Comiendo gallina
Edward estaba consciente de que no todos en el cuartel general abarcaban por completo el término de "normales". También sabía que en ese lugar suceden las cosas más raras, más insólitas y poco comprensibles para él (porque no tenían ningún sentido).
Pero había algo que realmente le extrañaba de ese lugar, y era que cada vez que preguntaba por el paradero del coronel, siempre le contestaban lo mismo…
―Está comiendo gallina…―contestó divertido el Teniente Havoc a la interrogante de Ed, al tiempo que le daba una larga calada a su fiel cigarrillo. Había un deje picardía en su voz.
Y la misma respuesta se repetía una y otra vez, dejando al joven alquimista cada vez más confundido. ¿Desde cuándo Mustang se había vuelto aficionado al pollo?
Esa misma tarde había recibido un llamado de Roy. Exigía su presencia en su oficina para asignarle la próxima misión, y Ed no dudaba que ocurriera lo mismo de siempre: Se quedaría a esperar a que el coronel acabara con su "gallina".
―Demonios…―masculló entre dientes molesto y lleno de rabia, ¿Cuánto tiempo más le haría esperar? Siempre era igual. Le contactaba con urgencia, hasta le exigía hora de llegada y le amenazaba igual si no llegaba a tiempo, para entonces hacerle esperar una eternidad para atenderle.
¿Quién se creía que era? ¿Acaso llenarse el buche con pollo se había vuelto una clase de ritual o qué?
Dando grandes zancadas, y con la sangre hirviendo de rabia se dirigió a la oficina de Mustang. Se encargaría de mostrarle que Edward Elric no era juego de nadie…
― ¡Mustang!― y de una patada abrió la puerta de la oficina― ¡Escúchame bien, bastardo! ¡Que sea la última vez que...!
Y de a poco sus palabras fueron perdiéndose en su boca, hasta que solo quedó su mandíbula que casi llegaba al suelo. Lo que estaba ante sus ojos era realmente difícil de creer: El Coronel Roy Mustang acababa a besos a la Teniente Hawkeye sobre su escritorio.
Embargado en una expresión estupefacta observo la escena unos segundos antes de cerrar de un portazo e irse por donde vino. Con su cabeza inclinada hacia abajo trataba de que sus cabellos ocultaran su bochorno.
―Edward…―Schieska andaba por el mismo pasillo, topándose con el rubio. Ed notó la cantidad de papeles que traía la de lentes en sus brazos y supo de inmediato para quienes eran. ― ¿Has visto al Coronel? Hay unos papeles que debe firmar…―
Ed guardó silencio un momento antes de contestar.
―Sí…está comiendo gallina…―y dicho esto continuó con su camino; una diminuta sonrisa salió de sus labios, dejando a la chica de lentes más que confundida.
Quizás debería averiguar…
