Miércoles, 15 de Octubre de 1989. Rumania.
Para: Albus Dumbledor.
Viejo amigo, me alegra poder contarte que he decidido adoptar una niña, una pequeña hechicera que he encontrado en un orfanato muggle. Es una bebita adorable con solo unos días de vida a la que he decidido llamar Lyra. No tienes idea de lo fácil que fue darme cuenta que era más que una simple muggle. Cada vez que lloraba algo raro pasaba en ese lugar (las luces titilaban, las ventanas y las puertas se abrían solas).
Sabes que me encantaría que la conocieras pero son tiempos difíciles para viajar por culpa del Innombrable. Me quedare en Rumania, trabajando con los dragones y mantendré oculta a la niña hasta que las cosas se calmen. No podría soportar otra perdida después de lo de mi esposa y mi hijo. Tú sabes que ya no confío en casi nadie, además de ti. Por eso, debo pedirte un favor ya que de lo contrario no seré capaz de vivir tranquilo. Si algo llegara a pasarme algún día, cuida a la niña. Te lo ruego, Albus, por todo lo que hemos pasado juntos.
Mis mejores deseos para ti.
Tú fiel amigo, Lucian Miller.
Lyra Miller tenía quince años y era una hechicera. Vivía con su padre adoptivo, Lucian, en una cabaña escondida en uno de los bosques de Rumania. Ella estudiaba en un pequeño instituto de magia que se especializaba en los animales fantásticos. No tenía amigos, además de Erwin, su hipogrifo mascota. Lyra lo había rescatado del bosque, donde lo encontró muy débil, cuando tenía unos días de vida. Desde ese momento se volvieron inseparables.
Lyra tenía el cabello marrón rojizo, muy largo y siempre lo llevaba trenzado. Sus ojos eran color miel, tirando a amarillo y, aunque ella no lo sabía, había ocasiones en las que se le dilataban las pupilas y parecían lo ojos de un león. Era alta y menuda, algo pálida y tenía algunas pecas en sus mejillas. No se parecía en nada a su padre adoptivo, que era un hombre robusto con el cabello azabache y los ojos grises.
Lucian había criado a Lyra con amor y paciencia y ella lo adoraba. El señor Miller trabaja con dragones y, a pesar de eso, su mayor temor era perder a su hija y no el peligro a morir quemado ¡Y que gracioso es el destino! Porque era ella la que lo iba a perder a él, en un día que empezó como cualquier otro.
Estaba comenzando a atardecer en el bosque cuando Lyra se dispuso a volver a su casa. Le gustaba pasar sus tardes (en el verano, ya que de otra forma estaría en el colegio) trepando árboles.
-¡Erwin! ¡Erwin!- gritó. Un momento después, un gran hipogrifo (animal con la cabeza de un águila gigante y cuerpo de caballo) con las plumas doradas llego galopando. Nunca se alejaba demasiado de Lyra así que siempre estaba cerca si ella lo llamaba- Vamos a casa, amigo.
El hipogrifo comenzó a galopar y abrió sus alas para elevarse sobre los árboles. No les llevó demasiado tiempo llegar. Erwin se detuvo cerca de la puerta de la pintoresca cabaña en la vivían. Lyra entró y se disponía a ir a su cuarto cuando una lechuza entro por la ventana, dejo caer una carta y se alejó volando. Tomó la carta y notó que tenía el sello del Ministerio de Magia y del Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Éste tipo de carta solía estar dirigida para su padre pero está vez la destinataria era ella. La abrió y leyó. La carta decía:
Para: Lyra Miller, hija adoptiva de Lucian Miller.
Desde: el Ministerio de Magia.
Lamentamos informarle que en el día de hoy ha habido un accidente cuando entraron a un nuevo dragón a la reserva en la que su padre, el Sr. Miller, trabajaba. El animal se descontroló y atacó varios de los magos allí presentes. Su padre no tuvo tanta suerte como sus compañeros y murió. Comprenderá usted que relatarle su muerte sería morboso. Lamentamos su pedida.
Atentamente, el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas.
Lyra releyó la carta tres veces para asegurarse de que no se lo había imaginado. Sintió que la angustia le oprimía el pecho y sus ojos se llenaron de lágrimas. No se lo creía. No quería creerlo. Nunca se había sentido tan sola en su vida. Cayó de rodillas frente a la chimenea, que no tenía fuego. Erwin entró a la casa, se acostó junto a ella con cierta dificultad ya que era demasiado grande. Lyra lo abrazó y lloró desconsoladamente hasta que se hizo de noche.
Unas horas antes de la llegada del alba, Lyra se despertó, creyendo que todo había sido una pesadilla, un mal sueño. Sin embargo, al ver la carta arrugada a varios centímetros de su mano, la realidad la golpeó tan fuerte como el día anterior. Su hipogrifo dormía plácidamente junto al fuego de la chimenea y no se le…¡Espera! pensó Lyra. La chimenea estaba apagada cuando me quedé dormida. Se sentó lentamente, percatándose también de la presencia de una manta que la cubría y que, sin lugar a dudas, había estado ausente antes. Estaba por revisar la habitación y el resto de la casa cuando una voz, que provenía desde una esquina en la que la apenas había luz, la sobresalto.
-¡Vaya! a eso le llamo yo madrugar. Creí que ibas a dormir varias horas más.-dijo una vos de hombre. Era amable. Lyra solo pudo distinguir una túnica de color púrpura y lo que parecía una larga barba blanca.
-¿Quién eres?-pregunto Lyra. Erwin se acababa de despertar y miraba atentamente a la figura de la esquina con cierto recelo, cubriendo a su dueña.
-Un viejo amigo de tu padre.
-Dudo que puedas verlo ahora…de hecho, no lo veras nunca. No está.-contesto Lyra, tragándose el nudo que se le había formado en la garganta al oír la mención de su padre.
-Que haya muerto no significa que ya no esté. Las personas que amamos se quedan con nosotros, aunque no podamos verlas.-respondió. Lyra quedo muda. Ese hombre sabía más de lo que ella había creído.
-¿Quién eres y qué haces aquí?-demandó.
-Dos preguntas muy inteligentes a las que estaré feliz de contestar.-dijo mientras se ponía de pie. Lyra vio que era hombre de edad avanzada y, sin embargo, de apariencia muy saludable. Llevaba unos anteojos sobre su nariz ganchuda y sus ojos eran amables.- Vine aquí a buscarte porque tu padre me lo pidió. Y soy muchas cosas. Para empezar, soy tu padrino, un viejo amigo de tu padre, un mago bastante bueno y el director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Mi nombre es Albus Dumbledore.
