Continuación prometida, aquí está
Si vas a leer este fan fiction, te advierto que leas primero este: http/ ya que dudamos que entiendas nada si no lo haces.
En cambio, si eres de los que lo leyeron, ¡¡Cuánto tiempo! (mentira, no hemos tardado mucho en subirlo, ¿no:-p)
Esperamos que los disfrutéis tanto como el primero (si es que lo disfrutasteis, claro).
Título
Regresando desde la puerta
Subtitulo
Finalmente, juntos
Capítulo 1
Aplausos del desconocido
Hasta estando en diferentes dimensiones,
Nos encontraremos.
El joven de diecisiete años cerró la puerta de golpe, realmente enfadado. Estaba harto de eso, y no quería oír más tonterías. Llevaba casi tres años esperando la vuelta de su hermano con ella, y ahora iba y le decía que no tenía esperanza, que no habían recibido noticias de él…
Estaba desesperada, él lo sabía e intentaba comprenderla, pero le enfadaba de sobremanera que se rindiera tan deprisa, que no luchara…La creía más fuerte.
Por ejemplo había sido capaz, a los pocos meses de la desaparición de Edward, de volver al castillo y amenazar a Devil, su propio padre, el que tanto tiempo la mintió, a ella y a Jonathan, y matarlo de una manera que todavía no había contado a nadie y dudaba fuese a hacer jamás.
Aquella mañana la morena había ido a su cuarto para decirle que se iba con Michelle unos días, que si quería acompañarlas. Él le había preguntado qué pasaría si Edward volvía durante esos días y ella le había dicho, con una triste sonrisa, que dudaba que eso fuera a pasar.
Le daba tanta rabia eso…Que se rindiera…
Alphonse le había gritado que no dijera esas tonterías. Sentía que estaba vivo, y había prometido que volvería, por eso seguía adelante, por la confianza ciega que le procesaba. ¿Es que acaso ella no podía tenerla también?
-Mierda…Hermano…-musitó, apretando el puño.
-¿Estás bien?-le preguntó una voz conocida. Cuando levantó la cabeza se encontró con Roze, aquella chica que conoció varios años atrás, y que había reencontrado hacia dos, cuando buscaban un lugar donde permanecerse. Roy les había propuesto que se quedaran donde estaban, que él se encargaría de todo, pero ellos tres, Alphonse, Katherine y Michelle, no quisieron quedarse. Dos de ellos porque no pertenecían al ejército y la otra porque no estaba segura de poder aguantar estar mucho tiempo más en el lugar donde vivió con Edward. Y por casualidades de la vida se habían encontrado con Roze, quien había tenido un precioso bebé.
-Sí, Roze…Sí…-ahora estaban viviendo los cuatro en el mismo edificio, y ellos tres podían pagar las facturas gracias al sueldo que ganaba como Alquimista Nacional la morena.
Alphonse se dirigió a su propio piso en el edificio y cerró la puerta de golpe, furioso como nunca. Entró en el cuarto de dormir y se sentó en el escritorio, dispuesto a seguir investigando cómo reencontrarse con su hermano. No se fijó en las paredes que él mismo había pintado con círculos de transmutación, y se hundió de lleno en la lectura a los pocos minutos.
Él no podía entender cómo se sentía. Ya no era la fuerte Osiris, sino una simple adolescente que desearía ser como todas las demás. Lo había buscado dimensión tras dimensión, sin ninguna pista factible…
Las fuerzas mermaban y el recuerdo de Edward cada vez era más borroso e irreal. Justamente si iba a descansar unos días porque Michelle se lo había propuesto para que se relajara un poco. Demasiado estrés, y llevaba desde entonces teniendo la misma pesadilla de Edward muriendo en sus brazos cada noche. No podía aguantar más. Había acabado con la vida de Devil como venganza por ayudar a Envy y los demás pecados a matar al rubio, pero eso no se lo había devuelto.
Continuaba estando sola, y era demasiado doloroso.
Tantas veces había creído tenerlo de nuevo entre sus brazos, tantas como pasos escuchaba, sueños tenía o relámpagos caían, y todas esas era una vil mentira creada por su imaginación, que ya no podía creer en nada. Si él no estaba a su lado…toda esperanza, toda fuerza, todo valor…desaparecía.
El cielo se arremolinaba en las calles de Munich, Alemania, mientras caían gotas de agua que mojaban el suelo a sobremanera, inundaban las carreteras y empapaban las ropas de las personas que corrían apuradas por llegar a sus trabajos o casas, este no era el caso del chico de ojos dorados que miraba melancólico la lluvia mientras caminaba tranquilo calle arriba en dirección a la casa en la que vivía con su padre. No le gustaba mucho el hecho de pasar 23 de las 24 horas del día con él, pero había aprendido a tomarle cariño, después de todo eran ya tres años los que llevaban estancados en esa dimensión y viviendo juntos.
Cuando llegó al portal sacó la llave y abrió la puerta. Una vez dentro se retorció la coleta rubia y la ropa para deshacerse por lo menos de algo de agua. Fue por eso que no pudo evitar a la chica que se le lanzó encima y casi lo tiró al suelo.
-¡De nuevo! ¡Dana, quita, quita!-dijo, intentando soltársela del cuello, pero ella sin atender a razones seguía colgada.
-¡¡Mi amado Edwaaaaaaaard!-sonrió la muchacha, feliz de la vida.
-Dana, suelta a Ed, ¿Cuando vas a entender que este enano no se enamora?-Alphonse Heinderich asomó la cabeza por detrás de la puerta, estaba lavando los platos, se notaba por que secaba uno con una mano mientras lo sostenía con la otra.
-Me servirías más si me la quitaras de encima en lugar de estarme llamando pulga mal desarrollada-dijo Acero, intentando en vano de quitarse a la joven del cuello. Se escuchó la risa de su padre y al cabo de unos segundos apareció junto al rubio parecido a Al.
-Vaya Ed, si te ve Winry de seguro te mata
-Winry no era nada mío, papá
-Ni él suyo-sonrió Dana-, porque es mío y sólo mío.-se soltó al fin, retirándose con las manos y en un vano intento de seducción, el largo cabello castaño.
-Ya, ya. Yo ya tengo propietaria.-sonrió Edward, volteando los ojos.
-¿Esa alquimista-preguntó con sorna Heinderich- que según tú está en tu mundo? No hay todavía pruebas...A parte de tus historias.-el chico se arrepintió enseguida de haber dicho aquello cuando Edward apartó la mirada, profundamente dolido.
-Aunque no me creáis...yo...seguiré esforzándome para volver con ella y mi hermano.-y no esperó el apoyo de su padre, que nunca se lo daba porque él sí sabía que no le harían caso alguno en sus historias sobre alquimia.
Subió a su habitación esquivando la mano que Hoehmhein tenía estirada para posarla sobre su hombro. Abrió la puerta y entró dejándose caer de espaldas en la cama, alzó la mano mirando al techo y soltó un suspiro.
-¿Nos volveremos a encontrar...Al...Kat?-preguntó al aire al tiempo que cerraba los ojos para quedarse dormido, pasó dos horas soñando con la sonrisa de la morena y las palabras tranquilizadoras de su hermano, pero su mágica fantasía fue interrumpida por el sonido de la puerta de entrada desplomarse en el suelo, y el grito de Dana.
-¿Qué diablos...?-se enderezó con una mano en la frente, intentando despejarse. Sintió cómo Dana se subí a su cama- No intentarás acostarte de nuevo conmigo, ¿no? Ya sabes que no quie...
-¡¡No es eso! El estúpido ese que siempre tenéis encerrado en un cuarto...¡¡No sé cómo pero se ha soltado!
-¿Envy?-de un salto se puso en pie- No puede ser.-dijo mientras salía del cuarto y se encontraba con el pecado estrangulando a su compañero de piso Heiderich. Se abalanzó sobre el Humúnculo y lo tiró al suelo, rodando los dos por tierra y poniéndose después de pie.
-El enano Full Metal. Después de tanto tiempo sólo oyendo tu voz...veo que has crecido.
-¿¡Cómo escapaste?-gritó en posición de ataque por si acaso.
-Ya sabes que eso son misterios...Si te lo dijera tendría que matarte...Espera, lo voy a hacer igual.-sonrió maliciosamente antes de atestarle una patada que lo mandó al otro lado del piso.
Cayó frente a la habitación de su padre y se fijó en el cuerpo que yacía sin vida sobre la cama ensangrentada, después de reprimir su orgullo para quererlo como a un padre ese ser...ese ser le había arrebatado el aliento, miró con odio al Homúnculo que sonreía descarado como solía hacerlo.
-Lo siento, pero fue culpa de papi que yo estuviese encerrado, ¿te he dicho que soy claustrofóbico?-preguntó burlón, lo que hizo derramar el vaso para Ed. Se levantó de golpe y se lanzó sobre Envy de nuevo, a pesar de que fueron muchos los golpes que le propinó fueron aún mas los que falló.
-¡¡DANA, SAL DE LA CASA, ANDA, CORRE!-gritó a la chica que miraba la pelea desde la puerta de su habitación, el pecado volteó hacia ella y con una sonrisa regresó su mirada hacia Edward.
-¿Tan rápido te has olvidado de Osiris? Vaya hermanito...y pensar en que ella se desmorona cada día más por no encontrarte, y tu aquí haciendo cositas malas con esta chiquilla... ¿Que diría Katherine si se enterase?-de nuevo otra pregunta en ese tono que tanto odiaba. Maldito ser, ¿Como se atrevía a tan siquiera mencionar su nombre?
Dana, quien se había quedado paralizada, no pudo esquivar a Envy quien sí lo hizo con el golpe de Edward y la agarró del pelo.
-¿Te importa esta humana lo mismo que tu amada Alquimista?-le echó más el cabello hacia atrás- Si no es así, te serviría su vida para crear una hermosa piedra filosofal. No sé por qué hasta ahora la has desaprovechado...-Edward se volvió a lanzar sobre él, con la mala suerte de que fue esquivado y cayó rodando por el suelo, chocando contra la mesilla y recibiendo en la cabeza la lámpara, que cayó al suelo con la bombilla rota- Al parecer tienes la cabeza muy dura.-soltó a la chica, que se echó hacia atrás y luego salió disparada para ayudar a Heiderich a ponerse en pie.
-Debí haberte matado...hace mucho.
-Pero quizás sé la forma para regresar. Tú querido y muerto padre sabía cómo venir, y si me trajo sería por algo...-Edward muchas veces se había preguntado por qué si ese era el caso no había vuelto solo, y su padre siempre le respondía que porque los necesitaba. De momento nunca había parecido que tuviese intención de revelarles la forma.
Un disparó sonó y se fijaron en el oficial Nazi que apuntaba al cuerpo atravesado por la bala del rubio compañero de Ed, Dana se soltó de él enseguida dejando caer al chico sin vida en el suelo, al hombre parado en la puerta abierta de par en par le temblaba el pulso, pero muy bien sabían, por la reputación de los Nazis que no dudaría en disparar.
-Maldita sea...-murmuró Ed y agarró a Dana de la mano sacándola por una de las ventanas de la casa y por lo tanto recibiendo unos cuantos cortes por los cristales rotos de la misma. Envy los siguió tras asesinar transformando su mano en lanza y clavándola en el cráneo al oficial. El rubio y la joven corrían por una extensa meseta rogando por alejarse del pecado lo mas que pudiesen, ella lloraba desconsolada por la muerte de Alphonse, después de todo le quería como un hermano pues había ayudado a Edward a salvarle la vida.
Mientras corrían ella cayó al suelo y maldiciendo Edward se interpuso entre su cuerpo y el de Envy, recibiendo así una puñalada que le hizo escupir sangre.
-Eres un enano idiota, siempre protegiendo a las damiselas. Venga, muérete ya y así dejarás de hacerte el caballero.
-Cuando tú estés enterrado y bajo tierra.
-Ya lo estuve-sonrió con sorna-, además, te muestras muy gallito pero sin la alquimia tienes menos posibilidades de derrotarme que con ella, ¿recuerdas?-lo sabía, y aquello lo enfurecía de sobremanera. Fue a golpearle, pero resbaló con la lluvia y cayó de culo al suelo. Pudo escuchar a Dana gritar su nombre justo cuando Envy se le sentaba sobre el estómago y le oprimía la herida, que comenzó a sangrar más.
-T...ú...Maldit...o...
-Gracias, yo también te quiero, hermanito-apretó más fuerte y debajo de él Edward se retorció.
La morena empujó a Envy, quien debido a la fuerza ejercida, cayó al suelo. Dana ayudó a levantarse al rubio al que amaba y este se abalanzó con las fuerzas que le quedaban hacia su medio hermano, aunque sus ropajes mojados y la herida que le había hecho el ser lo volvían mas lento logró arremeter contra él cuando este se disponía a hacer lo mismo, tenía a la castaña agarrada de la mano y se estremeció cuando, al hacer contacto su brazo con el cuerpo de Envy, un rayo púrpura estalló entre ellos tres.
Y si alguien hubiera mirado ese sitio en aquellos momentos, lo único que habría visto sería una mancha oscura en el suelo, porque ya no quedaba nada...ni nadie.
Katherine cerró la puerta del despacho. Había ido junto a Michelle a despedirse de Roy, quien vio bien que se tomara aquellas merecidas vacaciones. Estiró brazos y piernas y se dirigió a la salida del cuartel. Un rayo púrpura caer desde el cielo la tomó por sorpresa, y más al darse cuenta de dónde precisamente había caído.
-No puede ser, Kath...-pero Michelle se quedó con la palabra en la boca porque tirando las bolsas y dejando las maletas, la morena se fue corriendo hacia el castillo ahora deshabitado que había pertenecido a Devil.
-¡¡Kat, Kat, detente!-era la voz de Mich la que sonaba, que corría en la misma dirección que la morena. La chica de ojos azules, ahora con el cabello hecho rulos y una falda negra con vuelos levantados del mismo color, un top blanco y unas gomas del mismo color de la falda, se detuvo y se quedó mirando a la pequeña de pelo lizo por completo que le observaba con la frase no entres destellándole en los ojos.
-Es él...Mich, es él estoy segura...-sonrió la morena abriendo las puertas del castillo y corriendo hacia la habitación principal, conocía demasiado bien el lugar como para saber donde exactamente había caído el rayo.
Entraron al despacho de Roy sin más interrupciones y lo encontraron mirando por la ventana. El comandante suspiró agotado al tiempo que Ed sonría al verlo.
-¿No he dicho Havoc...que no quiero que me molesten?-preguntó sin darse la vuelta, el rubio sacando fuerzas de donde no tenía aspiró aire para poder hablar.
-Bu...Bueno...A eso...me...he dedicado...Toda...mi...mi vida...-balbuceó, Roy Mustang, Alquimista de la Llama, se giró enseguida con los ojos sumamente abiertos y una mueca de sorpresa en el rostro, no podía ser...Edward Elric...estaba vivo.
No le importó al adulto ni su posición ni nada, y lo hizo notar al ir desde su escritorio hasta Edward para abrazarlo, pero se detuvo al ver su herida.
-Acero, tú...
-Estoy...bien-dijo, intentando quitarle importancia-. Lo que quiero saber ahora es dónde...están...Al y Kat...
-¡¡ROY!-la voz de Osiris y Alphonse se escuchó tras la puerta de la oficina ahora cerrada, se habían encontrado al salir las dos chicas del castillo y la morena le había contado a Al sus sospechas y ambos decidieron ir a decírselo a Roy, aunque Katherine ya pensaba hacerlo. El hombre le lanzó uno de sus abrigos a Ed, un sobretodo marrón oscuro con capucha.
-Póntelo-pidió. El alquimista así lo hizo, con ayuda de la pequeña que lo acompañaba. Pero interrumpió a Mustang al momento de intentar abrir la puerta.
-Quiero que les digas...agh...quiero que les digas que estoy muerto...que...les quitarás el financiamiento...-sonrió cómplice al tiempo que Roy lo hacía también y Dana lo ayudaba a sentarse en una de las butacas del despacho del General de Brigada.
Cuando Roy abrió la puerta, de poco no fue arroyado por unos exaltados Alphonse y Katherine. Michelle, detrás de ellos, no sabía si mantenerse calmada o chillar también 'él está aquí, él está aquí'.
-Me alegro de que estéis aquí-se intentó mostrar frío, y se alegró de que no repararan en las sombras que eran Edward y aquella muchacha que lo acompañaba y a la cual no había mostrado mayor atención-. La subvención para la búsqueda queda anulada, a fin de cuentas él...Ya hace tres años que falleció.
-No puedes estar diciendo eso, Roy...-musitó Katherine, mientras Alphonse se quedaba atónito, sin nada que poder decir- No, no puedes. No, no...¡¡NO AHORA QUE HA VUELTO! Tú...-¿cómo podía decirle eso, si hacía a penas un rato que había hablado con él?
-Lo siento, Kat.
-¡¡Me da igual, ¿oyes!-enfurecida, lo señaló con un dedo y luego apretó el puño- ¡¡Aunque tenga que remover cielo y tierra, con o sin la maldita subvención, lo encontraré!
-Kat, Calm...-las palabras de Roy fueron interrumpidas por un aplauso detrás de ellos, los recién llegados entonces se fijaron de las demás personas que estaban en la sala, en especial en el chico de capucha negra que le tapaba los ojos, la morena de ojos azules creyó ver un mechón de cabello rubio surcarle el rostro.
-¿Se puede saber por qué aplaude?-fue Alponshe el que habló. Su hermano estaba bien y fuera de esa armadura metálica que no expresaba lo que sentía, ahora, vestía igual que él, con el sobre todo rojo y los ropajes negros debajo. Se perdió en la belleza actual de Kat, con su cabello hecho rulos que le daban un inquietante brillo a sus ojos llenos de lágrimas por la noticia de Roy, ahora con 18 años su cuerpo había terminado de moldearse y su pequeña cintura junto con sus anchas caderas le daban el toque de chica frágil que nunca había tenido.
-¡Mierda, no hay tiempo para esto!-gruñó Katherine, pensando que el mechón había sido una alucinación suya. Se volvió a Roy y poco le faltó para agarrarlo de la camisa, pero aunque fue a hablar, otra voz, que muy bien conocía, la detuvo:
-Ya veo que, a pesar de amarme tanto como para desvivirte por encontrarme, no vas a saludarme.
La respiración se les cortó al menor de los Elric y a Katherine, mientras Roy asentía sonriente y se apartaba a la ventana al ver que Edward se levantaba con dificultad y se acercaba a su hermano y a su amada, ya que estaban casi uno al lado de otro. Katherine temía voltear y fijarse que en realidad se estaba volviendo loca y solo eran cosas suyas escuchar la voz de Edward como tantas otras veces había creído hacer, mientras que Alponshe negaba ávidamente con la cabeza, renegando de creer que estuviese allí frente a él, su hermano, vivo...Michelle mientras tanto se limitaba a quedarse como piedra en la puerta viendo el tambaleo del rubio.
La capucha resbaló, revelando la cara, entre sonrisa y mueca de dolor, en su cara. Su cabello, húmedo, le caía a ambos lados de los hombros, y sus ojos dorados...Aquella prueba, sus vivases y llenos de amor ojos dorados, era lo único que tanto Alphonse como Katherine necesitaban para saber que sí era él el que se encontraba en esos momentos ante ellos. Pero como si fuera a cámara lenta, lo vieron cerrar los ojos y comenzar a caer lentamente al suelo. Roy, Dana y Michelle se lanzaron a ayudarlo, pero ellos no podían.
Aquella escena se parecía tanto a cuando...a cuando creían que él había muerto, que pensaron estar ante una maldita pesadilla...otra vez.
