#14 . Ego

Se sentó en las escaleras y recostó la cabeza en la barandilla, dejando que su mirada oscilara entre los tenues rayos de luz que iluminaban los jardines. Necesitaba escapar un poco de toda la presión que le rodeaba, por eso se había marchado de la ciudad, avisando simplemente a Atobe de que estaría unos días ausente por asuntos familiares; la mirada irónica que le había echado su capitán le decía que no se lo había creído, pero le daba igual.

Adoraba ese lugar, adoraba al simple perspectiva de poder ver el cielo dondequiera que se situara, adoraba sentirse rodeado del relajante silencio. Simplemente, la adoraba: la soledad

Soledad que en momentos como ese le permitía desahogar su alma de todo dolor

Sintió la calidez de las lágrimas recorrer su rostro y rápidamente las hizo desaparecer con el dorso de su mano, aceptaba todo menos llorar. Podía gritar, dar puñetazos a la pared o cualquier cosa que se le pasara por la mente, excepto llorar. Era demasiado orgulloso para eso

Además llorar, según él, era símbolo de debilidad, y la debilidad no estaba permitida.

Se levantó despacio, sin saber muy bien a dónde ir, qué hacer, cómo seguir. Las cosas últimamente no iban como el desearía que fuesen… y sentía en su interior que todo ese descontrol y malestar había comenzado cuando Atobe decidió reestructurar el equipo titular…. Cuando decidió que su lugar estaba en individuales. Lejos de Gakuto

Mientras pateaba con furia una piedra de camino se permitió pensar en el pelicereza; alegre, orgulloso como el que más y cabezón como pocos… pero muy dulce cuando llegabas a conocerlo a fondo. Gracias a él había conseguido deshacerse de su indiferencia para con el mundo…y de sus ansias de soledad, que, aunque las seguía conservando, no llegaban a los extremos anteriores.

Sentía en el fondo de su corazón como cada día que pasaba en el Hyoutei era una cuesta arriba imposible de recorrer; a veces, odiaba ser quien era, odiaba tener a tanta gente alrededor esperando verle caer para reírse de él y humillarlo; odiaba la hipocresía que le rodeaba. Pero sobre todo, odiaba sentirse débil, indefenso.

Por primera vez en mucho tiempo, tenia miedo de caer, de sentir, de hacer cualquier cosa que pudiera traerle algún tipo de consecuencia… por que sentía que aquel apoyo que le hacía sentirse invencible había desaparecido

Esa era una de las razones por las que había decidido escaparse, pocas cosas le aterraban mas que el que la máscara que le protegía de los demás se quebrase, dejando al descubierto sus verdaderos anhelos

Dejó que el poco orgullo que le quedaba se fuese al infierno y, con el susurro del viento como único compañero, lloró como hacía tiempo que no hacía, deseando desde lo mas profundo de su ser que todo volviese a la normalidad…y que pudiera volver a disfrutar de un partido de tenis como lo hacia antaño… antes de que todo se tornase una espiral de incertidumbre y la soledad forzada a la que se veía sometido le torturase diariamente