Gracias a los que me habéis mandado reviews. Esto es mi primer fanfic, iba a ser un experimento narrativo y no tenía muy claro si lo iba a continuar o no. Pero en vistas de que me han animado a hacerlo buscaré un ratito libre para dedicarme a él, prometido. Que conste que voy a tener menos tiempo libre por vuestra culpa... ;) Ah, el feed back me sienta muy bien a la hora de ponerme a teclear, así que no os cortéis en darme la lata.

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Warren Peace atravesó la puerta del instituto con su típico caminar enérgico y la mirada fija en alguna imagen violenta que solo él veía, rumbo al autobús escolar.

Las conversaciones se detenían discretamente a su paso incluso hubo algunas miradas disimuladas hacia él. Lo extraño era que no fuesen abiertas, muchos habían visto su último numerito y la noticia había corrido como la pólvora. La prueba de que aquello tendría consecuencias estaba arrugada en su bolsillo en forma de amonestación, de una jodida amonestación. Había sido adornada con elegante elocuencia, pero Warren sabía exactamente lo que hervía debajo de aquel civilizado estilo lingüístico: "un solo desliz más y estás expulsado". La directora Powers se había hartado del fogoso carácter de Peace al fin.

Proyectar a Lash envuelto en llamas hasta el otro lado del pasillo no había sido exactamente una acción involuntaria, pero quizás había calculado mal la fuerza aplicada. El impacto del cuerpo de Lash se había llevado por delante varios tabiques agravando la amonestación con "destrucción del material escolar". Al menos esa tarde tenía turno en el restaurante después de la escuela, así podría evitar lo inevitable un poco más: toparse con su madre y darle explicaciones.

Subió al autobús, las conversaciónes en él no cesaron y Warren lo agradeció, le gustaba esa capa de mundanal ruido que evita que fijes la atención en algo concreto. Le ayudaba a pasar desapercibido.

Se dejó caer en su asiento habitual y acomodó la mochila a su lado, el sitio junto a él solía estar vacío siempre, todo el mundo trataba de esquivar aquel asiento.

A través de la ventana pudo ver a un grupo de chavales frente al bus, riendo, mientras una figura en el centro del grupo hablaba animadamente, gestualizando con las manos. Will Stronghold, el estudiante más popular de la escuela. El coro de admiradores que había surgido alrededor de Stronghold no le ayudaba en lo mas mínimo a ver la realidad. De haber estado atento el incidente de aquella tarde no habría sucedido. Tras una mirada minuciosa no detectó cerca de él a la hippie pelirroja que solía seguirle por todo como un perrito faldero.

- Disculpa Warren, ¿puedo sentarme aquí?

Se volvió hacia la que hablaba, Layla por supuesto, la única que se atrevía a abordarle de aquella manera tan franca. Para tratarse de un perrito faldero debía reconocer que tenía bastante más valor que la mayoría de sus compañeros.

- ¿No hay ningún otro asiento vacío?

- Te aseguro que no te hubiese molestado de no ser estrictamente necesario.

Warren dejó escapar un suspiro de fastidio y retiró la mochila. Layla murmuró un "gracias" y se sentó. Él procedió de inmediato a hacer obvio que la ignoraba mirando por la ventana.

El grupito que rodeaba a Stronghold seguía charlando animadamente mientras subían al autobús y sus voces se unieron a las que ya volaban por dentro del vehículo. Lo que más molestaba a Warren era que no podía odiar a Will, porque era un tío jodidamente majo. Y eso era un fastidio porque si Will hubiese sido realmente un pijo creído, podría haberle mandado a la mierda hacía mucho tiempo. Pero Will insistía en ser amable con él a pesar de su mal carácter, en hablar con él por el pasillo y en incluirlo en las charlas con sus "amigos". Y parecía tener una tendencia insana a contarle sus asuntos privados...

- ¿Por qué no estás con Will?- preguntó a la chica a su lado sin volverse hacia ella.

- No me apetece y quería hablar contigo.

Warren no preguntó de qué, sabía que ella le iba a explicar el motivo de todas maneras. ¿Por qué demonios la gente tenía esa manía de hablar hasta por los codos? La imagen de Lash catapultado en llamas a través del pasillo cruzó su mente y sonrió involuntariamente.

- Will se está comportando raro estos últimos días. Es como si nunca estuviésemos juntos, su mente está en otra cosa, nunca conmigo. Hay ciertas cosas... La manera en que me habla, o la manera en que no me habla... No tratamos según qué temas que supongo deberíamos tratar y siento que no hay pasión.

Waren empezó a tantear los bolsillos de su chaqueta en busca de los auriculares.

- Me di cuenta hace tiempo, pero supongo que no lo he querido ver hasta ahora- continuó ella.

Warren revisó los bolsillos de su pantalón.

- ¿Se lo has dicho a él?

- Por supuesto que no.

- Pues deberías hablar con él, no conmigo.

Warren cogió la mochila y empezó a buscar en los bolsillos laterales. Layla le observó extrañada.

- ¿Qué buscas?

- Mis auriculares.

Ella permaneció un momento en silencio y luego alzó las cejas al percatarse de la implicación de esas palabras. Volvió el rostro hacia el pasillo del autobús y trató de ignorar a su compañero de viaje. Al menos eso creyó él hasta que ella volvió a hablar de nuevo. Había buscado las palabras muy cuidadosamente.

- No me he sentado aquí para hablarte de eso. En realidad quería decirte que lamento las consecuencias que puedan derivarse del incidente de hoy.

Warren se volvió hacia ella con el ceño fruncido.

- ¡Por favor, no hables como la directora Powers!

Ella enarcó las cejas en un gesto de disculpa.

- Lo siento, sólo quería que lo supieses y sé que no te gusta hablar. No sabía cómo decírtelo.

Waren se obligó a relajar su gesto. De la misma manera que no podía obligarse a odiar a Will, aún menos podía odiar a Layla y después de todo aquel había sido un mal día también para ella. No todos los días dos matones te cuelgan cabeza abajo del techo mientras vacían tu taquilla. Volvió su mirada hacia delante.

- Mi madre me va a matar cuando vea la amonestación.

Warren se sorprendió de haber dicho esas palabras. No era exactamente lo que quería haberle dicho a Layla para calmarla pero funcionó. Ella usó un tono de genuina preocupación en la siguiente frase.

- ¿Es grave?

Con un gesto, Warren sacó la carta de su bolsillo y se la ofreció. Él la observó mientras ella la leía cuidadosamente.

- Esto es serio.

- No me digas.

Recuperó la nota y la metió en la mochila.

- A mi madre le va a dar algo.

- Puede que si se lo explicas...

- ¿Si le explico qué? ¿Que le prendí fuego a un compañero y que lo catapulté a través de dos tabiques? ¿Que lo hice a propósito y que no me arrepiento?

- Bueno, si lo describes así...

Se sentaron en compañeroso silencio por unos momentos mientras los últimos rezagados subían al autobús.

- Si te sirve de consuelo a mí me dieron ganas de aplaudirte, fue impresionante.

Warren entonces hizo algo que le sorprendió a si mismo: sonreír abiertamente. Se volvió hacia Layla mostrando una sonrisa de depredador.

- Estuvo bien, ¿verdad?

A ella pareció gustarle aquel cambio.

- Sí, Lash merecía encontrarse con la horma de su zapato de una vez.

- ¿Entonces por qué no aplaudiste?

Layla desvió la mirada con una sonrisa nerviosa cuando la asaltó algo parecido a la vergüenza al recordar los hechos.

- Estaba muy ocupada tratando de recuperar mi dignidad. Creo que no voy a volver a llevar falda en bastante tiempo.

- Eso sería una lástima.

Ella se ruborizó levemente y Waren decidió volver a contemplar el exterior. Había esperado una regañina por parte de Layla, su talante pacifista seguramente debería haberla empujado a ello, pero se alegró de equivocarse. Lash estaba jodiendo a todo el mundo y alguien tenía que haber hecho algo hacía mucho.

- No pretendía empujarle con tanta fuerza, sinceramente, supongo que perdí el control.

Layla bajó la vista.

- Lo siento mucho Warren, de veras, por la parte de responsabilidad que me toca.

- Tú no empezaste aquello. Fue Lash.

- De todas maneras, creo que aún no te he dado las gracias por ayudarme. Te debo un favor Warren, ven a pedírmelo cuando quieras.

Él se volvió hacia ella. De repente había sentido su negro humor esfumarse, como el rocío al sol. Deseó de repente poder contarle a ella todo, su miedo, el cansancio, los horribles e interminables turnos en el restaurante, en lo que se estaba convirtiendo la casa en la que vivía... Pero antes de llegar a tomar una decisión ella sonrió y se levantó de su lado.

- Ya no te molesto más. Cuídate.

Pensó en retenerla, pero no fue lo bastante rápido. Para cuando admitió su deseo y aceptó seguirlo Layla ya se había ido. Vio el reflejo de su jersey verde sentarse en el asiento contiguo al de Stronghold.