Advertencias: AU - Universo Alterno.

Todos los personajes de esta historia existen, la verdad es que PEACH-PIT creó tantos personajes que me pregunté por qué en vez en de crear nuevos no utilizaba los que ya estaban en el universo del anime.

Declaimer: Shugo Chara © PEACH-PIT (#Respect)


Cuestiones de orgullo.
–1: A los 17.

Cuando comió su segunda albóndiga y levantó la mirada hacia el frente. Supo que sería un almuerzo complicado. Kukai se acercaba con la mirada llena de ira y era evidente que tenía ganas de golpearlo. Los gritos de Utau entrando recién a la cafetería solo hicieron que se asustara. Él lo sabía y quería golpearlo. Podía leerle los pensamientos. Estaba escrito en su cara que quería golpearlo.

Su mejor amiga a su lado se puso de pie e intento evitar que Souma diera un paso más. Ella era bastante fuerte pero el orgullo de Tsukiyomi no iba a evitar que la apartara del camino del castaño. Quería retarlo al fin, restregarle en la cara algo que quiso hacer durante años. Pero su vista lo llevó un momento a una joven de cabellos rosas que como nadie esperó… Le había lanzado su plato del almuerzo a la cara.

Sintió sus cabellos viscosos al tocarlos y dio por hecho que el olor a comida debía estar impregnado en él ya. Odiaba el olor a condimento, era una de las cosas más odiosas para su olfato y esa niña lo sabía. Pero admitía que se lo merecía y también le estaba salvando el pescuezo. Al menos quien tenía intenciones de golpearlo ahora estaba quieto mirando a la pelirrosada con asombro. Esta no le devolvía la miraba sino a él. Frunciendo las cejas y roja de furia.

En la cafetería nadie parecía muy sorprendido por tal acción, después de los acontecimientos del día anterior veían natural aquella reacción.

La mirada azulina y dorada se miraron retándose.

— ¡Con la comida no se juega!—gritó alguien de voz conocida.

Ambos reconocieron a Kukai gritar para que se callara, le hizo caso al instante y ellos volvieron a ser el centro de atención.

Luego todo se volvió un caos, todos parecían, al igual que Hinamori, querer declarar sus verdades a otros a los cuatro vientos. Cuando solo faltaban dos semanas para graduarse.

¿Cómo es que todo se había complicado tanto en un mes?

¿Esos dos no se llevaban de maravilla hasta hace unos meses?

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A sus diecisiete años experimentaría su primera mudanza, después de vivir por tanto tiempo en la parte norte de Osaka… Por el trabajo de sus padres debían mudarse cerca de la zona más comercial.

Dejaba atrás los edificios casi idénticos y la tranquilidad de las noches para descubrir que la vida nocturna sonaba amena y divertida. Muchos colores, muchos sonidos… Tal vez no se sentiría tan mal si no estuviese en su último año de preparatoria. Lo que significaba dejar a sus amigos atrás. A todas sus memorias y a todos aquellos que había llegado a querer tanto.

Aun se arrepentía de no haberle declarado su amor a Hotori Tadase, su amigo de casi toda la secundaria. Le partía el alma dejar atrás a Mamani y Wakana, ambas sus dos mejores amigas desde primaria. Había tantas personas en su cabeza que no podía pensar con claridad qué debía de haberles dicho a cada uno. Su despedida fueron más lágrimas que otra cosa, no tuvo las fuerzas para hacer un discurso sentimental.

—Ya recordarás poco a poco, Amu-chan… Solías divertirte mucho aquí también.

Su madre seguía hablando de las buenas noticias, claro, ella no se estaba cambiando de preparatoria. Además, conocía a todos sus compañeros de todas las sucursales. A su padre la mudanza lo tenía sin cuidado, su trabajo quedaba en el medio de la ciudad así que no había problemas para su rutina laboral.

—Pero Ami-chan no nacía aún… Esto no es justo…—se quejó a su lado una castaña más baja.

Su único consuelo era que su hermana menor también compartía el mismo sentimiento. A sus diez años parecía haberse acostumbrado ya a su ciudad natal.

—Ami-chan, Amu-chan sonrían un poco—animó su padre al volante—, estoy seguro de que les va a gustar su nueva casa~

— ¿Casa?—cuestionó curiosa la menor de los Hinamori.

La primogénita también estaba interesada. Tenía vagos recuerdos de una casa, puesto que sí recordaba haber vivido en una antes de que Ami naciera… Nos mudamos antes de que naciera—recordó mirando por la ventana. Habían estado viviendo en un departamento, bastante amplio, a decir verdad. Pero una casa sería un tema distinto.

Sonrió.

— ¡Amu-chan sonrió!—celebraron sus padres, ella rodó los ojos sin quitar su sonrisa.

Su menor miró a su hermana y se sintió contagiada por su repentino cambio de humor.

El auto rojo continuó avanzando, todo iba cambiando aunque seguían en mismo Osaka. Escuchaba a su madre decir que les encantaría vivir en un lugar como ese, que todo sería diferente. No estaba convencida del todo por las palabras de Midori. Aun así trató de ponerle buena cara al mal tiempo. Todo pasaba por algo, ¿verdad?

La casa en donde comenzarían a vivir era obviamente más grande que el departamento. Y desde afuera había descubierto un balcón, del que se enamoró a primera vista. Corrió dentro de la casa como si tuviera otra vez ocho años y animó a su hermana a correr con ella.

— ¡Quien llega primero se queda con el balcón!

Los mayores sonrieron satisfechos, agradeciendo la actitud que tomaba la mayor.

Para la hora de la cena ya habían terminado de acomodar lo esencial, la cocina y refrigeradora estaban en su lugar. Los muebles de la sala y comedor también. El primer piso parecía completo. En cuanto a su cuarto… A penas si había abierto las cajas, estaba su cama armada y su escritorio cerca. Solo se había preocupado de poner cortinas en los ventanales del balcón.

Decidió bajar entonces para ofrecer manos abajo, debían seguir ordenando vajillas, cubiertos y ollas.

Se sorprendió bastante cuando encontró a una pareja de esposos hablando animadamente en lo que comían (lo que parecía ser un) pie de manzana. Los señores se le hicieron conocidos y cuando estuvo cerca de ellos se presentaron como la familia Sakurai. El apellido le sonaba bastante.

Después de un par de palabras recordó a una pequeña castaña de dos coletas cantando en el nido. Respondía al nombre de Yua y habían sido grandes amigas antes de mudarse. La nombrada no se encontraba presente, le comentaron que había comenzado a trabajar como modelo unos años atrás. Su madre le regañó un poco, pues aseguraba que siempre le hablaba de esto y no debería de ser noticia. Amu no recordaba ninguna de estas charlas, pero de seguro existían. Solo que al no recordar bien a la joven se le hacía complicado, además de que la recordaba tímida y ahora era modelo…

Vaya, debe de ser distinta ahora.

Se despidieron no sin antes invitarlos a cenar en una hora, no estaban lejos de ahí después de todo. Una cuadra más abajo. En la misma avenida. La pareja Hinamori aceptó gustosa.

Casi cincuenta minutos más tarde la familia caminaba en dirección a la casa de sus vecinos. Eran grandes amigos desde hace bastante tiempo, por lo que la confianza que había era bastante.

— ¿Amu?

La figura delante de ella era envidiable, por ser más curvilínea y proporcionada, hasta más alta. Sus largos y ondeados cabellos tenían una tonalidad más cobriza y sus ojos celestes se veían más seguros de lo que recordaba. Vestía un polo blanco que parecía strapless y dejaba ver su ombligo, una blusa celeste bastante clara y suelta, de mangas largas. Unos jeans capri que se ajustaban a sus piernas largas. Estaba descalza. Ahora que lo notaba, se veía ligeramente maquillada, sobre todo en sus labios de tonalidad mate y sus párpados melones.

—Te has quedado pequeña, Amu-senpai—bromeó antes de abrazarla.

Correspondió el abrazo, pero algo en su honorífico no la convencía… Parecía que ya no había ese respeto que antes tuvo por ella.

—Tú estás hermosa—admitió sonriendo débilmente.

Un tenue sonrojo apareció en las mejillas de la modelo. Sus ojos se abrieron ligeramente y pestañeó desviando la mirada.

—P-Pero qué dices, senpai—desestimó avergonzada.

Eso último le había sonado más real.

—Así que Amu-chan asistirá a la misma preparatoria que Yua-chan—comentó sonriente la madre de cabellos cobrizos cuando estaban sentados todos a la mesa.

—Esa es una grata noticia, ¿a qué si?—preguntó a su hija ahora Hinamori.

La pelirrosada asintió, aunque no se sentía muy segura por aquellas palabras.

—Hay buenos chicos en esa preparatoria… ¿Amu-chan ya tiene novio?

El tema era uno bastante delicado para la familia que acaba de mudarse, puesto que la cabeza asumía que su hija no tendría novio hasta-

—A los 40 recién le estará permitido—interrumpió su padre como si de verdad hablaba en serio, las mujeres de su casa nunca lo tomaban así.

— ¿No digo yo?—opinó el progenitor de los Sakurai—. Nadie aquí parece entenderme, Tsumugu.

Pueda que por eso también fuesen tan amigos las dos familias.

—Amu-chan debería ir contigo hoy, Yua-chan—intervino de repente su madre cuando ya estaban levantándose de la mesa.

— ¿A dónde?

Amu parecía igual de curiosa que su madre pero no había hablado mucho en toda la noche.

—Hay una fiesta no muy lejos de aquí, ya que es nuestro último año de la preparatoria decidieron hacer una…—explicó la cobriza más joven con una sonrisa—. Algo tranquilo y privado, un amigo mío está organizándola en una gran casa.

La de su misma edad agradeció estar de espaldas llevando los platos porque había puesto los ojos en blanco. No le gustaban muchos las fiestas, en especial cuando dicen que va a ser tranquilo, siempre había gente tomando. Si iba, lo hacía con sus amigos, a quienes ya no tenía en ese momento, así que su respuesta era-

— ¡Es una gran idea!

¿Qué?

— ¿A que sí, Midori?—concordó sonriéndole—. No habrá problemas en llevarla contigo, ¿verdad?

Que sea con invitación, que sea con invitación, que se con invitación…

—Claro que no—desestimó Sakurai primogénita en lo que Hinamori mayor maldecía internamente—. ¿Quieres ir, Amu?

Ella desde luego que no quería, pero si su madre decía algo pues no le quedaba de otra.

—Claro—aceptó sonriendo.

La descripción: No muy lejos de aquí, se quedó atrás… Porque ya había pasado una hora y aun no llegaba a la condenada casa. En el trayecto no había habido mucha conversación, parecían incómodas ambas y por eso se hacía tan eterno el recorrido. La música que sonaba en el auto no ayudaba mucho tampoco.

—Has cambiado.

La de ojos celestes volteó a mirarla fijamente. Suspiró antes de cerrar sus ojos.

—Aunque no lo creas, tuviste que ver con este cambio… Amu-senpai.

— ¿Eh?

—Pero sí, cambié. Y creo que tú también…

—Sí, yo también.

La niña que confiaba en el mundo no existía ya. La niña que estaba segura de que podía hacer lo que quisiera cuando quisiera, se había esfumado. La primera vez que se mudó… A los siete años, todo había cambiado cuando los demás comenzaron a hablar mal de ella, de su cabello, de su ropa tan peculiar. Eso la había hecho fuerte, pero también había intentado ocultarse por un tiempo… Aún mantenía su estilo pero su personalidad había tenido que cambiar bastante, en muchas ocasiones tenía que sonreír cuando no lo quería. Guardarse sus comentarios cuando quería gritarle al mundo que estaba en contra de lo que decían. Ella no era la misma definitivamente. Pero ahora la diferencia era que no tenía a sus amigos con ella.

—Llegamos—dijo el taxista deteniéndose—, serían…

Pagaron el monto antes de bajar y Amu reconoció que ella no sabía nada de fiestas.

Era obvio, cuando dicen algo tranquilo significa lo contrario… Pero no sabía que con tanta magnitud.

Para comenzar, la casa en cuestión resultó ser en realidad una gran mansión de tres pisos. Si le había mencionado a su madre que iba a ser algo privado y tranquilo… Que pareciera repleta de gente no concordaba, tampoco la música que sonaba a todo volumen. No había vecinos cerca que pudiera quejarse así que asumió que aprovechaban este hecho al máximo. Como supuso, debían estar tomando, porque los vasitos de plástico estaban regados por todos lados. Estaba segura de que no era agua lo que habían servido ahí.

Cayó en cuenta recién entonces de lo que traía puesto, al ver a las chicas que estaban sentadas cerca a la entrada. Sentadas en el pasto, ellas reían divertidas sobre algo.

Y sus vestidos…

Todas con vestidos y tacones regados a su alrededor. Maquilladas. Si no fuera porque Yua traía puesto unos jeans, se hubiese sentido el punto.

Ella estaba vestida con jeans grises, con algunas rasgaduras. Botas negras con bastantes correas que hacían ruido al caminar. Un polo blanco con rayas delgadas plomas, de mangas cortas y con el cuello bastante amplio, si tuviera más volumen en sus pechos se podría ver el comienzo de estos por el polo. Un collar negro con un trébol dorado de cuatro hojas en el centro. Se había sujetado la mitad de su cabello en un moño improvisado y flequillos rosas caían en su frente como de costumbre, el resto del cabello se mecía en su espalda aunque solo llegaban un poco más abajo de sus hombros. Sus orejas se veían con un par de aretes dorados en cada lado. Su estilo no parecía ir muy acorde con el resto de chicas presentes.

—Todas las que ves ahí—habló bajo—, son bailarinas de ballet… No son las mejores amigas aunque juren serlo, créeme. Están llenas de secretos y sus sonrisas son tan falsas como-

— ¡Yua!—gritó una castaña poniéndose de pie rápidamente, acomodándose el vestido mientras caminaba descalza en su dirección.

—Maika es una buena chica pero ten cuidado—susurro antes de dibujar una perfecta (y falsa) sonrisa en su rostro—. ¡Mai-chan!—saludó caminando hacia ella, separándose un poco de su amiga de la infancia.

Un poco más alta que Yua, de cabello castaño lacio pero las puntas ondeadas. Rostro de muñeca de porcelana, bastante perfilado pero con tenue maquillaje. Y su vestido blanco tenía un gran corte en la cintura, a ambos lados uniéndose sólo en el centro. Dejaba a la vista una cintura marcada y envidiable.

—Maika, te presento a Hinamori Amu—dijo extendiendo una mano para acercarla, la pelirrosada hizo su mejor sonrisa—, se acaba de mudar y asistirá con nosotras en el último año… Es una amiga de mi infancia.

— ¿Tu cabello es natural?—preguntó mirándole fijamente.

—Eh… Sí.

Ella la miró sin ninguna expresión antes de sonreír y extender su mano a tocar algunas de sus puntas.

—Es genial—opinó aun mirando sus hebras—. Será genial tenerte este año—aseguró asintiendo golpeando al aire con una mano—, háblame con confianza.

A pesar de la advertencia de su antigua amiga, a Amu le parecía una buena persona. Pero estaba segura de que debía andar con cuidado.

—Gracias Maika—respondió sonriendo.

—Hmm… Qué raro, te falta una.

La bailarina puso los ojos en blanco antes de cruzarse de brazos, esto no le gustó mucho a Sakurai, puesto que frunció un poco el ceño.

—Está discutiendo por teléfono.

—Otra vez tuviste que ver.

Más que pregunta, le sonó a afirmación. Parecía segura de lo que estaba diciendo. La más alta miró en otra dirección, parecía bastante fastidiada.

—En fin, no es asunto mío. Nos vemos después—se despidió levantando la mano, con un tono de voz bastante calmado—. Ven, Amu—dijo ahora animada.

La música sonaba cada vez más fuerte con cada paso que daban, más chicas con vestidos cortos y zapatos de tacones altos. Hablaban en grupos, algunos chicos que parecían divertirse en una mesa billar y otros jugaban algo parecido al tenis de mesa pero con vasos llenos de alcohol… Entre algunos había algo peculiar, estaban con trajes de baño y la piel bastante húmeda.

—Ella es Hinamori Amu, se ha mudado recién hoy y asistirá con nosotros este año…

La presentaba con muchas personas, quienes la miraban entre sonrisas y halagos, ella respondía entre incómoda y agradecida. Las personas de dónde venían no siempre eran tan amenas con desconocidos, tendían a saludar simplemente. Pero esto hacía que se sintiera bienvenida al grupo, no estaba siendo tan malo después de todo. Le gustaba ver tantas sonrisas, de donde venían no eran tan animados.

La pelirrosada entonces dirigió su mirada a una pelirroja en particular. No solo por cómo se mecía su cabello al caminar dando saltitos, sino también por cómo estaba vestida. A pesar de estar usando también un vestido, era bastante holgado y floreado, tonos rosas y violáceos. Ballerinas en los pies y su cabello era sujeto en una cola por un listón de igual que color, rosa. Resaltaba bastante al no estar vestida como la mayoría.

Se dirigía a una pareja bastante alejada de la mayoría, estaban sentados en el suelo viendo algo en un celular del otro. Parecían entretenidos. La pelirroja se les acercó y les sonrió mencionándoles un par de cosas antes de sentarse. El joven en medio dijo algo que hizo que ambas rieran, este solo negó seriamente.

El de cabellos azules pasó sus brazos por los hombros de ambas y las atrajo protectoramente. La pelirroja rio mientras que la rubia se quejó sonrojada, los tres no parecían pasar desapercibidos del todo por el resto. Mas, tampoco se les acercaban y ellos no parecían no hacer caso a su alrededor

Estaba por preguntarle a Yua sobre ese pequeño grupo cuando el sonido de un micrófono resonó.

Un, dos, tres… ¿Me escuchan todos?—preguntó una voz masculina bastante animada—. Bájale a la música un momento, su anfitrión debe decir algunas palabras… ¡Así que vengan aquí! ¡Vamos! ¡Reúnanse!

Todos sonrieron divertidos y algunas se reían un poco, caminaron algunos apresurados, otros a paso normal. Se dirigían a una puerta de vidrio que se encontraba algo alejada, en realidad eran más de una puerta y toda aquella pared no eran más que ventanales que daban vista hacia el enorme jardín.

Afuera había una gran piscina donde había gente metida y otros solo con los pies dentro. Al frente de esta había sido construido un pequeño escenario, no muy alto, pero lo suficiente para tener que poner una escalera de cuatro gradas. En esta estaba parado un joven castaño con el cabello húmedo y desordenado, tez bronceada y un poco perlada, puede que habría estado en la piscina. Sus ojos esmeraldas brillaban con diversión e iban de un lado al otro observando a cada uno de los que se acomodaba más cerca de él. Su camisa gris estaba abierta, dejando ver su torso con algunas gotas de agua.

Compartía el escenario con el… La DJ que había dejado sus audífonos colgando de su cuello y le había bajado el volumen a la música. Parecía estar conversando de algo divertido con el castaño por como reían, este tomó el micrófono otra vez y con una sonrisa volvió a hablar.

¡Bien! ¡Bien! Ahora que estamos todos aquí, primero es obvio que debemos agradecer a la dueña de esta humilde morada… ¡Gracias, Saaya-chan!

Gritos eufóricos acompañados de aplausos y silbidos, todos en dirección a una pelirroja con bikini coral. Sentada al borde de la piscina con un grupo de chicas, sonreía de lado moviendo su mano de un lado al otro. Restándole importancia.

Y ahora…

El muchacho hablaba sobre el último año de escuela, algunos clubes deportivos y las distintas festividades a lo largo del nuevo año escolar.

—Souma Kukai, es capitán del equipo de futbol, un chico bastante simpático como podrás darte cuenta—explicó su vecina a su lado—. Y también guapo, así que es bastante popular… Es un gran chico, aunque no es amigo-amigo mío—dijo suspirando.

A su alrededor se escucharon risas, el anfitrión parecía jactarse de algo.

— ¡Si aprobaste fue por Utau-chi!—gritó una voz infantil pero le sonó bastante divertida.

Si antes reían, ahora se carcajeaban algunos y otros animaban a quien había dicho eso. Más comentarios al joven en el escenario, este se rascaba la nuca y sonreía nervioso.

La que había gritado era la misma chica que había visto dar saltitos, la del vestido floreado.

—Ella es Yaya, también es bailarina de ballet… pero no se junta con el grupo de afuera, a diferencia de ellas Yaya una agradable y hermosa persona.

Para Amu, aquella muchacha no encajaba con las chicas de afuera, no solo por cómo estaba vestida sino por cómo interactuaba con sus amigos. Los que ahora estaban de pie a su lado, con los que la había visto sentada.

—…bueno, eso es todo chicos. Que tengan un gran inicio de clases y ahora… ¡¿Quién quiere escuchar cantar a mi hermosa novia?!

Todos se abalanzaron pegándose cada vez más al escenario. Gritaban emocionados incitando a una joven rubia a que subiera a cantar. Cabello sujeto en dos moños en lo alto de su cabeza, vestida con unos shorts negros y blusa blanca abierta debido a la parte superior de su bikini negro.

—Ella es…—la reconoció Hinamori.

—Sip… Hoshina Utau—confirmó su antigua kouhai.

La cantante sonreía débilmente y negaba con la cabeza, mirando de tanto en tanto al chico que había propuesto que cantara.

Lo siento, lo siento, discúlpenme por hacer que se ilusionaran… Utau ha estado con faringitis, no podrá cantar hasta dentro de unas semanas más…

Exclamaciones de disgusto. Ahora todos lo abucheaban.

Él joven castaño bajó, algunos de los jóvenes se acercaron a él y rieron juntos.

La música inundó las orejas de la multitud nuevamente, y en grupos comenzaron a bailar, tanto en la piscina como en los alrededores. La DJ que estaba en el pequeño escenario tenía los audífonos puestos nuevamente y comenzaba a hacer mezclas de alguna canción conocida para que el resto gritara emocionado.

—La mayoría de estos chicos son los que pasaras el resto del año. No son malos chicos pero…

— ¡Yua-chan~!—saludó alguien acercándose a ellas.

La pelirroja dueña de la casa, la que el castaño había mencionado antes.

—Por ejemplo… No te recomiendo juntarte con ella tampoco.

No pudo preguntar por qué. Porque la pelirroja se había acercado ya a ellas y sonreía autosuficiente, tal vez esa sonrisa la ayudó a comprender.

Se presentó con Amu con un tono de superioridad y le dejó en claro que ella era la clase de persona que todo lo compraba con dinero. Obviamente no se lo había dicho con esas mismas palabras, pero era fácil de intuir.

La presentó con un par de personas más y en unos segundos ya estaba dentro de un grupo donde no se sentía cómoda. Un grupo muy superficial para su gusto. Estaba casi segura de que su amiga de la infancia pensaba casi lo mismo, mas no parecía encontrar una forma de escapar. Hasta que llegó el castaño del escenario.

—Saaya-chan, permíteme llevarme a este par de linduras por favor—dijo guiñándole un ojo a la joven que las tenía presas.

Cuando estaban lo bastante alejadas del grupo de la piscina. Les soltó los hombros y les sonrió divertido.

—Sé que se hace la antipática, pero es buena persona, solo que uno se tarda en conocerla—explicó de brazos cruzados mirando en la dirección donde esta se encontraba, volteó enseguida a mirar a la pelirrosada—. Sakurai… ¿Ella quién es?

Amu nunca había conocido a una persona tan extrovertida, es decir, su amiga de la infancia le había explicado que no eran amigos pero sí compañeros de clases. Se conocían pero no lo suficiente como para confiar tanto en el otro… Pero el joven la hacía sentir como si de verdad se conocieran de años, le dio la bienvenida aún más animado que el resto de jóvenes con quienes la había presentado.

—Solo dime Kukai, Souma-kun es mi hermano mayor y el siguiente es Souma-sensei, le sigue Souma-chan… Prefiero que me llamen por mi nombre—aclaró con una sonrisa pegajosa—. No sé si terminemos en el mismo salón pero puedes contar conmigo para lo que sea—dijo levantándole un pulgar—. Ahora si me disculpan, he dejado a una novia sola por el tiempo suficiente como para que me extrañe… Y también como para que me la quiten, debo ir a buscarla—explicó serio esto último antes de alejarse volviendo a sonreírles, con una mano alzada, despidiéndose.

Ahora estaba sentada entre la salida al jardín y el gran salón. Junto con algunas de las amigas de Yua y esta misma que no estaban bailando. Parecían estarse llevando bien con Amu y esta parecía adaptarse a ellas también. Todas habían insistido en que las llamara por su primer nombre, la pelirrosada pidió lo mismo desde luego. Kotone era bastante agradable, sí, también tenía puesto algo pegado, pero era más un enterizo de short y strapless. Mifuyu que estaba con pantalones sueltos pero con la parte de arriba del bikini, también agradable y con una sonrisa pegajosa. También habían estado con ella una joven con obvia fascinación por los aliens, llamada Nayuta, pero la habían sacado a bailar. Al igual que a Koyomi, quien le pareció bastante tranquila hasta que su novio vino por ella.

— ¿Amu, quieres quedarte aun?

La pelirrosada se encogió de hombros, no se sentía incómoda.

Acordaron en ese momento que cuando se aburriera, le avisaría para pedir un taxi. Siempre y cuando ambas estuvieran de acuerdo.

—Voy a llamar a mi madre para avisarle, ¿sí?—dijo antes de ponerse de pie, su amiga de la infancia asintió.

—Amu-chan, te recomiendo que vayas por allá—señaló—, sube las escaleras, no se escucha muy fuerte la música… Tiene algo así como paredes a prueba de sonido—comentó Mifuyu con la mano en el mentón.

—Entiendo, gracias.

A paso tranquilo se abrió camino entre los jóvenes hasta llegar a las escaleras, comenzó a preguntarse si de verdad podía subir. Hasta que vio a una pareja bajar.

— ¡Hinamori!—saludó Souma sonriéndole.

Ella también sonrió.

La joven rubia al lado de él la miraba curiosa.

—Utau, ella es Hinamori Amu, va a ser la chica nueva este año—le comentó cuando terminaron de bajar las escaleras.

—E-Es un placer—dijo nerviosa de ver a la idol.

—Por favor, no seas tímida y por favor llámame Utau. No es como si fuera taaan importante…—desestimó en tono serio pero con una ligera sonrisa—. Espero también cooperes conmigo por si alguna vez encuentras a este niño sacándome la vuelta, resulta ser muy coqueto y tiene un graaan historial—agregó cruzándose de brazos, bastante calmada.

—Ay por favor. Ya hemos hablado de eso, Utau—se quejó Kukai con una sonrisa incrédula—. Yo no te engañaría, jamás la engañaría—dijo ahora dirigiéndose a Amu—. Jamás.

—Pero tienes taaaaantas amigas, que cualquiera lo dudaría—refutó poniendo los ojos en blanco aun con un tono serio.

—Te amo a ti, a nadie más, eso cuenta bastante—dijo abrazándola por la cintura y besándola en la mejilla—. Y si estás más tranquila pidiéndole ese favor a la chica nueva también así como al resto, está bien—aceptó mirando a quien solo los había mirado algo sorprendida, habían sido muchas muestras de afecto en directo.

La muchacha asintió insegura antes de que ellos le preguntaran qué hacía ahí. Les contó que iba a hablar con su madre y ellos aseguraron que la música no se escucharía arriba. Así se despidió de ellos antes de subir agradeciéndoles por confirmar el dato.

Buscó el número de su madre en su teléfono y al ponerlo en su oreja comenzó a timbrar.

Midori le preguntó si estaba divirtiéndose, y para sorpresa de ambas Hinamori la respuesta fue afirmativa. No tuvo mucho reparo en aceptar que se quedara a dormir en casa de su amiga de la infancia. Parecían haberlo hablado las dos madres ya y estuvieron de acuerdo en que Hinamori primogénita llamaría para avisarle cuando llegara a su casa.

—Pues no, no he tomado nada pero… creo que el agua está bien. No estoy acostumbrada a tomar alcohol después de todo—respondió a su madre quien le preguntaba cada vez más detalles.

No le mencionó sobre que quedaba lejos o que no era una sencilla y tranquila reunión. Solo le comentaba algunas cosas de las agradables personas que iba conociendo. No mencionaba a lo que sabía no iba a tolerar.

—Sí, se nota que son buenas chicas y-

Sus ojos chocaron con otros, más oscuros e igual de curiosos.

¿Amu-chan? ¿Pasa algo?—preguntó su madre desde el otro lado de la línea.

Volviendo de sus pensamientos y las preguntas formuladas en su cabeza pudo contestarle a su madre. Desestimando que algo la había sorprendido un poco pero estaba bien. La mujer creyó en las palabras y se despidió para poder dejar que se "siguiera divirtiendo".

—Gracias, mamá, nos vemos más tarde—se despidió Amu también antes de oír como su progenitora había colgado.

Se despegó el teléfono de la oreja y miró la pantalla tranquila. Evidente era que no quería volver a cruzar miradas con el joven peli azulado sentado al comienzo de las gradas, que aseguraba ella, daban al tercer piso… Un momento, dónde estoy…

Observó a su alrededor algo confundida antes de recordar haber comenzado a caminar sin rumbo fijo. Se había topado con un par de salas, puertas de vidrio que la separaban del balcón que supuso daba hacia afuera, a la calle. Puertas grandes y ahora… ¿Cómo había llegado ahí? Esa costumbre de caminar mientras hablaba por teléfono era la peor ayuda en ese momento.

Creyó por un momento que las escaleras estaban en esa dirección pero solo iban arriba.

Dio media vuelta y se dispuso a volver por donde había venido, sin prestar atención a la mirada azulina que sentía sobre ella. Y en vez de estar preocupada por la salida, estaba más intrigada por aquellos ojos que al mirarla solo querían alejarla y saber por qué rayos estaba ella ahí.

No entendía como esa misma mirada había estado chispeando al estar con sus dos amigas y a ella la miraba de esa forma. Estaba segura de que así como ella, él se había formulado preguntas, sus ojos le exigían un por qué pero no había tenido el valor de hablarle. Tenía que admitir que sintió que la estaban botando. ¿Acaso no debía estar ahí?

—No deberías estar aquí—habló firme cuando Hinamori había vuelto al lugar donde lo encontró, no había dado con las escaleras al primer piso.

Eso había sido bastante directo, le molestaba de algún modo pero se ahorró sus comentarios.

—L-Lo sé… me equivoqué otra vez…—se defendió seria volviendo a dar vuelta por donde había venido, solo habían dos pasadizos que daban a esas escaleras así que no volvería allí para verle la cara.

Pero para su mala suerte terminó en el primer pasadizo, alejada de él pudo ver como la había descubierto. Se sintió avergonzada, esto nunca le había pasado. Hizo una ligera venia como disculpas y se apresuró a volver por donde había llegado… Volviendo a terminar en el pasadizo conocido, solo que no quiso caminar más para que no le viera el rostro sonrojado de la vergüenza.

Risas se escucharon volteando el pasadizo, donde supuso él seguía sentado. ¿Se estaría riendo de ella?

Sin poder dejar su curiosidad de lado se asomó a mirarlo, de perfil, con las piernas flexionadas y un puño en su cabeza parecía temblar. Su sonrisa se le hizo perceptible y entendió que estaba tratando de no reírse. En vano, claro.

—Ya veo…—dijo levantando el rostro hacia el techo antes de volver a mirarla—. Te has perdido—afirmó con una sonrisa divertida.

Asumía que el color de sus mejillas eran ya de una tonalidad bermellón y no le quedaba más que asentir.

—Soy Hi-Hinamori Amu-u, por cierto—se presentó sin ocurrírsele algo más por hacer, aún estaba apenada por hacer el ridículo delante de su nuevo compañero de escuela.

—Hm…—murmuró mirándola fijamente—…no te había visto en el instituto.

—Pues no, me acabo de mudar y asistiré a su instituto cuando comiencen las clases, una amiga me trajo.

Abrió sus ojos –solo- un poco más de lo que ya estaban abiertos y asintió levemente. Interpretó este gesto como que ya entendía por qué nunca la había visto antes.

— ¿Tú eres…?—se animó a preguntar, algo le decía que si ella no preguntaba él no se lo diría.

El desconocido la miró sin pestañear, ni mostrar ninguna expresión antes de mirar en otra dirección.

—Ya sabes, soy nueva, nadie me ha presentado contigo…

—Tsukiyomi Ikuto.

—Tsukiyomi-san, entonces—tanteó mirándolo apoyar su cabeza en la pared, aún sentado en las gradas.

Ikuto se encogió de hombros cerrando sus ojos.

—Como quieras—dijo restándole importancia.

Se quedaron en silencio y ella miró en todas direcciones, buscando las palabras correctas para no decir algo que la pusiera en vergüenza. Ya había sido suficiente con su ridiculez.

Dispuesta a hablar, porque quería bajar antes de que Yua se preocupara… Se vio interrumpida.

Risas femeninas se escuchaban cada vez más fuertes, venían del tercer piso. El peli azul la miró fijamente unos minutos y dejó escapar un suspiro para ponerse de pie.

Del tercer piso bajaron tres jóvenes. La pelirroja de los brinquitos junto con la rubia del grupo y otra por la que se vio intimidada y no supo si debía saludar o-

— ¿Quién es ella?—habló seria la más baja, pero su voz era dulce, de niña, tierna al igual que su apariencia.

Hinamori no se destacaba por ser alta, no pasaba del metro cincuenta y siete u ocho. Pero no creyó conocer a alguien más baja y que la intimidara tanto solo con su mirada. Sus cabellos ondulados eran largos, a la altura de su cintura y el flequillo en su frente era lo que le daba un toque dulce. Sujetos en una cola alta se veían pomposos pero sedosos, se preguntó por la marca del shampoo. Tez clara. Grandes ojos caramelo y rostro redondo. Vestía una blusa blanca de hombros descubiertos y mangas largas, casi transparente, por lo que notaba el polo de tirantes delgados, también blanco, debajo de la blusa. Unos shorts de jean gastados, con bolsillos más grandes que el largo de este. Sencillas sandalias negras sin mucho taco, casi planas, así que su estatura tal vez llegara al metro cincuenta.

Aun siendo pequeña, su cuerpo se veía bien proporcionado, supo que algunas personas nacían para tener el cuerpo que tenían. Ojalá ella tuviera más busto por ejemplo, o sus piernas fueran más torneadas, no eran tan flacuchas pero un poco más de forma le hubiese gustado.

Quien bailaba ballet era un poco más alta que ella, apostaba por un metro sesenta. Delgada y con rostro de muñeca, al igual que las bailarinas de la entrada, pero ella se veía real. Cabello rojizo, más anaranjado, y de ojos pardos.

— ¡Ah!—exclamó la bailarina, parecía algo exagerada o tal vez muy entusiasta—. Tú debes ser Hinamori… ¿a que sí?—preguntó con el mismo tono de voz infantil, cada vez contrastando más con las otras bailarinas.

—Eh… s-sí.

—Ah. Ya recuerdo. Kukai te mencionó—comentó la joven intimidante, contrastando su tono con los de las más bajas, ella se escuchaba como una señorita delicada y refinada.

La otra joven era alta, bastante, casi del mismo tamaño que Ikuto y Kukai, puede que este último llegara al metro ochenta, ochenta y cinco o un poco más. Ella estaba debajo por pocos centímetros. Parecía una modelo por sus largos piernas y el porte que la dejaba sin habla. Sus largos cabellos azules violáceos, caían de un lado de su hombro. Ojos caramelo también, pero tenían algo que capturaba tu vista. Su piel era un tono más oscura, pero solo un poco. Sus facciones eran atléticas por lo que el rostro era perfilado. No tenía mucho busto, pero aseguraba que más que ella. Cintura marcada y caderas envidiables. Tenía puesto un polo sencillo de mangas cortas, jeans celestes rotos y gastados, pero entallados. Converse negras de pasadores de distinto color… Ah sí. Se había pasado el hecho de que se veía diferente sin los audífonos que había usado al mezclar la música. Sí. Ella era la DJ que creyó seguía en el primer piso.

—Dijo que acabas de mudarte, cursarías con nosotros el último año y… no dejó de repetir que tus cabellos eran rosados… Ahora que los veo, me hacen recordar a las flores de cerezo—agregó riendo un poco, risa agraciada y que la hizo sonrojar—. Él dijo que te veías… exótica—comentó sonriendo amablemente.

Con toda su heterosexualidad, tenía que admitir que esa chica era bellísima.

— ¿Kukai dijo eso?—habló de pronto el peli azulado.

—Ya lo conoces—habló la pelirroja, su voz se escuchaba bastante infantil—. Es un coqueto sin remedio, todos lo sabemos.

La más alta asintió con una sonrisa.

— ¿Delante de Utau?

—Pues sí, pero a Utau-chan parece también agradarle Hinamori-san…

Se quedó callado mirando en otra dirección.

— ¿Y que hace aquí?—preguntó tenaz la más baja mirando a la pelirrosada.

El único hombro soltó una risa seca.

—Se perdió.

La rubia se mordió el labio inferior y miró en otra dirección. Aguantando la risa.

— ¿Y no la ayudaste a llegar abajo?—preguntó la hermosa mujer mirándolo—. ¿Qué clase de caballero eres?

—Nunca he dicho que lo sea.

—Deberías si quieres captar-

—Ya que han bajado, puedes dignarte a agradecer e irte a tu puesto. De paso que te llevas a nuestra nueva compañera de clases—interrumpió tomando a la pequeña rubia por los hombros y atraerla hacia él, de forma protectora y (casi) posesiva.

—Como tú digas, Ikuto-kun—dijo sonriendo coqueta antes de enseñarle la lengua, se giró hacia Amu y esta supo que debía seguirla—. Vamos, ellos bajaran después.

Asintió sin tener mucho que agregar, asintió con la cabeza cuando se alejaba de los tres.

— ¡Por cierto!—gritó la más infantil—. ¡Soy Yuiki Yaya! ¡Llámame Yaya! ¿¡Siii!?

Se animó a contestarle entonces, sonriendo por entender que de verdad era diferente a sus compañeras de baile.

— ¡Amu! ¡Llámame Amu!—respondió alzando su brazo, ya estaban al final del pasadizo.

— ¡Okay~! ¡Amu-chiii~!

Rio divertida mientras la veía agitar las manos, el otro par parecía ignorarla y hablar de algo entre ellos. Voltearon en una esquina y la perdió de vista. Aun sonriendo siguió a la joven a su lado.

—Soy Fujisaki Nadeshiko… Me olvidé de presentarme—dijo sonriéndole—. ¿Acabas de mudarte?

—S-Sí—respondió asintiendo—. Recién hoy…

— ¿En dónde vivías?

—En la otra parte de Osaka… En Kita—recordó melancólica.

—Eh… Es decir que, no estás acostumbrada a estas fiestas…

—No realmente—admitió cerrando ligeramente los ojos—, pero son entretenidas, creo.

—Sí, bueno, estas fiestas en casa de Saaya-chan nunca se salen de control así que están bien… Ikuto y yo solemos ir a Tokio por vacaciones y… hemos ido a algunas más movidas—le contó asintiendo, balanceó su cabeza un poco antes de mirarla—. Estas son mejores, no tan locas ni aburridas…—siguió hablando, con un tono bastante neutro—. También he estado por Kita, hay una avenida repleta de árboles de cerezos.

— ¡Sí!—afirmó emocionada de poder hablar de la ciudad que la vio crecer—. Iba todas las tardes después de clases con mis amigos, en cada primavera…

—Debe estar siendo duro, mudarte… Pareces haber vivido mucho tiempo allá.

—Bastantes años, casi toda mi vida.

—Es bastante—concordó deteniéndose, la miró fijamente y luego puso una mano en su hombro—. Kukai debe de haberte dicho algo parecido pero… Puedes contar conmigo para lo que sea también. Me gusta escuchar y sé guardar secretos—dijo guiñándole un ojo.

—G-Gracias… Puedo… ¿decirte Nadeshko?

Asintió ésta varias veces.

—Aunque, mis amigos me llaman Nadi, si quieres puedes decirme así, Amu-chan—sugirió sonriente.

Bajaron al fin y se dio cuenta de que Yua estaba al comienzo de las escaleras, la miraba algo sorprendida.

—Amu… chan… te estaba buscando—le habló insegura al principio, mirando a Fujisaki extrañada.

—Hola, Sakurai-san—saludó cortésmente—. Amu-chan se perdió arriba y me topé con ella…—explicó mirando a la pelirrosada con ojos curiosos—… ¿de dónde se conocen?

—Somos amigas de la infancia—dijeron ambas al mismo tiempo, se miraron y sonrieron.

—Amu-chan era como mi senpai

La más alta dejó una perfecta "o" formada con sus labios.

Se disculpó entonces, su mezcla se iba a acabar y debía hacer que todos bailaran unas horas más. Se despidió de ambas antes de dirigirse afuera.

—Ya me estaba preocupando, lo peor es que no tengo tu número…

Intercambiaron entonces números entre risas.

— ¿Y qué hiciste arriba tanto tiempo?

—Pues, conocí a un par de chicos… Bueno, Nadi… Tsukiyomi-san y Yaya, hubo otra chica pero-

— ¿Tsukiyomi-san?—preguntó interrumpiendo—. ¿Ikuto?

—Eto… sí. Él mismo. No sabía que era tu amigo—agregó sonriendo algo curiosa.

La cobriza frunció los labios y negó con la cabeza.

—Yo no diría amigos, pero lo conozco desde hace mucho.

—Entiendo…

— ¿Verdad que Yaya-chan es genial?—quiso saber, sonriente.

Asintió Hinamori.

—La otra chica, seguro es Mashiro, no es muy agradable, no nos llevamos bien…

—Parecía complicada.

—Lo es, no sé cómo puede ser mejor amiga de Yaya-chan y Kukai… Es difícil.

Las horas siguieron pasando y en un momento Amu fue arrastrada a bailar. No sabía hacerlo bien y sus nuevas amistades la ayudaron, jamás creyó que pudiera coordinar sus pies pero Yua parecía una buena maestra. Cuando ambas no pudieron más decidieron llamar un taxi. La pelirrosada se había ofrecido a hacerlo así que estaba en la espera de este… mientras que Sakurai no aparecía por ningún lado, solo quedaba una del grupo de sus amigas, pero ni esta supo dar respuesta.

Pensó que tal vez debía de hacer ella una llamada y había subido al segundo piso. La llamó, pero no contestó.

Se animó a subir ella misma entonces.

—No te lo puedo creer.

— ¿Yua?—llamó Amu, creyendo que su amiga estaba cerca, pero no obtuvo respuesta.

Hubiese llamado de nuevo pero-

— ¡Es que eres un IMBÉCIL! ¿CÓMO NO HACES NADA POR NOSOTROS?

De pie, en las escaleras, la escuchaba, pero sabía que no hablaba con ella. ¿Con quién hablaba?

—Y tú una arrastrada, ¿crees que funcionará? ¿Qué seremos felices ambos?

Creyó reconocer aquella voz, pero no estaba segura… ¿Era quien ella creía que era?

—LO HUBIÉSEMOS SIDO, HUBIÉSEMOS SIDO FE-LI-CES, SI TÚ PONÍAS DE TU PARTE. IDIOTA.

—Ahh… ¿Yo soy el IDIOTA? ¿SEGURA?

— ¿Sabes algo, Ikuto?

Hinamori sintió sus ojos abrirse más de lo normal.

—Sigue viviendo así, nunca lograrás…—su voz se escuchaba cortada—… nada—dijo entre sollozos—. P-Porque no… No eres capaz… N-Nunca serás capaz… D-de luchar por lo que quieres… Eres un miserable que solo piensa en sí mismo—terminó de decir antes de escucharla bajar las escaleras y encontrarse con su amiga de la infancia—. Amu-chan…—la nombró en susurros.

—E-El taxi llegó…—se limitó a decir sin entender la situación.

—V-Vámonos, por favor—pidió tomándola de la mano.

Ambas salieron y se dirigieron a la entrada, las bailarinas yacían echadas en el pasto y un auto blanco esperaba en la entrada. Subieron a este y se quedaron en silencio rumbo a casa de los Sakurai. Esta última llorando en silencio y la otra amiga con muchas dudas en la cabeza. ¿Ikuto y Yua?

Hinamori Amu, diecisiete años de edad, a punto de comenzar una nueva vida escolar fuera de la ciudad que la vio nacer. Vida escolar que espera no se llene de dramas innecesarios.


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Attn. Kiriha-chan

N/a: En realidad, siempre he querido probar con estos dos teniendo casi la misma edad y siendo compañeros en la misma escuela, así que queda esta idea planteada también. A comparación de Clases, que acabo de colgar unas horas atrás, esta idea ya tiene casi todos los capítulos Voy diecisiete hasta ahora xD Espero les haya gustado tanto como a mí, porque no saben el drama que les espera. Triángulos amorosos y por supuesto Amuto :3 Mañana es el último día del año, qué nervios. Espero tengan un lindo Fin de Año. ¡Apapachos!