Un lugar para permanecer

Disclaimer: No es mío, es de Bruno; y lamentablemente de la estúpida CBS.

A/N: he estado 4 meses sin publicar por aquí; créanme, es por una razón fantástica que luego les contaré. Pero hoy, aproveché el día libre (y la casa sola), para dejar volar mi imaginación en este pequeño multichapter que ya está completo. Son en total 5 capítulos, que espero ir publicando seguidamente.

Eso sí, de una vez les advierto; en varias escenas románticas y de tensión sexual de esta historia, es probable que vean clichés; en serio, no pude resistirme; al demonio ¿a quién no le gusta leer clichés si se trata del Jisbon? (probablemente sea la única quien esté levantando la mano).

En fin, espero que a pesar de todo, les guste y se enganchen xD Gracias por leerlo y también de antemano, gracias por comentar.


01. Batalla fallida

No eran los políticos y sus conversaciones hipócritas, tampoco aquellas incipientes mujeres compitiendo por ver quién llevaba el mejor vestido de la noche; ni siquiera era la actitud insistente de Abbott por quererlo exhibir como el bufón del FBI para ganar indulgencias ante sus superiores y demás piernas ambulantes con billeteras pesadas. Aquel dolor de cabeza molestoso e incesante era gracias a Marcus Pike y su determinación por instalarse perennemente en la vida de Teresa Lisbon; de su Teresa.

Sus planes de hacer una rápida aparición por la gala anual de beneficencia del FBI y escabullirse una vez que haya cumplido con el requisito formal de su presencia, estaban siendo truncados por su insana necesidad de auto-flagelarse con aquel masoquismo innecesario, de verla a ella feliz del brazo de otro hombre.

Apretaba con fuerzas su vaso de cristal rebosado de whisky en las rocas.

- No cambiarás nada con tan solo mirarla –le susurró Fisher al oído; por lo que Jane salió del trance momentáneo en el que estaba inmerso-.

- ¿Disculpa? –Le dijo frunciendo el ceño-.

- Me has escuchado; entre muchas de las cualidades que Pike tiene, es la determinación, cuando sabe lo que quiere, simplemente va por ello y lo toma.

Jane no respondió, se le quedó mirando unos segundos más, sintiendo como la frustración se apoderaba de él; aquel sentimiento que repudiaba tanto, y que por una u otra circunstancia parecía estar inherente a él desde los últimos 13 años de su vida. Giró nuevamente su mirada en búsqueda de la pareja a quién había estado cazando desde que llegó esa noche a la recepción. Fisher entendió que él necesitaba estar sólo con sus tormentos, así que, si agregar nada más, se retiró.

Y entonces él volvió a martirizarse con aquella tela negra que se ceñía al cuerpo de Lisbon, ese vestido de mangas largas con escote pronunciado en V al frente, que jugueteaba con el misterio bien guardado de sus curvas, dejando al descubierto la porción exacta de piel, no tan conservadora, ni tan reveladora; la dosis necesaria para hacer delirar a cualquier hombre presente en aquel salón; específicamente para dejarlo a él a punto de ebullición.

De repente Pike, colocaba su mano en la parte baja de su espalda, aquel gesto sutil pero hiriente, le recordaba que en esos momentos, Marcus era el único con el derecho necesario para tocarla tan íntimamente, y entonces sentía nuevamente la daga en el estómago. Vertió de un solo jalón el amargo líquido en su garganta, colocó el vaso en la barra del bar y atravesó medio salón llevado por aquella locura que en contadas ocasiones se apodera de él.

- Buenas noches –interrumpió la conversación del pequeño grupo-.

- ¡Jane! –Dijo afectuosamente Pike mientras le extendía la mano para saludarlo. Jane correspondió al gesto sin dejar de mirar a Lisbon-, pensé que no habías venido a la fiesta; ¡qué gusto verte!

- ¡Y perderme el banquete! –Respondió con una amplia sonrisa, mientras volteaba a verlo; aquel rostro encantador de Patrick Jane, que ocultaba magistralmente la revolución de sentimientos que se gestaban en su interior-.

- Te presento a mi buen amigo George Landon y a su esposa Raquel; él es candidato a diputado federal, un excelente hombre sin dudas –presentó entusiasta Pike; Jane estrechó educadamente su mano-.

- Un placer –respondió el rubio e inmediatamente se dirigió a Marcus-, ¿te importa si me llevo un momento a tu hermosa acompañante a bailar? No conozco a muchas mujeres aquí, y la verdad me encanta esa canción.

Lisbon abrió ligeramente sus ojos.

- Ohh por favor, adelante; sé que a ella le encanta el baile, y lamentablemente yo soy un hombre con dos pies izquierdos –comentó sonriente Pike-.

Y en ese instante, Jane se dirigió a ella con su mano extendida y una sonrisa de ensueño.

- ¿Te gustaría? –Le preguntó suavemente. Ella ni queriendo había podido rechazarlo, especialmente por la forma tan encantadora en cómo le hizo su propuesta. Tomó su mano y asomó una pequeña sonrisa entre sus labios.

- La regreso en un momento –le dijo Jane a Pike-.

Se dirigieron al centro de la pista; la balada de fondo hacía necesario acercarse, pero Jane prácticamente la tomó en un abrazo; le sujetó con firmeza la espalda, e intencionalmente colocó su mano en el mismo lugar en donde minutos antes, se posaba la de Pike; él pretendía borrar sus huellas para llenar el espacio con su presencia; recargó suavemente su rostro al de ella, y entonces cerró los ojos para concentrarse aún más, en su delicioso aroma y en su delicada piel; había pasado mucho tiempo desde la última vez que la pudo tener tan cerca; desde aquel abrazo cuando regresó de su exilio, y al igual que en aquel entonces, procuró saborear con cada uno de sus sentidos todo lo que ella representa. Abrió por unos momentos sus ojos, y se topó con la mirada de Fisher, quien en complicidad le alzaba las cejas haciéndole recordar las palabras que le dijo hace poco. Jane al ritmo de la música giró un poco buscando algo de intimidad; sin embargo, Kim tenía toda la razón, necesitaba hacer algo más que deambular como alma en pena alrededor de ella, esperando a que por obra del destino o del azar ocurriera algo.

Así que sin detener el baile, se separó un poco de su cuerpo y la miró de frente. Ella estaba radiante; su cabello suelto y ondulado, con un brillo sedoso, enmarcaba su hermoso rostro sutilmente maquillado; y entonces ella le sonríe, lo que le hace olvidar por un momento sus determinaciones.

- ¿Todo bien? –Pregunta Lisbon, al ver que Jane está atestado en un mutismo prolongado, que ya se está volviendo incómodo-.

- Te he extrañado –La agente no esperaba esa respuesta-.

- Jane… –ella desconcertada, sonrió un poco-, no te entiendo, aquí estoy contigo; siempre lo he estado.

- Tienes razón –dijo él tambaleante-, no puedo extrañar lo que nunca he tenido; no es lo que quise decir…

Lisbon frunció ligeramente su ceño.

- En realidad lo que quiero decir, es que te necesito… –y en ese momento él desvió su mirada hacia su pecho, en donde sus senos se agitaban azorados en medio del escote- …de la forma en que nunca hemos estado.

Lisbon detuvo en seco el baile y lo miró, con lo que él interpreto "algo de enojo".

- ¡No te atrevas Jane! –Le susurró con autoridad-.

- Teresa… -le dijo mientras la acercaba más hacia su cuerpo-.

- ¡Es increíble! –Exclamó ella con irritación, lo soltó y lo dejó solo en la pista mientras se alejaba de él-.

Jane no dudó en seguirla; lo hacía sin prisas, tan sólo recorría el trayecto que ella marcaba, hasta que de pronto atravesaron un ventanal que los dejó a ambos en una terraza solitaria. Lisbon se giró para encararlo.

- Tenía que decírtelo –dijo él intentando excusarse-, es como si me quemara por dentro…

- ¡Eres un maldito egoísta! –Lisbon lo interrumpió-, dime ¿por qué ahora, justo cuando estoy feliz con Marcus?

Jane no dijo nada. Ella caminaba de un lado a otro evidentemente enojada.

- Nos conocemos desde hace 12 años Jane, y resulta que ahora "me necesitas"

- Escucha…

- ¡NO! Sabes lo que pienso; has estado acostumbrado a que tú seas mi centro de atención, y ahora que te sientes desplazado porque alguien más ocupa ese lugar en mi vida, quieres venir a joderlo todo.

- ¡Eso no es cierto! –Le dijo él con un poco de ira, mientras se acercaba a ella-, no es un secreto lo especial que eres para mí, no sólo ahora, sino desde siempre…

- Claro –sonrió con sarcasmo-, y ahora yo me tengo que imaginar lo que sientes por mí, y me tengo que crear un cuento de hadas en la cabeza por otros diez años; no Jane, me cansé de esperar.

- ¡Por favor! –Soltó una risa de desespero, la tomó por ambos brazos y la pegó a su cuerpo-, dime ¿él te hace sentir tan solo un poco de lo que sientes cuando estás conmigo?

- Maldito arrogante.

- Estabas temblando mientras bailábamos allí adentro, sabes muy bien que yo también temblaba; esas no son cosas de la imaginación.

- Suéltame –le dijo ella seriamente-.

- Respóndeme –le dijo aferrándola aún más fuerte contra él, con el espacio mínimo necesario para que ambas respiraciones reboten agitadas una con la otra-.

- He dicho que me sueltes –respondió ella mirándolo a los ojos-.

Jane accedió a su pedido y ella le dio la espalda mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho. En ese instante llegó Pike.

- ¿Todo bien? –Preguntó desconcertado-, Jane y Lisbon se giraron para mirarlo.

- Si, todo bien –se apresuró a contestar Lisbon-, ya Jane se iba.

El rubio la miró por un instante, había verdadera tristeza en sus ojos; ella reconocía muy bien esa mirada, por muchos años había sido testigo de su rostro desencajado cuando algo le dolía profundamente; sabía que él se sentía derrotado, al igual que en las mil y un batallas fallidas contra John el Rojo, ahora, una vez más, perdía el control de la situación, lo que lo llevaba a hacer y decir cosas idiotas.

Jane caminó cabizbajo hacia Pike; puso su mano en su hombro por un instante.

- Eres un hombre con suerte –le dio dos palmadas y luego se alejó-.


Próximo: Las luces de la carretera pasaban rápidamente ante sus ojos, llevaba la ventanilla del vehículo abajo, necesitaba un poco de aire que le ayudara a disipar la embriaguez que sentía esa noche; no precisamente la causada por las bebidas alcohólicas; sino aquella que le ha dejado Patrick Jane.