Disclaimer:

La trama es original y está basada en los personajes de la serie animada "Miraculous: Les aventures de Ladybug et Chat Noir". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.

Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadas son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

[PROHIBIDA SU COPIA Y/O ADAPTACION]


Con esta historia pretendo cubrir los OS del Tag al que me nominó Jeni_Morita:

-Basado en tu OTP

-Con el tema del hielo o el fuego


El día había amanecido nublado y fresco anunciando que el otoño en Paris llegaba a su fin para cederle ligero el paso al blanco invierno.

Afuera del colegio Françoise Dupont dos amigas conversaban alegremente después de haber terminado sus clases por ese día.

- Vaya que hace frio hoy. - dijo Alya ajustando más su bufanda al cuello.

- Si y el que esté nublado no ayuda mucho. - puntualizó Marinette abotonándose el abrigo de tres cuartos.

- ¿Así que al final te admitieron en la clase de esgrima?. - inquirió arqueando una ceja la morena.

- Si, fue una suerte que el profesor decidiera admitir a otro alumno más además de Kagami.

- Ja, ja, la suerte fue que tú fueras esa alumna, me imagino cual habrá sido tu motivación, ¿no?. - dijo con pillería sonriendo con cierta suspicacia.

La azabache se sonrojó ante el comentario de su amiga - Bu...bueno... yo...- farfullaba avergonzada entrecortando las palabras.

- Ja, ja, ja, vamos Marinette no te pongas nerviosa es solo una broma. Tú procura tranquilizarte y hacerlo bien. - daba ánimos a su apenada amiga - presta atención al profesor y no te pierdas por quedarte soñando con tú ya sabes quien.

- Hola chicas. - saludó jovial Nino.

- ¿Estas ya lista para comenzar el trabajo? - preguntó pasando su brazo por los hombros de Alya.

- Claro, vamos a la biblioteca a terminar el trabajo. - respondió sonriente la morena.

- Nos vemos Marinette, tal vez te vea al salir. Recuerda no te despiste en tu clase. - con un guiño de Alya la joven pareja se despidió de la ruborizada azabache.

- Esta tarde tenemos a dos nuevas alumnas con nosotros. - con un ademan de su mano el profesor D'Argencourt señalaba hacia la esquina en la que Kagami y Marinette esperaban.

Todos los estudiantes se giraron a ver a sus nuevas compañeras. En lo que Kagami solo hacia un movimiento de cabeza a forma de saludo formal, Marinette movía nerviosa su mano y sin dejar de sonreír.

- ¡Daniel!, - un chico de cabello castaño se tenso ante el llamado de su profesor - entrenaras con Kagami.

- ¡Adrien!, como veo que ya se conocen Marinette entrenara contigo. - el rubio mostró una cálida sonrisa a su compañera que en ese momento entrelazaba sus manos jugando nerviosa con sus dedos.

Ya enfrente uno del otro Adrien se ajustaba el cuello del protector mientras que Marinette aun nerviosa mantenía el florete pegado contra su pecho.

- ¿Estas lista?, - preguntó amable - ¿Veamos si puedes hacerlo igual de bien que la primera vez?. Comenzaremos con algo sencillo, la posición de guardia, adelanto, paso resbalado y fondo. Tú atacas y yo defiendo ¿de acuerdo?.

La azabache solo asintió un par de veces con la cabeza, ambos bajaron las caretas y se colocaron en sus respectivas posiciones. Marinette adelantó ligeramente su pie derecho, abrió un poco su pie izquierdo hacia atrás y apoyó su mano izquierda en la cintura.

Adrien ladeó un poco la cabeza y se quedó estático mirando a su compañera, dejando el florete y el guante en el piso se levanto la careta y se acercó con paso tranquilo a Marinette.

Si no fuera por la careta todo el mundo habría visto como se mordía el labio con sutil intensidad al ver acercarse a su compañero. Sus ojos se desorbitaron y tuvo que ahogar un grito al inspirar con fuerza cuando vio como frente a ella Adrien se inclinaba posando la rodilla derecha en el suelo. Ella separó ligeramente los labios fascinada por el movimiento de él.

¿Cuantas noches había soñado con aquella escena?, un intenso rubor cubrió sus mejillas y sus ojos miraban titilantes como Adrien la veía mostrando una suave sonrisa.

Dio un respingo cuando noto las manos del chico sobre su rodilla, él con sumo cuidado giró un poco la pierna hacía la derecha, sosteniendo la mano izquierda sobre la rodilla deslizó la otra con delicada suavidad sobre la pantorrilla hasta llegar al tobillo, ahí tiró un poco hacia atrás haciendo que el pie apoyara mejor en el suelo.

Marinette sentía agobiarse dentro de la careta, notaba un ligero calor que subía desde su pecho y un fino hilo de agua recorría su sien al contacto del chico.

Sin dejar de sonreír Adrien se puso en pie - Tu pierna no estaba bien colocada. - dicho esto regresó a su posición, por su parte ella era incapaz de mover un solo musculo de la cara fue por ello que apenas pudo responder con un gutural sonido.

Ya con la careta puesta y el florete en la mano el rubio le dio la señal de que atacara, la azabache con dificultad pudo moverse pero aun así consiguió hacer impacto en el pecho de su compañero con la punta de su arma.

- Muy bien Marinette, has ganado este punto. - alabó la labor de su amiga quien trataba con fuertes inspiraciones recuperar el aliento perdido y no precisamente por su ataque.

- Ahora me toca a mi atacar y tú tendrás que romper mi ataque, recuerda mantener siempre la posición de guardia.

Ella solo asintió con un único y lento movimiento de cabeza, retomando su posición se colocó en guardia manteniendo ahora la pierna tal como Adrien le había indicado.

Dio la señal y se lanzó al ataque contra su compañera, la azabache aun ensimismada en sus emociones apenas y pudo repeler el ligero envite, permaneció inmóvil en su lugar totalmente pasiva moviendo el florete sin ton ni son de arriba a abajo.

- Marinette, ¿estas bien? - inquirió desconcertado ante la falta de acción de ella.

- Sss...sí, estoy bien - musitó tras la careta mortificada ante su falta de coordinación.

Una vez más Adrien dejaba sus cosas en el suelo y se acercaba sonriente a su compañera, el corazón de Marinette comenzaba a latir a un ritmo más rápido ante la cercanía del chico. Colocándose a su lado con su mano cubrió el agarre de la azabache sobre el florete y con su brazo izquierdo la tomó por la cintura apegando su espalda al pecho de él.

- Ainnns. - un suave suspiro salió de sus labios al notar el roce del cuerpo de Adrien.

- Ahora mantienes la posición de guardia, - con una ligera presión sobre su mano levantó un poco más el florete - bloqueas el ataque y retrocedes manteniendo tu posición. - tiró de ella hacía atrás acompañándola en él movimiento como si de un baile se tratara.

Por más que quisiera escucharlo los sentidos de la azabache estaban atrapados en el acompasado ritmo del latido del corazón de Adrien que retumbaba en su espalda y en la mixtura de fragancias que envolvían el ambiente donde los cítricos y la madera se confundían con el frescor de las flores y los frutos rojo.

En el segundo movimiento hacía atrás Adrien aun la apegó un poco más contra él al tirar con suavidad de su mano para cambiar el florete a una posición de bloqueo.

Marinette se mordía con frenesí el labio inferior, el sonrojo en sus mejillas era pronunciado al igual que el temblor en sus azules ojos, gruesas gotas resbalaban ahora por su sien. Ya no era un ligero calor el que subía desde su pecho, era ahora todo un volcán que en cualquier momento entraría en erupción. Inclinó un poco su cabeza notando la pausada respiración del chico y viendo como sus vivaces ojos verdes se posaban por un momento en ella, una descarga de electricidad la recorrió por todo su cuerpo despertando nuevas sensaciones a su paso.

Al finalizar el movimiento Adrien soltó la mano de Marinette, retirando su brazo con un sutil roce por la cintura que hizo que las piernas de la azabache perdieran su fuerza por un instante. Embelesada con un brillo en sus ojos seguía el sosegado caminar del rubio hasta su posición, volvió a morder su labio cuando él se inclino a recoger sus cosas.

- ¿Estas lista para él siguiente movimiento?, - sin atreverse a subir la careta la azabache respondió con un simple y titubeante movimiento de cabeza.

- Bien, practicaremos ahora la primera posición, debes protegerte de mi ataque. - bajó su careta y tomó posición para atacar una vez más a su compañera.

Marinette volvía de manera un tanto descolocada a la posición de guardia, haciendo el esfuerzo de sostener el florete en su lugar mientras trataba de calmar a su agitado corazón.

- ¿Marinette? - en un dulce tono de voz llamaba a su compañera, haciendo aun más estragos en su caótica condición.

- ¿Sss...si? - respondía tímida en un murmullo.

- Tu posición es la tercera, tienes que hacer la primera, - amable le hacía la observación, la azabache se giro a ambos lados comprobando insegura su pose.

- Déjame ayudarte, - dejando de nuevo sus cosas a un lado fue hacía ella - en la primera tú brazo tiene que hacer un ángulo para que el florete apunte hacia la izquierda y tus talones deben de estar alineados de esta manera proteges esta parte de tu abdomen y de tu pecho. - con un gesto de la mano señalaba sobre ella la zonas a cubrir.

Colocó una vez más su mano sobre la de ella haciéndola girar hasta obtener el ángulo deseado del florete. Marinette daba respiraciones profundas intentando apaciguar el calor que en ese momento la devoraba por dentro, el rubor en sus mejillas eran tan intenso como el rojo de una cereza, pero lo peor vino cuando Adrien paso el brazo por sus hombros abrazándola con ternura contra él, para después dar unos pasos junto con ella hasta colocarse en la posición correcta.

En ese momento se olvidó de todo, llevó con decisión la mano a la careta dispuesta a quitársela y decirle a ese encantador chico todo lo que sentía por él, no podía dejar pasar un segundo más sin que él supiera que lo quería.

Al tomar el enganche de la careta...¡PRIIIIIIIIIIIII! sonó el agudo e intenso sonido de un silbato.

- ¡Ha sido todo por hoy, nos vemos mañana!. - exclamó con fuerza el profesor D'Argencourt.

Atónita veía como todos los estudiantes recogían sus cosas y se retiraban a los vestuarios, incluso Adrien se disponía a irse sin más después de...de...

- Has estado bien Marinette, nos vemos mañana. - con un movimiento de mano y una cálida sonrisa se despedía de su compañera.

Cinco segundos, solo hubiera necesitado cinco segundos...ahora su valor se había evaporado pero el gran rubor de su cara y el intenso calor de su pecho seguían ahí, gritándole que todo había sido real y no uno de sus tantos sueños.

Sin quitarse la careta corrió hasta el baño, al verse sola se desprendió por fin de todo el equipo de esgrima. Sus ojos se abrieron de más al verse en el espejo parecía una ciruela madura del intenso rojo que cubría su cara, sin importarle la baja temperatura que había en la calle abrió el agua fría y se remojo varias veces la cara tratando de apaciguar aquella tortura.

- ¿Marinette?, ¿estas bien? - preguntó preocupada Tikki saliendo del pequeño bolso.

- Sí, sí, estoy bien. - respondía neutra sin dejar de mojar su cara con la gélida agua y tratando de ocultar su decepción al saber que la reacción de Adrien no había sido la misma que la de ella a todo aquello.

Una tristeza la embargó al tener más que claro que para Adrien nunca sería más que una amiga, que mientras que un simple roce de su mano para ella era tocar el paraíso para él no había significado nada. La llama que se inició en medio de aquella practica de esgrima solo la había devorado a ella, él había permanecido imperturbable a todas aquellas sensaciones.

- ¿Estas segura de que estas bien? - volvió a preguntar el kwami al ver el semblante decaído de su portadora.

- Estoy bien Tikki, no tienes de que preocuparte. - respondió forzando una tímida sonrisa.

Después de secarse la cara y las manos tomó su bolso, lo abrió para que Tikki entrara en él. El kwami flotó hasta ella sin dejar de examinarla dubitativa , no convencida de sus palabras.

Al salir a la calle apretó su abrigo contra su pecho al sentir el rudo golpe de frio, mientras que su cuerpo se estremeció ante la álgida temperatura su cara apenas y la notaba, ya que aun sentía la frialdad del agua con la que de manera infructuosa trató de apagar la llama que hacía hervir sus emociones.

- ¡Marinette! - la alegre voz de Alya la traía de vuelta a la realidad, la morena se acercó junto con Nino mostrando una jovial sonrisa que poco a poco cambio a una expresión más sería al ver el semblante abatido de su amiga.

- ¿Estas bien?, ¿ha pasado algo malo en la clase? - inquirió preocupada acercándose más a la azabache.

- Estoy bien Alya, es solo que...

- ¡Adrien! - exclamó Nino llamando a su amigo.

Marinette se tenso al escuchar el nombre del chico del cual se había enamorado perdida y tontamente, se mortificaba al saber que nunca tendría una oportunidad con él. Bajó la vista a la vez que se acercó a Alya en busca de su apoyo. Sabía que la cercanía de Adrien en ese momento no era bueno para ella. Alya solo la miraba confundida.

El rubio se acercó a sus amigos, desvió la mirada avergonzado en cuanto vio a Marinette. El moreno pasó su brazo por los hombros de su amigo en un afectuoso gesto pero rápidamente lo retiró al sentir la manga de su abrigo húmeda. Al fijarse en Adrien se percató de las gruesas gotas de agua que caían de su cabello.

- ¿Y esto? - preguntó curioso llevando su mano al cabello y a la cara del rubio.

- ¡Adrien, estas congelado!, ¡¿acaso tomaste una ducha de agua fría?! - ante la reveladora exclamación de Nino Marinette levantó la cara viendo directamente a Adrien.

- Yo...si...tome una ducha de agua fría. - nervioso veía como los ojos de sus amigos se clavaban curiosos sobre él, en especial los de Marinette en los que vio aparecer un especial brillo.

- Hi...hizo mucho calor durante la práctica. - se justificaba evitando la intensa mirada de la azabache, a quien una nerviosa y tímida sonrisa se comenzaba a dibujar en sus finos labios.

Alya intercambiaba la vista entre sus dos amigos, era innegable que su comportamiento era de lo más extraño, sobretodo el de Marinette que a diferencia de lo decaída que estaba antes ahora parecía a punto de estallar de júbilo. Los cuatro se giraron al lujoso auto que se estacionaba frente a ellos.

- Es...es hora de irme, nos vemos mañana. - afianzando su cartera se despidió de sus amigos.

Apenas había descendido un par de escalones cuando se detuvo y apretando su mano sobre la cinta de su cartera se giro y volvió a subir hasta quedar frente a la azabache.

- ¿Marinette...te...te parecería bien que entrenáramos juntos mañana? - nervioso soltó la pregunta sin dejar de jugar con la cinta de su cartera.

Los ojos de Marinette bailaban alegres y su cálida sonrisa se amplió aun más sobre sus labios. - Me...gustas...no, no...yo...yo quiero decir me gustaría...mucho.

Ahora era Adrien quien le mostraba una perfecta muestra de alegría sonriendole, - ¡Genial!, entonces hasta mañana. - sin que nadie lo esperara se acercó a ella despidiéndose de dos besos.

Alya miraba incrédula toda aquella escena, Marinette paralizada completamente sonriente y Adrien caminando hacia su coche sin dejar de verla.

- ¡Marinette! - grito desde el coche el rubio - ¿Te gustaría salir a tomar un café mañana después de la clase?. - en su cara se veía la ilusión a la vez que cierto nerviosismo por la posible respuesta.

Alya dio un golpe con el codo a su amiga que seguía ensimismada con su mirada clavada en él y sin pronunciar palabra.

- ¡SI, ME ENCANTARIA! - respondió en un animado grito sin titubear.

Ambos se despidieron sin dejar de mirarse y sonriendo como si acabaran de abrir el mejor regalo de navidad.

Los tres siguieron con la vista el auto hasta que este se perdió al doblar la esquina. Alya y Nino se miraban extrañados y desconcertados ante lo que acababan de presenciar, antes de que la morena pudiera preguntarle algo a su amiga esta se despedía alegre y aun embelesada por lo ocurrido. Al parecer aquella inocente llama que en un principio pensó que solo ella había sucumbido a su calor los había envuelto a los dos hasta el punto de dejar a la vista lo evidente, los sentimientos puros y reales de dos almas nacidas para estar juntas.

- Nino, mañana no podre ir contigo. - dijo con seriedad.

- Pero habíamos quedado en que me acompañarías a la nueva tienda de discos. - se quejaba mostrando un infantil mohín.

-Lo sé, pero yo mañana no me pierdo por nada la práctica de esgrima de esos dos. - sentenció sin dejar de ver como su amiga se alejaba risueña.

FIN