Entrenamiento
Mi mano estaba sudorosa y con dificultad abrí la puerta del departamento. Antes de entrar giré mi cabeza para echar un vistazo al vecindario y vi a la señora McGonagall saludándome desde el otro lado de la calle. Ella vestía un abrigo largo de lana y una bufanda y un gorro a juego. Le sonreí y agité la mano para devolverle el gesto.
– Guten morgen Cedric – me saludó con el alemán típico de Aquisgrán.
– Guten morgen Frau McGonagall.
Entré al departamento y sentí como mi cuerpo se relajaba al contacto con el aire tibio del interior. Krum estaba a un lado de la estufa preparando algo para comer cuando nuestras miradas se cruzaron y no pudimos contener una sonrisa.
– ¿Cómo estuvo tu entrenamiento, amor? – preguntó pronunciando las erres de forma gutural.
Antes de que le respondiera se me acercó, rodeó con sus brazos mi espalda y mientras nos besábamos continuó bajando sus manos. Empujó su cuerpo contra mí obligándome a caminar hacia la recámara.
– No esperaba esta bienvenida. – le dije. Él soltó una risita antes de besarme de nuevo y continuamos con lo nuestro.
