Título: Conmigo
Rating: T
Summary: Por mucho tiempo que pasara, España no les iba a olvidar nunca.
Disclaimer: Hetalia-Axis Powers no me pertence (ya me gustaría… )~
N/A: Sé que es un pequeño e insignificante drabble, pero os lo quería dedicar en este día 11 de marzo. A todos. Espero que se entienda y que entendamos también a nuestro Toño.
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Normalmente hacían falta cañonazos para despertar a España. Y más si el Sol se resistía a salir de detrás de las nubes, como era el caso.
Pero este mero hecho no importaba. No esta vez.
Mientras se incorporaba en su cama recordaba como de pequeño, apenas siendo una provincia del Imperio Romano, se había hecho daño sin querer jugando con una espada que unos soldados habían dejado entre sus armas de guerra. Una vez curada la herida, le había dicho (más bien, gritado) al abuelo Roma que no le gustaba el dolor, que era horrible, que era malo.
Por aquel entonces el abuelo Roma solo le sonrió cálidamente y le revolvió el cabello de forma juguetona, diciéndole: "Si algo existe en esta vida, es porque es algo necesario."
No hacía falta que le dijesen la fecha del día que era. Lo sabía perfectamente, y eso que normalmente él era bastante despistado en recordar fechas y eventos.
Pero este día era diferente, porque lo podía notar en todo: en el ambiente, en su cabeza, en sus huesos… Y también por el inconfundible aleteo de dolor en el pecho con el que había amanecido ese mismo día, y con el que amanecía siempre, en esa mismísima fecha. Desde hacía siete años.
Se levantó cuidadosamente de la cama, ya que era bastante temprano y no quería ir armando escándalo a primera hora de la mañana, comprobando que sus criadas y trabajadores de la casa aún no habían llegado.
Lentamente, se quitó la camiseta del pijama que llevaba puesta, dejando su torso desnudo mientras se adentraba en el cuarto de baño y miraba su propio reflejo en el espejo.
En un día normal de un mes normal, lo primero que hubiera hecho habría sido desayunar; quizás un vaso de zumo con pastas, o un café con leche, o incluso un chocolate con churros.
Pero lo primero era lo primero, y a él no le gustaba hacer esperar a las personas que son importantes o especiales para él.
-Os echo de menos. –susurró mientras acariciaba lentamente la quemadura latía en la piel que se encontraba sobre su corazón. Dolía, siempre dolía, pero de algún modo, ese dolor le reconfortaba.
A veces se enfadaba consigo mismo, por no saber soltar discursos largos y emotivos como los que sabía recitar Estados Unidos, o por no saber componer melodías memoriales tan bonitas como las hacía Austria. Pero de alguna manera, sabía que esas cuatro palabras escondían mucho más significado que el aparente.
–Sé que lo sabéis, ya que no sois tan despistados como yo. –medio sonrió, burlándose de sí mismo. –Pero como veis, estoy intentando seguir adelante. Tengo mis problemas, como todo el mundo, pero continúo esforzándome… Porque hay gente que está a mi lado, ayudándome siempre. –miró fijamente su imagen en el espejo. –Como vosotros, y como todos los que están ahí con vosotros. Porque formáis parte de mí.
Llevó sus dedos índice y corazón hacia sus labios besándolos y acto seguido los colocó encima de la quemadura, acariciándola. Quizás cada año se hacía más pequeña, pero la recordaría toda su vida como recordaba otras heridas grabadas en su piel.
Y ahora entendía las palabras del Abuelo Roma; porque el dolor, por duro que sea, te hace sentir vivo.
Vivo, aunque siempre recordando a los que no están, sabiendo que de ese modo siempre estarán aquí. Dentro de él, dentro de todos los que les tuvieran presentes. Antonio cerró los ojos y, de algún modo, pudo notar la sensación de que estaba rodado de gente, gente a la que quería. Sonrió.
"Siempre os llevo conmigo".
FIN.
