Notas: Hace una reverencia y se escuchan aplausos en el fondo ¡Bienvenidos sean a mi primer fanfiction de Free! Gritos y aplausos del público…. Ok, no xD Pero si, es mi primer fic de Free! Y también, el primero que en sí escribo, así que tengan piedad de esta pobre chica y no sean crueles al momento de comentar sus quejas Huye a un rincón y empieza a hacer círculos con su dedo sobre el suelo, la rodea un aura deprimente… Este fic se me ocurrió luego de leer otros cuantos que me hicieron llorar a mares y de la nada empecé a pensar en esto y, lloré aún más .-. Entonces me dije que no podía simplemente dejarlo en mi cabeza, así que decidí plasmar toda esa película de mi mente en palabras y terminó en esto (.-.)/
Agradecimientos: A LennonPhantomhive: Odio y amo tu fic "Solo para nadar", me encantó el final alternativo, pero este último capítulo me dejó con un mal sabor de boca, y haz logrado que de cierta forma retorcida me guste un tanto el Angst… A Vero Vortex: Oh querida, amo tus fic, sobretodo "Sea Lullaby", te tengo en lo más alto del podio de escritoras y sólo porque tu forma de escribir me conmueve tanto no haré de este fic algo 100% Angst con un final que te destroce el corazón y te haga tener ganas de cortarte las venas.
Dedicado: A ustedes dos chicas, espero y las atrape un poco este intento de fic, si llegase a tener su apoyo moriría de felicidad :3
Por ahora no hay advertencias de nada, quizá de un Rin ultra deprimido en algunas partes del fic, pero no hay más que eso, es como una introducción~
Por cierto, este capítulo va narrado por Rin.-
-¡Matsuoka!- Escucho la voz de mi entrenador llamarme desde algún punto de este enorme recinto cerrado, mas no puedo salir, no quiero salir, quiero seguir sintiendo lo reconfortante del agua que cubre todo mi cuerpo, relajándome -¡Matsuoka, sal ahora mismo!- De no ser por la falta oxígeno en mis pulmones habría seguido ignorándolo, pero me vi obligado a salir a la superficie y respirar de forma agitada para recuperar el aire que había perdido. Alcé la vista y vi a mi odioso entrenador parado de forma imponente frente a mí, el aire de superioridad que tenía se podría percibir a una milla de distancia y eso es algo que, siendo sincero, colma mi paciencia, pero debo soportarlo.
-Matsuoka, sal de ahí- Era obvio que no quería que desobedeciera una orden suya, tampoco quiero que se enoje más conmigo, después de todo no fue poco el tiempo que estuve "ignorando" sus gritos, si es que esos desgarros de garganta pueden considerarse dentro de esa categoría -¡Ahora!- No esperé ni un segundo más y salí, muy a mi pesar, de la comodidad que me brindaba el estar dentro de la piscina. Desde que vine a Australia no dejo de sentirme de esta forma, me recuerda un poco a cierta persona que dejé en Japón.
Una vez me hallé con una toalla sobre mis hombros, cortesía de ese hombre frente a mí, la tan poco esperada reprimenda por parte del entrenador comenzó de forma tal que parecía que estuviese en una maratón corriendo en el último puesto y tratase de remontar, yo no tengo culpa de que tenga sueños frustrados, pero debo tragarme todas esas palabras que quiero gritarle en la cara, seamos sinceros, yo no soy de esas personas pacientes que aceptan con la cabeza inclinada todo lo que se les dice, el tener que hacerlo sólo se debe a que esa es la única persona capaz de mandarme de vuelta a Japón como el fracasado más grande de todos los tiempos.
Es verdad, ya mencioné que me encuentro en Australia, pero para que te quede claro, esta es la tercera vez que vengo. Quizás te preguntes porqué volví, o quizás sólo hayas suspirado y hayas pensado que el que tiene un sueño frustrado soy yo, y no te culpo, aunque me dan ganas de atinarte un buen golpe en la cabeza, no te culpo. La verdad no tenía planeado regresar a este lugar, pero la oportunidad se presentó y no pude negarme, aunque digamos que mis motivos de venir consistían un 50% en convertirme en nadador olímpico y el otro 50%... Bueno, será mejor contarte como ocurrió para que lo entiendas.
|K|
Japón – Hace un año
-¡Rin-sempai!- Esa era la voz de Nitori, llevaba un cronómetro en la mano derecha y en la otra tenía una toalla, la cual me tendió una vez salí de la piscina, se veía realmente emocionado y daba una rápida mirada a ese aparato a cada segundo, era algo irritante.
-Nitori…- Dije con cara de pocos amigos –Dime de una vez cual fue mi tiempo- Y como si lo que yo decía fuera un mandato divino o algo por el estilo, ese chico me mostró la pantalla del cronómetro, enseñándome un par de números que, a pesar de ser sólo eso, números, me llenaron de una alegría y satisfacción que no había sentido en mucho tiempo. Obviamente no pude evitar reaccionar ante eso con un típico grito de victoria a la vez que cerraba ambos puños, ahora me encontraba en plenas condiciones para la competencia de natación de la próxima semana y estaba seguro de que podría ganar.
-¡Rin-sempai, lo felicito, es sorprendente!- Nitori repetía una y otra vez lo mismo, pero le dejé estar en esta ocasión, le dejé estar sólo porque yo también tenía ganas de repetir esas palabras de la forma en que él lo hacía, pero mi orgullo de "sempai" no me permitía mostrarme de esa forma tan poco madura frente a él.
Aunque como era de esperarse, mi euforia había cesado rápidamente al contrario de la de Nitori y, como también era de esperarse, mi poca paciencia se hizo notar y mi kohai no tuvo más opción que cerrar la boca.
Fui a los vestidores a darme un buen baño para relajar los músculos, el agua tibia corriendo por mi piel se sentía de maravilla, pero en el momento en que cerré mis ojos para despejar mi mente su imagen viene a mi cabeza con la velocidad de un relámpago y me veo a su lado, nadando en las inmensas aguas de mis recuerdos, nuestros recuerdos.
El momento en que lo conocí, el momento en el que lo invité a participar del relevo conmigo, el momento en el que ganamos, el momento en el que le dije que me iría a Australia, el momento en que regresé, el momento en que perdí la competencia de natación en su contra, el momento en el que me destrocé y, a la vez, también le destrocé a él; tantos recuerdos en tan poco tiempo, ninguno menos importante que el anterior, pero si había uno que guardaría por siempre en lo más profundo de mi corazón, uno que me cambiaría por completo aunque no lo demostrara, el momento en que volví a llorar como un niño pequeño frente a él, rompiendo esa coraza que me había tomado años construir para defenderme de su mirada, fue en ese instante, en ese segundo eterno en el que me vi por completo al descubierto en sus ojos, en el que me di cuenta de que lo que sentía por él no era simple amistad ni mucho menos rivalidad, pero así como soy no lo acepté sino hasta que volví a nadar con él, no compitiendo, nadamos juntos y lo vi, vi nuevamente sus gráciles movimientos mezclarse con el agua, creando ondas que se disipaban lentamente y desaparecían por completo en los bruscos movimientos de los demás nadadores, era inconfundible y ahora también innegable. Yo, Rin Matsuoka, estaba enamorado de Haruka Nanase.
Abrí mis ojos de inmediato, agitado, como si hubiera redescubierto una verdad que había dejado en el olvido, y es que, realmente, quería olvidar, porque aunque lo quisiera tanto como ahora lo hacía, mi amor no era correspondido, y eso se podía notar con sólo estar un día a su lado, Haru sólo tenía ojos para una persona, y esa persona no era yo, esa persona tenía nombre y apellido y era Makoto Tachibana.
Chasqueé mi lengua en un gesto de frustración y cerré el paso del agua para poder salir del baño, ¿cuánto tiempo habría estado ahí, recordando eso que quería olvidar? Ni la más mínima idea, pero de seguro debió haber sido bastante.
Cuando salí de los vestidores Nitori aún seguía esperándome, lo vi confirmar la hora en su celular antes de que se diera cuenta de mi presencia y se volteara para dedicarme una sonrisa como ya es su costumbre.
-Perdón, te hice esperar mucho- Mis palabras parecieron sorprenderle, y es que yo, Rin Matsuoka, no solía disculparme y mucho menos por este tipo de cosas. Me di cuenta de lo que había dicho al ver su reacción, pero ya estaba hecho y no me moriría por ello, ahora mi mente estaba ocupada pensando en sólo una cosa, o mejor dicho, en sólo una persona.
-No se preocupe, no tardó tanto- De seguro estaba mintiendo, pero así era él, era el Nitori que siempre hacía todo por bien y, aunque no lo admitiera públicamente, me alegraba tener a un amigo como él.
Volvimos a nuestro dormitorio, no importaba cuanto tiempo pasara, él y yo siempre terminábamos compartiendo el cuarto y ya se había hecho una costumbre, algo más dentro de la rutina diaria. Ninguno de los dos dijo nada más desde que entramos a la habitación, ya fuera porque yo estaba realmente distraído, sumergido en mis pensamientos; o porque Nitori se diera cuenta de que ese no era el momento para sacarme de mi mar mental y devolverme a tierra firme, el hecho es que ambos nos acostamos en silencio y de esa misma forma nos despedimos, él dándome otra de sus sonrisas comprensivas y yo, con una simple mirada perdida en los oscuro de la noche.
No sabía si quedarme dormido sería una buena idea, de seguro terminaba soñando algo relacionado con Haru y el deseo de tenerlo entre mis brazos sería aún más fuerte, al punto de ya no poder soportarlo, soy un maldito cursi acomplejado.
Resoplé y me giré sobre mí para quedar de lado sobre la cama y abrazar la almohada pretendiendo que le tenía a él entre mis brazos, esa sería un buena forma de suprimir mis deseos de salir corriendo de la habitación hasta su casa y declararle mi amor por él de la forma más melosa, ridícula y humillante que podría existir, se rompe mi orgullo en mil pedazos de tan sólo pensar en que sería capaz de hacer una cosa así si tuviera la certeza de que él aceptaría mis sentimientos y los correspondería.
Cerré mis ojos y, tras unos cuantos minutos debatiéndome internamente esa situación, me quedé dormido.
A la mañana siguiente fui despertado por un Nitori apresurado, corriendo de un lado a otro arreglando un par de cosas.
-¿Nitori? ¿Qué sucede?- Pregunté aún algo adormilado.
-¡Sempai, dese prisa o llegaremos tarde al entrenamiento matutino!- Esa fue la mejor alarma que podría tener, mi cuerpo se tensó pensando en que podría hacerme el tonto capitán Mikoshiba si llegaba tarde a un entrenamiento, pero más que eso, supongo que me sentía emocionado, vaya alguien a saber porque realmente, ni yo lo tenía completamente claro.
El resto del día transcurrió de la misma forma que el anterior, mi desempeño iba en mejoría, las duchas después del entrenamiento extra se alargaban poco a poco, el silencio se contagió al trayecto desde la piscina al cuarto que comparto con Nitori y no se rompía ni siquiera para darnos las buenas noches, yo me quedaba alrededor de una hora despierto pensando en Haru y cuando lograba quedarme dormido, soñaba un sinfín de cosas, pero todas tenían relación con él, era algo asfixiante. Quién lo diría, debería ser él quien se sintiera asfixiado por mí, debería ser él quien se encontrara atrapado en mi red, él debería ser el que se encontrara atrapado entre los dientes del tiburón.
¿Cuándo se ha visto a un tiburón siendo cazado por un delfín?
Día tras día ese sentimiento, en vez de desaparecer como yo quería que hiciera, iba creciendo dentro de mí, aferrándose de donde sea que pudiera para que nada fuera a sacarlo, pero no me sentía enojado, irritado, ni mucho menos asustado por eso, al contrario, ahora entendía el porqué de esa emoción, ahora que estaba a punto de iniciar la competencia de natación tan esperada, ahora que me encontraba camino a la piscina tras haber escuchado las palabras de aliento de todos mis compañeros de equipo, ahora que me acomodaba para lanzarme a esas aguas cristalinas, ahora que lo había decidido y tenía otra razón para ganar ese día, porque si ganaba, se lo diría.
Soy un tiburón que cayó en las redes de un delfín
Me lancé al agua tras haber escuchado la señal de inicio y nadé con todas mis fuerzas, más de las que nunca imaginé llegar a tener en los entrenamientos.
Pero como un tiburón, no dejaré que el delfín me derrote
Llego al otro lado, giro, y sigo nadando, sin detenerme, no me siento cansado, no puedo sentirme cansado cuando tengo esta idea en mente.
Le demostraré al delfín que no puede jugar con un tiburón
Una, otra y otra vez, mis brazos se mueven en sincronía perfecta a mis pies, el estilo mariposa es el que mejor se me da y es ahora cuando puedo demostrarlo.
Porque si juegas con un tiburón, te esperan sus dientes
Llego al final, la carrera termina. De repente, todo el cansancio que no sentí durante la competencia se apodera de mi cuerpo, respiro de forma agitada, me tiemblan las piernas y los brazos, acababa de sobrepasar mi límite y se notaba, pero una vez alcé la mirada a la pantalla para ver los resultados me sentí satisfecho, el cansancio no importaba, había ganado.
Salí de la piscina y me dirigí a los vestidores, ya que la premiación se realizaría una vez terminaran todas las competencias. Allí me esperaban todos, me recibieron con aplausos, palabras de felicitaciones, palmadas en la espalda y claro, no faltaron las sonrisas, y risotadas por parte de otros. Pero yo no tenía tiempo para eso, había algo que tenía que hacer e, ignorando las continuas órdenes de descansar por parte de Mikoshiba, tomé el jersey del Samezuka y salí corriendo bajo la mirada confundida de muchos y, sin que yo me diera cuenta, bajo la mirada triste de alguien.
Corrí hasta los vestidores del equipo del instituto Iwatobi, golpeé la puerta y quien la abrió fue ni más ni menos que Makoto, gran coincidencia, pero eso no me detendría.
-¡Rin, que sorpresa!- Makoto se veía feliz de verme, de seguro estaban con Rei, él también participó en la competencia junto a mí, pero no me fijé en qué lugar haya quedado, ni tampoco me importa demasiado, no es por tener una mala relación con él, pero ¡Maldición, no estaba pensando en eso ahora!
-Makoto… ¿Está Haru?- Quería ir directo al punto y hablar con él, antes de que el valor que tenía ahora para decirle todo se esfumara como si jamás hubiera existido.
-Hey, ¿es Rin?- Su voz, esa voz que puede hacer que mi corazón lata mil veces por segundo llegando al límite de lo que podría considerarse saludable, pasando por lo insano hasta llegar a la zona roja haciendo sonar una constante alarma interna diciéndome que debía alejarme o podría perder la compostura.
-¡Rin-chan!- Reconocería esa vocecita en todas partes aunque no quisiera, Nagisa seguía llamándome de una forma totalmente infantil como solía hacer cuando éramos niños.
-¡Rin-san!- Ahora era Rei quien decía mi nombre… Dios, ¿qué acaso tanto les gusta mi nombre? No tengo nada en contra de ellos desde ese último relevo, pero por favor, ahora sólo quería hablar con Haru –Felicidades por haber ganado la carrera-
-Es cierto, felicidades Rin- Makoto y esa sonrisa suya, no sabe cuanta envidia siento de que sólo él tenga ese trato especial por parte de Haru, pero estaba dispuesto a dar todo para cambiar ese hecho.
-Ah, si… Gracias- Directo al punto, no debía distraerme o todo mi esfuerzo no tendría valor alguno –Yo… Necesito hablar con Haru un momento- Maldición, ¿se habrá notado que dudé un poco?
-¿Conmigo? ¿Qué quieres hablar conmigo?- Bendita sea esa voz, pero como odiaba que fuera tan lento para leer la situación.
-Preferiría que fuera en privado- Si no me ponía firme no sacaría nada. Para mi alivio, o quizá no tanto, Haru aceptó venir conmigo fuera de las instalaciones, a un lugar en donde pudiéramos estar solos.
Me sentía nervioso, asustado, todo ese valor que había reunido se había ido, literalmente, a la reverenda mierda, en el momento en que lo tuve frente a mí, dispuesto a escuchar lo que tuviera para decirle. Él debió notarlo, porque me preguntó que sucedía y yo sólo pude responder negando con la cabeza y desviando la mirada, que patético debí haberme visto en ese instante.
-Oye… Haru…- Empecé, ya no había forma de arrepentirme ni de inventar alguna excusa barata, no podía, no era capaz, no frente a esos ojos azules que reflejaban la inmensidad del mar en toda su gloria y me hacían verme a mí mismo como el niño pequeño que en realidad era.
Él guardó silencio, dándome paso libre a que continuara, sin presiones, sin apuros, con la calma y la paciencia silenciosa como sólo él era capaz de ofrecer, y logré sentir mayor confianza con eso, la suficiente para decirlo, sólo dos palabras…
-Me gustas, Haru- No, no era sólo eso, era algo más –No yo… Yo, te amo...- Aunque sólo haya sido un susurro, aunque mi voz no hubiera alcanzado en fuerza para escucharse claramente, él lo hizo, escuchó cada palabra que salió de entre mis labios y las recibió con, para mi sorpresa, demasiada calma.
-Rin… yo…- ¿Qué va a decir? ¿Me ama también? Por favor, que no sea lo que he temido escuchar durante todo este tiempo, cualquier cosa menos eso… -Yo… Lo siento-
Ya estaba hecho, ya me lo esperaba, pero no quería que sucediera, no quería escucharlo de él, pero debía hacerlo, había sido rechazado, fui capaz de poner mis sentimientos en palabras y dárselos a él, pero él los había tomado y los había devuelto sin siquiera detenerse a revisarlos, sentirlos con detenimiento, había sido rechazado completa y rotundamente, no se tomó ni un minuto para pensarlo.
Creo que lo que más me dolió fue la forma en que se disculpó por no poder aceptar lo que yo sentía, creo que esa amabilidad innata que él tenía era lo que más dañó mi corazón, no era como la de Makoto, la amabilidad de Haru era silenciosa, pasando casi desapercibida, pero en ese momento la noté como lo más crudo y fuerte que Haru pudiera haberme dado en palabras.
El delfín había dejado al tiburón sólo en su red
Se despidió de mí, disculpándose una vez más, y se marchó, dejándome sólo en ese lugar, ¿qué más podía hacer si no?
Volví al establecimiento a ver el resto de las competencias, pero ya no tenía esa alegría de antes, en mis ojos se notaba que me había quebrado y sé muy bien que todo el mundo se extrañó al verme de esa forma parado en el podio del primer lugar, recibiendo una estúpida medalla de oro que no tenía ningún valor para mí en esos momentos.
La ceremonia de premiación terminó tras unos minutos interminables, me dirigí a los vestidores a buscar mi bolso, la medalla aún colgaba sobre mi pecho, por un instante me pareció sumamente pesada, tanto que tuve quitármela y lanzarla lejos.
-No deberías hacer eso, chico- ¿Quién demonios sería? Ahora no tenía ganas de ver ni hablar con nadie -¿No sabes que esa medalla puede significar mucho en tu futuro?- Al diablo con mi futuro… ¡Al diablo con todo!
-No sé quién diablos sea usted, pero ya déjeme en paz- No medí el peso de mi palabras y sólo las dije, como consecuencia Mikoshiba se enfadó conmigo y me dio un golpe en la cabeza, maldición, no estaba para recibir golpes de este tipo y mucho menos ahora.
-Jajaja, déjalo, está bien- Me volteé a verlo y no lo reconocí, genial, otra persona más que no conozco y que trata de hacerse la importante –Vi tu desempeño el día de hoy, fue magnífico- Si, gracias, y no me importa, nada de eso importa ya –Tengo una oferta para ti, ¿te gustaría pertenecer al equipo de natación de Australia?
Me quedé inmóvil, la oportunidad que estuve esperando desde que era un niño estaba aquí, en frente de mí, dispuesta a ser tomada, pero yo no reaccionaba, ya fuera por la sorpresa o quizá por el hecho de que ahora ni siquiera eso me importaba lo suficiente como para reaccionar.
Él seguramente se dio cuenta de que no conseguiría mucho esperando por una respuesta inmediata.
-Piénsalo, te doy hasta mañana para decidir, mi vuelo sale al día siguiente- Tendió una tarjeta frente a mí y yo, actuando en automático, la tomé entre mis manos aún sin poder reaccionar como era debido –Llámame cuando hayas tomado una decisión- Y tras haber dicho eso, se fue.
Como era de esperarse, todos en el equipo ya estaban enterados y dispuestos a celebrar por el resto del día y quizá hasta por más, pero por primera vez en mi vida me dieron ganas de abrazar al capitán quien les dijo a todos que me dejaran en paz por ahora para poder pensar.
Todos, excepto alguien, aceptaron a regañadientes las órdenes de Mikoshiba y se dirigieron al autobús del Samezuka para volver al instituto.
-Rin-sempai- Era la voz de Nitori quien me llamaba -¡Sempai!-
-Ya te escuché la primera vez, Nitori- En mi tono de voz se notaba el hecho de que quería estar sólo y él pareció entenderlo, bajó la cabeza unos segundos y me pareció haberle visto llorar.
-¿Ni-Nitori?...- No preocuparme sería inhumano y, por más odioso que pudiera llegara a ser ese chico, le apreciaba.
-Lo siento, sempai…- Limpió las lágrimas con la manga de su jersey y alzó la cabeza, realmente había dejado caer unas lágrimas, se notaba el camino que esas gotas saladas habían dejado sobre sus mejillas. Y aun así, sonrió. Maldito sea, ¿cómo puede sonreír cuando se siente triste? –Gracias, por todo-
-¿Eh?-
-Porque la única forma de que el tiburón que perdió la batalla
vuelva a ser el depredador de siempre-
-¡Le deseo mucha suerte en Australia!-
-¿Nitori?-
-Es que se aleje lo más posible de esa red que lo mantiene preso-
El autobús del Samezuka se alejaba rápidamente y verlo de esa forma me dio cierta nostalgia. Con mi bolso en mano tomé el camino contrario, no tenía un lugar en específico al que quisiera ir, así que sólo caminé sin detenerme, a paso lento, no tenía apuro, quizá ni siquiera llegaría al instituto esa noche y me quedaría a dormir en algún hotel.
La brisa helada llegaba de lleno a mi rostro, haciéndome soltar un suspiro de vez en cuando, imaginaba a Haru con los demás celebrando, y que cuando la fiesta terminaba él se quedaba con Makoto a solas y le contaba lo que había ocurrido hoy, Haru tiene una confianza enorme con ese chico y la envidia y dolor que eso me provocaba era enorme, llevé una mano a mi pecho, apretando el jersey al tener esa imagen en mi mente.
La hora pasaba y ya comenzaba a hacer demasiado frío como para estar afuera y, tal y como tenía pensado hacer, llegué a un hotel y pedí una pequeña habitación para pasar la noche.
Tiré el bolso al suelo y me dejé caer pesadamente sobre la mullida cama, el techo de color crema era lo único que quería ver, era perfecto para no desconcentrarme y poder pensar con claridad, como si ya de por si no estuviera completamente sumergido en mis pensamientos.
Pero como el tiburón que soy no dejo de agitarme, y a pesar de eso, no logro liberarme
Debatía entre los pros y los contra de ir a Australia, bueno, en realidad no había tantos a considerar como se esperase. Sobre la mesa sólo había dos cartas, mi sueño de convertirme en nadador olímpico, y el amor que siento por Haru, la manera en que jugaría esa pequeña mano en el juego que sería mi futuro dependía sólo de mí.
Así que tendré que llevarme la red conmigo e irla rompiendo poco a poco
Había decidido, era la única forma que tenía de poder seguir adelante, fue tan fácil como ver el lugar en donde tenía un brillante futuro como nadador: Japón o Australia; y tan difícil como decidir si alejarme o no de la persona que más amaba en este cruel mundo.
Pero que podría haber hecho si no, mis razones de irme no son sólo cumplir con mi sueño, ya que parte de éste le pertenecía a Haru, así que por más que quiera mi sueño jamás se haría realidad por completo, pero si logro salvar una parte de él yendo a Australia, lo haré. Ahora entiendo lo que había pensado Nitori antes de subir a ese autobús, ahora entiendo porque dijo esas cosas y ahora entiendo, o eso creo, porqué lloraba, yo también tengo ganas de hacerlo, soy un maldito niño llorón.
Esa misma noche marqué en mi celular el número que aparecía en la tarjeta de ese sujeto.
-¿Si? Habla Lowan-
-Iré-
-¿Eh?-
-Dije que iré, iré a Australia y formaré parte de su equipo-
|K|
Y aquí estoy ahora, siendo regañado por la misma persona que ese día me dio la oportunidad de liberarme del dolor que sentía, maldición, tendría que estarle sumamente agradecido por eso, estos constantes regaños son parte del camino para poder ser un famoso nadador olímpico, pero a pesar de todo aún no logro olvidar a esa persona.
-¿Entendiste? No quiero que vuelva a suceder Matsuoka, tienes mucho talento, no desperdicies tu tiempo-
-Sí, señor-
-Bien, ya puedes irte, el entrenamiento de hoy ha terminado-
No esperé a más y me dirigí a los vestidores como ya era costumbre, jamás la perdí, la traje conmigo desde Japón, también me traje la costumbre de ver a alguien esperándome al salir de los vestidores, pero nunca hay nadie ahí, estoy solo, es la cruel realidad que me sigue en este lugar, estoy completamente sólo. Todos pelean por ser el mejor, las amistades son engañosas y se basan en la conveniencia, es decir, no hay amistad, no hay confianza, no hay nada. ¿Habré cometido un error al venir aquí? Recuerdo que ni siquiera le avisé a Haru, ni mucho menos a los demás, pero si cometí el error de decirle a mi hermana y claro, ella les contó todo. Creo que lo hice adrede para ver si él venía a despedirme, pero tal y como supuse, no apareció, fueron a verme partir Makoto, Nagisa y Rei, pero él no.
Soy un tiburón atrapado en esta red, sólo, en la inmensidad del mar
y debo seguir luchando
por liberarme
¡Fin del primer capítulo! ¿Qué tal? ¿Merece continuación? :3
Cualquier cosa dejen un precioso review, que juro contestarlo en el siguiente capítulo aunque me demore un siglo en hacerlo (.-.)/
Mentira, ni yo sería capaz de tardar tanto.
En fin, nos vemos en otra ocasión si es que ustedes así lo desean, si no, pues... ¡Hasta nunca! Huye
