Halloween. La época favorita de muchos niños y odiada por muchos padres había llegado a Nueva York. Mientras el otoño adornaba las calles, la gente hacía lo mismo con sus casas, brujas, arañas, murciélagos y fantasmas eran tan solo algunos de los adornos que la gente usaba dentro y fuera de estas.

También la gente confeccionaba disfraces, tales como zombies, vampiros monstros, hadas, princesas, entre otros. Y eso, justamente era lo que pasaba en un pequeño departamento cerca de Central Park.

Una niña de alrededor de seis años, con grandes ojos azules y cabello negro rizado, se removía impacientemente mientras Kurt, su padre, trataba de acomodarle una túnica larga, acompañada de una bufanda rojo y amarilla.

-Sophie Elizabeth Hummel-Anderson, si no te quedas quieta nunca podré acomodarte esto, y tardaremos más en salir.

-Lo siento, papi, ¡es que estoy emocionada!- Chilló la niña mientras trataba de quedarse quieta.

-¡Como está mi Hermione favorita!- Exclamó un hombre de grandes ojos miel y rizos negros, que llevaba una túnica y una bufanda iguales a las de la niña, con excepción de que tenía unos lentes redondos y una cicatriz en forma de rayo en la frente.

-¡Listo!- Exclamo Kurt antes de que la niña revoloteara por la habitación.

- ¿Ya nos podemos ir? – Exclamo con entusiasmo, mientras Blaine, su otro padre, la alzaba en brazos.

- Deja que papi se cambie y estamos listos.- Dijo el ojiazul antes de salir de la habitación y dirigirse a la principal.

Diez minutos después salió con el mismo uniforme que Blaine y Sophie, solo que se había pintado en la cara algunas pecas y llevaba tres varitas, una para cada uno.

Harry, Ron y Hermione salieron por la puerta hacia la calle, la ultima con un pequeño caldero. Blaine y Sophie saltaban por ahí, llevando a Kurt a preguntarse quien estaba más emocionado, su esposo o su hija.

-¡Miren todos esos adornos!- Gritaba la pequeña de cuando en cuando.

En poco tiempo llegaron a la primera casa, ubicada no muy lejos de donde vivían.

-¡Dulce o truco!- Gritó la niña tocando la puerta.

Una señora rondando los cincuenta y tantos años abrió la puerta con una gran sonrisa, llevando consigo un gran bowl de dulces.

-¿Pero que tenemos aquí?

-Soy Hermione, él es Harry y él es Ron. –Dijo Sophie con una gran sonrisa.

-Pero que bonito- Exclamó la señora- Aquí tienes pequeña- Dijo depositando dulces en el caldero.

-¡Gracias!- Exclamaron los tres, antes de seguir a la siguiente casa.

Luego de alrededor de 10 casas, un encuentro con mujer maravilla Rachel, Superman Finn y Spiderman Tony y una casa en la cual les dieron salchichas.

-Pero es que como se atreven, Kurt.

-Lo se, cariño, lo se, pero al menos ahora podemos hacer Hot-Dogs.

La pequeña familia regresaba a casa, con Sophie profundamente dormida en los brazos de Blaine.

Cuando llegaron y la depositaron suavemente en su cama la niña traía una sonrisa en su rostro, lo que hizo derretir a sus padres. Le dieron los dos un beso de buenas noches y salieron sigilosamente del cuarto.

-Ves, pedir dulces es divertido- Exclamó Blaine una vez llegaron a su cuarto, antes de darle un beso a Kurt.

-Bueno Harry- susurro el castaño contra sus labios- sobre todo si es con ustedes dos- dijo antes de devolverle el beso al moreno.


N/A: Gracias por leer! Es mi primer fanfic, pero me gustaría mucho sus aportes, felicitaciones?, quejas, sugerencias.

Bya!