atlética. El barrio estaba silencioso. No había pájaros, ni insectos, o sonidos de tráfico. Estaba totalmente alerta a medida que maniobrábamos alrededor de autos y cuerpos. Después de los 15 minutos en los que no nos habíamos encontrado con nadie me deje seducir por una falsa sensación de seguridad. Empecé a cree que tal vez todos los zombis se habían trasladado a un sitio lejano y que seriamos capaces de recorrer todo el camino al supermercado sin incidentes.
Estaba totalmente equivocada.
Cuando doblamos en la esquina de Lexington fue cuando los vi. Un ejército de muertos vivientes que parecía estar dando vueltas sin rumbo frente a la tienda de conveniencia local. Mis ojos casi saltaron de mi rostro cuando me percate de la enorme cantidad de cuerpos. Tenían que haber más de cien zombis gruñendo y vagando por delante de la estación de gas. Era como si un mar de vagabundos sucios acabaran de hacerse cargo del el mini centro comercial de Forks.
De pronto, vi un viejo amigo de mi padre, Billy Black. Él solía darme un chocolate cada vez que nos visitaba. Antes tenía la sonrisa más dulce que jamás había visto. Ahora le faltaba un brazo y su camisa estaba cubierta de una suciedad oscura irreconocible. Vi a mi maestra de preescolar, la Sra. Cope. No llevaba casi nada de ropa y su pelo estaba enmarañado y sucio. Tantas personas que conocía, gente con la que había crecido. Estaba tan abrumada que mis pies dejaron de pedalear y comenzamos a avanzar en un ritmo lento, casi deteniéndonos. Sentí a Tyler darle un tirón a mi camiseta.
-Bella, por favor, no te detengas,- susurró con un tono aterrorizado. Finalmente logre despertar de mi estupor. El grupo de zombis ya se dirigía en nuestra dirección con la boca abierta, y nosotros estábamos en una vieja bicicleta. No había manera de que fuera capaz de enfrentar esa multitud de zombis por mí misma. Tendríamos que correr más rápido que ellos.
-Tyler, pedalea tan rápido como puedas, ¿vale?- Me obligue a mantener la calma. Lo último que necesitaba era que él se asustara y ellos nos alcanzaran. Nunca lograríamos salirnos de ese lio.
Los dos comenzamos a pedalear el doble de rápido, la bicicleta protestaba ruidosamente. No estaba acostumbrada a una velocidad tan vertiginosa. Los engranajes estaban a punto de ahogarse bajo los gruñidos y gemidos procedentes de nuestro perseguidores. De alguna manera nos mantuvimos derechos y la bicicleta comenzó a andar realmente. El paisaje pasaba a un ritmo alarmante, y podía oír la respiración entrecortadas de Tyler por el ritmo agotador al que pedaleábamos. Odio empujarlo de esta manera, él es tan pequeño, pero es la único forma que tenemos de escapar.
Podía ver el supermercado por delante de nosotros en el horizonte, pero los no-muertos nos estaban ganando terreno. Podía oír el sonido de sus pies golpeando el pavimento con un ritmo desigual detrás de nosotros. El sudor resbalaba por mi cara y en mis ojos, dejándome casi ciega. Seguí pedaleando y murmurando palabras de aliento a Tyler. La última solicitud de mi padre había sido cuidar de mi hermano. Diablos, no dejaría que él fuera destrozado en la mitad de la calle, todo esto porque yo no pude pensar un mejor plan que recorrer un ciudad zombi en un bicicleta tándem hacia el supermercado.
"Oh Dios, oh mierda, oh Dios,- grité mientras entrabamos al estacionamiento del supermercado. No había manera de que lo lográramos. La bicicleta estaba a punto de romperse a pedazos, podía sentirla temblando bajo nosotros, lista para entregar su alma en cualquier momento. Íbamos a morir horrible y dolorosamente, todo por mi culpa. Deberíamos habernos quedado en la casa de los Stanley. Morirse de hambre era mejor que esto. Cualquier cosa era mejor que esto.
Justo cuando estaba a punto de dar toda esperanza por nuestra sobrevivencia, una voz humana grito por encima de todo el estruendo. Levante la vista y vi que la puerta de servicio del supermercado estaba ligeramente abierta y alguien nos estaba haciendo señas. Con la pocas fuerza que me quedaba, enderece la bicicleta y pedaleé con mi vida. Volamos a través de la puerta abierta como si estuviéramos en fuego, estrellándonos contra un montón de cajas con la fuerza suficiente como para salir volando. Caí de espaldas con un gruñido ante el impacto. Me quede allí, retorciéndome, esperando que el aire volviera a mis pulmones. Golpes provenían de la puerta cerrada pero parecía que los zombis no entrarían. No lo podía creer. Estábamos a salvo. Lo hicimos.
Mi respiración finalmente volvió mientras una forma negra se cernía sobre mí. Tome grandes boconadas de aire antes de empujar el musculoso cuerpo para buscar a mi hermano. Tyler estaba tendido en el suelo junto a la pared y no se estaba moviendo.
-Tyler,- susurré acariciando su pelo rubio sudoroso. –Por favor despierta. Lo siento, fue un plan tonto. Hare lo que sea si nunca dejas de hablarme. Por favor, tienes que estar bien.- Me acosté junto a él y presione mi cabeza contra su pequeño pecho, tratando de escuchar el latido de su corazón. –Despierta.-
Sus pequeños brazos se cerraron a mí alrededor y casi rompí en lágrimas, me sentí tan aliviada. –Belly,- susurró acariciando mi espalda, -eso fue divertidísimo, tenemos que hacerlo de nuevo.-
Casi me atragante de la risa. –Dios, estás loco.- Me abracé a su pequeño cuerpo, agradecida de que estuviera vivo. Me sentí tan llena y feliz en el momento que mi corazón estaba literalmente golpeando el doble de rápido en mi pecho. –Te quiero, bicho raro.-
Oí a alguien aclararse la garganta y mire la sombra que se cernía sobre nosotros, el hombre que nos había abierto la puerta. Estaba oscuro entre las cajas y mis ojos todavía no se habían adaptado a la tenue luz de la habitación. Solo podía distinguir su forma; alto, bastante musculoso y su cabello tenía un aspecto desordenado. De repente, unas luces fluorescentes se prendieron y mire de soslayo contra el repentino brillo.
-¿Qué diablos fue ese ruido, Edward?- Una voz nasal pregunto desde el otro lado de la habitación.– Por favor, no me digas que otro zombi logro entrar. Te juro, voy a vomitar si tengo que verte hacerte cargo de uno de ellos. Eso simplemente no es higiénico.-
Use mi mano como una gorra para poder distinguir al hombre-sombra en toda su gloria. Llevaba un delantal verde brillante con el logo del supermercado, unos pantalones caqui y una camisa oxford blanca. Su pelo desordenado era de un bronce rojizo, tenía una barba desaliñada y sus ojos verde brillante me miraban detrás de unos gruesos lentes de marco negro.
De repente, todo vino a mí de forma precipitada. Yo conocía a este chico. Habíamos ido al instituto juntos. Él realmente no tenía amigos, estaba en el programa de aprendizaje acelerado y pasaba todo su tiempo en el laboratorio de computación. Yo tenía suerte de llegar a clases si no estaba durmiendo en mi auto. Él era una especie de genio loco y había conseguido una beca completa a un colegio prestigioso al otro lado del país y nunca lo había vuelto a ver desde entonces. El debía estar de vuelta como yo, para trabajar a tiempo parcial en el verano. Reponedor, tal vez. Supongo que el ataque zombi había más o menos nivelado el campo de juego cuando se trata de inteligencia. Ninguno de nosotros va a volver a la universidad en un futuro cercano. Oh, como ha caído la gente poderosa.
Extendió su mano para ayudar a levantarme del linóleo sucio y la tome, luchando con ponerme de pie. Casi de inmediato solo mi mano, retrocediendo unos pasos como si yo estuviera contagiada. Se froto la nuca y me miro boquiabierto, como si estuviera tratando de procesa que yo estaba realmente de pie frente a él. Yo entendí su reacción. Después de todo, él era el único ser humano además de Tyler que había visto en la última semana que no estaba devorado. Solo Dios sabe que clase de mierdas él había presenciado. Estaba segura de que todo el mundo y sus muertas madres habían venido al supermercado. Era la tienda más grande de Forks, además de Walmart.
Saque a Rosalie de mi espalda y estire mis cansados músculos. Me sentí capaz de dormir por una semana después de montar una bicicleta como loca. Mi camiseta estaba arrugada en mi cintura y la baje con mi mano libre, haciendo una mueca al notar la cantidad de tierra apelmazada, incluso debajo de mis uñas. Tyler y yo estábamos realmente sucios. Era un milagro que el chico no nos haya confundido con no-muertos. Menos mal que los zombis no tenían las habilidades motoras para montar una bicicleta, o en este momento seriamos el plato principal en su buffet para zombis.
Sr. Gafas seguía mirándome, totalmente silencioso y su inquebrantable mirada envió una extraña sensación de hormigueo por todo mi cuerpo. Mi conciencia se apodero de mí. Comencé a preocuparme de cosas que había perdido su significado para mí desde que los zombis se habían apoderado de la ciudad. De pronto me comencé a preguntar si él podía olerme a través del cuarto. Nada hacia una mejor impresión que un horrible olor corporal.
Finalmente, él pareció darse cuenta de que me estaba observando demasiado y levanto su mano en señal de saludo. –Edward Cullen, de MIT (n/t. Instituto Tecnológico de Massachusetts),- dijo con una voz mucho más áspera y baja de lo que me había imaginado. Fue agradable. Reconfortante.
Moví mi pala y sonreí amablemente. –Bella Swan, asesina de zombis.-
N/T: Literalmente amo esta novela, gracias a Kristen Nicole por dejarme traducirla. ¿Reviews?
