Disclamer: Yugioh! así como todas sus variantes y personajes no me pertenecen, pertenecen a su pertinente autor (al cual adoraré toda mi vida por haber creado esa maravillosa serie). Este fanfic ha sido creado sin ánimo de lucro, sólo es mero entretenimiento de unos fans para las fans. Aclaro de nuevo que este fanfic es un SetoxJoeyxKisara y JoeyxSetoxKisara y como se está escribiendo sobre la marcha no se sabe cuántas parejas más. Esto está siendo escrito por simple diversión y entretenimiento.


Sirviente Rebelde

Capítulo 1. Pretendientes.

Joey se estiró en su lecho perezosamente, tenía que levantarse para ir al trabajo, pero se estaba tan bien en la cama… entonces escuchó el sonido de una cacerola cayéndose y resopló, su padre había vuelto de su excursión nocturna a la licorería y no estaría dando pie con bola en la cocina. Tenía que levantarse ya no fuera que intentase ir a su habitación a ver por qué no se había levantado aún. El joven se levantó bostezando y se vistió con rapidez con su traje de sirviente y bajó las escaleras con tratando de hacer el mínimo ruido posible para no alertar a su padre de su presencia, no fuera a intentar golpearle o algo.

Salió a la calle cerrando la puerta suavemente tras él mientras se ponía sus zapatos y corría hacia la casa de su señor Misawa con ilusión. Desde que sus padres se habían divorciado y su madre se había llevado de su lado a su hermana Serenity su padre le había puesto a trabajar como el sirviente del señor Misawa, un hombre adinerado que había perdido a su esposa y su único hijo en la última guerra. El señor Misawa siempre había sido un hombre muy amable y tranquilo y para Joey era como un segundo padre, si es que a su padre podía llamarle así.

El joven apretó el paso entrando en el jardín del señor Misawa que estaba sentado en un banco bajo un árbol del cerezo. Joey se le acercó sonriendo feliz de verle y le hizo una reverencia.

— Joey… te he estado esperando –exclamó el señor Misawa mientras el joven rubio se incorporaba ante él.

— ¿Sucede algo señor Misawa? –preguntó este arreglándose la cola de caballo que caía sobre su hombro.

— Acabo de recibir una carta de palacio, el príncipe heredero del imperio quiere celebrar nupcias, y están buscando jóvenes que puedan otorgarle descendencia fértil al príncipe. Te he inscrito como posible pretendiente del príncipe. Por lo que sé es más o menos de tu edad y eres de los pocos hombres fértiles que existen –añadió el señor Misawa sonriendo apaciblemente. Joey se sonrojó, ¿él? ¿Un simple siervo un posible pretendiente para el heredero del imperio?

— Mi señor, yo no puedo hacer tal cosa, no soy noble ni tengo dinero –replicó Joey jugando un poco avergonzado con la cinta de su cintura.

— No te preocupes por eso Joey… he preparado para ti un traje para cuando vayas, irás en mi nombre, como si fueras realmente mi hijo –contestó Misawa levantándose y acariciando tiernamente la cabellera del joven rubio.

— P-pero mi señor…

— El príncipe tendría que ser un idiota para no quererte de su lado Joey… de todas formas si lo es no importará… pero el caso es intentarlo, quiero al menos ofrecerte un mundo distinto a este, no quiero verte trabajando toda tu vida para servir a una vieja gloria como yo –rebatió Misawa sin dar opción a réplica caminando hacia la entrada de su casa.

— Será… todo un honor para mí… aceptar tal trato mi señor –dijo Joey haciendo una reverencia mientras Misawa sonreía y le indicaba el lugar donde había dejado su traje.

Este era un traje negro sencillo que a Joey le recordó a un samurái con tela de la más fina seda. Se preguntó de dónde habría sacado ese traje el señor Misawa y por qué le habría dejado algo tan costoso a él precisamente. No se pensaba merecedor de tal honor. Mientras se ajustaba un poco el traje apareció el señor Misawa por la puerta sonriendo cansado.

— Te sienta muy bien –exclamó este ayudándole a ajustárselo –supongo que no habrás desayunado, he ordenado a la cocinera que te preparase algo.

— ¡Ah! No se moleste señor Misawa, yo sí he…

— No me mientas Joey –se anticipó el hombre separándose de él –hoy tienes el día libre para que te arregles, esta noche vendrá el carruaje que te traerá a palacio –informó pacientemente el señor Misawa mientras otro sirviente depositaba una bandeja de comida frente a Joey y se iba.

Joey suspiró, de nada valía replicar al señor Misawa, era muy cabezota. Se sentó en el suelo intentando no arrugar el traje, a pesar de que le habían dado el día libre sentía que iba a ser un poco duro para él, aun que él aún no lo sabía.


Al fin había llegado ya el carruaje a la puerta del señor Misawa. Joey tragó saliva mientras el cochero le ayudaba a entrar. Giró su cabeza hacia la puerta de la casa y con un gesto se despidió del señor Misawa entrando en el compartimento. ¡En este sólo había mujeres! Ahora sí que se sentía sólo. Una de las chicas, una albina de ojos azules le hizo un gesto para que se sentase con ella sonriéndole. Joey sonrió algo avergonzado sentándose a su lado, la chica era muy guapa, como todas en el carruaje, ¿cómo iba a competir con tantas bellezas? La joven sonrió entusiasmada y mirándole con curiosidad pero sin ninguna malicia mientras le tomaba de sus manos.

— ¡Hola! Yo soy Kisara, ¿cómo te llamas tú? –le preguntó sin vergüenza alguna.

— S-Soy Joey, un placer, ¿tú también vas a palacio para la elección de pareja del príncipe heredero? –preguntó Joey aún en shock.

— ¡Sí! Aun que tampoco es que me haga mucha ilusión, me apuntó mi madre, ¿a ti te han apuntado también?

— Sí, el señor Misawa… él es… es mi señor, pero para mí es como un padre… y la verdad para no hacerte mucha ilusión esto estás casi saltando de alegría –rió Joey de broma haciendo sonrojar a Kisara.

— Bueno, es que no salgo mucho de mi casa y me hace ilusión ir a palacio, además, si me elige el príncipe podría conocer a mi futuro marido, eso hace ilusión ¿verdad? Una boda.

— ¡Ah! Tienes razón, la verdad es que… no había pensado en boda alguna, estoy muy en shock –respondió Joey avergonzado.

— No te preocupes por eso, si te elige a ti se te quitará la vergüenza y la confusión de golpe seguro, he escuchado que el príncipe es una persona difícil pero que es muy guapo.

— Dudo que sea tan guapo como lo eres tú –se rió Joey guiñándola un ojo.

— ¿Estás intentando tirarme los tejos cuando estamos a punto de conocer a aquel que podría ser el marido de uno de nosotros?

— Aún no son cuernos ¿cierto? –se carcajeó aún Joey.

— Jum… pues si tan decidido estás hagamos un trato –saltó Kisara enorgulleciéndose y tomando una de sus manos con la de Joey en forma de alianza –si no nos escoge a ninguno de nosotros entonces nos casaremos juntos –sonrió ella con una risita.

— Me parece muy bien, la verdad es que no suelo congeniar tan bien con nadie como lo estoy haciendo contigo –sonrió Joey guiñándola un ojo. Puede que lo estuvieran diciendo en broma, pero a Joey de verdad le estaba gustando esa chica.

— Y en caso de que te elija el príncipe a ti iré a trabajar a palacio, así igualmente no nos separamos –sonrió Kisara decidida.

— ¿Lo dices en serio? –preguntó Joey sorprendido.

— Yo nunca bromeo, realmente me has caído bien, con los chicos suelo ser muy cortada, pero tienes un aura que me inspira confianza y eres muy guapo y divertido, eres después de mis padres la persona con la que más he intimado en mi vida –aseguró Kisara sonriendo contenta.

— Vaya, pues tú también me pareces muy guapa y divertida, además de que me siento muy seguro a tu lado. Yo no suelo relacionarme mucho con la gente, y supongo que si me caso alguna vez me gustaría que fuera con alguien con quien congenie, así que si es a ti a quien eligen yo iré a trabajar a palacio para estar juntos –prometió Joey solemnemente.

— ¡Bien! –exclamó Kisara abrazando a Joey que se sonrojó más de lo debido por eso –no es que sea una mujer caprichosa, pero cuando me gusta algo… quiero que sea mío… y tú me gustas mucho Joey –sonrió Kisara.

— Eres una mujer muy decidida ¿cierto? –preguntó Joey aún sorprendido por las reacciones de su nueva amiga.

— Mi madre dice que si no eres decidida entonces nunca conseguirás un hombre, que si te gusta uno hay que atraparlo al vuelo –confesó Kisara.

— No, se ve que lo cumples a raja tabla –dijo Joey con una risita abrazándola también –bueno, pues nada, que tengo alguna que otra posibilidad de salir prometido de este carromato esta noche.

— Bueno, eso o uno de los dos se puede acabar comprometiendo con su trabajo para estar con el otro –rió Kisara.

De pronto el carromato se detuvo en seco y Joey tuvo que agarrar a Kisara para que no se cayese al suelo como las demás pretendientes que no pudieron agarrarse a nada. Poco después apareció el guardia por la puerta del habitáculo ayudándoles a bajar. Joey se adelantó al guardia para alzar a Kisara en brazos y dejarla poco después en el suelo con una carcajada de ambos que caminaron de la mano por el gran patio del palacio en dirección al edificio del centro, donde debía encontrarse el príncipe.

El guardia ordenó que se quitasen los zapatos y entrasen en la sala formando dos filas frente a la puerta de la sala mirando una fila hacia la otra. Los pretendientes se sentaron en el suelo para quitarse los zapatos… bueno, en su mayoría más bien, Joey se los intentó quitar de pie tropezando con sí mismo y casi tirando a Kisara por el camino que se rió ayudándole a incorporarse quitándose los zapatos usándole a él de apoyo.

— ¿No es así más fácil? –se burló divertida Kisara.

— ¿Ah sí? Pues vuélvetelos a poner e inténtalo así –rió Joey haciéndola cosquillas haciendo que Kisara se riese más.

El guardia se les acercó para ver lo que pasaba y ambos bajaron avergonzados la mirada soltando una risita mientras terminaban de quitarse los zapatos y entraban en la sala quedándose en los últimos lugares de la misma fila.

Cuando todos los pretendientes estuvieron dentro el guardia se acercó a la puerta de papel del fondo de la sala y susurró algo antes de salir de la sala de espaldas y cerrar la puerta.

La puerta a la que el guardia había susurrado se abrió momentos después, debía ser el príncipe supuso Joey aún recto sin girar la cabeza para no faltar al respeto. Escuchó pasos que de vez en cuando se detenían. Debía de estar examinando a las pretendientes se dijo. Cuando escuchó los pasos en el sitio en el que tendría que estar Kisara empezaron a sudarle las manos. ¿Qué demonios hacía él ahí? Sólo era un chico escuálido que trabajaba como sirviente para pagar las deudas de su padre, ¿qué iba a hacer él frente a un príncipe de tal categoría? Entonces escuchó como los pasos volvieron a moverse, esta vez en su dirección. Se le hizo un nudo en la garganta que parecía que no podría tragarse nunca cuando el príncipe apareció en su campo visual.

Era realmente atractivo, su pálida piel era lisa y firme con rasgos afilados y masculinos, sus labios parecían suaves como nubes y su cabello fino y brillante refulgía ante las lámparas de aceite… pero eso no quitaba que algo fuese mal en ese rostro… sus ojos azul profundo que le miraban con sarcasmo reflejado y desagrado, como el que mira una cucaracha en su camino.

— ¿Acaso eres tan estúpido para no entender que sólo deseo como mi pareja a alguien que pueda otorgarme descendencia al trono o acaso tan disgustado estás con el género masculino que deseas ser una mujer? –preguntó con burla y frialdad el joven príncipe.

Ahí sí que no, por muy príncipe que fuera no iba a dejar que le pisotease así.

— Estoy muy satisfecho con mi condición joven príncipe, y para nada he desentendido su deseo de una pareja fértil su alteza, soy tan capaz de darle un hijo como cualquier mujer aquí presente, si es usted capaz de engendrarlo o no ya es cosa suya –sonrió malicioso Joey, notaba como las demás pretendientes se giraban sorprendidas y algunas indignadas a mirarle… e incluso notaba la mirada temerosa de Kisara ante la contestación que había dado Joey al príncipe.

Este le miró con asco y enfado y sonrió de nuevo con malicia.

— ¿Insinúas que puedes darme descendencia a mí pero que soy yo el que no puede darla en sí? ¿Alguien de una sangre tan pobre que nunca se ha mostrado en ningún evento en el palacio cuestiona seriamente la capacidad reproductiva de un miembro de la familia real?

— Bueno, puede que yo no venga de alta cuna, pero al menos yo tengo por seguro que puedo dar a luz a un hijo, me lo confirmó un médico si tanto interés demuestra su alteza en mi persona –se burló esta vez Joey.

El príncipe le miró de mala manera y rechinó los dientes volteándose cortante por donde había venido.

— Podéis retiraros señoritas, sabréis a quién he elegido mañana por la mañana, cuando el carromato venga a buscar a quien será mi pareja, ahora largo.

Los pretendientes empezaron a andar hacia la salida después de dirigirle una reverencia al príncipe. Joey se volteó hacia la salida notando la cálida mano de Kisara apretando un poco su brazo amistosamente para darle consuelo por el mal trago pasado cuando escuchó una voz tras él.

— No recuerdo haber dicho que los hombres pudieran retirarse –exclamó el príncipe a su espalda.

Joey apretó los dientes molesto, ahora seguramente le daría una tunda, pero le iba a dar igual, soportaría todo de ese príncipe engreído. Kisara le miró asustada y nerviosa y Joey sonrió un poco para tranquilizarla besando suavemente su mano antes de volver a su posición.

Kisara siguió caminando hasta desaparecer con las demás mujeres volteándose de vez en cuando hacia Joey nerviosa.

— Él irá un poco más tarde –murmuró el castaño a su guardia que hizo una reverencia cerrando la puerta tras su partida.

Entonces el príncipe empezó a avanzar hacia él hasta detenerse ante Joey, él le miraba sereno sin ninguna expresión identificable en su rostro.

— ¿Cuál es tu nombre? –preguntó el joven príncipe con desprecio.

— Joey Wheeler, su alteza –respondió Joey desinteresadamente.

— Muy bien Wheeler… espero que recuerdes esto, nadie me deja en ridículo como tú lo has hecho, a mí me tratas con respeto perro inmundo, pienso hacer que me ruegues mi perdón y destrozarte la vida hasta que lo hagas –le espetó iracundo el joven de los brillantes ojos azules.

— ¡Qué placer que el príncipe vaya a tomarse tantas molestias por un perro vagabundo como yo! –exclamó sarcásticamente Joey sonriendo con sorna.

Entonces Joey sintió un golpe en su mejilla, un puñetazo dado por el príncipe que hizo que se golpease fuertemente con la pared contraria. Joey miró con desagrado al príncipe mientras unas gotas de un líquido caliente y de sabor metálico caía por su labio inferior, debía habérselo roto del golpe. El joven rubio se limpió la sangre con la mano poniéndose en pie de nuevo y volvió lentamente a la posición en la que estaba.

— ¿Puedo irme ya, su alteza? –preguntó con el mismo tono Joey haciendo que el asqueo del príncipe fuese aún más notable.

El príncipe le miró furioso y asintió alejándose de ahí cortante y metiéndose en el habitáculo del que había salido inicialmente con un portazo.

Joey no esperó más para marcharse y se puso con rapidez sus zapatos para salir corriendo de ahí. Si se daba prisa aún podía alcanzar el carromato de Kisara, desde luego ese hombre era la última persona con la que querría estar, y estaba seguro de que el príncipe sentía lo mismo por él, pura repulsión.


— Príncipe Seto, señor –exclamó una voz tras él. El príncipe se volteó hacia la pared desde la que venía la voz de uno de sus guardias de confianza.

— Te he hecho llamar para que averigües todo lo que puedas de esto –dijo Seto dándole unos papeles. El guardia observó momentáneamente su contenido y luego alzó su cabeza sorprendido hacia su señor.

— Señor… esto…

— Quiero la información para mañana por la mañana, tengo que comunicar mi decisión cuanto antes así que date prisa –ordenó el castaño marchándose de ahí.


N/A: Bueno, de momento esta historia tiene dos capítulos y espero ir actualizando cuando tenga tiempo. Voy a subir esta historia y otra más por hoy y a ponerme a estudiar pero trataré de ponerme a escribir nada más termine de estudiar si no estoy que me caigo de sueño. Por lo demás ya sabéis queridos... los reviews me llenan de felicidad y hacen feliz a mi kokoro de loca sin remedio (¿?) cualquier asesinato o intento de él ya sabéis dónde encontrarme (¿?).