Siento como si mi cerebro estuviera dentro de una licuadora, y se liberara de millones de pensamientos a la vez. Pasan rápido, como ráfagas de colores azotando mi cabeza. Manchas rojas, azules, verdes...
Son mis recuerdos.
Y duele. Justo como dolería en esas circunstancias. Quizás voy a explotar, quizás...
Escucho una voz. Una voz calmada, que parece hablarme desde estos destellos de imágenes. Los recuerdos se detienen, y sé que se han ido, que los he perdido. Ahora todo lo que veo es un universo de colores, que se iluminan y se oscurecen constantemente.
"Este es el portal al mundo de los pokemon" dice la voz.
¿Qué? ¿Un portal? No puedo recordar que significa eso.
"Lo lamento. Generalmente, en casos anteriores, hemos tenido que hacer preguntas a los antiguos visitantes para determinar su especie"
¿Casos anteriores? Me pregunto si otros habrán sentido lo del cerebro en la...no puedo recordar que objeto usaba como referencia.
"Pero tu caso es diferente. No podemos acceder a tus memorias. No hay forma de que podamos saber cómo era tu personalidad, ya que dudo que sepas responder a las preguntas" siguió la voz. De alguna manera escucharlo me calmaba. Cuando no estaba hablando, sentía que mi cabeza dolía.
"Así que solo nos queda elegir un pokémon al azar, y hacerte atravesar el portal. Olvidarás que hablaste conmigo. Y, a efectos de que no te miren raro, te daré un nombre en favor del que no recuerdas".
"Espera" susurré. "No sé qué está pasando".
"Te necesitamos" respondió la voz. Hablaba como si estuviera sonriendo. "Y tú necesitas resolver esto sin que seas reconocido. Necesitarás ayuda, búscala. Y, hagas lo que hagas, no le digas a nadie que no eres un pokemon. Borraré ese recuerdo, pero podría volver a manifestarse. Reprímelo. Y buena suerte".
Un remolino de colores me tragó. Flashes de imágenes en cuanto mis últimos recuerdos también eran borrados, y luego oscuridad total.
Cueva manantial, P1
"Ohh, mi cabeza" gemí con angustia. "Necesito una aspirina".
Me tumbé cabeza arriba y presioné mi mano contra mi frente. Arriba de mí, un techo rocoso me daba la bienvenida. Todo estaba más o menos oscuro. Mi mente estaba en estado post-coma y una parte de mí quería solo recostarme y dormir. Y eso decidí hacer.
Me moví hasta quedar recostado en mi lado izquierdo. Me costó un poco, creo que los pedazos de pizza que comí el día anterior cobraron factura. Siempre que comía mucho despertaba con una barriga enorme. Diantres.
Hacía frio, así que bajé el brazo para tocar mi manta y arroparme. En cuanto toqué lo que parecía ser tela suave, lo jalé hacia mi cuello.
Abrí los ojos al notar que no estaba para nada abrigado. Y noté que lo que se sentía como el borde de una manta era en realidad una cola negra. Y la mano que la sostenía era una pata amarillo-naranja.
"¡¿Qué?!" pregunté. "Oh, Arceus. Un sueño en el que me despierto de otro sueño. Eso es astuto, cerebro. Casi me la creo".
Me levanté. Me encontraba en una especie de caverna, llena de salidas cuyo interior era indescifrable por la oscuridad del lugar. Me encontraba absolutamente solo, y hacía algo de frio.
"Me gustaría recordar este sueño al despertar" admití. "Este lugar es genial. Es casi como un laberinto".
Acababa de levantarme con mis diminutas patitas, cuando miré algo moviéndose a unos metros. Pude ver una especie de cono amarillo, que estoy seguro no había visto hace un momento.
Lo ignoré. Caminé hacia una de las entradas, y luego estaba avanzando, caminando a ciegas. Movía una de mis patas hacia adelante, para poder adelantarme a una pared en vez de estrellarme contra ella.
No me gustaba la oscuridad. Si mi cerebro se distraía, el sueño cambiaría, y me estaba entreteniendo bastante con la idea de ir a algún lugar inexplorado con un aspecto indeciso.
Uno de mis brazos me daba comezón. Me rasqué, y saltaron destellos amarillos por todas partes. Mi instinto me hizo correr ante el temor a los corrientazos. Experimentaba uno cada vez que tocaba por error un enchufe dañado en el baño de mí... ¿Cual era la palabra? ¿Quasa? No lo recordaba.
El estar corriendo a ciegas dio como resultado que terminara abrazando una pared de la caverna, para posteriormente caer como un saco de patatas. Mi cerebro debió enamorarse perdidamente de aquella pared, ya que lo primero que hice al levantarme fue volver a correr, y por defecto, volver a estrellarme con el mismo obstáculo.
"Serás idiota" me regañé. "Suerte que es un sueño, y nadie me ve, o sería vergonzoso".
Mientras seguía caminando y mi cerebro se despedía de su amor platónico imposible, observé lo molesto que me resultaba caminar con patas tan pequeñas. Sentía que anteriormente habría podido caminar a mayor distancia, pero también una parte de mi me pedía usar también mis patas delanteras.
Accedí. Pude avanzar un buen palmo, y no me había dado cuenta del dolor en mi espalda por caminar en dos patas hasta que remitió.
"Este sueño es genial" sonreí. Caminé por otras bifurcaciones, encontré caminos sin salida y pokemon dormidos.
Pokemon. Era lo único que recordaba al pensar en otras cosas. No recordaba cómo había llegado allí, que había hecho el día anterior...pero recordaba todo sobre los pokemon. Los veía en todos lados, y solo sabía huir de ellos.
Al llegar a una sala de la cueva bastante amplia, pude notar tres cosas: 1) Mi panza exigía comida. 2) Había una roca extraña en el suelo, y 3) Un pokemon estaba ocupado recogiéndola.
El pokemon era amarillo, de forma redonda y de metal brillante, quizás oro. Lo veía de espaldas, por lo que solo podía notar sus extremidades redondeadas y pequeñas, como pequeñas perlas doradas, y una especie de cordel gigante con franjas blancas y rojas.
"¡Ohh, Una Piedra Amistad!" entonó la criatura. Me asusté un poco al escucharlo hablar, y su tono malicioso, a pesar de la voz dulce que tenía."¡Y yo que creía que hoy sería un día aburrido!"
Cling, sonó cuando el pokemon saltó de alegría. Me sentí ridículo. '¡Solo míralo!', me dije. 'No podría lastimar a nadie'.
Esa bola dorada era la cosa más tierna que había visto en mi vida. No solo era diminuto, sino que era...redondo. Y sus brazos eran diminutos. ¿Que peligro suponía?
Así que avancé. Pasé por su lado, y caminé hacia la siguiente salida.
Seis minutos más tarde, llegué por fin a una sala con una roca enorme. Uno de los lados era empinado, pero por el otro la forma diagonal permitía su escalada, y parecía haber un agujero allá arriba. Desde lejos, podía escuchar una especie de murmullo que me calmaba. ¿Agua?
Estaba cansado de caminar. Y tenía sed. Quería despertarme, pero también quería descubrir que había allá arriba.
Acababa de dar un paso cuando recibí un latigazo en la espalda.
"¡Ah!" me quejé, adolorido. Algunas chispas destellaron en mi rostro. ¿O en las mejillas? No estaba muy seguro del lugar de procedencia de la electricidad, así como tampoco la de mi atacante.
"¡Muéstrame que escondes!" gritó una voz cantarina. Ugh.
Miré detrás de mí. Ohh, cruel destino de un chico confiado.
Frente a mí, la bola dorada tenía unos diminutos ojos negros que me miraban con burla, y en vez de mejillas tenía dos enormes hoyuelos, y nunca había sido más propicio usar esa palabra. Eran dos hoyos, por los que pasaba una línea que era su boca.
Cling, sonó al caminar hacia mí. Tenía uno de los cordeles de su cabeza en alto, como una amenaza constante.
"Muéstrame que escondes en esas mejillas" ordenó. Su tono de voz era inconfundible: estaba acostumbrado a hablar así, lo que significaba que estaba acostumbrado a hablar con criaturas así. Era un malhechor.
Al ver que no reaccionaba, hizo un movimiento, y la borla-que me resignaba a llamar cordel- giró hacia mí, abofeteándome la cara. Mi enojo llegó, y mis mejillas soltaron chispas. Sin embargo...
Repentinamente, mi alrededor se llenó de cosas. Monedas, extrañas frutas, piedras...y mis mejillas se sentían vacías.
¿Que había ocurrido? ¿De donde había salido esto? ¿Lo había agarrado yo?
Los ojos de la criatura se quedaron fijos en una de las piedras. Y supe lo que había pasado antes de que el pokemon comenzara a buscar en el interior de su boca con las borlas, frenéticamente.
"¡Me robaste la Piedra Amistad!" entonó. Me golpeó con su borla, lanzándome lejos. Yo también quería algo así saliendo de mi cabeza. "¡Nadie le roba al Gran Glingoz y vive para contarlo!"
'¿Quién?', pensé. Luego se me ocurrió que podría estar hablando de sí mismo. 'Pues qué arrogante'.
Antes de que pudiera levantarme, una de las borlas cubrió mi cuello. Grité cuando comenzó a apretar con fuerza.
'Listo', me dije. 'Ya no quiero soñar esto. Me voy' cerré los ojos.
Cuando los abrí, fue porque me estaba quedando sin respiración. Y había perdido el tiempo que había tenido para resistirme o defenderme, y estaba desmayándome, y todo era frio...
Exhalé, y quise llorar de alegría cuando dejé de sentir la borla estrangulándome.
"¡Corre!" Gritó el pokemon que me había salvado. Era un cuerpo redondo y negro con una capa amarilla de forma cónica que lo cubría desde la cabeza. Sus extremidades no eran muy diferentes a las de mi atacante, pero sus ojos eran azul gélido y su boca estaba en un rictus constante. "¡Ahora!".
No lo hice. Glingoz se acercaba a mi salvador, y parecía decidido a golpearlo con su borla. Así que hice lo único que sabía hacer.
Corrí hacia Glingoz y le di un puñetazo.
Escuché el sonido idéntico al de una campana al ser golpeada, y segundos después yo estaba agarrando mi patita delantera con dolor. "¡AUCH!" me quejé. Mis patas eran débiles.
"¿No te vas a ir?" preguntó mi salvador, expulsando hacia Glingoz una especie de aire gélido. Mis rodillas temblaron ante el frio. "¡Entonces ayuda!".
"¡Eso intento!" grité.
"¡No ataques! ¡Frótate con él!"
¿Frotarme?
"¡Admirad mi poder!" gritaba Glingoz, golpeteando al pokemon cono, usando con mucha energía sus borlas. El otro resistía, pero no parecía ser capaz de hacer mucho.
"¡Frótalo!" gritó hacia mí. "¡Necesitamos tiempo para vencerlo!"
¿Como rayos quería que lo frotara? Sonaba como algo gay.
En un punto, las borlas agarraron a su enemigo, y supe que iban a lanzarlo. Supuse que eso lo mataría. Las cosas se habían invertido entre salvador y salvado.
Así que si, iba a frotar a Glingoz. Adiós dignidad, adiós.
Me acerqué, y lo toqué. Al principio parecía que solo lo acariciaba. Pero de repente...
'¡Hace cosquillas!', me dije. Se sentía agradable. Lo intenté con mi espalda.
"¿Que rayos estás...?" escuché a Glingoz vociferar.
Sentía la electricidad moviéndose por mi espalda ante el contacto con el enemigo, y se sentía tan genial...
Repentinamente escuché un chasquido, y me detuve. No pude saber si había pasado un minuto o una hora. Glingoz estaba temblando, con destellos eléctricos pasando por su cuerpo.
¿Yo hice eso?
"Ahora sí" dijo el pokemon con el traje cónico. Cerró los ojos. "Vamos, concéntrate" se dijo.
Al abrirlos, lanzó un mordisco a Glingoz, quien se debilitó. De su boca salieron frutas, objetos raros y la piedra que yo inconscientemente le había quitado.
"No hace falta que agradezcas" dijo el vencedor con una sonrisa. "Mi nombre es Glaze".
Cueva Manantial, P2
Al subir, pude notar que el murmullo que había escuchado anteriormente provenía de un arroyo al fondo. El arroyo formaba un pequeño lago antes de ir por un riachuelo que terminaba en un agujero, en donde el agua conectaba con lo que fuera que hubiera al otro lado de la cueva.
El resto del lugar era casi igual que el anterior: suelo rocoso, paredes rocosas, techo rocoso. Pero estaba el lago, y en el otro extremo se podía notar una salida.
"¿Cual es tu nombre?" preguntó Glaze. Mantenía su capa a su alrededor con sus manos diminutas, y cada paso era dado con precaución, como si creyera que el suelo podría venirse abajo en cualquier momento.
'¿Mi nombre?' pensé, y luego sonreí. '¡Recuerdo mi nombre!'. O eso creía.
"Mi nombre es Bruno" dije, feliz. Mis mejillas destellaron con electricidad. Fue en ese momento que identifiqué a Glaze. Era un Snorunt. Sin duda mi memoria debía de estar volviendo, ¿no?
"¿'Bruno'? Bueno, es un nombre raro para uno de los tuyos".
'¿Un qué?', pensé. De repente caí en cuenta de que yo me había convertido en un pokemon en este sueño. Gracias, Capitán Obvius. Quise golpearme.
'Quiero saber que soy antes de despertarme' me dije. 'Y tengo sed'.
Caminé hacia el pequeño lago. Me di cuenta antes de llegar que mis mejillas estaban de nuevo llenas de cosas, y no recordaba habérmelas metido allí. Solo eran algunas rocas y púas, y de nuevo la Piedra Amistad. Me quedé con esta última y llegué a la orilla.
Tenía tanta sed que cuando estuve cerca de ese hermoso lago de agua cristalina, cambiaron mis prioridades. Bebí esa deliciosa agua hasta saciarme. Luego esperé a que las ondulaciones se detuvieran.
Al verme en el reflejo, caí al lago de la impresión. Glaze lo tuvo difícil sacándome de allí.
Yo era un tierno y nada masculino Dedenne. Tierra, trágame.
Al final Glaze logró sacarme, aunque con dificultad, y parecía estar agotado.
"Odio el agua" admitió. "Debí dejar que te fueras por ese hoyo. ¡¿Porqué hiciste eso?!".
"¡¿Acaso estás ciego?!" le grité de vuelta. "¡Soy pachoncito!" quería llorar.
"Sí, estas un poco gordo. Es normal en un Dedenne. ¿Que importa?"
"Yo no creí que me viera así" le respondí. Ya este sueño no me gustaba nada. "Creí que era más fiero".
"¿Un Dedenne? ¿fiero?" Glaze rió. "Todos son ternuras. Son populares entre las chicas, les parecen una monada, pero no tienen nada de peligrosos. Tu desempeño en la batalla contra ese Chingling demuestra porqué".
Recordé a Glingoz, y mi pata hiriéndose al tratar de golpearlo. Ugh, encima era débil.
"No sabía que era un Dedenne" admití con un puchero, que eliminé al darme cuenta de que seguramente me hacía ver súper mono. Maldito sueño. Cerré los ojos, decidido a despertar.
Glaze me distrajo. Yo estaba completamente seguro de que por eso no despertaba. "¿No sabías que eras un Dedenne? No pareces un bebé. ¿Acaso es amnesia?"
"Estoy soñando" respondí con orgullo de ser el único que se daba cuenta de algo que me parecía tan obvio. "Y creí que, como este es mi sueño, podía convertirme en algo como un Electrivire".
Glaze parpadeó, confuso. "Más bien parece que te tropezaste en el lago y se te metió algo de agua en los sesos" respondió. "Ven, vamos a mi guarida. Trataré de darte algo de comer".
No quería acompañarlo, pero en cuanto habló de comida...empecé a babear, y una piedra cayó de mi boca.
De nuevo, esa Piedra Amistad. ¿En qué momento me metía cosas entre las mejillas? la agarré con mis patitas y seguí a Glaze, fuera de la cueva. Y así mi nueva vida comenzaba.
