Ninguno de los personajes me pertenece, yo solamente los uso para divertirme un rato.


Adrien no veía a Marinette. Adrien veía a Ladybug.

Era un día soleado cuando Marinette decidió tirar la toalla. Por supuesto, no fue algo que se dio de un día para el otro. Ella lo quería muchísimo. Pero estaba cansada de luchar por algo que jamás sucedería, sus huesos le pedían un respiro y su corazón ya estaba medio roto y no podía soportar más el peso sobre sus hombros cada vez que él la tocaba allí. Era un día soleado, pero se sentía tan nublado.

Como Ladybug quería ser egoísta. Quería colarse por la ventana de Adrien y atraparlo en sus brazos, besarlo y nunca jamás dejarlo ir. Quería tomarle la mano y darle todo el amor que se merecía. Pero como Marinette sabía que no podía permitirse un momento de egoísmo.

Así que corrió y saltó por los tejados de París junto con Chat Noir y sus sonrisas fáciles, sus juegos de palabras y su encanto. Chat Noir tampoco la veía, pero con él era más fácil ocultarse a la sombra de alguien mejor, con él solo tenía que saltar y corretear por la ciudad, a él solamente tenía que verlo en las batallas y unas pocas horas durante las patrullas (no como con Adrien, a quien veía todos los días), y cuando él se estaba acercando demasiado, ella siempre sabía qué hacer para alejarlo.

Ya hemos hablado de esto, gatito, y no podemos saber quién es el otro. Es por seguridad.

Marinette realmente, realmente no quería que nadie supiera. Ni siquiera Adrien que estaba locamente enamorado de Ladybug. Así que ella decidió tirar la toalla con Adrien. Ella ya no iba a perseguirlo cuando era imposible alcanzarlo, no cuando la única capaz de hacerlo es ella misma con una máscara y un yo-yo mágico.

La cara de Adrien estaba grabada a fuego en su memoria. Sus ojos verdes y brillantes. Su ladeada, pero brillante sonrisa. La forma en la que esa sonrisa se ensancho cuando Alya le mostro el pequeño vídeo por su cumpleaños: "¡Feliz cumpleaños, Adrien! Ojalá tus deseos se cumplan." Diez segundo de vídeo lo hicieron más feliz que su elaborado regalo. La expresión de Chat Noir también se le había grabado en la memoria. Su sonrisa gatuna. Los ojos chispeantes. Y la forma en la que su sonrisa vacilo cuando le dijo: "Vamos a mantenerlo en secreto. Hasta para nosotros mismo, gatito." Ella siempre va a quererlos. De muy diferentes forma, pero siempre va a quererlos. Ese es un hecho simple. El cielo es azul. París es la ciudad del amor. Ladybug siempre va a saltar porque tiene a Chat Noir para atraparla. Sin embargo, ella no va a decirle a nadie. Incluso si decirlo haría que tuviera a Adrien y Chat Noir suspirando por ella.

Ellos no la veían, no en su forma civil, pero si ella le dijera quién se ocultaba tras la máscara seguro que lo harían. Ambos lo harían. Es estúpido, tan patético, pero es agradable ser tratada como lo hacen, como si fuera hermosa, como si fuera realmente importante. Marinette y Ladybug son dos caras de una moneda. Lógicamente, ella sabe que es Ladybug. Pero es tan difícil recordarlo cuando Marinette no hace más que tropezar con sus pies, llegar tarde a todos lados, tartamudear y enmudecer frente a Adrien. Es que Ladybug es tan brillante y tan valiente que no puede luchar contra eso. No pude llenar los zapatos de Ladybug, a pesar de que son suyos. No puede luchar contra sí misma. Contra una versión mejorada. Contra una máscara. Y es que cuando la máscara se cae empieza a sentirse como si estuviera jugando a fingir, con un vestido de su madre, un maquillaje desalineado y unos zapatos demasiados grandes. Cuando la máscara cae todo comienza a sentirse como si estuviera jugando un juego de niños. Tratando de parecer algo que no es, incluso si en el fondo lo es.

Así que ella decidió tirar la toalla con Adrien. Estaba cansada de la forma en la que la miraba con asombro, por lo menos a la parte de ella que no podía tener.

Adrien no veía a Marinette. Adrien veía a Ladybug. Pero ellas eran parte de un todo, de un todo que Adrien no podía percibir.