Aunque hay muchas mujeres importantes en mi vida,

quisiera dedicar este simple capítulo a Daniela

"El éxito en la vida no consiste en hacer lo que se quiere, si no en querer lo que se hace"

PREFACIO

No me importó que fuera tan pequeña, tan inocente… tan pura. Me la devoraría sin interesarme las consecuencias que podría traer en el futuro. Nunca jamás nada me había parecido tan apetitoso como la sangre de aquella niña cuya infantil mente me parecía un verdadero misterio.

-Edward no lo hagas- Me dijo Jasper

-ESME LLÉVATE A LA NIÑA. JASPER Y YO NOS ENCARGAREMOS DE ÉL- Gritó Carlisle mientras me inmovilizaba con sus brazos que parecían tener una fuerza inhumana - Eres fuerte Edward, lo eres… tienes que serlo

-POR DIOS CARLISLE- Escuché a lo lejos la voz de Rosalie- Haz creado a una bestia

Las palabras de Rosalie me llegaron como un balde gigante de agua fría golpeándome la cabeza… Ella tenía razón: Estaba convertido en un monstruo

Capítulo Uno

CHICAGO, ILLINOIS 1918

-Edward, te he dicho que no fumes esa cosa cuando tu hijo esté presente ¿No ves que esa fetidez sobrepasa lo insoportable?

No era necesario ser un psicólogo para decir que mi madre estaba exasperada cuando vio que mi padre encendía su quinto cigarrillo del día. En particular, a mi ese olor no me desagradaba en absoluto, es más, se podría decir que hasta me daba lo mismo. Pero, para ser sinceros, empezaba a sospechar que mi madre solo me mencionaba en esa pequeña discusión en aras de continuar para crearle algún sentido de "Conciencia" a su esposo. Aunque, claro está, era bien sabido por mi padre y por mí que con esa táctica no conseguiría nada, pero aún así no quería exasperarla más con echar a perder sus ilusiones, por lo que decidí seguir inmerso en la lectura de un afiche que un soldado me había entregado en la calle

-Vamos querida, no hay estudios científicos que digan que el tabaco hace daño- Replicó mi padre defendiéndose

-No es necesario hacer estudios científicos para saber que esa cosa es dañina, Edward… ¡Hasta su mismo olor lo indica!

Touché! Madre tenía razón esta vez. Aunque, personalmente, tenía que darle algo de crédito a esa "porquería", como ella solía nombrar al tabaco, puesto que era muy eficaz a la hora de calmar mis nervios totalmente ¿Cómo sabía eso? La respuesta era muy simple: Emmett McCarty, hijo de un bancario en Tennessee, lo conocí en mi primer año de internado en Eton, fuimos compañeros de dormitorio, y a pesar de su humor tan picante, logramos congeniar exitosamente. Supongo que lo que más me agradaba de Emmett era su franqueza, franqueza que le costaba más de un castigo en Eton. A pesar de que muchos compañeros se alejaban y burlaban de él dado a su reputación de "Manzana podrida". No podía evitar agradecerle por todo lo que me había enseñado, cómo por ejemplo: dar un buen gancho con la izquierda… Básicamente se podría deducir que: lo que no me habían enseñado la escuela, me lo había enseñado Emmett.

Pero Emmett no era mi único amigo en Eton… Jasper Hale era lo contrario a Emmett, muy reservado y poco amigo de las reuniones que solían hacer nuestros compañeros, al parecer no le gustaba mucho estar con demasiada gente. Muchos lo tacharon de "Antisocial", y reconozco que hasta yo lo creí así por mucho tiempo, hasta que Emmett simpatizó con él, y finalmente los tres formamos una amistad infalible. Jasper era hijo de un doctor muy conocido y querido en Chicago: Carlisle Cullen, corrían los rumores que la hermana de su bella y joven esposa había muerto, dejando desamparados a sus dos hijos, y cómo éstos eran muy pequeños el doctor Carlisle y su mujer no habían dudado en adoptarlos. La hermana de Jasper era la tentación de nuestro querido compañero Emmett, se llamaba Rosalie y era el sueño de todo hombre: delicada, femenina, inteligente y hermosa… Aunque demasiado frívola para mí.

-Edward Anthony Masen ¿Podrías prestarme atención?- Mamá me había sacado de mis pensamientos bruscamente, algo habitual en ella- Hace meses que tu padre y yo no te vemos ni la punta de la nariz y ahora que tienes la oportunidad de compartir con nosotros estás leyendo ese ridículo papel

Mi madre me lo quitó de las manos mucho más exasperada de lo que ya estaba, mientras arrugaba el afiche y lo tiraba al fuego de la chimenea.

-Dios mío, lo único que falta ahora es que quieras ir a esa estúpida guerra- Refunfuñó indignada mientras mi padre empezaba a encender otro cigarrillo y empezaba a leer el periódico.

-Dentro de poco seré mayor de edad ¿Por qué no puedo ir?- Pregunté mientras observaba el afiche que estaba haciéndose cenizas. Una de las cosas que Emmett y yo le envidiábamos a Jasper era que su padre le había dado autorización de enlistarse en el ejército- Jasper tiene autorización del Doctor Cullen y tiene la misma capacidad física que yo. No veo el motivo por el cual yo no pueda ir también, madre

-Ya hemos hablado este asunto antes Edward- Habló mi padre por primera vez- Cuando cumplas los dieciocho.

-PERO YA NO HABRÁ GUERRA- Exclamé indignado

-Entonces no será necesario que vayas- Dijo sonriendo mientras tomaba su periódico y empezaba a leer- "El 30 de marzo de 1918, se informó en Haskell, Kansas, sobre el surgimiento de dieciocho casos de influenza de tipo grave, de los que resultaron tres muertes." Supongo que esta es la gripe española de la que todos hablan

-Escuché el rumor de que muchos soldados jóvenes están muriendo gracias a esa gripe- Dijo mi madre mientras se ponía al lado de su marido y empezaba a leer con él el periódico, dejándome a mí absorto en mi propia amargura.

Michael Newton se pavoneaba porque su padre le había dado autorización para ir enrolarse al ejército, y todos los idiotas de mis compañeros habían empezado a tratarle como un héroe ¿Por qué no me podía pasar lo mismo? Tenía mucho más cerebro que ese payaso con complejo de semidiós y hasta le había dejado inconsciente dos semanas atrás con la ayuda de Emmett, cuando había intentado propasarse con la hermana de Jasper… ¡Va! Al menos golpear a Newton fue un magnífico recuerdo dotado de hermosura y arte de nuestros últimos días de internado. Hace unas semanas atrás los directores y sostenedores de la escuela decidieron que lo mejor para nosotros era estar con nuestras familias dado que en la ciudad ya habían tres muertos por causa de la famosa "Gripe española".

-Creo que están exagerando- Dije incorporándome- cuando las noticias de la gripe acaben, mis profesores nos harán trapujos estudiando y si no muero en guerra, moriré en manos de los maestros por estrés y si no muero de estrés moriré de gripe española y si moriré de todas formas ¿Por qué mejor no me mandan a la guerra? Al menos moriré heroicamente y habrán escuelas que llevarán mi nombre.

-¿Por qué mejor en vez de pensar en morir piensas en lo que harás con tu futuro?- Me preguntó mi padre ¡Ya sabía a lo que nos llevaría esa conversación!

Mi padre se había empeñado en traspasarme su amor por las leyes y el derecho desde que tenía ocho años. Lo cierto es nunca me interesó en absoluto tener que hacer tratos con gente cuya inocencia era nula. No sé como mi padre tenía agallas para defender a comerciantes y hombres de negocios de los cuales yo dudaba absolutamente. Edward Masen, mi padre, era un prestigioso abogado, mucha gente lo estimaba, pero tenía un gran defecto: tenía la sangre demasiado fría como para librar de las rejas a la gente equivocada ¿Cómo es que lo sabía? Aún no tengo una respuesta clara para eso, solo sé que siempre logro sentir de algún modo lo que la gente piensa… no es que sea algo así como un adivino o un tecnópata, tal vez solo nací siendo demasiado intuitivo y eso es todo. Mi padre siempre dice que esa intuición la heredé de mi madre, supongo que al igual que los rasgos físicos, los humanos también pueden heredar ciertas características psicológicas.

-¿Sabes que los Weber darán un baile la próxima semana?- Anunció mi madre cambiando el sentido de la conversación que apenas se había iniciado, al parecer ya sabía que una gran pelea se libraría si seguíamos hablando sobre el sueño de papá por hacerme abogado. Aunque, siendo sinceros, el punto que mamá había tocado tampoco me agradaba, pues sabía perfectamente hacia donde se dirigía: MATRIMONIO

-Supe que su hija mayor celebrará los 16 años… ¿Felicity?

-Si, querido ¡Si supieras lo hermosa que es! ¡Y que chica más encantadora! Seguramente su hermanita menor: Angela, será igual de bella cuando sea mayor… Edward, tal vez deberías considerar ir, nos invitaron

-No puedo- Dije inmediatamente, intentando no parecer demasiado ansioso por escapar de la situación- Emmett llegará entre la tarde de hoy o en la mañana del día de mañana, lo siento

-¡No veo cual es el problema! Si el señor McCarty quiere ir, que nos acompañe- Dijo mi madre como si fuera algo natural invitar a alguien a la casa de otra persona sin pedir el permiso previo - Estoy segura que la señora McCarty encontrará encantadora la idea, sin contar de que le comenté a la señora Weber sobre nuestro invitado y esta maravillada que un compañero tuyo nos acompañe al baile.

Perfecto, como dice elegantemente mi amigo Emmett "Estoy cagado"

-El no irá a ninguna parte si Jasper no va- Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana… Y Jasper era una bien amplia, puesto que nunca iba a esos eventos, al igual que su familia.

La verdad es que siempre pensé que los Cullen ocultaban un secreto, algo realmente oscuro, pero sin embargo no malévolo. Pero por respeto a mi amigo, decidí desistir con querer llevar una investigación minuciosa. A demás que admiraba mucho al doctor Cullen, era una persona como pocas, y siempre atendía a todo el mundo por igual, sin importar si fueran de alta clase o no… ¡A eso le llamaba tener sentido de conciencia, dignidad y respeto por la vida humana! Tengo que decir que, aunque deseo con todas mis fuerzas no decepcionar a mi padre y admiro su trabajo, no puedo evitar que la vida de servicio que lleva el Dr. Cullen me sea aún más atractiva y llevadera.

-Pues hoy hablé con la señora Cullen y su encantadora Rosalie cuando esperaban que el doctor Cullen saliera de su jornada… ¡Pobrecitas, se veían tan aburridas esperando! Así que les propuse tomar un café en "Diken's". Aceptaron gustosas, por supuesto, y me comentaron que irían al baile y que esperaban que tú animaras a Jasper para que tuviera un poco más de entusiasmo… ¡Ese chico! Está bien querer estudiar, pero también es necesario distraerse un poco, en especial cuando se tiene su edad…

Mientras mi madre seguía hablando de lo importante que era divertirse sanamente a nuestra edad, corregí mentalmente lo que había pensado con anterioridad… Tal vez "estoy cagado" no lograba abarcar toda la situación en la que me veía inmerso, seguramente la definición "Estoy requetecontra Cagado" era algo que se acerca más a mi realidad.

-…Y cuando hay tantas hermosas señoritas dispuestas a entregarse a hombrecitos tan bien educados como ustedes…¡Y los nietos! Edward querido ¿Te imaginas cómo saldrían nuestros nietos? Mientras uno no saque el carácter de mil demonios de nuestro Eddie…

Si Emmett estuviera acá se reiría de mí hasta que la muerte me llevase al infierno ¿En que estaba pensando mi madre? ¿Qué me casaría con la primera señorita encantadora y bien formada que se me apareciera?

La verdad, es que no tenía opción de desechar la posibilidad de un matrimonio forzado, es más, ya era cuestión de tiempo que mi madre decidiera que había llegado mi hora de sentar cabeza y le ordenase a mi padre que invitase a nuestra casa a las hijas de sus colegas. Por alguna razón, ya podía imaginar a mi futura mujer: bella, callada, educada para servirme sin rechistar, perfectamente instruida para llevar una casa, con la mirada siempre pacífica, dispuesta a entregarse a mi las veces que yo lo dijese, y con su organismo preparado y fertilizado para darme todo los hijos que quiera. Me imaginaba llegando a casa, después de un juicio que seguramente perdería, me recibirían en el umbral de mi frío hogar cinco o seis niños cuyas facciones serán parecidas a las mías combinadas con algunos rasgos de su madre, y finalmente desahogaré mi frustración en la cama, con mi mujer, cuyo rostro será solo eso para mi: un rostro con un nombre.

Casarnos adecuadamente, prosperar y ser exitosos sin importar el medio ni el precio era una regla que estaba aplicada para todos y cada uno de los estudiantes de Eton. Emmett y Jasper lo sabían tan bien como yo, solo que a Jasper parecía no importarle, pero Emmett desahogaba su frustración en la casa de "Madame Julie", lugar al que nos había invitado innumerables veces a Jasper y a mí. Un día, Jasp se resignó y obedeció a nuestro compañero cuando vio a una de las trabajadoras del lugar, era bastante atractiva y exuberante, lo recuerdo bien porque era la favorita de Emmett. Fue en ese mismo día que habían encontrado a la pobre muchacha muerta, los doctores habían dicho que había sido un desangramiento al caerse sobre unas rocas cerca del río, seguramente la corriente se había llevado toda su sangre. El pobre de Jasper quedó tan afectado que no volvió a pisar la casa de Madame Julié. Pero eso no quitó el hecho que Emmett fuera cada vez que la oportunidad se presentara.

-Creo que eso es decisión de Edward, querida. No podemos forzarle a que encuentre una novia de buenas a primeras cuando apenas está por terminar la escuela- Opinó mi padre- Sin embargo, estoy seguro de que mi hijo sacó mis genes, por lo tanto no dejará que la Srta. Weber se quede decepcionada por no verle en la celebración de su cumpleaños ¿Verdad, Edward?

Felicity Weber era una de las pocas señoritas dentro de la alta sociedad de Chicago que había logrado impactarme en cierto grado. Era muy gentil, bella, bien educada, un poco tímida hasta el punto de sólo hablar lo justo y necesario… en resumidas cuentas, poseía las características de la esposa ideal. Aunque, si bien era cierto, entre ella y yo no había esa especie de camaradería o complicidad que mis padres tenían. Con Felicity dejaba de ser yo, estaba obligado a tomar una actitud que no era la mía, era como si estuviera usando una careta que llegaba a ser pesada cuando la llevaba puesta por demasiado tiempo. Sin embargo, si me hubieran hecho escoger a una esposa, supongo que Felicity hubiese sido mi primera opción.

-No te preocupes madre, iré- Dije finalmente, completa y angustiosamente resignado, sin ánimos de preocuparme o de mostrarme interesado en lo más mínimo- Apenas llegue Emmett, le pediré que me acompañe a buscar un presente adecuado para la Srta. Weber.

-Magnífico, Edward. Estoy segura de que esa jovencita ansía verte ¡Pero que muchacha más agradable! Es la dama perfecta para ti, hijo… si tal vez le pusieras más entusiasmo a tu cortejo…

-Nadie habló nada de cortejos, madre

-Pues tendrías que ser más astuto, querido ¿No te das cuenta que chicas así de ideales casi no quedan en Chicago? A menos… - Mamá me miró con cara de consecuencias- …claro está, que prefieras salir con la hija mayor de la señora Stanley- Eso hizo que mi padre se riera con ganas.

-Eso pasará cuando mi hijo y sucesor decida suicidarse- Dijo, aún riéndose entre dientes. Cada vez que mi padre tenía esa extraña actitud tan poco decorosa y tan poco habitual en él, era porque le desagradaba de verdad la persona de quién se estaba hablando- No me sorprendería que su hija menor, Jenifer, fuera igual que su madre y su hermana.

-Es Jessica- Corrigió mi madre, quién pareciera que se hubiese estado mordiendo la lengua para no opinar sobre el tema.

Las mujeres Stanley nunca habían sido del agrado de mis padres, para ellos, el peor castigo que podrían brindarles era que yo, su único hijo, decidiera casarme con Virginia o con Jessica.

-Bueno- Dijo mamá guardando sus bordados en una caja de madera, para después entregársela a Sophie, su criada personal, quien la recibía con mucho cuidado y se retiraba para guardarla- Gracias Sophie… Por favor, caballeros, no quiero que se me quite el apetito antes de que la cena empiece, por lo tanto les suplico que no se hable más del tema, aún hay damas hermosas, casaderas y de excelentes familias, así que no pensemos en desgracias antes de tiempo que ya tenemos suficientes con esa estúpida guerra, que a demás se le ha sumado la gripe española.

Era un hecho, mamá ya estaba a un paso de darle la bienvenida a su mal humor. Papá fue lo bastante astuto como para dejar de fumar por un instante, algo bastante listo de su parte sin duda.

&

Era una tarde agradable, mi madre me había pedido que tocara el piano para ella mientras bordaba tranquilamente y mi padre la observaba con devoción, obligándome a preguntarme a mí mismo si algún día podría llegar a mirar a una mujer de la misma manera en que mi padre miraba a mi madre. Hasta que después de cuarenta y cinco minutos, en los cuales mis dedos exigían un descanso, llegó Sophie.

-El señor McCarty ha llegado- Anunció

Solo hicieron falta esas palabras para que mis padres y yo corriéramos a recibir a mi amigo, que parecía que hubiese crecido cuatro centímetros más desde la última vez que le vi. Mamá no espero que Emmett le saludara y le abrazó como si estuviera recibiendo a un hijo que hubiese estado en Guerra.

-Señor. McCarty ¡Qué alegría verlo! Lo esperábamos para mañana ¿Por qué no nos telegrafió? Mi hijo y Edward hubieran ido a buscarle a la estación.

A pesar del humor tan escandaloso de Emmett, mi madre y padre le habían tomado un gran afecto, y le estarían eternamente agradecidos por brindarme una amistad tan sincera como la que Jasper me brindaba.

-Lo siento señora Masen, pero quise impresionar como siempre con mi llegada triunfal, solo espero que mi venida hasta acá no haya sido en vano ¡Señor Masen! ¿Cómo le va?- Saludó a mi padre quitándose el sombrero en señal de respeto para después entregárselo a una de las criadas- Recuerde que me prometió que compartiría esos magníficos abanos conmigo y que sé de muy buenas fuentes que ha fumado sin cesar... Aunque si decide darme a su hermosa y muy bien dotada mujercita, créame que no me molestaría en absoluto.

-¡Señor McCarty!- Gimió mi madre horrorizada mientras le tiraba las orejas- ¿Qué modales son esos? No me obligue a hacerle dormir en la calle… Aunque, pensándolo bien, tal vez un poco de aire fresco le haga bien

-Pero señora Masen, digo la pura y santa verdad ¡Usted está soberbia!…- Se defendió Emmett- Las mujeres de su edad son unas viejas frígidas que tienen unas cosas caídas y que más ensima tienen el descaro de llamarlas…

-Entendemos tu punto perfectamente- Interrumpió mi padre intentando contener la risa- Bienvenido, muchacho

Le saludó con un abrazo, al que mi amigo respondió con entusiasmo, tanto que por poco hace que mi padre se quedara con la columna vertebral hecha trizas.

-¡Eddie, compañero!

Emmett se abalanzó sobre mí mientras me pegaba palmadas en la espalda

-Mi Eddie… Si tiene hasta la misma cara de idiota virgen con la que le vi la última vez en Eton… Pero créame señor Masen que si su hijo no cambia esa cara de mierda virginal es por voluntad propia- Dijo alzando la voz indignado- ¡No sabe de las veces que le he invitado a la casa de Madame Julié para que pueda desatarse con una prostituta! ¡Y bastante voluptuosa que era la muchacha!- Hizo una pausa, alzando la mano e indicando el volumen del pecho de la muchacha que había mencionado, para luego dirigirse a mí- A todo esto Ed ¿Por qué no quisiste desvirginarte con Laura?

Hablar sobre mi vida sexual al frente de mi madre no era algo que me produjera mucho placer. No obstante, ella se veía bastante divertida con toda esa situación, al igual que mi padre quién solo sonreía negando con la cabeza.

-No me digas que es porque quieres esperar hasta el matrimonio…- Dijo Emmett como si hubiera acertado a una predicción mientras llegábamos a la sala y se sentaba en el sillón- ¡Siempre tan romántico mi Eddie!...

-¡Señor McCarty!- Mi madre ya estaba empezando a impacientarse- Por favor, compórtese como el respetable caballero que sin ninguna duda sé que es y pórtese bien.

-Créeme que ahora mismo estoy tentado de amarrarte en un árbol y…- Empecé a decir

-¿Quieres decirme que quieres amarrarme a un árbol porque quieres amarme?- Si Emmett parecía enfermo con la idea, yo estaba peor- Lo siento, pero soy de una sola calle ¡No me digas que…! ¡NO! EDDIE NO ME HAGAS ESTO, PUEDES SER TAN MACHO COMO YO, SOLO ES CUESTION DE PRÁCTICA, MAÑANA MISMO TE VOY A AREGLAR… Digo, yo no te voy a arreglar- puedes quedar peor- sino Rosalie Hale… Ella te arreglará, te la presto con el dolor de mi alma, pero estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio con tal de que vuelvas a ser tú… a todo esto… ¿Desde cuando empezaste a sentir la necesidad de amarrarme a un árbol?

Mi padre no ayudaba en nada, estaba prácticamente en el suelo partiéndose de la risa mientras mamá cerraba los ojos y ladeaba la cabeza de un lado para otros.

-Iba a decir que quería amarrarte a un árbol para esperar que te disecases y venderte como charqui (Carne cocida a la luz del sol) a sud América… Estoy seguro de que así serías más útil que ahora

Emmett pareció procesar las palabras mientras se quedaba quieto un momento. Para ser sinceros, a Emmett nunca se le dio bien en pensar mucho ¿Cómo es que le iba tan bien en la escuela? Eso era un verdadero misterio para todos, muchos decían que hacía trampa, pero con Jasper sabíamos que no era verdad; Emmett era demasiado honesto como para hacer ese tipo de actos.

-¿Entonces no se te hunde la canoa?

-Por supuesto que no- Dije totalmente convencido.

-¿Entonces es cierto que te gusta la Srta. Weber?- Me preguntó de pronto, de una manera bastante atípica en él. Hubiese jurado que estaba bastante serio, algo completamente anormal si estábamos hablando de Emmett McCarty. Era como si repentinamente se hubiera dado cuenta de algo sumamente importante.

Si había alguien que me conocía bastante bien, ese alguien era Emmett. Él sabía perfectamente la opinión que tenía sobre el matrimonio… esa unión creada única y exclusivamente para incrementar los intereses monetarios de cada familia. Ambos discutíamos esos temas con Jasper, quién al parecer estaba bastante resignado a pasar el resto de su vida con una extraña solo para mantener el honor y la abundancia de su familia… pero no era lo mismo ni para Emmett ni para mí. Emmett liberaba esa tensión haciendo deportes o simplemente yendo a esos bares de mala muerte, en cambio yo… me quedaba en mi cuarto intentando responder las mil y una preguntas que se me venían a la cabeza.

Un silencio inundó la habitación. Esta vez mi madre y padre se quedaron como dos estatuas vivientes, completamente expectantes a mi respuesta.

-¿Quién dice eso?- Inquirió mamá al fin, rompiendo la quietud y el ambiente tenso de la situación. Estaba seguro de que en esos momentos, la más feliz con este asunto era ella.

-Jhon March

Jhon March era uno de los que más detestaba Michael Newton. Estoy seguro que si se pudiese vender el alma para hacerle la vida imposible a Mike, Jhon sería el primero en venderla con tal de verle desgraciado.

-March está feliz porque corren los rumores de que Felicity Weber te corresponde, Edward ¿Qué harás?

¡Vaya conversación de bienvenida! ¿Cómo decirles que el posible interés que Felicity Weber me profesaba me era completamente indiferente? Sabía que algún día llegaría el momento en que al fin tuviera que formar mi propia familia ¿Qué podía hacer con eso? ¿Qué debía decir?

-Señor y señora Masen, señoritos… La cena está servida- Anunció Sophie

Respiré hondamente, mientras Emmett volvía a la normalidad y abrazaba a la pobre mujer que no sabía como sacárselo de ensima. Eso pareció divertir a mis padres, lo que sirvió para cambiar el tema completamente.

La cena transcurrió sin grandes novedades, Emmett y sus ocurrencias lograron que en más de una ocasión mi madre se levantara y le tirara de las orejas, compadeciendo a la pobre futura señora McCarty, si es que hubiera una posibilidad de que mi compañero lograra al fin sentar cabeza.

-Ah no. No señor- Dijo Emmett alzando la voz- El día en que me casarán, será el día en que el infierno se congele, los gatos besen a los ratones, los perros se apareen con los murciélagos y que los vampiros dejen de beber sangre humana.

-¡Eso!- Exclamó mi padre sonriendo y golpeando la mesa mientras mi madre le miraba suplicante para que recobrara la cordura.

-Si Emmett… Vampiros bebiendo sangre de animales "Señor Vampiro ¿Desea sangre de cordero, ciervo o vacas? También está nuestra especialidad: Sangre de oso pardo" – Dije fingiendo que era un garzón atendiendo a un vampiro

-¡Señorito!- Exclamó Sophie

-Edward te he dicho que no bromees con eso, bastante tengo con las leyendas de Bill Black- me regañó mamá

Bill Black era nuestro cochero, mi padre le dio el trabajo ya que le conocía desde niño, cuando visitó una reserva de indios llamada "La push" que quedaba en la costa de Forks. Black era descendiente de los Quileute, cuya cultura tenía unas historias asombrosas sobre los vampiros, tanto así que parecían ciertas. Los "fríos", como solía llamar a las criaturas mitológicas que beben sangre, son los peores enemigos de los licántropos, el animal que representa a su tribu. Recuerdo que cuando era niño, el señor Black me contaba historias sobre los Quileute y los fríos. Cuando Emmett vino por primera vez, le causó una muy buena impresión a Bill por lo que también le contó las historias de su tribu, entusiasmándolo de tal manera que pasaba horas enteras en buscando información sobre los vampiros en las bibliotecas. Aunque tal vez sólo buscaba información para ver si existían los súcubos.

Mi madre estaba espantada con el fanatismo de Bill por su cultura, tanto así que nuestro cochero se había empeñado en convencernos que los Cullen eran parte de los "fríos" y que teníamos que tener cuidado con ellos, en especial Emmett y yo. Cada vez que el doctor Cullen o Jasper venían a hacer una visita, el señor Black los empapaba con agua bendita. No podía negar que eso en vez de alarmarme -como a mi madre- me divertía enormemente.

-La última vez que me encontré con la señora Cullen, Bill casi la empapa y le lanza ajos… no me extrañaría que un día le pusiera un cruz y la quemara- Mi padre saltó en carcajadas

-Solo son supersticiones, querida- Dijo tomando un vaso de agua después de reírse.

-Supersticiones que me volverán loca

-Ni Dios lo quiera, señora- susurró Sophie persignándose- Ni Dios lo quiera

-Muy bien Emmett ¿Alguna novedad en Tennessee?- Preguntó mi padre limpiándose con la servilleta la boca.

-Nada en especial… lo mismo de siempre, están reclutando a los que son mayores de 18 años. Michael Newton, Andrew Pevensie, Jonathan Brook y Francis Austen irán a la guerra. Lo supe porque Jhon, que también vive en Tennessee me lo dijo. Ahora que bajaron la mayoría de edad no me extrañaría que todos tuviéramos que ir a la guerra, Edward- Dijo entusiasmado.

-ESO NUNCA- Repuso mi madre golpeando la mesa, después agachó la mirada avergonzada mientras fingía limpiarse con la servilleta- Esta locura no durará mucho. Seguramente ustedes no tendrán necesidad de participar en esa guerra absurda.

-Pero si nos llaman tendremos que ir- Dije- Si no nos presentamos nos arrestarán por desacato

-Yo podré defenderles si ese es el caso, Edward- Habló esta vez mi padre autoritariamente- No quiero oír ninguna palabra más acerca de la guerra en mi mesa.

-¿Cuántas veces he escuchado eso ya, padre? ¿Por qué no puedo ir si lo deseo?

-Edward…- Mi madre estaba mirándome con la súplica impregnada en los ojos, pero no quería detenerme

-En vez de querer hacerte el héroe, ¿Por qué mejor no te preocupas de presentarte con un promedio decente para ingresar a la escuela de leyes?

-¿Y si no quiero?- Mi padre me miró perplejo mientras el tenedor de su mano caía al suelo y Sophie, bastante nerviosa se apresuraba a recogérselo- ¿Y si no quiero ser un abogado como tú, papá?

-No tengo apetito - Murmuró mi padre de repente con la mandíbula desencajada mientras tiraba su servilleta ensima de su plato- Despacho… Ahora, Edward.

-Edward…- Mi madre se dirigió a mi padre afligida mientras este pasaba detrás de su silla y le besaba la mano para tranquilizarla, aunque era claro que el que necesitaba tranquilizarse era él al dar un portazo a la puerta del comedor cuando salió.

-¿Qué haces, Edward? ¿Pretendes matar al señor Masen de fatiga o que? ¡Apenas y probó bocado! - Me dijo Emmett en voz baja y bastante serio. No le respondí, dejé mi servilleta en la mesa mientras me ponía de pie y salía del comedor, dejando a mi madre y a Sophie echas un atado de nervios.

El camino desde el comedor al despacho de mi padre me pareció eterno, pero no lo suficiente como para pensar en una buena explicación. Cuando llegué y estuve frente a la puerta de la oficina golpeé tres veces. Una voz aparentemente calmada me dio la licencia para pasar.

Mi padre estaba mirando hacia la ventana mientras yo cerraba la puerta detrás de mí y miraba el suelo avergonzado. Muchas veces tenía ataques de rebeldía, pero este no era uno, estaba seguro de ello… todo esto se trataba sobre mi futuro.

-Hablemos, Edward- Mi padre finalmente se volteó y se sentó. Yo me quedé ahí, de pié, como un niño que había sido descubierto por hacer alguna travesura- Si pudieses tener algo, cualquier cosa que no sea ir a la guerra ¿Qué sería?

Vaya, se veía bastante tranquilo. Aunque era obvio que esperara que tuviera algo planeado para mi futuro…

-No lo sé, no estoy seguro…Siempre estuve resignado a estudiar leyes y ser un abogado y casarme con la mujer más apropiada. Tu sabes… lo que nos dicen en Eton- Me odié cuando la voz me empezó a temblar

-Te gusta mucho la música ¿Verdad?

-Si, pero no para dedicarme por completo

-¿Admiras a alguien?

-Obvio que a ti- Mi padre asintió y podía jurar que una sonrisa se había cruzado por sus labios.

-Me refiero si admiras a alguien, un escritor, un músico… a alguien que quisieras imitar, una profesión a la que admires, nómbramela Edward, no importa que parezca una locura

-Carlisle Cullen…- Murmuré algo avergonzado por mencionar una aspiración tan alta como la posibilidad de estudiar medicina- Le admiro mucho porque es un gran profesional, bastante dedicado, y es alguien que en verdad tiene ética. Padre, lo siento mucho pero no creo compartir el amor que tienes por el derecho.

Mi padre me miró fijamente.

-¿Qué tiene de malo el derecho?

-Nada- Dije automáticamente- Solo es que no podría mentir para salvar a un culpable y encerrar al inocente en una jaula. A demás que estoy seguro de que no ejercería como tú, papá. No soy tan sangre fría como tú lo crees. No creo poder soportar pasar gran parte del día en una oficina, preparando un discurso conmovedor para demostrar la inexistente inocencia de un ser humano, no soportaré llegar una casa donde me recibirán un grupo pequeño de niños, cuya madre no he amado jamás en mi vida y que solo la tengo a mi lado porque la gente creyó que era el partido perfecto para mi.

Mi padre se quedó mirándome de forma inexpresiva.

-Carlisle Cullen me ha alabado por tener a un hijo que tenga tan buenos conocimientos sobre enfermedades y biología. Tal vez debería hablar con él

-… ¿Sobre?

-¿No es obvio? No quieres estudiar derecho y si me lo preguntas- Mi padre se puso de pie mientras caminaba hacia mi- Tienes razón, no llegarías tan lejos como abogado, es obvio que no heredaste mi inteligencia- bromeó mientras palmeaba mi hombro- Veremos si pasas el examen para estudiar medicina en la universidad de Chicago

Me quedé sin hablar mientras mi padre me sonreía bastante calmado, como si le hubiese dicho que había decidido irme de campamento.

-¿No dirás nada?- Me preguntó al ver que me había quedado mudo

-Si, señor… Digo no, señor… Es decir: Gracias…- Dije entre tartamudeos

-Perfecto Edward. Entonces hoy hablaré con Carlisle Cullen para que hablemos sobre tu futuro ¿Está bien?

-Gracias.

-Gracias a ti por decirme lo que pensabas, hijo. Última cosa- Dijo mientras levantaba el dedo índice y me apuntaba acusadoramente

-¿Si, señor?

-Ninguna palabra más sobre esa estúpida guerra. Te dejo hacer lo que quieras de tu futuro, pero no esperes que te deje ir a luchar

-¿Por qué no?- Pregunté olvidando toda la conversación pacífica que habíamos tenido hace algún rato.

-Porque la guerra es para los idiotas con complejo de héroes, Edward. Conozco a mucha gente que ha servido a su país en la guerra y han terminado todos locos. La consciencia les remuerde ¿O acaso crees que es tan increíble, Edward?

-Pero tú fuiste a la guerra

-Y lo deseé en verdad, más que nada en el mundo

Mi padre había recibido una medalla al valor, pero nunca la enseñaba, la tenía guardada, nunca supe el porque, considerando que el padre de Michael Newton tenía un recuerdo del ejército y se pavoneaba de ello cada vez que realizaba un evento en su casa. Mamá nunca me habló sobre el pasado glorioso de mi padre, y él siempre cambiaba de tema cuando le preguntaba que qué tal era la guerra

-Si, tienes razón, fui a la guerra y no hay día en que me arrepienta de ello- Tomó una pausa, y luego siguió- Yo sé porque te lo digo, Edward. La guerra no es cómo esos patéticos niños vestidos de soldados la pintan, es algo peor, algo mucho peor. En la guerra no te encuentras con personas, te encuentras con animales que utilizan la fuerza bruta para sobrevivir sin importar si con eso matan al adversario, al hijo de un padre y de una madre, al hermano, al novio, al amigo… al humano, Edward.

-No lo había mirado así- Dije avergonzado. Era cierto… solo pensaba en la gloria y el honor que la guerra podría traerme

-Muchos que han estado en la guerra terminan locos. Otros pocos, aún les persiguen las pesadillas…

-Pero Jasper…

-Jasper cumplió la mayoría de edad. Estuve a punto de delegar a favor de él para que pudiese desligarse de la guerra, pero Carlisle me dijo que Jasper apoyaría a los doctores, dado que la gripe española se había extendido demasiado hasta el punto de contagiar a los solados.

-¿Entonces…?

-No luchará- Aclaró mi padre- A demás es seguro de que la peste no le tocará si quiera- No había pensado si quiera en la posibilidad de que Jasper enfermara. Aunque no sabía cómo, pero presentía que ninguna enfermedad podría hacerle ni cosquillas.

-Soldados más fuertes han caído- Dije mirando a mi padre con el entrecejo fruncido. Era obvio que él sabía algo sobre Jasper y su familia que yo no.

-Tonterías- Dijo riéndose entre dientes- Eres terrible, Edward… a veces pienso que eres demasiado parecido a tu madre

-Soy su hijo ¿No? Es justo.

-Supongo que si- Sonrió más abiertamente

-¿No estás enojado?... Digo, te decepcioné ¿No? No seguiré tus pasos

Mi padre respiró hondo mientras empezaba a caminar alrededor del despacho.

-Edward Anthony Masen…Cuando naciste- Empezó a decir- Todo mi mundo cambio… en realidad nuestro mundo- Se corrigió sonriendo- Tu madre había perdido la esperanza de tener hijos, yo lo supe antes casarme con ella, dado que ella me lo había dicho antes de que se oficializara el compromiso para que yo dejara de enamorarla y me buscara a una nueva prometida que sí pudiese darme los hijos que yo merecía. Mi padre, claro está, no estaba de acuerdo con este matrimonio… él exigía a un nieto más que nada en el mundo, dado que necesitaba a alguien que fuera mi sucesor en el negocio de la familia: La cadena de hoteles- Se rió amargamente mientras negaba con la cabeza- Sabes de sobra que ahora soy abogado, el sueño de toda mi vida- Era la primera vez que mi padre me hablaba de su historia. Yo sabía lo que había pasado antes de que mis padres se casaran por boca de mi madre y de Sophie, pero papá nunca me había hablado sobre eso… Supongo que fue porque no le gustaba hablar mal de su padre- Desde que salí del vientre de mi madre hice lo que mi padre me ordenaba ¡Hasta acepté enlistarme en el ejército teniendo casi diecisiete años para conseguir su admiración y respeto! Ya sabes que eso es lo peor que pude haber hecho jamás, Edward. Cuando volví de la guerra, supe y entendí de la manera más cruda que la vida era tan frágil, que podía escapársete de un momento a otro y sin piedad alguna. Crecí de golpe, como también maduré y fui lo suficientemente valiente como para proponerme que jamás ni mi padre ni nadie se interpondrían en mi felicidad. Renuncié al negocio de la familia una semana antes de fugarme con tu madre y casarnos y empezar a estudiar derecho- Una sonrisa sincera apareció en su rostro- a los cinco años, cuando creíamos que pasaríamos nuestra vejez viendo crecer y malcriando a nuestros sobrinos… nos llegó la noticia de que Elizabeth estaba embarazada. Fueron tiempos muy difíciles, Edward- De pronto su mirada se ensombreció- Los doctores nos pronosticaron una catástrofe total, nos recomendaron un aborto, Elizabeth se negó rotundamente y decidió seguir adelante con el embarazo a pesar de que yo estaba demasiado asustado por su salud. Los meses pasaron, Elizabeth estaba cada día con su barriguita más grande, jamás la había visto tan contenta. Hasta que el momento del parto llegó… fue un parto completamente normal. Cuando Sophie te dejó en mis brazos le sonreí a mi mujer y exclamé "Un futuro gran abogado"- Mi padre sonrió nuevamente dando pequeñas carcajadas, como si estuviera viviendo nuevamente ese momento- Juré ante tu madre y ante ti, que daría todo por que fueras feliz- Se me acercó mientras me ponía una mano en la parte detrás de mi cabeza y me la frotaba, como cuando era niño- Y aún quiero cumplir ese juramento, hijo… Te dejaré hacer cualquier cosa que quieras hacer siempre y cuando eso no te dañe. Si quieres barrer las calles y eres feliz, yo también lo seré, hijo… Y si ser doctor es tu vocación ¡Adelante!

Quise abrazar a mi padre, pero no me atreví… estaba demasiado emocionado, demasiado eufórico, demasiado feliz.

-Gracias, papá.

Murmuré con la vista aún gacha.

-Bueno, iré a ver a tu madre antes de que se coma las servilletas que compró en París la última vez que fuimos… si se las logra comer, créeme que no me lo perdonará nunca- Dijo bromeando mientras salía del despacho y yo me quedaba ahí… solo, feliz, y eufórico.

-Tu viejo se ve bastante bien. Con Sophie nos estábamos preguntando si estaba en estado de locura momentánea por el posible mal rato que le pudiste provocar- Emmet estaba apoyado en el marco de la puerta mientras me lanzaba una manzana-Toma, no comiste casi nada.

-Gracias…- Dije atrapando la fruta y dándole un mordisco- Todo bien

-¿No estudiarás derecho entonces?- Preguntó con los ojos muy abiertos

-No

-PERO QUE PERRO- Saltó Emmett mientras me abrazaba- ¡ESTO HAY QUE CELEBRARLO! Llamaremos a Jasper y…

-No será necesario- Dijo mi madre que llegaba mucho más relajada de lo que estaba en la mesa del brazo de mi padre- Hoy será el gran baile de los Weber ¿Edward, conseguiste el regalo?

-No hay que preocuparse querida. Yo lo compré por él- Sonrió papá mientras la tranquilizaba

-¿Baile?- Preguntó Emmett mientras me miraba buscando explicaciones.

-Así es- Respondió mi madre mientras se soltaba de mi padre y se nos acercaba- El baile de cumpleaños de la señorita Weber y más le vale comportarse como el caballero que sé que es, Sr. McCarty.

-IRE SI NO ME OBLIGA A ENTRETENER A LAS VIEJAS MENOPÁUSICAS CON LAS QUE ME OBLIGÓ A BAILAR EN EL BAILE DE NAVIDAD DEL AÑO PASADO

Mi padre y yo rompimos en carcajadas mientras mi madre le tiraba las orejas a mi compañero que aún recordaba la terrible experiencia. No sabía por qué, pero estaba mucho más tranquilo después de hablar con padre. Por lo que habíamos hablado, él deseaba mi felicidad y estaba dispuesto a ayudarme a encontrarla… el resto corría por mi cuenta.

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