Hola, hola, me llamo Noah.
De nuevo estoy por aquí, trayendo una historia llena de ardiente pasión, un harem con una Sucrette nueva y que pocas veces se han visto en fanfiction en esta categoría.
Ninfomanía, sexo, tríos y mucha pasión ardiente combinado con el firme drama de un pasado desconocido... ¡Espero que sea de vuestro agrado!
Prólogo
Todas las historias tienen un inicio y un final.
Mi historia es como todas esas historias, empiezan felizmente y acaban tristemente.
Yo no tengo claro mi final. ¿Quién sabe si en mi funeral habrá gente a mí alrededor llorando? Probablemente no. Probablemente no haya nadie que malgaste su tiempo en venir a verme, al igual que yo no lo haría por ellos. Probablemente me quede sola. Sinceramente, eso no puede importarme menos.
Prefiero quedarme sola, utilizando y superando a esa gente, mientras me río de su inutilidad. Prefiero estar así, siempre segura de que nadie va a abandonarme, porque, si permanezco con todas esas personas a mi alrededor, mirándome con esos ojos, nunca estaré segura. Nunca sabré si me van a abandonar. Y a mí me gusta mantenerlo todo controlado y bajo mis suposiciones.
Mi vida se había basado única y exclusivamente en fingir ser perfecta, sonreírles a mis padres y ser el ejemplo de perfección, con buenas notas, con una madurez increíble y muy mañosa para todas las tareas de la casa. La hija perfecta. Vivía recibiendo dinero de mis padres, superando y aplastando sus expectativas, en Paris, justo en el centro, en el mejor apartamento que podía pedir…
Viví sola desde que mis padres se divorciaron seguía siendo ordenada y perfecta en modales o cualidades. Obedecía y era dulce, manipulable a sus ojos. La mejor de las mejores hijas, lo que siempre habían esperado. Alguien que superaba todos los retos que la vida le ponía.
Por eso, cuando mi madre decidió que le gustaría que su hermana, la tía Agatha, me echase un ojo, acepte hipso-facto sin pestañear, aunque en el fondo no desease cambiar mi vida. Unas semanas después de acabar y firmar el papeleo, me mude a Sweet Amoris, el pueblo de Francia más encantador y cutre del mundo. A un apartamento amplio, donde ellos podrían frecuentar si querían venir a verme, y bastante cerca del instituto al que iba a asistir.
Mi madre lo compro en seguida arrojo un montón de euros al propietario y argumentó que era perfecto, me ayudo dos segundos con la mudanza y se fue porque "tenía mucho trabajo". Me establecí en casa y recibí llamadas de ambos progenitores, diciendo que pronto irían a visitarme. Algo que nunca solía suceder.
Viví sola. Y asistí al instituto de mala muerte más abrumador de todos.
Empecé bastante bien, hice mis amigos y fiche a los chicos guapos del instituto, incluso fiche a Ken, quien había decidido seguirme a este lugar y al mismo instituto, ignoré a mi subconsciente quien gritaba "acosador, acosador" y seguí rápidamente mi vida como si fuera un camino. Los profesores fueron calados al primer momento, al igual que la directora. Los convertí rápidamente en piezas de ajedrez. Tenía peones, caballos y rey y reina, todos se convirtieron en fáciles y pequeñas fichas que eran fáciles de controlar.
Nadie descubrió mis manipulaciones. Y en seguida me convertí en la Mary Sue del instituto. Me adoraban todos menos tres personitas, el trio de arpías, una reina, y dos caballos que, aunque no lo supieran eran bastante predecibles. Incluso los profesores me admiraban como estudiante. Eran demasiado fáciles de manejar.
Mis comportamientos notables, mi vida increíble y mi lado perfeccionista llamaron la atención de todos. Hartándome.
Estaba harta.
Harta de todos aquellos que me decían que no soy sexy. Que no soy atractiva, de que digan que mi pecho es pequeño y de tablas de planchar. Tan harta de todo y de todos ellos.
Llegué a un punto de ira en el que, ya no quiero que nadie diga algo de mí o que me miren con ojos despectivos. Malestar por todo lo que me sucedía y lo que había a mi alrededor. Todo para mí era una auténtica mierda.
He oído tantas cosas sobre mí.
Oí una y otra vez las palabras de Amber. Constantemente diciéndome que soy una Mary Sue sin futuro, que con la talla de sujetador no llenaría ni lo justo para que un chico me mirase. La reina de mi tablero que se pensaba ser mejor que la que la movía. Tenía la autoestima realmente por los suelos.
Debrah también me había comentado que jamás conseguiría llamar la atención de Castiel, que en mi vida conseguiría hacer que perdiese la cabeza por mí, por mucho que hiciese ella siempre sería su número uno. Que mentira tan patética.
Karla siempre había dicho que nunca conseguiría atraer a nadie, que mi actitud de complacer a la gente repelía y todos se aprovecharían de mí en vez de gustarles. La patética mentira que se había creado para convencerse de que era mejor que todos.
¡ESTOY HARTA!
Ellos ni siquiera saben que no estoy actuando como soy realmente. No saben lo mordaz y lo peligrosamente maquiavélica que podría ser, mi real personalidad oculta en una máscara de mentiras.
Podría chasquear los dedos y tener a Castiel de rodillas suplicando por mi atención. Podría incluso ponerme a lloriquear que, en seguida, vendrían Nathaniel, Kentin y Lysandro a socorrerme cual bella dama en apuros. Armin se presentaría si me veía caminar sola para hablar de videojuegos.
Y todos iban a ver quién era la que controlaba en este patético instituto.
Castiel iba a perder la cabeza por mí, se arrepentiría de todas aquellas bromitas pesadas, iba a arrepentirse de haber fijado su vista en mi pecho y criticarlo, porque sabía que enloquecía por tocarlo. Iba a atolondrarse y pedirme una y otra vez que lo fuese a visitar, que le diese mi amor y mi cariño. Querría que lo usase.
Nathaniel iba a parar de leer sus estúpidas novelas policíacas para pasar a la verdadera aventura misteriosa que sería explorar mi cuerpo, iba a ver la vida real fuera de los libros, yo iba a hacer que dejase su lado formal para mostrarle lo "perfecta" que era la sensación de la adrenalina y las emociones fuertes de llegar al orgasmo.
Armin iba a parar de jugar sus jueguecitos, iba a apartar la vista de la Play Station y a fijarse únicamente en mí. Comenzaría a vivir un juego mucho mejor y más real, algo que si merecería la pena ganar. Ahora iba a ver que un Game Over no era tan malo como que no le prestase atención.
Lysandro es demasiado caballero pero dicen que esos son los peores. ¿Qué pasaría si conseguía llevármelo de calle? Enloquecería. Perdería sus modales, desearía mis fibras y me exigiría más. Sus ansías de devorarme los suspiros ocasionados, se derretiría en sus ojos, ya no podría olvidarse de mí como lo hacía con su libreta. Siempre en su mente estaría presente.
Y Kentin... Era obvio que, el tímido Ken, por muy tsundere y "macho-men" que quisiera ser, no se había olvidado de mí ni tampoco de todo lo que me rodeaba. Aunque antes tenía su encanto, está super lindo y sexy ahora. Podría enseñarle las maravillas que siempre ha deseado probar conmigo. Enseñarle lo que es estar conmigo.
Tenía unas enormes ganas de demostrar que soy sexy. Que de perfecta… no tengo nada.
Lo salvaje y tramposa que soy y siempre oculto.
Manipulo, juego y las formas en las que la gente piensa que puede entenderme. Creyendo firmemente que pueden cambiarme. Las estupideces que dicen todos sobre mí, intentando leerme.
Todos pensando en lo santa que soy. Pero eso es completamente falso, porque yo estoy irrevocablemente enamorada de los hombres, los deseo a todos. Soy ninfómana o algo así por el estilo.
Actualmente había estado viéndome con Dajan en los vestuarios. ¡Ah, club de baloncesto! Gracias por existir. Jade también había cautivado mis ojos, el chico que se encargaba de cuidar el hermoso club de jardinería. Realmente me habían traído lindos chicos a mi vida.
Gracias a este instituto había conocido al sobrino de Boris, Dake, uno de los más importantes en mi harem. Con el cual, en varias ocasiones como por ejemplo después de la obra de teatro, en los probadores del centro comercial, en la playa luego de que Castiel se fuese, pero, la más importante y excitante fue en los baños del gimnasio, en la ducha, poco después de que Kentin lo echase por decir que había visto mi ropa interior -había visto más que eso, pequeño militar- para esconderse y esperar a que Kentin se fuese y venir a "animarme" con su amiguito. Ya entendéis, amigo, o amiguito, como queráis llamarle. Dake se había convertido en un amigo sexual muy preciado para mí.
Y eso era gracias a este instituto y la mudanza.
Aunque solo me he fijado en esos tres del instituto, ya que, Laeti me había aconsejado no hacerlo porque eso dañaría mi ambiente escolar.
¿No os he hablado de Laeti? Laeti es algo como yo, solo que ella se enamora muy rápido y no se acuesta con ellos, solo se besan y luego se cansa a los cinco segundos de esas cosas. Aunque no sea virgen, no lo hace mucho, no folla ni se divierte con masturbaciones a lo rápido. Era más santa que yo.
Pero no soy la oveja negra de mis amigas, Leia es como yo. Totalmente igual que yo, casi igualándome en "lo peor". Alexa es aparte, casi ni siquiera se de ella, pero ella es bastante normalilla, un beso y vía, no suele interesarse mucho por el amor, pero bueno… es seriamente normal. Ahí se demuestra lo que soy. Una completa ninfómana, y tanto Laeti, como Leia y Alexa lo saben. Solo que, sé disimular muy bien y es por eso, que los chicos que me rodean ahora, nunca lo han notado.
Comienzo a golpear con el bolígrafo la libreta en la que he tomado mis apuntes de clase. Mis ojos enfocados en la nada y mis pensamientos centrándose en la lección de historia. Vale, esto era demasiado fácil para mí, Farres solía repetir las clases varias veces para que nos resultara más fácil, aunque yo creo que simplemente se olvidaba de lo que había dado el día anterior.
Mis ojos se desviaron por todo el salón. El trío de arpías se encontraba sentado en la fila de al lado, al fondo. Amber y Charlotte estaban sentadas juntas, con Li y Karla delante, esa zona estaba prohibida para cualquiera ellas eran las únicas que podían sentarse ahí. Aunque, sinceramente, a mí no me importaba porque me gustaba mi sitio al lado del armario con repisa para dejar mis cosas.
Mis ojos se trasladaron al sitio donde Armin estaba sentado con su hermano Alexy, y más adelante donde Melody compartía asiento con Nathaniel. Violeta estaba sentada con Kim, quien parecía completamente distraída mirando hacia la nada, seguro que no se está enterando.
Priya está sentada con Peggy, Iris resopla agobiada por no saber de qué hablar Farres con Kentin al lado, mientras que Castiel, completamente dormido, descansa al lado de Lysandro. Toda la clase en armonía, mientras siento a Rosalya dibujar y escribir el nombre de su querido novio. Una molestia que yo no tengo.
Oigo susurros de Amber que hablan de lo aburrida y perfectísima que soy, y frunzo el ceño. ¡Qué harta estoy!
Miro a todos los chicos de clase. Lindos, sexys, apetecibles… que desde siempre he deseado.
Y me decido. A la mierda. Me ligaré a cada uno de ellos, iba a conseguir tener sexo con todos ellos y los haré perder la razón por el deseo que tendrán hacía mí. Iban a querer tenerme para siempre en sus brazos.
Saque mi agenda personal, sin hacer mucho ruido y sin alertar a Rosalya. Me gustaba organizarme, mi agenda tenía un montón de cosas, un montón de papeles y notas, y lo más importante, chicos que me llevaría a la cama.
Comencé a escribir, dejándome guiar con mis ojos a los chicos más lindos de la clase, el primero fue el delegado, Nathaniel, el primer chico que conocí en este instituto nuevo. El delegado rubio de ojos ámbares que me había hecho pensar. ¡Qué guapo es!
Anoto su ficha para analizar su situación…
"Nathaniel Le Blanc"
-Delegado principal.
Lov'ometro: 100%
Posibilidades de llevármelo a la cama la primera vez: 20% posibilidad de aumento.
Nathaniel había sido salvado por mí, me debía una, le gustaba aunque al principio le había costado aceptarlo, sus sentimientos por mí habían aflorado al punto de ruborizarse cada vez que me veía pasar. Extrañamente la independencia le había llevado a abrir los ojos, dándose cuenta de que podía ser más atrevido, porque no tenía que esforzarse tanto para complacer a nadie, entonces se permitió ser más accesible y atrevido, sobre todo a mí alrededor. Estos gestos eran claramente notados por mí, aun así… era demasiado respetuoso como para quitarse la ropa frente a mí.
Me replanteo la situación, pero sin llegar a ninguna conclusión, desvió la mirada al chico militar.
"Kentin Neville"
-Complejo de Militar que odia su pasado.
Lov'ometro: 1.000% y subiendo.
Posibilidades de llevármelo a la cama la primera vez: 50%
Kentin siempre había estado enamorado de mí, el chico de hermosos ojos verdes y cabello castaño que siempre pensaba en mí y me revisaba con esa cara de enamorado. A pesar de que había vuelto de la escuela militar alegando "Ya no siento nada por ti, he pasado página", claramente esas palabras se desmoronaron con sus acciones, me miraba constantemente y se celaba hipso-facto. Era demasiado fácil averiguar que quería de mí, con sus constantes sonrojos. Demasiado fácil.
Por ello, quizás sería una primera opción, tenía pinta de sumiso. Sonreí y negué con la cabeza, desviando la vista hacía el friki.
"Armin Meller"
-Fanático de los videojuegos.
Lov'ometro: 100%
Posibilidad de llevármelo a la cama la primera vez: Depende de que cartas use, 100% o 10%
Atractivo y engañoso, el chico de brillantes ojos azules y cabellos negros llamaba la atención más que nadie que, siendo un total friki tenga músculos debajo de esa apariencia flacucha. Además teníamos los mismos gustos… este chico tan retraído era bastante predecible, cada vez que pasaba por su lado tartamudeaba o se ocultaba en sus juegos, cada vez disimulaba mejor, pero no podía evitar sonrojarse cuando me acercaba demasiado a él.
Un chico más sucio de lo que aparentaba. Seguro que veía hentai todas las noches. Sonrió con burla, pasando mi mirada hacia el asiento de Lysandro y Castiel… hmpf.
"Lysandro Ainsworth"
-Victoriano, cantante.
Lov'ometro: ¿100%? Inseguro.
Posibilidad de llevármelo a la cama la primera vez: 0%
Lysandro es demasiado complicado, cuando lo conocí me pareció demasiado molesto, terminé por enfadarme con él y acabe ignorando las ganas de asesinarlo por no saber que pensaba, aun así acabe frecuentándolo por ser el cuñado de Rosalya y esas cosas normales que te obligan a tratar con una persona indeseable. Probablemente no lo soportase por no saber lo que estaba pensando, el halo de misterio que lo rodeaba era irritante.
Cuando comencé a conocerlo me di cuenta de que, quizás y solo quizás, era más fácil de entender que los demás. Se abrió con facilidad para mí, como un libro, y entonces fue fácil de conocer, sonreía con las personas que estaba cómodo y se sonrojaba al igual que otro chico. Y además, sabía que no debía hacer frente a la chica que le gustaba, como apartar a Nina por ejemplo.
Sonreí al darme cuenta de la facilidad de este chico y pasé a su compañero dormido.
"Castiel Leuman"
-Malote de la escuela.
Lov'ometro: 100%
Posibilidad de llevármelo a la cama la primera vez: +100% y subiendo.
Castiel era bastante fácil de entender, era un tsundere que buscaba una chica femenina pero que tuviera un poco de carácter, por no decir que amaba que le siguiesen las bromas pesaditas que tenía. Fue el segundo que me abrió las puertas al Sweet Amoris, bromeando y dejando que entrase en esa armadura poco a poco, haciendo que se desvaneciese como si fuese el hielo derretirse. Castiel era ardiente, fácil de manejar y sencillo de tratar si sabías mirar atentamente, se dejaba manejar y llevar por sus emociones, haciéndole predecible.
Se enfadaba con facilidad y se dejaba llevar por sus sentimientos, impulsándose hacia ellos con muchísima rapidez y dominado por su emoción. Era apasionado. Y eso me encantaba.
Ahora debía tomar una decisión. ¿Por quién diablos empezaba? ¿A quién tenía que hacer caer en mis redes primero?
Quizás debería empezar por Castiel... Él sería fácil de meter en la cama. De hecho, con solo provocarlo se lanzaría al medio de mis piernas, las abriría y disfrutaría de oírme gritar su nombre, una y otra vez, mientras apasionadamente rozábamos el éxtasis.
Castiel querría sentirme desesperadamente desde que descubrió que le interesaba de otra forma más, y eso podría aprovecharlo.
Aunque… la idea de tirarme a Nathaniel primero me tentaba. El chico responsable que perdía los papeles por la atención de la chica que desde siempre lo había cautivado. Solo había que mirarlo viendo la cara que se le quedo cuando me vio por primera vez atravesar su despacho, se puso tan nervioso que comenzó a mezclar papeles con papeles y no fue capaz a encontrar mi ficha. Tan lindamente patoso… Sería interesante verle perder los papeles por mí… sí…
¿Pero entonces que pasaría con Lysandro? Él también sería el mejor para empezar… quiero decir, tendría que planear mucho y sobre todo pelear con él continuamente para no hacerle sentir que me está usando como objeto. Y eso me gustaría verlo, sobre todo perdiendo sus modales e intentando decidir si me arranca la ropa o no. Seguro que me reiría demasiado de él.
Kentin también tenía sus puntos buenos para empezar por él. Sería fácil engatusarlo, llevo tratando con él demasiado tiempo, sé cómo tengo que actuar, como debo sonreírle o como debo mirarle, es bastante sencillo saber cómo moverse a su alrededor. Sobre todo como debo mover mis cartas para hacer que caiga, sé que se entregará por completo y que se dejará arrastrar por todos sus sentimientos. Va a ser demasiado sencillo engatusar su figura para que solo me mire a mí. Para que me desee más de lo que lo hace.
Pero estoy echa un lío.
Armin también es una buena opción. Muy buena. Si juego bien mis cartas y le pillo jugando a los Sims podría llevármelo a la cama sin siquiera pestañear, puedo manejar bien su obsesión con los juegos y llevarla al juego que quiero jugar con él. Tampoco es tan difícil manejar a una persona que quiere que lo manejen. Sus ojos siempre permanecen fijos en el aparato, pero de vez en cuando solo me miran a mí. Tan sencillo es, que me resulta hasta gracioso.
¿Quién debería ser el primero?
Con una simple pregunta como esta, comenzó la historia que estoy por relataros. Mi nombre es Sucrette Darcy, y fui la zorra más zorra que jamás han conocido.
Y esta historia comienza con una Sucrette harta de que siempre la traten de la chica perfecta, cuando ella, no es para nada perfecta, harta de que nadie vea que realmente es peor de lo que esperan.
¿Os imagináis? Un harem solo para Sucrette. Uno en el que los chicos no podrán más que desear la mirada fija de Sucrette, en el cual ella jugará con cada uno de ellos...
¿Qué os parece una historia llena de calor, sexo y una chica que domine? Y sobre todo, vosotras decidís. ¿Quién queréis que sea la primera victima de nuestra Sucrette?
Editado el martes 8 de diciembre de 2015.
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