Después de años (porque sí, han sido literalmente años) de 'El Príncipe de la Oscuridad', traigo aquí la secuela de esa historia. Se quedó como a mitad, o casi mitad, porque a mi parecer quedó bien cerrada pero con ciertas incógnitas a resolver. De cualquier forma, más vale tarde que nunca, ¿no? :D

Así que aquí está: Descenso al Infierno, la tercera y última parte de la saga. Recordemos que la primera parte es Camino a la Oscuridad y la segunda, El Príncipe de la Oscuridad.


Título: Descenso al Infierno

Resumen: Segunda parte de 'El príncipe de la oscuridad'. Con el favor del Señor Oscuro, una familia a su lado y el afecto de aquel al que ama, Harry cree que nada puede ir mal. Pero cuando su Señor encarga a Draco una tarea imposible, quizás las cosas no salgan tan bien como esperaba.

Pareja: Drarry (top!Draco/bottom!Harry)

Rating: M

Ratio de actualización: semanal (un capítulo a la semana, en fin de semana - sábado o domingo)

Disclaimer: sólo la idea me pertenece. Personajes y demás son cosa de J.K. Rowling.


Capítulo 1

Harry suspiró por enésima vez esa tarde. ¿Cómo era posible que algo tan natural como la oclumancia se le escapara de entre las manos? Bueno, de natural no tenía nada, pero a fin de cuentas consistía en poner cara de póker también mentalmente, así que tan difícil no podía ser. Frente a sus ojos pasó su primer partido de quidditch, una comida en el Gran Comedor y la Selección de tercero. Después, todo se volvió negro y la luz se hizo, poco a poco.

—¿Estás intentándolo de verdad, Harry? —preguntó Severus, desde el sillón de en frente. Harry se había caído al suelo del esfuerzo. Le miró con una mueca frustrada.

—Claro que lo intento. ¿No tienes ningún truco, nada que pueda servirme para mejorar? —preguntó, hastiado. Aquello no parecía ir a ningún lado.

—Ya te he dicho que no mil veces. Se trata de relajarte y dejar la mente en blanco. ¿Quizás te resultaría más fácil con un pensadero a mano? —reflexionó el Maestro de Pociones. —Nuestro tiempo se ha acabado, —añadió, mirando su reloj. —El jueves continuaremos. Recuerda relajarte y dejar la mente en blanco cada noche antes de irte a la cama, es un ejercicio que te ayudará a progresar.

—¿Tú sabes que lo intento, no, Severus? —preguntó Harry, algo temeroso. Por una vez, se estaba esforzando al límite en una clase que Severus le impartía, y quería que él lo supiera.

—Claro que lo sé. Simplemente, la oclumancia es difícil de aprender. Algún día conseguirás dominarla y entonces serás mucho más poderoso. Y ahora, ve con Bellatrix o se enfadará.

Harry salió al trote de la habitación, recordando a Bellatrix en ese momento. Si no se daba prisa, llegaría tarde para su habitual cita y ella le gritaría, y a Harry no le gustaba ser sermoneado, menos por la demente Bellatrix Lestrange. Pasó como una exhalación frente a su padre James, que apenas tuvo tiempo de saludarle y caminó con cuidado por los oscuros pasillos de la Mansión Tenebrosa. El verano se terminaba, pensó mientras pasaba por delante de la puerta de los Malfoy, y todavía no habían encontrado nada que le consiguiera la victoria a Draco.

Llegó a los sótanos justo a tiempo. Bella le lanzó una mirada penetrante, pero no dijo nada: no podía, Harry había llegado a tiempo. Su contrincante de ese día, Yaxley, estaba al otro lado de la sala, fanfarroneando y haciendo alarde de sus habilidades. Bella le cogió por el hombro, diciéndole al oído:

—Acaba con él, Harry. No quiero tener que soportar sus asquerosos ladridos un día más. —Harry no le dio mayor importancia a las palabras de Lestrange: no era un duelo a muerte, ni Harry pensaba matar a Yaxley precisamente en la Mansión del Señor Tenebroso. Él podía ser aún unos de sus preferidos pero ciertamente no pensaba arriesgar ese puesto.

—Estoy listo, mocoso Potter. Ven a mí si te atreves. —fanfarroneó Yaxley, adoptando posición de duelo.

Harry ahora lo veía todo mucho más claro. Ese fanfarroneo de Yaxley podía ser visto como muestra de superioridad, pero era una manera muy velada de romper la concentración de su contrincante y hacer que se volviera emocional. Aunque Harry era capaz de manejarse cuando se encontraba cegado por la ira, se volvía temerario, como la mayoría de las personas, y eso era un error que no iba a volver a repetir.

—Cuando tú quieras. —le contestó Harry, adoptando también una posición de batalla estándar.

Yaxley no pareció inmutarse por el comentario de Harry, y fue el primero en atacar, tomándole la palabra. Harry se había fijado que en un duelo se sentía más cómodo siendo el último en atacar de los dos contrincantes, quizás porque le daba una falsa sensación de alienación y tranquilidad al fingir que simplemente se estaba defendiendo. Debía corregir ese error, pensó mientras esquivaba otra maldición. Se estaba viendo acorralado entre la espalda y la pared, así que decidió empezar a sacar sus uñas.

Harry lanzó un par de hechizos vistosos como farol y después convocó una soga en al aire que se ató alrededor del cuello de Yaxley. El mortífago se sacudió, intentando quitársela de encima, y Harry hizo que la cuerda se elevara en el aire, ahorcándolo lentamente. Lo soltó solo cuando Yaxley tiró la varita en símbolo de rendición. Bellatrix reía maníacamente ante la tez pálida de Yaxley, que tenía el labio sudoroso.

—Bien hecho, Harry, bien hecho. Supongo que eso es todo por hoy. —Harry se fue rápido pero elegante, no queriendo dar la impresión de que deseaba salir de ahí.

La verdad era que no quería que Bellatrix tuviera tiempo de buscarle otro oponente ese día: el combate con Yaxley y todos los pensamientos que surgían en la mente de Harry, que empezaba a percatarse del porqué de las cosas, lo habían dejado exhausto, aunque ahora debía ir con Draco y ayudarle con su incesante búsqueda de un plan para acabar con Dumbledore. Pero antes tendría que darse una ducha, pensó mientras se secaba el sudor de la frente.

La ducha caliente se alargó más de lo que Harry esperaba, y cuando salió, tuvo que realizar un hechizo de secado sobre el espejo para poder verse. James estaba en la salita de estar, intentando realizar un crucigrama del Profeta. Harry no lo alertó de su presencia: se quedó mirando su espalda por un buen rato, pensando que era injusto que James tuviera que estar encerrado en esa Mansión todo el tiempo. Harry se marchó hacia las habitaciones de Draco, todavía sin decir nada.

—Buenas tardes, chicos. —saludó a Draco y Theodore. Zabini no solía venir tanto por la Mansión, así que apenas había hablado con él media docena de veces. —¿Cómo va esa búsqueda?

—Quince horas para coger el Expresso a Hogwarts y todavía no hemos encontrado nada. —puntualizó Theo, mirando su reloj de pulsera.

—Gracias por los ánimos, de verdad, ahora me siento más reconfortado. —gruñó Draco con la nariz enterrada en un libro muy antiguo.

—Oh, vamos, sabes que es en broma. —aulló Theo de forma poco educada. Harry rió entre dientes y Draco le lanzó un libro, instándole a sentarse y leer.

Harry intentó poner buena cara y mejor humor: se alegraba de que Draco se fuera al día siguiente a Hogwarts, él estaba hastiado de estar cada tarde buscando una solución al problema de Draco sin poder quejarse porque Draco monopolizaba las quejas y lamentos para él solo. Theo tenía mucha más paciencia que Harry, así que él seguía leyendo y leyendo una tarde tras otra, sin dar con nada. A Harry eso le frustraba, pero a Draco… Draco echaba humo por la cabeza, desesperándose cada vez más.

—¿Qué tal está Blaise? —preguntó Harry a bocajarro.

—¿Blaise?

—Ya sabes, Zabini. ¿Quieres que te lo describa? —bromeó Harry. Draco le miró por un momento:

—Bien. La semana pasada estuvimos juntos comprando las cosas de clase en el callejón Diagon. Parecía animado por empezar las clases y, por supuesto, la temporada de quidditch.

—¿No le habéis dicho nada todavía acerca de… Todo esto? —preguntó Harry, señalando la cantidad inconmensurable de libros que había esparcidos por las mesas y el suelo. Theo negó con la cabeza:

—¿Para qué? Mejor que no lo sepa, menos problemas para él. —lo desestimó Draco.

—Tarde o temprano se dará cuenta de que está pasando algo.

—O quizás no: con que le hable de los Tornados es suficiente para que olvide lo que quería decirme.

—De todas formas, Blaise sabe cómo guardar un secreto. —le recordó Theo a Draco con una mirada de soslayo. Harry observó cuidadosamente la reacción de Draco: su expresión se hizo sombría y miró a un lado, como si algo le preocupara.

—No puedo arriesgarme. Blaise no deja de hablar de la traidora a la sangre Weasley, y eso me desconcierta.

—Zabini puede hablar lo que quiera, pero la sangre no le va a permitir tener un affaire con Ginny Weasley. —Harry lo sabía de primera mano: por más que Zabini hablara, Weasley y él estaban en bandos contrarios y el Slytherin jamás se acercaría a ella.

Dejaron el tema de Zabini aparcado y se sumergieron de nuevo en los libros. La sala se quedó en silencio, sólo roto por el ocasional sonido de una página crujiendo al ser pasada. Los ojos de Harry se deslizaban por el texto frente a él sin apenas leerlo: le iba a dar unos minutos más a esa página y continuaría con la siguiente. La imagen de la hoja mostraba una esfera de lectura y un mago muy estudioso, así que eso directamente no tenía ningún interés para ellos.

—¿Y los armarios desvanecedores? —preguntó Theo desde su esquina, reclinado. Alzó la mirada del libro, sin moverse ni un ápice, y esperó a que la idea calara en sus cabecitas. —Montague se quedó encerrado en uno el año pasado… Durante una semana. Él podía escuchar a Borgin hablar a veces, y a algunos alumnos comentar cosas.

—El armario está roto, chicos. —intervino Harry. —Habría que repararlo, y eso podría llevar meses, o incluso años si lo hacemos mal.

—El armario podría ser una vía de paso de gente. —murmuró Draco, haciéndose a la idea. Miró el reloj, —Ahora es demasiado tarde para ir a Borgin, y mañana no tendremos tiempo, a menos que perdamos el Expresso.

—No podemos perder el tren. Sería demasiado sospechoso… Incluso Zabini se daría cuenta de que hay algo mal. —repuso Nott. Draco chasqueó la lengua.

—No te he pedido que vengas conmigo.

—Da igual, seguiría siendo muy sospechoso. —concordó Harry. —Si al menos fuera Nott el que perdiera el tren, podría ser él la distracción… Pero ya no podría ayudarte. —Harry se quedó un momento callado. —¿Y si voy yo mañana y averiguo todo lo que pueda acerca de los armarios?

—Tú precisamente eres un fugitivo, Harry. Eres el menos indicado para ir afuera. —Draco levantó la voz un poco. —Todavía queda tiempo, ¿vale? Theo y yo miraremos en la biblioteca de Hogwarts y le preguntaremos a Montague, tú Harry mira por aquí. Nos mantendremos en contacto como sea.

—Podrías firmar tus cartas como Gafotas. Seguro que así no habría confusiones con quien eres. —propuso Nott. Harry bufó, divertido, y Draco rió:

—Se sabría en seguida quien soy, así que no, no vale. —rechistó Harry.

—Vale. Mmmmm…. Pues fírmalas como… El núcleo de tu varita era de pluma de fénix, ¿no? Pues Fénix, firma como Fénix.

Harry y Theo se miraron, no muy convencidos con el apodo, pero finalmente acordaron que era la mejor opción. Podía intentar firmar como otra persona, pero pondría a alguien en peligro, y Harry prefería dar la cara… Cuando fuera su turno de atacar, claro. Nott propuso un par de nombres ridículos más, esperando hacer reír a Draco y rebajar la tensión en la sala. Todavía no sabían quién iba a ir a hablar con Borgin, pero Harry ya se había adjudicado la tarea secretamente. Era el único que podía.

Draco dejó la investigación allí. Entre los tres seleccionaron los tomos más interesantes y los repartieron entre los baúles de los Slytherin para poder crear algún plan alternativo en caso de que el armario desvanecedor fallara. Pasaron media hora más reordenando el lugar (a pesar de que tras la captura de Lucius la señora Malfoy apenas pasaba tiempo en la Mansión Tenebrosa) y finalmente, Draco y Theo se fueron a sus casas para no volver al día siguiente.

Harry sintió entonces una oleada de paz. Sonrió un poco, revisando las habitaciones de los Malfoy para ver si habían dejado algo sin recoger. Todo estaba en su sitio, y seguiría estándolo durante mucho tiempo más.


Hasta aquí el primer capítulo. De momento no sucede nada muy, muy emocionante, pero en un tiempo las cosas se empiezan a animar ;D

Saludos,

Paladium