Yo no soy propietaria de ninguno de estos personajes, así que agradezco no se me demande por esta historia la cual sitúa a los personajes en un universo alterno.
"No tengo idea cómo comenzó, pero cuando me di cuenta él ya se había adueñado de mi cuerpo,mente y... Y alma."
Cuándo Petra Ral cumplió dieciséis años, su padre, un hombre de clase media, empezó a buscarle un marido, quizá algún aristócrata que pudiese ayudarles a subir su nivel de vida, el principal pecado de aquel sujeto era la codicia, misma que aumentaba año con año que veía a su preciosa hija florecer, que esos enormes ojos color miel se convertían en unos más hermosos, al igual que la figura de su hija, bajita, pero de un candor en las mejillas de lo más envidiable. Tenía porte, sonrisa contagiosa y un rostro tan angelical que seguramente enamoraría a cualquier acaudalado hombre. La época se prestaba a esos intercambios, Robert Ral se consideraba afortunado, porque según él, la belleza que su mujer perdió al morir en el nacimiento de su única hija, se la heredó a ella. Ahora cuando tuviese dinero, podría conseguirse una nueva mujer, comprar todo lo que quisiese y sin dudar, disfrutaría de lo que varios años se negó por invertirle tiempo a la jovencita, él estaba en sus cuarenta, joven y atractivo se adueñaría del mundo.
Empezó a asistir a reuniones, hombres en edad casadera y otros que no eran tan jóvenes, lo importante para él era el monto acumulado entre el banco y sus propiedades, la búsqueda fue exhaustiva, recorrió entre solteros, viudos, incluso sugirió que se convirtiera en la dama de compañía de algún aristócrata casado, muchos interesados, muchos que les cautivó la sonrisa cálida de Petra, pero siempre Robert Ral rebuscaba por más y más... Hasta que llegó a un hombre en especial, un viudo de nombre Levi Rivaille. A pesar de cualquier cosa que hubiese escuchado, que él mató a su esposa y lo disfrazó de suicidio, que ella acabó con su vida porque el hombre la atormentaba hasta en sueños o lo más ruín... Las lenguas viperinas se deleitaban diciendo que Levi hizo un pacto con algún demonio dándole la pureza de su esposa, según eso, le engendraron un monstruo que la empezaba a devorar por dentro por lo que ella decidió suicidarse.
No es que Levi Rivaille decidiera casarse de nuevo porque sí, había una parte del testamento de su padre que indicaba que cuando él cumpliese treinta años debía tener ya un heredero para que le dieran la última parte de su fortuna, le daba tedio buscar una nueva esposa después de lo que había pasado con la última. Aún esas nubes oscuras le turbaban la mente y le acrecentaban ese odio repentino por Marianne, sin embargo, cuando supo que un hombre le buscaba para presentarle a su hija, no dudó en aceptar, tenía al menos que conocerla, estaba a días de que solo le quedaran dos años para tener un hijo varón y no desaprovecharía aquello, finalmente era un hombre frío, cuyo único tesoro era el dinero y ninguna mujer lograría cambiar su parecer, desde hacía mucho que las veía como objetos simples para conseguir placer, sin mente inteligente eran de su preferencia... Porque si pensaban mucho como Marianne, su ambición les ganaba, el deseo de poder y sobre todo... Empezaban a manejar todo por medio de la lujuria, Levi aún sentía cosquilleos en las manos, calor acumulándose, como queriendo golpear algo, odio... Dolor... Era el reflejo de la mirada del azabache al pensar en eso. Pero era un día nuevo, no importaba cuan fea, estúpida o flacucha resultara la mujer, solo la iba a usar... Quizá después a desechar.
El contador del azabache era el encargado en poner la fecha del encuentro entre Levi y la señorita Ral, según dijo su padre tenía dieciséis, eran varios años de diferencia, pero seguramente la juventud de ella les ayudaría con asuntos como la fertilidad que sin dudas era momentáneamente lo que importaba.
La primer mirada
El aire suave le golpeteaba el rostro, las mejillas sonrojadas naturalmente le quitaban atención a las breves ojeras que se habían formado en los párpados. Un sombrero pequeño adornando el cabello castaño de Petra, se lo habían acomodado en bucles, así lucía un peinado de una señorita refinada, aunque todos supieran que su padre jamás tuvo mucho, ni siquiera fama o un apellido conocido, una simple familia que se podía dar ciertas comodidades, como aquel vestido color verde que llevaba puesto la joven, amplio de abajo, el faldón resultaba de lo más dulce pues llevaba un bordado en forma de flores color dorado que ascendían por los pliegues del mismo y hacían juego con el corset del mismo verde esmeralda, cuyas mangas lisas mantenían un patrón similar al inferior. Era bella, en esa silla en medio del tranquilo y pequeño jardín de su casa parecía una muñeca de porcelana, los grandes ojos color miel parecían estar en una tonalidad más clara, consecuencia del color de su vestido. La piel pálida olía a fresas, una receta que heredó de sus abuelos y que se había quedado en la familia para el deleite de cualquiera. Petra estaba inconforme, no solo porque su padre era demasiado ambicioso, sino, porque se sintió una pieza para vender, algo que funcionaría como una llave para su padre, la mirada normalmente vivaz se notaba apagada, como si detrás de esa cara preciosa no hubiese alma.
Salió su padre a verla, contento, se había recortado la barba para la ocasión, la ambición rejuvenecía a la gente cuando estaba por conseguir lo que querían.
- Anda ya. Petra, tienes que sonreír. -
Habló en tono altivo, ella se limitó a asentir, la muchacha que les ayudaba como empleada de servicio les interrumpió, afirmando que unos hombres llegaron, eran las visitas esperadas. Un hueco se formó en el pecho de la fémina, mientras la sonrisa de su padre se ampliaba, les mandó a invitar a pasar. El corazón de Petra aumentó la velocidad de los latidos, empezó a tamborilear los dedos sobre la mesa del jardín, una y otra vez hasta que el sonido de las falanges golpeando la madera irritó al padre.
- ¡Detente! Y comportate... Este hombre será tu esposo. -
Esposo La palabra resonó por la mente de la castaña, no tuvo más tiempo de pensar cuando un par de hombres se asomaron por la salida al jardín, ahí, por la vestimenta reconoció al señor Rivaille, era una especie de traje elegante, el color negro contrastaba con el perfecto blanco de la camisa, tan elegante como poco había visto antes, el cabello liso y semi largo color azabache le hacían muy atractivo, a pesar de que era ligeramente bajito, su porte elegante lo contrastaba todo. Petra pasó saliva, de manera inconsciente ignoró al hombretón que venía junto a él. El concepto de matrimonio arreglado cambió para ella, fue en un abrir y cerrar de ojos, hasta la mirada sin chispa se fue.
Se aproximaron a ellos, Petra y Robert se pusieron de pie mientras el padre orgulloso les ofreció presentar a su preciosa hija, el primero en saludar y brindar una amable sonrisa fue quien iba con el azabache, un rubio alto, bastante atractivo para cualquier mujer, de ropas similares a las de Levi, pero no tan finas.
- Reiner Braun, a sus órdenes. Soy el contador de este hombre. - Reiner codeó brevemente al mayor. - Yo soy... Levi Rivaille. Pero supongo que usted ya sabía eso, ¿no? - Un modo tranquilo de hablar, denotando cierta paz casi inhumana. Estiró la diestra para tomar la mano de Petra, quien de inmediato la levantó, en el rostro del azabache no había una pizca de sentimiento, mientras un tenue sonrojo aumentó el normal en sus mejillas en cuanto los labios ajenos tocaron su piel. Levi le soltó de inmediato, mientras Petra se disponía a responder. - Así es. Es un honor conocerles. - tono cordial el que empleó la joven, pero Levi pareció ignorarla, como si lo que ella opinase no importara, dirigió la mirada al padre, como unas palabras breves. - Hágale cualquier petición que guste a Reiner, póngase de acuerdo con él al respecto de lo que necesite, la boda será el próximo viernes. -
Petra se quedó atónita, no lograba comprender qué había pasado, ni siquiera hablaron más, una frase y se había concretado todo, Reiner no se inmutó, esperaba cualquier cosa de su amigo y empleador, solo le ofreció una disculpa silenciosa a Petra disfrazada de sonrisa, mientras Robert solo pensaba en sus sueños. Levi se fue, rápido, como si hubiese culminado un negocio, Petra regresó a su asiento, de nuevo a pensar en cómo más seria el hombre con que su papá quería que uniera toda su vida.
( Continuará...)
/ Gracias a quien quiera leer. Esto lo escribí para mi BFF quien ama SnK y las novelas de ese corte. So, yo vine a darle amor.
