Hola curioso lector, bienvenido a esta pequeña historia que he decidido escribir en mis ratos libres. Me gustaría pedirte tu opinión, así que deja algún comentario, ya sean palabras de apoyo, críticas constructivas, o simplemente decirme que te ha gustado más, o menos.
Actualización: corregidos pequeños errores, y arreglados algunos problemas con la puntuación. es posible que aún quede algún error oculto por ahí, no dudéis en decírmelo si es el caso.
La noche estaba en calma, no había ni un solo ruido en la calle, solo el suave susurro del viento. Las pocas personas que todavía paseaban a aquellas horas, estaban demasiado borrachas o cansadas para darse cuenta, de que había más luces encendidas que de costumbre en uno de los edificios. Era un museo, el más importante de aquella ciudad, y por ello también era el que poseía mejores medidas de seguridad, y según alardeaban los guardias: "Ningún ladrón ha sido capaz de pasar a través de nuestro sistema de seguridad, mucho menos nadie a logrado robar nada". Pero aquella noche todos esos bravucones estaban corriendo a pleno pulmón, intentando encontrar al intruso que había logrado lo imposible, robar sin activar ninguna alarma y sin que nadie lo hubiese visto.
Lejos de todo el jaleo del museo, había un hombre que no estaba tan cansado, ni mucho menos tan borracho como los demás transeúntes. Vestía una gabardina negra, a juego con el resto del atuendo, también negro. Oculto debajo de aquel abrigo, se encontraba el objeto más valioso del museo. Se trataba de una tabla hecha de oro por completo, con un dibujo esculpido sobre su superficie. El dibujo mostraba a Arceus, dios de todos los pokemon, frente a una figura más pequeña que él. En apariencia era un ser humano, los detalles del dibujo de la tabla parecían indicar eso. Aunque a Michel no le importaba demasiado, su trabajo era robar esa obra de arte y entregarla a su contacto el día siguiente, los detalles no eran importantes.
De camino a su casa, se cruzó con un pokemon, un Umbreon famélico. Este le siguió e intentó llamar su atención, pero al ver que sus esfuerzos eran en vano, volvió a su pequeño refugio dentro del callejón. Oculto entre las sombras, el pokemon siniestro se sentía seguro, pero eso no aliviaba el dolor de su estómago, sintiéndose impotente, decidió estirarse y intentar dormir un poco. Apenas consiguió dormirse, y lo poco que dormito, lo asaltaron terribles pesadillas que no le otorgaban descanso. Al cabo de un rato, volvió a ver a aquel hombre, esta vez traía una bolsa, la cual emitía un delicioso aroma. Justo en ese momento, el joven se agachó, y le mostró al pokemon una barra de pan recién horneada. Este se lanzo encima de la comida, devorándola sin esperar ni un segundo. Para él, que había pasado varios días sin comer, aquello le sabía a gloria.
Noto como el humano le acariciaba el lomo, no lo admitiría ante nadie, pero en aquel momento apreció el gesto del desconocido, y se le pasó por la cabeza que no estaría nada mal tener un entrenador como él. De repente, dejo de notar la mano contra su lomo, y por un momento se arrepintió de haber pensado en eso, no quería estar atrapado en una de aquellas esferas. Pero para su sorpresa el hombre simplemente dijo: "No te metas en líos" y desapareció en la oscuridad de la noche, dejando únicamente su olor en el aire. El Umbreon se quedó en su sitio, devorando incesantemente el regalo de aquel altruista desconocido. Mientras saboreaba aquella delicia, comenzó a considerar la idea de seguir el rastro de ese desconocido. Se auto justificaba diciendose a si mismo, que era solo para conseguir más comida, pero en el fondo quería volver a ver a ese muchacho, la primera persona que se había portado bien con él en mucho tiempo.
Michel llegó a su apartamento cerca de las 3 de la mañana, no era gran cosa, pero lo consideraba su hogar. Una habitación, cuarto de baño, y una pequeña cocina donde improvisar algo de comer, nada más entrar, se encontraba en el comedor, un sofá con una pequeña mesa eran todo el mobiliario presente, tenía un gran balcón justo delante, daba a un callejón que había entre los dos edificios, no había comprado ese apartamento por las vistas. Era tarde, estaba cansado y quería irse a dormir, pero antes tenía que hacer un par de cosas. Sin ninguna prisa, sintiéndose seguro dentro de su hogar, Michel sacó la tabla fuera de su escondite, la observó durante unos segundos, admirando las imágenes esculpidas, los detalles, las formas. Luego la dejó encima de la mesa y se sentó en el sofá, sacó un móvil de su gabardina y comenzó a marcar un número de teléfono, al poco rato contestó una voz ronca y cansada.
-¿Quien es a estas horas? - pregunto una voz malhumorada.
-Dijiste que llamara cuando estuviera hecho... La tengo – en el otro lado de la línea el hombre se quedó en silencio.
-Bien, bien... ¿cuando podemos...?
-Primero requiero de mi pago – Michel le cortó a media frase, no era ladrón por gusto, y solo había una cosa, que podía hacer que utilizase esas habilidades, que le habían proporcionado el apodo de "fantasma nocturno". Su pago era información, una información bastante concreta y precisa tratándose de él. El hombre tragó saliva, no se esperaba esa respuesta.
-Esto... Michel, no he encontrado mucho, se que llego a Kalos pero hay se pierde su rastro, lo siento... - Michel respiro lentamente, calmando el impulso repentino de lanzar el teléfono por el balcón.
-El trato era la tabla por información nueva, lo que me acabas de decir lo sabía desde hace tres años... Nuestra colaboración finaliza aquí, no intentes volver a contactar conmigo... – antes de que la otra persona tuviese tiempo de contestar lanzó el teléfono por el balcón.
Se dirigió a la cocina, y sacó una botella de vodka, y uno de los pocos vasos limpios que le quedaban. Sentado en el sofá, repaso mentalmente los últimos años, mientras bebía a tragos aquella fuerte bebida. Recordaba a su familia, sus padres y su hermano pequeño, hacía más o menos tres años atrás, éste había iniciado su viaje como entrenador pokemon. En realidad, debería haber empezado cuatro años antes, al cumplir los 10 años, pero los problemas financieros y los estudios no se lo permitieron. En aquel momento, que ahora se le antojaba tan lejano, Michel tenía 17, tampoco había empezado su viaje por la misma razón que su hermano. Sabía que su hermanito había llegado a Kalos, él quería empezar por el lugar mas nuevo, mas misterioso, y más emocionante. Apenas unas semanas después desapareció, sin dejar ni rastro. Cuando Michel se enteró, viajó de inmediato a Kalos, pero no encontró nada, con el paso del tiempo, acabó acumulando deudas y a causa de ellas descubrió su habilidad para robar, una vez que pago los préstamos, decidió establecer un negocio para subsistir.
Las normas eran sencillas, nada de nombres, solo dinero en efectivo y por encima de todo, información sobre su hermano. Pero ese último detalle era muy poco frecuente, por lo que cuando se le acababa el dinero, tenía que aceptar un trabajo para sobrevivir. No le gustaba, pero si no estaba vivo no podría encontrar a su hermano. En ese momento, entre la ebriedad y la nostalgia, saco una foto de su cartera en la que estaban todos juntos, sus padres, su hermano y él. Su hermano era más pequeño que él, y no soportaba que hicieran bromas sobre eso, Michel siempre bromeaba sobre eso, eran hermanos, era comprensible que se pelearan de vez en cuando, pero en el fondo se querían, y Michel no dudaría en hacer lo que fuera necesario para encontrar a su hermano. Recordaba con cariño, un cumpleaños donde le regaló el colgante que llevaba su hermano en la foto, un colgante bastante simple con la forma de una llave.
-¿Donde estas... Aiden? - preguntó en voz alta, no esperaba ninguna respuesta, este había sido el único encargo, en los últimos meses, que decía tener información sobre su hermano, era mentira como las veces anteriores, el muchacho comenzaba a perder la paciencia.
Poco a poco el cansancio terminó venciendo la batalla, y Michel fue quedándose dormido en el sofá. Mientras sus ojos se cerraban, estaba casi seguro de que había visto a alguien, entre las sombras de su hogar...
Soñó que estaba en una especie de cueva, había diversos dibujos en las paredes, algunos eran extraños e incomprensibles, mientras otros eran más claros. La gran mayoría eran de pokemon y sus entrenadores, o como mínimo eso era lo que creía. Entre los dibujos descubrió uno en concreto que era diferente, parecía representar a un hombre, a Michel se le hacía terriblemente familiar.
-El hombre camino inconscientemente por el borde del abismo, sin ser consciente de lo cerca que estaba de la muerte – una voz grave y fría como el hielo habló a sus espaldas. Michel se giró de golpe, encontrándose de cara con el desconocido. Era un hombre de edad media, alto, vestía un traje negro, elegante, y un sombrero del mismo color que le tapaba los ojos, estaba sentado en una de las rocas que había por la cueva - ¿Valió la pena? - preguntó de repente, dejando al joven aturdido.
-¿Que?
-¿Valió la pena buscarle? A tu hermano me refiero... - dijo como respuesta el misterioso sujeto.
-Tu... ¿Como sabes lo de mi hermano? - ahora estaba a la defensiva, ese hombre sabía que estaba buscando a su hermano, y posiblemente eso significase que él supiese algo.
-Se muchas cosas, aunque aún no todas, por desgracia... Aun no me has respondido... – el muchacho respiró hondo, no conocía a ese hombre, pero si le seguía el juego, tal vez lograra algo de información sobre su hermano.
-Da igual si ha merecido la pena o no, es mi hermano, ¿Quien mas aparte de nuestros padres se preocuparía más por él? - se sorprendió a sí mismo de la voluntad con lo que lo dijo. El desconocido sonrió.
-Así que, es así como es en verdad el "fantasma nocturno", valiente, pero rozando lo temerario, sincero, pero sin desvelar demasiado, fiel a sus ideas, interesante... - se quedó callado durante unos segundos como si estuviera meditando algo – Dígame señor Michel...
-Blair, Michel Blair...
-Señor Blair, ¿Estaría dispuesto a enfrentarse a un peligro mucho mayor, a cambio de encontrar a su hermano? - las palabras de ese hombre se le antojaron una ilusión al chico, aquel hombre que parecía conocerle bastante bien, pero... ¿Era ciento?¿De verdad podía fiarse de él?
-¿Como se que no me miente? – el hombre suspiró mientras se levantaba, y sacaba un pequeño bloc de notas del bolsillo de su traje, comenzó a leer.
-Aiden Blair llega a Kalos el día 3, se aloja en el centro pokemon de la ciudad portuaria. A la mañana siguiente, sale más tarde de lo que había planeado, provocando que tenga que salir corriendo en dirección a la siguiente ciudad, para intentar recuperar el tiempo perdido... ¿Es suficiente, o quiere que siga? - Michel se había puesto pálido, nadie le había dicho que su hermano se había hospedado en aquel centro pokemon, y era típico de él dormirse hasta tarde, cosa que luego provocaba que saliera corriendo para poder seguir haciendo otras cosas, y no haber perdido el tiempo. Podría habérselo inventado todo, pero eran demasiadas coincidencias y Michel había aprendido que tales cosas no existen. Además en el peor de los casos, sólo tendría que hacer un pequeño trabajo ¿no?
-De acuerdo, acepto... ¿Que tengo que hacer? - la convicción con la que lo dijo, provocó una sonrisa en la cara del desconocido.
-Lo sabrá nada más empiece, no se preocupe, me ocuparé de dejarle en el lugar adecuado – el muchacho no lograba comprender nada, entonces una pregunta se le vino a la mente.
-Una última pregunta, ¿Por qué me ayuda?¿Que gana usted con esto? - el hombre sonrió una vez más.
-La verdad, es que hago esto solo por diversión – el joven iba a preguntarle a qué se refería, pero antes de que pudiese hacerlo, aquel desconocido chasqueo los dedos, y todo a su alrededor oscureció – Tengo grandes esperanzas en usted señor Blair, creo que puede hacer que los siguientes sucesos sean... interesantes – con aquellas últimas palabras, Michel se vio arrastrado a la más absoluta oscuridad.
No era capaz de ver nada, ni tampoco de escuchar nada, de lo contrario se hubiese escuchado a sí mismo gritar, aunque no estaba muy seguro de si era de terror o de dolor. Podía notar como su cuerpo se retorcía sobre sí mismo y cambiaba, no sabia que era lo que le estaba pasando, y tampoco le podía importar mucho en ese momento, solo quería que parase, quería dejar de sufrir... y como si alguien le hubiese escuchado, todo terminó tan rápido como empezó.
Despertó en un lugar oscuro y desconocido, con dolores por todo el cuerpo, como si le hubiesen dado una paliza. Intentó moverse, pero el dolor impidió que siguiera con esa idea.
-¿Q-Quien anda hay? - preguntó alguien desde la oscuridad, por la voz parecía que se trataba de un chico, alguien muy joven.
-¿Donde estoy? - preguntó Michel, intentando poner en orden sus pensamientos, aunque con el dolor de cabeza que le acosaba eso no era muy fácil – Mi cabeza...
-¿Estas bien? Espera, déjame iluminar esto un poco... - de improvisto, apareció una pequeña luz justo delante del joven, quien tuvo que cerrar los ojos ante el inesperado cambio de iluminación - ¡Ah!
-¿Qué ocurre? - preguntó, preocupado de que hubiese pasado algo mientras tenía los ojos cerrados.
-Por favor... no me hagas daño... - suplico el extraño, sollozando. Confundido, Michel abrió los ojos, y se encontró de frente con un pequeño Plusle aterrorizado. Este estaba pegado a la pared de piedra que tenía detrás, tenía la cabeza agachada y oculta entre su cuerpo, emitía múltiples chispas eléctricas por sus mejillas, iluminando levemente la estancia. Todavía sin comprender que estaba ocurriendo, el chico buscó con la vista a la persona con la que estaba hablando, y de la cual debía de ser aquel Plusle – Por favor... - una segunda vez, esta vez se giro al sonido... y quedó de cara al pequeño roedor, que seguía sollozando. La mente del muchacho, intentaba encontrar una explicación lógica a lo que estaba ocurriendo, pero la única respuesta que podía sacar era que había estado hablando... con un pokemon. No era algo que pudiese creer así como así, tenía que hacer una prueba.
-Perdona... - el pokémon eléctrico elevó la cabeza, tenía los ojos llenos de lagrimas, si de verdad había estado hablando con él, debería poder entender lo que le dijese si le preguntaba algo ¿no? - ¿Cual es tu nombre? - pregunto, usando la primera idea que le vino a la mente. El pequeño tardó unos segundos en calmarse, pero al final, con lágrimas en los ojos, respondió.
-M-Mi nombre es Sparks – respondió, mientras intentaba no llorar del miedo que tenía. Ahora fue el turno de Michel de tener miedo, comprendía lo que le había dicho ese pokemon, lo que era completamente imposible.
-Esto no es posible... ¿Como es que puedo entenderte? - sin darse cuenta, formuló esa pregunta en voz alta.
-Esto... señor, todos los pokemon podemos entendernos entre nosotros – al principio, el chico no fue capaz de comprender que querían decir aquellas inocentes palabras del Plusle.
Fue cuando miró a su propio cuerpo, cuando descubrió que ahora poseía patas en lugar de manos y pies, además de una larga cola negra, su cuerpo por completo estaba cubierto de pelo. Todo aquello pudo con Michel, perdió la consciencia ante un confuso y preocupado pokemon eléctrico.
Hasta aquí por hoy, recuerda, deja un comentario dando tu opinión. Créeme, ayuda mucho que los lectores muestren que les interesa la historia, y además eleva la moral del escritor. Antes de irme, ¿Cual creéis que es el pokemon en el que se ha transformado Michel? dejad un comentario con el pokemon que vosotros creéis que es y veremos quién acierta ;)
